Argentina/ La megadevaluación: un saqueo al pueblo trabajador [Esteban Mercatante]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Sep 3 14:27:26 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

3 de setiembre 2018

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Argentina



Megadevaluación: las penas son de nosotros, las ganancias son ajenas



Esteban Mercatante



Ideas de Izquierda, 2-9-2018

http://www.laizquierdadiario.com/Ideas-de-Izquierda



Empujado por los mercados y bajo la tutela del FMI, Macri pretende mostrarse
como garante para la terapia de shock. Licuación de gasto y salarios por la
vía devaluatoria, y recorte fiscal, claves para intentar recuperar el
beneplácito de los acreedores.



Tras cuatro meses de corrida, el dólar acumula un alza de 105 % en lo que va
del año. Pero no hay síntomas de que la nueva cotización, que resulta
incluso superior a las ambiciones más desbocadas de devaluadores seriales
como el presidente de Fiat, Cristiano Ratazzi, haya aplacado la huida hacia
el dólar. El Banco Central (BCRA) se mostró tan falto de herramientas para
calmarla como al inicio de la crisis. Continuó subastando reservas (en el
año ya vendió casi USD 14 mil millones) al tiempo de que elevó los encajes
para los depósitos por segunda semana consecutiva (a 36 % para los depósitos
a la vista), mientras aumentaba la tasa de interés a 60 %.



Empujado por los mercados y bajo la tutela del FMI, Macri pretende mostrarse
como garante para la terapia de shock, buscando la estabilización de la
economía nacional mediante un nuevo saqueo, combinando licuación (del gasto
público y del salario) por la vía devaluatoria, el recorte fiscal y el
intento de restablecer, en un futuro incierto, el acceso al crédito
internacional. Su credibilidad, y la del “mejor equipo de los últimos
cincuenta años”, que tuvo un recambio en junio que ya pasó en el olvido,
quedó colapsada tras cuatro meses de pulseada con los especuladores. Pero
cuenta con la gobernabilidad prestada por los gobernadores, que se preparan
para regatear el reparto de costos entre Nación y provincias , por el PJ, y
por la burocracia sindical, que acaba de llamar a un paro sin movilización…
para el 25 de septiembre. Una eternidad.



Acuerdo con el FMI versión 2.0



El miércoles de la semana que pasó, fue el propio Mauricio Macri, con un
breve video dirigido exclusivamente a los inversores (aunque difundido por
medios más propios de un mensaje “viral” para redes) media hora antes de la
apertura de operaciones, el que empujó a la estampida frenética del dólar.
El presidente dijo que le solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI)
adelantar “todos los recursos que resulten necesarios” para poder cumplir
con el programa financiero de 2019. Remarcó la intención de “eliminar
cualquier incertidumbre” y “fortalecer la confianza”.



El gobierno quiso transmitir que tenía cerrado el programa financiero para
2019, es decir, que podría pagar todos los compromisos de deuda con ayuda
del FMI sin necesidad de recurrir a financiamiento en los mercados
internacionales de crédito.



En el ámbito de las finanzas leyeron otra cosa: 1) que el acuerdo vigente
con el FMI estaba virtualmente caído, y que los funcionarios estaban
negociando contrarreloj una versión 2.0, lo que en realidad, como revelarían
miembros del staff del Fondo a financistas en los EE. UU. durante el
fatídico miércoles, ni siquiera había comenzado, lo que significan varias
semanas de nuevas tratativas con el staff del Fondo en un contexto aún peor
que el de meses atrás cuando se cerró la Carta de intención aprobada en
junio; 2) que todas las preocupaciones del gobierno se limitaron a asegurar
los compromisos de deuda del año próximo; pero ¿qué pasa con los compromisos
de deuda que exceden a 2019?



Podemos agregar una tercera dimensión del mensaje presidencial, que es la
incertidumbre de lo que ocurrirá con los dólares que demanda la economía.
Contrariamente a lo que podría esperarse con la megadevaluación ocurrida
hasta hoy, el déficit de cuenta corriente (es decir, el balance que deja el
comercio exterior de bienes y servicios y las rentas compuestas por
beneficios, intereses y dividendos) no se redujo todavía a pesar de la
devaluación. Entre enero y julio acumula USD 9.796 millones (lo que equivale
a más de 3 % del Producto Bruto Interno). En igual período de 2017 había
alcanzado USD 7.582 millones. Lejos de caer, al día de hoy sigue en aumento.
La fuga de capitales, mientras tanto, alcanzó en los primeros 7 meses del
año los USD 20.000 millones, y de mantener el ritmo actual superará
holgadamente los USD 30.000 millones en el año.



Hasta el cierre de los mercados internacionales para el país, la emisión de
deuda en moneda extranjera cumplió no solo el rol de proveer al tesoro de
fondos, sino de solventar los dólares necesarios para este drenaje
permanente. Lo hizo junto con la atracción de capitales de corto plazo que
hasta comienzos de este año estimuló la bicicleta financiera vehiculizada
por el BCRA mediante las Lebacs, cuyo stock creció exponencialmente a medida
que se impusieron tasas cada vez más elevadas para asegurar la afluencia de
inversores que se pasaban de pesos a dólares para aprovechar los altos
rendimientos de dichos papeles. Ambas vías para la provisión de dólares se
cortaron desde comienzos de año. Entonces, el interrogante es de dónde
saldrán los dólares que le faltan a la economía, y que resultan
fundamentales para la política de vaciamiento permanente de la economía
nacional que caracteriza a los grandes grupos económicos (nacionales y
extranjeros) que operan en el país.



El mensaje de Macri, al contrario del objetivo buscado, recrudeció el salto
del dólar y llevó el riesgo país nuevamente a niveles explosivos. El viernes
cerró en 770, luego de haber superado los 800 puntos. Esto significa que
para colocar deuda, el tesoro pagaría casi 8 % más de lo que paga un bono
del Tesoro de EE. UU., es decir alrededor de 11 %.



El BCRA siguió corriendo de atrás al dólar en estos días que superó la
cotización de $ 40, limitado por las restricciones del acuerdo con el FMI,
que reforzó las reservas del BCRA pero a cambio de limitar la intervención
en el mercado, imponiendo una flotación cambiaria que no encuentra techo.
Los especuladores le tomaron el ritmo a sus subastas, como antes lo habían
hecho con las intervenciones de Federico Sturzenegger. Por eso, a pesar de
las medidas agresivas en materia de contracción monetaria, que tendrán un
severo impacto sobre la actividad económica (con esas tasas el costo para el
financiamiento con tarjetas de crédito pasó a 120 % anual), la corrida sigue
firme. Nuevas series de ahorristas, que todavía mantienen Lebacs a través de
fondos de inversión, o contratos de dólar futuro, se siguen fugando a la
moneda norteamericana, alimentando su demanda. La oferta, en cambio, se
vuelve cada vez más reacia: ¿quién va a desprenderse hoy voluntariamente de
un dólar que podría valer mañana hasta un 10 % más? Los exportadores
posponen indefinidamente la liquidación de divisas de sus operaciones (que
por decisión de este gobierno no están obligados a liquidar en lo
inmediato), las multinacionales que ya operan en el país atrasan cualquier
posible ingreso de capitales, cuando no liquidan operaciones como Walmart, y
los sojeros que todavía no vendieron guardan sus cosechas en silobolsas
hasta que aclare la tormenta cambiaria.

Déficit (casi) cero



Dujovne anticipó, sin detalles, lo que el FMI pedirá a cambio del anticipo
de desembolsos: una aceleración del cronograma de reducción del déficit.
Aunque al momento de escribir esta nota no se conocen aún más detalles, el
nuevo objetivo se mueve entre el déficit cero hasta un máximo de tolerancia
de 0,5 % del PBI. Es decir que si desde junio el gobierno estaba embarcado
en un recorte adicional del déficit de $ 300.000 millones, de los cuales el
66 % recaía sobre Nación y el resto debían aportarlo las provincias, ahora
la cifra se acerca a $ 500.000 millones.



Cómo podría alcanzarse semejante objetivo resulta una incógnita que Dujovne
no develó. Pero podemos anticipar que incluye nuevas medidas contra los
trabajadores del Estado (por estos días anticipado por una nueva ronda de
despidos en Agroindustria). No podemos descartar nuevos intentos de
modificar las partidas del gasto que están indexadas (ajustan por la
inflación de manera automática), y representan un 58 % del presupuesto:
jubilaciones y asignaciones. También podemos prever un freno total de la
obra pública (que ya estaba previsto reducir en 2019 a la mitad de lo
gastado este año, que es a la vez el 50 % de lo desembolsado en 2017).

Pero con todo esto no es suficiente para alcanzar la friolera del ajuste que
se propone Macri. Más cuando, como resultado de la recesión, los ingresos
fiscales se verán disminuidos, como ya se observó en julio: la recaudación
subió apenas 23,8 %, lo cual significa que está bien por debajo de la
inflación de 31 % anual.



Por eso, aunque Macri evitó hasta ahora frenar la aplicación de la reforma
tributaria ­–que definió un cronograma de bajas en varios impuestos que cada
año representan un costo fiscal de 0,3 % del PBI anual entre 2018 y 2022–,
forzado por la crisis avanzaría en revisar esta posición. En principio,
podría avanzar en el freno a la reducción de las retenciones a las
exportaciones para la soja, que tienen un cronograma de rebaja de 0,5 puntos
porcentuales hasta diciembre de 2019, cuando quedarían en 18 %. Hace dos
semanas, el gobierno anunció la decisión de frenar la rebaja para los
productos derivados de la soja por seis meses. Podrían restablecerse también
para el trigo y maíz, cultivos para los cuales los derechos de exportación
fueron eliminados en diciembre de 2015.



Los “chacrers” ponen en el grito en el cielo, aunque lo que dejarían de
ganar con esta medida es apenas una propina. El agropower no está muy
inclinado a seguir el consejo de Elisa Carrió. Las patronales agropecuarias,
son parte de los mayores beneficiarios de este saqueo. Después de la enorme
transferencia de ingresos a favor de estos sectores que implica la
megadevaluación, les sacan ahora un pequeño porcentaje de su margen,
Seguirán igual con ganancias récord.



Le megadevaluación también podría hacer su parte para alcanzar las metas de
déficit. Acicateando la inflación (ya de por sí elevada), podría ayudar a
que la reducción nominal de las partidas del gasto se traduzca en una
licuación aún mayor en términos reales. Es decir, menos presupuesto, para
salud, educación, etc. Este “trabajo sucio” del ajuste cambiario para
ordenar las cuentas del gobierno tiene como condición que los gastos bajen,
en términos reales, más lo que lo están haciendo los ingresos. Esta
licuación puede ser la vía para un ataque en cierta forma más “indirecto”,
pero no por ello menos agresivo, para cumplir las exigentes metas fiscales
que el gobierno profundiza presionado por los acreedores y para asegurar más
“ayuda” del FMI.



La otra licuación



Si el dólar se mantuviera como está hoy, marcaría un 105 % de aumento en
todo el año (todo indicaría que lo superará ampliamente); los precios, ya
van camino a superar el 40 % de incremento anual. Los salarios nominales, de
no actualizarse las paritarias actuales, estarían en promedio en 20 % o poco
más; los estatales están en un promedio del 15 %. Con esta brecha entre
evolución del tipo de cambio, precios y salarios, los últimos van camino a
sufrir una dura pérdida en términos de poder adquisitivo y a abaratarse
sensiblemente como “costo” en dólares para los empresarios. Un año atrás, el
salario promedio (según el Reporte Laboral del ministerio de Trabajo)
equivalía a USD 1.530; con el dólar actual estaría descendiendo a USD 800.
No sorprende entonces que varios industriales, especialmente los que
participan de la exportación, celebren con el nuevo tipo de cambio.

Se trata de una foto provisoria, porque el dólar aún sigue sin encontrar
techo, y porque el ajuste cambiario acicatea los precios, y por lo tanto
también la disputa por la recomposición de los salarios. Pero ya se dibuja
un panorama de ganadores y perdedores. Entre los primeros, encontramos al
agropower y los que procesan la materia prima, el aluminio y siderurgia, las
automotrices, las empresas energéticas, y al conjunto de los que con las
primeras señales de turbulencia se apresuraron a dolarizar activos con un
dólar mucho más barato que el actual. El banco JP Morgan y el fondo buitre
BlackRock, por ejemplo, rescataron activos en abril, con un dólar a $ 20.



Lo que terminará de definir el panorama de grandes ganadores y perdedores es
la magnitud de la recesión (que ya se observa profunda) y su impacto sobre
el empleo y la inflación. En lo que va de su mandato, los intentos de Macri
de avanzar con medidas más de shock, como lo sería de asentarse el saqueo
que implica la megadevaluación, se vieron limitados por la relación de
fuerzas. La expresión más contundente la encontramos en diciembre, cuando el
Congreso votó la reforma de la movilidad previsional con un alto costo
político, rodeado de duros enfrentamientos de sectores de masas con las
fuerzas represivas.



A diferencia de 2002, cuando la crisis de la convertibilidad se había
extendido durante cuatro años sentando las bases para que la burguesía
argentina descargara sobre la clase trabajadora un feroz ataque que sentó
las bases para el ciclo de crecimiento iniciado en 2003, ahora la clase
trabajadora no padece una situación similar. La desocupación, aunque va en
aumento por los despidos que se empiezan a contar por decenas de miles, no
llega aún a 8 %, cuando en 2002 alcanzó el 25 %. El movimiento obrero
tampoco viene de sufrir derrotas severas.



El ajuste por la vía devaluatoria, acompañado de una mayor destrucción del
empleo que ya se empieza a sentir, podría asentar la diferencia entre dólar,
precios y salarios, en beneficio del capital; pero esta aspiración puede
desbaratarse si la movilización obrera y popular impone medidas contra el
ataque a los salarios, como la escala móvil de los salarios y el reparto de
las horas de trabajo entre todas las manos disponibles. Se trata de una
pelea a dar frenar el saqueo que recae sobre las espaldas del pueblo
trabajador y la bancarrota de la economía nacional.



Ellos o nosotros



La estabilización económica que busca el gobierno, para calmar a los
mercados, solo podrá concretarse a costa de los trabajadores y el pueblo
pobre. El capitalismo argentino vuelve a mostrar, como ocurrió una y otra
vez en las últimas décadas, que solo puede perpetuarse imponiendo una vez
más una feroz degradación de las condiciones de vida de las mayorías:
crecimiento de la desocupación, caída de los salarios, degradación de las
condiciones de trabajo por la vía de la flexibilización, recortes directos e
indirectos en el gasto social, y un largo etc.



Ante la radicalidad de la avanzada que se proponen para defender los
intereses de una minoría, es necesario responder a la misma altura: con un
programa de medidas que la crisis la paguen los que la generaron, empezando
por el abandono del acuerdo con el FMI, el no pago de la deuda fraudulenta,
y la nacionalización de la banca. El camino para imponerlo es la
movilización, peleando por un paro activo nacional ya (no dentro de un mes
como quiere la CGT y se amolda la CTA), que sea el comienzo de un plan de
lucha que culmine con una huelga general, paralizando el conjunto de la
producción y golpeando sobre las ganancias capitalistas. Son ellos o
nosotros.

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