Estados Unidos/ ¿Qué es el trumpismo? [Barry Sheppard]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 27 12:08:57 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

27 de noviembre 2018

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Estados Unidos



¿Qué es el trumpismo?



Barry Sheppard

A l´encontre, 19-11-2018

http://alencontre.org/

Viento Sur, 26-11-2018

https://www.vientosur.info/



En Estados Unidos, entre los socialistas y la izquierda en general, hay un
abanico de puntos de vista sobre lo que representa Trump, que van desde
considerar que Trump es una aberración y que las cosas volverán a la
normalidad una vez se haya ido, hasta estimar que Trump quiere establecer el
fascismo.



Refuto el primer punto de vista. Desde 2008, la política en Estados Unidos y
en gran parte del mundo ha sufrido un cambio importante. No es posible una
simple vuelta atrás.



Los que comparten el segundo punto de vista subrayan el racismo y la
misoginia manifiestos de Trump, sus amenazas de desencadenar nuevas guerras
(incluso una guerra nuclear), su defensa de restricciones de los derechos
democráticos, el nacionalismo descarado tras su eslogan America First y sus
ataques contra migrantes, sus llamamientos a atacar a manifestantes y
periodistas, sus amenazas a la prensa, etc. La ideología fascista incluye en
efecto todos estos rasgos, aunque llevándolos al extremo.



La dirigente socialista alemana Clara Zetkin, que rompió con el partido
social-demócrata cuando éste traicionó el internacionalismo proletario al
apoyar al imperialismo alemán durante la Primera Guerra mundial, se
convirtió en una importante dirigente de la nueva Internacional comunista
después de la Revolución Rusa. En 1923, esbozó las características del
fascismo (tal como lo había visto en Italia desde 1922-1923) y la manera de
combatirlo. Sus conceptos fueron la base de análisis de la Internacional
comunista, desarrollada después por Leon Trotsky a la luz del ascenso del
nazismo alemán y del falangismo español.



El análisis de Zetkin muestra sobre todo que el fascismo estaba
inextricablemente unido a la grave crisis económica y a los estragos de la
guerra en Europa. En Italia, y después en Alemania, había habido un
recrudecimiento masivo de los movimientos socialistas obreros en respuesta a
la crisis, lo que planteó la posibilidad de una revolución socialista. Pero
en ambos casos, a causa de un liderazgo inadecuado (o traidor), el
proletariado no pudo resolver la crisis tomando el poder y comenzando a
reorganizar la sociedad.



Este fracaso engendró la desmoralización entre las masas trabajadoras y en
el seno de la clase media empobrecida que consideraban a la clase obrera y
al socialismo como una salida posible a la crisis. Zetkin explicó que estas
fuerzas en el campesinado y otras clases medias (o sectores de la pequeña
burguesía empobrecida) habían esperado que "el socialismo podría aportar un
cambio global. Estas esperanzas fueron dolorosamente desmentidas… Perdieron
su fé no sólo en los dirigentes reformistas, sino también en el propio
socialismo" y se volvieron "maduras" para la demagogia fascista.



La clase capitalista en el poder se espantó ante el potencial de las masas
trabajadoras que se había revelado en dicha ocasión y comenzó a apoyar a los
fascistas, considerándolos como una alternativa. La existencia de la Rusia
soviética revolucionaria, y más tarde de la Unión Soviética estalinizada,
también desempeñó su papel.



El triunfo del fascismo en Italia, en Alemania, y después en España (por no
mencionar los regímenes autoritarios en Hungría, Polonia, etc.) supuso un
reino de terror contra todas las formas de oposición por parte de la clase
obrera y de los oprimidos.



En lEstados Unidos nunca ha habido un partido socialista revolucionario de
masas que hubiera podido tomar el poder. Y ciertamente tampoco existe hoy.
La contra-revolución estaliniana consiguió finalmente aniquilar los últimos
posibles vestigios de la revolución, llevando al estallido de la URSS en
1989-1991.



En las circunstancias actuales, la clase dirigente no tiene necesidad del
fascismo en Estados Unidos. Llegados aquí, quisiera hacer una propuesta
provisional e incompleta sobre lo que es el trumpismo.



El trumpismo y lo que engendra constituyen hoy día un grave peligro. Entre
la habitual democracia burguesa con todos sus defectos, por una parte, y el
fascismo, por otra, hay formas intermedias, como la dictadura militar. Hay
también toda una gama de formas posibles de lo que Marx denominaba
bonapartismo.



Marx analizó este fenómeno del bonapartismo estudiando el ascenso de Luis
Bonaparte, el sobrino de su célebre tío Napoleón Bonaparte. Al contrario que
Napoleón, Luis era un personaje político mediocre, como Trump lo es hoy.
Pero, al igual que Trump, era un hábil maniobrero y un demagogo.



Hay otras similitudes. Luis fue elegido presidente de Francia a finales de
1848. En febrero de ese año, había habido una revolución contra la
monarquía, movimiento que formaba parte de las revoluciones democráticas que
barrieron Europa. En junio-julio, por primera vez en la historia del
capitalismo, los trabajadores y las clases populares se levantaron en París,
aspirando al poder. El levantamiento fue sangrientamente aplastado por el
ejército



Tras estos acontecimientos, los diferentes partidos capitalistas
representados en el parlamento cayeron en la confusión, querellándose entre
ellos y dividiéndose en facciones dentro de cada partido. Luis se presentaba
como un personaje que recordaba a su tío, o dicho de otra manera, como un
hombre fuerte capaz de cortar el desorden y arreglar las cosas.



Después de su elección, hubo tres años de continuas peleas entre partidos y
facciones capitalistas. Luis maniobró entre esos grupos. A veces parecía que
iba a ser desplazado o incluso destituido, pero en cada una de las ocasiones
salió ganador. La población estaba cada vez más exasperada. Luis construyó
su propia base en el ejército. Al fin, a comienzos de 1851, las condiciones
alcanzaron un punto tal que pudo organizar un golpe de Estado y proclamarse
emperador Napoleón III (podemos ignorar a Napoleón II).



En Estados Unidos, por diferentes razones, las actuales organizaciones de
trabajadores juegan poco o ningún papel en la política.



Cuando Trump anunció que se presentaba a la investidura republicana, se
presentó no sólo como abiertamente racista, sino también como el hombre
fuerte que podría volver a hacer grande a América. En los debates entre los
17 candidatos, denigró, insultó y acusó a sus rivales de debilidad, diciendo
que eran incapaces de tomar las audaces medidas que se necesitaban. Su
misoginia quedó puesta de manifiesto cuando atacó a una de sus rivales, una
mujer, por su físico.



Su ascenso se explica por el hecho de que los republicanos se habían
convertido en un partido racista blanco, aunque pocas veces utilizan
términos abiertamente racistas como Trump lo ha hecho de entrada, cuando
trató a los inmigrantes mexicanos como violadores, traficantes de drogas y
criminales de todo tipo. Después pasó a los negros, a los musulmanes, a
todos los latinos, a los extranjeros (excepto blancos) y a veladas alusiones
antisemitas.



Estaba también el hecho de que durante una cuarentena de años los salarios
se habían estancado y que algunas capas de la llamada clase medio también
habían sufrido, mientras que los ricos se enriquecían. Después llegó el
crash financiero y la Gran Recesión en 2008, y la recuperación ha
beneficiado a los más ricos mientras que el 80% que constituyen los menos
ricos continúan luchando para llegar a fin de mes. Obama fue elegido en
2008, pero los demócratas no hicieron gran cosa para cambiar esta situación.



En 2016, en campos opuestos, Sanders y Trump se han basado en esta realidad
para dirigirse a ese 80% de menos ricos. Sanders propuso algunas reformas a
favor de los trabajadores, mientras que Trump utilizó la demagogia racista
para convencer a los blancos con dificultades. Durante las elecciones
primarias demócratas, la maquinaria consiguió aplastar a Sanders, mientras
que Trump consiguió aplastar a los republicanos del establishment y tomar
las riendas en el partido republicano.



En las elecciones, Hillary Clinton, estrecha de miras, respondió al slogan
de Trump, Make America great again [Hacer más grande América] con el de
America is already great [América ya es grande], cuando ese 80% de los de
abajo ya sabían por experiencia que eso no era cierto.



En sus casi dos años en el poder, Trump ha intensificado su retórica y sus
acciones racistas. Ha logrado acrecentar los ataques contra inmigrantes,
obtener una prohibición parcial de entrada de musulmanes en los Estados
Unidos, vilipendiar a las mujeres, y crear el contexto en que vivimos
actualmente. Su administración ha debilitado la Agencia de Protección
medioambiental en todos los frentes, incluyendo las medidas que pretender
mejorar la producción de combustibles fósiles; se dedica a privatizar la
educación, apoya los ataques de los evangélicos cristianos blancos contra
las mujueres, y muchas cosas más.



Trump cubre el extremismo nacionalista blanco all-right (de extrema
derecha). Algunos de esos grupos tienen una ideología fascista y otros se
dedican a la violencia contra las minorías étnicas y religiosas. Personas
aisladas recurren también a la violencia, como hemos visto recientemente en
Kentucky, en Pittsburgh [ataque contra la sinagoga] y en los paquetes con
bombas artesanales enviados a la CNN, Obama, H.Clinton, etc. Trump alienta
este tipo de violencia con dog whistles, es decir con palabras veladas y
ambiguas.



Movimientos fascistas en Italia, Alemania y España, se dedicaron también a
la violencia. Zetkin explicó que otra característica del fascismo es que se
trata de un movimiento de masas comprometido en una violencia de masas
organizada contra el movimiento obrero y los oprimidos.



Actualmente las organizaciones fascistas en los Estados Unidos están
constituidas por muchos grupos más o menos pequeños, que disputan entre
ellos por cuestiones ideológicas, y sobre todo por quién debería ser el Duce
o el Führer, pues cada jefe de un grupo piensa que debería serlo él. Después
de Charlottesville en agosto de 2017, muchos de estos grupos que se habían
reunido han caído en la trampa de los desacuerdos tácticos: el supremacismo
blanco de un grupo ha cometido un asesinato [lanzando su vehículo contra los
manifestantes] que otros grupos consideran contraproducente.



Si estos grupos se unieran en torno a un único líder y una única ideología,
representaría un peligro mayor, aunque el fascismo no esté a la orden del
día.



Un aspecto del autoritarismo de Trump es su exigencia de una lealtad
incondicional por parte de su entorno, no sólo respecto a su política sino
también hacia él mismo personalmente. Por esta razón continúa remodelado su
gobierno. Exige también que los republicanos le sean personalmente leales, y
sancionen a quienes se aparten de esta línea.



Como Luis, Trump intenta establecer un régimen autoritario. Remitiéndose al
pasado napoleónico de Francia, Luis se hizo coronar emperador. Trump se mira
en la historia de Estados Unidos intentando consolidar el autoritarismo con
atributos democráticos burgueses, a la vez que restringiendo
considerablemente los derechos democráticos, colocándose él mismo en la
cima.



Yo caracterizaría al trumpismo como una forma particular de bonapartismo.
Estamos viendo cómo este fenómeno se desarrolla también en Europa. Es el
caso de Hungría, con el gobierno de Viktor Orban, un gobierno racista,
nacionalista y autoritario con atributos democráticos muy controlados.



Marx denominaba a la heterogénea oposición a Luis el partido del orden.
Nuestro partido del orden se compone hoy de la mayor parte de los políticos
demócratas, de algunos republicanos y otros miembros de la administración
estatal. Sigue siendo un equipo heterogéneo y lleno de contradicciones.



Ya veremos cómo se desarrolla esta lucha durante el próximo período.

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