Argentina/ La crisis es estructural y no tocó fondo [Alberto Wiñazky]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Sep 9 19:26:52 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

9 de setiembre 2018

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net <mailto:germain5 en chasque.net> 

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Argentina

 

La crisis argentina no tocó fondo

 

Alberto Wiñazky *

 

Revista Herramienta, setiembre 2018

https://herramienta.com.ar/

 

Panorama internacional

 

La crisis estructural no resuelta del capitalismo, se ve acentuada por los
agudos enfrentamientos que se reproducen entre algunos de los países
centrales. Actualmente disputan China y los EE.UU., por la aplicación de
aranceles al comercio internacional en defensa de sus respectivas
producciones, dando origen a un clásico enfrentamiento inter
imperialista,[1] que también refleja el desgaste de la OMC. Continúa además
la inestabilidad en Italia y España[2] y el conflicto entre Turquía y
EE.UU., más la grave situación que atraviesa la coalición que preside Ángela
Merkel por el tema de los migrantes. Pero en realidad, es una cuestión que
abarca a toda la Unión Europea. Este tema ha derivado en la fractura entre
“duros y blandos”. Sucedió cuando Hungría-Polonia-Eslovaquia y la República
Checa, decidieron boicotear la cumbre sobre inmigración convocada en
Bruselas por el presidente de la CE. Además el conflicto por el brexit del
Reino Unido,[3]también amenaza la integridad de la UE que se debate en medio
de profundas y caóticas divisiones internas, afectando la estabilidad
económica y política mundial.

 

Anteriormente, con el retiro de los EE.UU.del “Acuerdo Climático de París” y
del “Acuerdo Nuclear con Irán”, ya se habían tensado las relaciones entre
los EE.UU. y la UE hasta alcanzar importantes niveles de enfrentamiento.
Actualmente surgió una nueva situación entre EE.UU. y la UE por el
financiamiento de la OTAN. EE.UU. le “solicita” a la UE que incremente su
participación en el costo de este organismo, que considera escasa. Por otro
lado, Trump está atravesando un momento complejo en su relación con los
empresarios de su país, que ven con profundo desagrado la imposición de
aranceles que pondría límites el comercio internacional

.

Otro elemento presente en el panorama internacional, fue el incremento de la
tasa de interés de los bonos del tesoro de los EE.UU. a 10 años, que el 14
de junio volvió a elevarse en 25 puntos porcentuales, mientras se prevén dos
subas más a lo largo de este año. De esta forma, EE.UU. comenzó a atraer
capitales que se encontraban invertidos en otros países del globo. Los bonos
del tesoro resultan ser la base de comparación para los rendimientos de los
activos de los demás países. Al incrementarse la tasa en los EE.UU.,
resultan ser menos interesantes otros activos, no tan seguros, radicados
generalmente en la periferia .El alza de las tasas de interés llevará a que
endeudarse en el mercado mundial resulte ser más gravoso, produciendo un
encarecimiento del financiamiento internacional. A esta situación se suman
las dificultades que tiene Trump para renegociar el TLCAN con Canadá y
México, y las complicaciones crecientes en el tema de los migrantes llegados
de América Latina.

 

La situación en la Argentina

 

La Argentina atraviesa una vez más, la exacerbación de sus clásicos déficit
en la balanza comercial y de pagos. El turismo, la fuga de capitales, el
saldo negativo del comercio exterior por la apertura importadora y el
crecimiento de los intereses por el endeudamiento externo, son la
consecuencia del plan implementado por gobierno neoliberal macrista, que ha
derivado en la agudización del desequilibrio de la cuenta corriente de la
balanza de pagos que subió en 2017 a los USD 47.000 millones. Pero el
desequilibrio de la balanza comercial en mayo de este año fue de USD 1.285,
con un alza de 123% con relación al mismo mes de 2017, que en el acumulado
de cinco meses llegó a USD 4.691 millones. La fuga de capitales en el primer
semestre de 2018 (técnicamente: La Formación de Activos Externos de
Residentes) alcanzó la cifra de USD 16.676 millones, con un incremento del
117,1% con relación al mismo período de 2017, según los datos publicados en
el Balance Cambiario del BCRA. Durante todo 2017, la fuga de capitales había
sido de USD 22.148 millones, una cifra solo superada en 2008 cuando se
registró una salida de USD 23.098 millones.

 

Esta situación es un reflejo de la estructural restricción externa del
país,[4] que se vio exacerbada por que el gobierno abrió totalmente la
economía a las importaciones, desreguló el sistema financiero y el mercado
cambiario y permitió que los exportadores no liquiden en plazos razonables
el producto de sus ventas al exterior, dando lugar a una agudización de los
desequilibrios macroeconómicos de la Argentina. El macrismo pretendió
responsabilizar de esta situación a la gestión anterior, o a las conductas
nocivas de la población.  Todo este andamiaje sobre la marcha de la
economía, ha sido cubierto amplia y favorablemente por los grandes medios de
comunicación siempre adictos al macrismo.

 

La salida de capitales del mundo periférico, provocada por una mayor
aversión al riesgo ante la crisis comercial desatada entre EE.UU. y China y
la suba de las tasas en EE.UU., causó la devaluación de las monedas en
distintos países. Es el caso en América Latina como sucedió en Brasil,
Chile, Perú, Colombia, México y también en Turquía y Sudáfrica, demostrando
que el proceso tuvo un alcance global. El país donde más impactó la fuga fue
en la Argentina, por su vulnerable situación externa, la presencia de
grandes déficits de cuenta corriente, más una enorme inflación persistente

 

El aumento del endeudamiento externo (USD 75.000 millones en dos años) no
resultó suficiente para frenar la salida de capitales, ni impidió las
sucesivas devaluaciones que llevaron la paridad cambiaria a $30 por dólar,
provocando la pérdida de USD 13.000 millones de las reservas desde que
comenzó la corrida en el mes de mayo de este año.

 

Además, como consecuencia del progresivo endeudamiento, la deuda externa
bruta total pasó de USD 170.000 millones a USD 253.741 millones en el primer
cuatrimestre de 2018 con un incremento de 27,7% y los intereses de la deuda
pública aumentaron un 57% con relación a igual período del año anterior.

 

De manera que para la segunda parte del año, se espera crecimiento negativo,
declive de la inversión pública, mayor desaceleración del consumo privado y
público, acentuación de la caída de los ingresos reales de los trabajadores
y jubilados (entre 7 y 9 puntos) y mayores expectativas inflacionarias.

 

La llegada del Fondo Monetario Internacional

 

Ante este panorama y luego de quince días de alta tensión, el 8 de mayo
Macri con un discurso desvalido anunció el inicio de las conversaciones con
el FMI. El gobierno terminó recurriendo a la más vieja de las recetas: la
intervención del FMI en la política económica argentina, dando el entierro
final al llamado “gradualismo”. El reingreso del “prestamista de última
instancia”, implica una fuerte aceleración de los planes de ajuste ya
implementados desde el comienzo de la gestión macrista.  Fue justificado por
el gobierno (hoy una fuerza política en declinación), manifestando que
existía el “peligro de una crisis inminente”, sin reconocer que ya en el
primer trimestre de 2018 los banqueros, que hasta ese momento habían
financiado los déficit del país, decidieron no continuar con esa política y
negaron todo préstamo futuro, dejando de recibir la Argentina la entrada de
capitales de corto plazo.

 

El acuerdo con el FMI, es un típico acuerdo stand by, que llega a los USD
50.000 millones con un desembolso inicial de USD 15.000 millones. Un ingreso
inmediato de USD 7.500 fueron utilizados para dar apoyo al Tesoro para
cubrir la demanda de dólares a través de licitaciones diarias por USD 100
millones, que con distintos cambios fue dejado sin efecto y el resto se
sumará a las reservas. Habrá además dos giros posteriores en septiembre y
diciembre por USD 3.000 millones cada uno. Contaría con un cronograma de
desembolsos posteriores para los USD 35.000 millones que no se han liquidado
y que son tratados como “precautorios” y que en caso de liberarse, se
distribuirán en 12 trimestres de USD 2.900 millones cada uno. El préstamo
resulta ser el 1.100% de la cuota del país en el FMI.

 

Otros USD 5.600 millones se pedirán al Banco Mundial, el BID y la CAF, que
se podrán utilizar siempre y cuando sirvan para mantener un “tipo de cambio
competitivo” y contribuya a producir más reformas en el sistema laboral y
previsional. Son las últimas cartas del  macrismo para tratar de neutralizar
la corrida cambiaria, ya que ha agotado casi todas las herramientas que
tenía disponible. Quiere demostrar que tiene respaldo suficiente para
dominar el mercado de cambios, que al llegar a $30 por dólar se constituyó
en un importante fracaso de su política económica, mientras cada suba del
tipo de cambio se ha trasladado rápidamente a los precios.

 

Como consecuencia de este acuerdo, que habilita la injerencia del Fondo en
el diseño de las políticas económicas internas, ya se da por perdido el año
2018.No habrá crecimiento, la inflación llegaría como mínimo al 32% anual[5]
y la inversión tanto pública como privada también disminuirá. Es posible que
con la libre flotación cambiaria y la baja o nula intervención del BCRA la
paridad cambiaria continúe en alza. Simultáneamente se enviará al Congreso
un proyecto de ley que prohibirá al BCRA (que deberá cambiar su carta
orgánica) emitir pesos para financiar al gobierno. Por otro lado se anuncia
un cambio en la composición de los pasivos del BCRA para minimizar el stock
de LEBAC y canjearlos por LETES, que incrementarán exponencialmente la deuda
en moneda extranjera. En el futuro solamente los bancos podrán participar
del negocio con las LEBAC[6]. Por otro lado se suma la recompra de estos
bonos, que el gobierno ha hecho en el mercado secundario para reemplazarlos
por el nuevo bono (LETES) en moneda extranjera a más largo plazo. 

 

El ajuste fiscal pactado con el fondo obligará al Estado, que mantenía un
déficit fiscal del 5%, llevarlo este año al 2,7% y al 1,3% del PBI en 2019
(unos $ 300.000 millones). Habrá despidos de trabajadores estatales,
recortes en el “gasto público” que afectará esencialmente la inversión en la
obra pública, disminución de transferencias a las provincias[7], al Fondo de
Incentivo Docente y a las universidades públicas, congelamiento de las
jubilaciones, el remate de las acciones del Fondo de Sustentación de la
ANSES, y el achicamiento de los presupuestos universitarios entre otras
medidas restrictivas, todas ellas monitoreadas por el Fondo.

 

Una cláusula de la carta de intención (poco conocida) señala que el BCRA
deberá ajustar la base monetaria en relación con las reservas netas, que el
4 de junio día de la firma del acuerdo eran USD 23.400 millones. Es decir
que la emisión de LETES implicará la necesidad de reducir la base monetaria:
que significa disminuir la cantidad de dinero en circulación, lo que
significa una mayor astringencia monetaria y por lo tanto tasas más altas y
mayor recesión.

 

La reaparición del FMI, impulsa la comparación entre la actual situación y
algunos de los episodios sucedidos en 2001. En ese entonces la Argentina,
como uno de los eslabones más débiles del sistema económico mundial, se
encontraba inmersa en un contexto de crisis e inestabilidad internacional
similar al actual. En aquellos momentos por el nivel del endeudamiento, los
desequilibrios de la cuenta corriente, las dificultades crecientes del
régimen de la convertibilidad y la debilidad del sistema bancario, la
situación derivó en la crisis conocida por todos.

 

Debido a estas similitudes, el ministro Nicolás Dujovne remarcó que la
actual situación no tendría nada que ver con lo sucedido en ese entonces,
porque la recurrencia al FMI sería solo un “financiamiento preventivo”. Pero
que dice esta repentina necesidad de respaldo del FMI ante la persistente
corrida cambiaria sobre la economía?. Será que hoy continúa siendo un
eslabón débil en un contexto internacional tan grave como aquel de 2001?
Próximamente se verá.

 

De manera que este programa económico no solamente no propone ninguna
solución a la crisis, sino que centralmente acarreará una importante
disminución en el nivel de vida de los sectores subalternos. Solamente llegó
a proporcionar alguna tranquilidad financiera, conteniendo el tipo de
cambio, durante un corto período de tiempo, pero manteniendo enormes tasas
de interés. La tasa de interés para las LEBAC se mantendría entre el 42% y
el 47%para tratar que los “inversores” no trasladen sus fondos al dólar,
convirtiéndose en uno de los impedimentos que destruye el crecimiento
económico. Sin embargo en los primeros días de julio, con el aumento de tres
puntos del encaje bancario, más la nueva licitación de LETES que se podrán
suscribir en pesos o LEBAC, la tasa de interés para las LEBAC, en el mercado
secundario, se disparó hasta el 60%. Asimismo, la tasa de interés para
operaciones entre bancos también está en el orden del 60%.

 

Pero la Argentina tiene un problema estructural externo (exporta menos que
lo que importa) y este préstamo del FMI no resuelve de ninguna forma esta
situación histórica. Apenas podría darle al gobierno algo de aire para
llegar, sin otro sofocón grave, a las elecciones del año próximo. Sin
embargo cada gobierno que se dirige al FMI y pacta un acuerdo con mayor
ajuste, sin solucionar el problema externo, deriva la situación hacia el
default.[8] Los vencimientos que deberá enfrentar el gobierno hasta
diciembre, según la Universidad Metropolitana para la Educación y el
Trabajo, suman por el capital USD 4.667 millones, por las LETES USD 12.938
millones y por intereses USD 6.190 millones, divisas que el país no genera.
En síntesis, títulos de la deuda del Estado.

 

A la combinación de bajas exportaciones, enorme déficit fiscal y alta
inflación y un escenario global complicado para los países periféricos, se
le deben sumar las grandes dudas que existen, entre los sectores dominantes,
sobre la marcha futura de la economía argentina. Esta situación llevó el
riesgo país a tocar los 700 puntos. Son los componentes del panorama real
que atraviesa la Argentina. Las devaluaciones pasadas y las que se avecinan
le ponen un piso a la inflación, impactan en el precio de los combustibles y
el gas que se encuentran dolarizados, y en definitiva sobre el conjunto de
la economía, pero esencialmente sobre los ingresos de los trabajadores y
jubilados.

 

Por otro lado, una vez firmado el acuerdo con el FMI, que monitoreará
cualquier modificación de las pautas monetarias, a las dos semanas fue
eyectado del BCRA Federico Sturzenegger y su equipo, uno de los garantes de
la operación, llegando al edificio de la calle Reconquista Luis Caputo (ex
ejecutivo para América Latina del J.P. Morgan) y su número dos Gustavo
Cañonero (ex Deutsche Bank). Pero eso no fue todo. Una semana después se
produjo la salida del gabinete de Juan José Aranguren de Energía y de
Francisco Cabrera de Producción, dos de los ministros más criticados y
odiados por el pueblo, reflejando la feroz interna que existe en el
gobierno. Fueron reemplazados por Javier Iguacel y por Dante Sicaquién ya
anticipó “meses difíciles”.

Asimismo, como consecuencia de la degradación del sistema monetario
argentino por las sucesivas crisis, las formas y funciones del dinero
señaladas por Marx en el capítulo III del Libro I de El Capital (El dinero y
la circulación de mercancías): medida de valor, patrón de medida, medio de
circulación, reserva de valor, medio de pago, patrón de precios: al peso
argentino solo le queda de estos enunciados, su función como medio de
circulación.

 

El sector más perjudicado por las políticas macristas

 

Es indudable que los trabajadores y los jubilados son los principales
perjudicados por la implementación de las políticas neoliberales del
macrismo, teniendo en cuenta que más del 60% de los asalariados ganan menos
de $ 16.000 mensuales y se verán más afectados aún por la intervención del
FMI. Según ECOLATINA este año terminaría con el PBI por habitante inferior
al de 2011. Simultáneamente la salud y la educación pública, ya muy
golpeadas por el macrismo, también padecerán severos ajustes.

 

El avance de las finanzas, es una consecuencia de la falta de oportunidades
que tiene la burguesía para invertir en los sectores productivos, situación
que se reproduce a nivel global desde los inicios de la crisis del
capitalismo. En la Argentina las políticas neoliberales implementadas por el
macrismo, acentuaron la transferencia de los ingresos de los trabajadores
hacia los grupos económicos concentrados. Si bien el proceso de
financiarización no es el único factor determinante  de la reducción de los
ingresos de los trabajadores, todos los autores lo reconocen como una de las
causas principales o, como mínimo, como un factor relevante. De acuerdo con
un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizado con
información de 71 países para el período 1970-2007, la libre movilidad
internacional de capitales –uno de los dispositivos centrales del fenómeno
de la financiarización- resultó ser el factor explicativo de la
consolidación de un patrón de distribución del ingreso cada vez más
regresivo.

 

Las paritarias

 

Las paritarias ya cerradas, fueron acordadas, en su enorme mayoría, con
topes del 15%, generalmente en dos o tres cuotas, si bien algunos gremios
obtuvieron adicionales que no se computan en el salario ni en el aguinaldo.
Pero como se señaló, las devaluaciones que dispararon la paridad cambiaria
a$30, ya produjeron el traslado de la devaluación a los precios, más allá de
los informes que entrega mensualmente el “recuperado” INDEC, licuando los
ajustes paritarios. Junio ya había comenzado con alzas en los combustibles,
que volvieron a aumentar el 2 de julio. Algunos pocos gremios obtuvieron
paritarias mejores como el caso de camioneros, pero resultan ser una
minoría, mientras otros se encuentran recomponiendo los acuerdos con
porcentajes que llegan al 25%, que se cobrarán hasta en enero de 2019. El
aumento a los jubilados ha sido igualmente paupérrimo. En marzo el haber
subió apenas 5,7% y otro porcentaje similar en junio, para ubicar el mínimo
en los $8.096, cuando la canasta familiar se encuentra rondando los $
18.000.

Una salida de la crisis

 

Hay que destacar que la Argentina se encuentra atravesando una crisis
orgánica, que se ve acentuada por una falta de racionalidad y de
legitimidad, donde la actual dirección del gobierno, funciona como un comité
ejecutivo de la clase dominante. Hay que tener en cuenta que la fuerza y el
consenso son los integrantes permanentes de la legitimidad del poder
burgués. Y siempre el peso relativo de estos componentes depende del curso
de la lucha de clases.

 

Las formas en que se reproducen las contradicciones de la sociedad burguesa
dentro del Estado y que aparecen como “transitorias y funcionales”, por
excesos cometidos en el desempeño de las funciones estatales, son en
realidad manifestaciones esenciales de una política encaminada a favorecer
los intereses del gran capital y necesitan ser enfrentadas decisivamente por
el pueblo trabajador. 

 

La Argentina ha demostrado reiteradamente que el movimiento obrero se ha
destacado por ser la voluntad organizada del pueblo. Y ha estado en
innumerables ocasiones defendiendo los intereses de los trabajadores, del
estudiantado, de los artistas, de los intelectuales y los derechos de las
mujeres. Estas luchas han superado las posiciones de una CGT deshilachada
que responde a los distintos gobiernos de turno y no a los intereses
específicos de los trabajadores. El movimiento obrero será siempre la valla
que impedirá o dificultará el avance de los sectores de la derecha en su
intento de someter económica y políticamente a la clase trabajadora.

 

Para poder implementar las políticas neoliberales, los sectores
parlamentarios que aparecían como la oposición al macrismo, votaron todas
las leyes que propuso el gobierno. Un gobierno en minoría en ambas cámaras
del Congreso y sin el control sobre los sindicatos, no hubiese podido
avanzar sin esa estrecha colaboración parlamentaria. Así, entre otras leyes
aprobadas se pagó a los fondos buitres[9], se produjo el saqueo a los
jubilados y se aprobó el “blanqueo de capitales”, que no habrían sido
sancionadas sin el consenso del peronismo racional.

 

Por lo tanto, los problemas estructurales que tiene la economía Argentina,
no podrán ser resueltos sin que la clase trabajadora, encabezando la lucha
con los restantes sectores subalternos, enfrenten activamente las políticas
del capitalismo neoliberal para que el país pueda salir de la espiral de
atraso, decadencia y dependencia de los centros imperiales. Además la
situación económica de la Argentina no cierra sin más ajuste y represión. La
“lluvia de préstamos” recibidos, de llegar apagarse, agravará la fuga de
capitales, complicando aún más la crisis y acentuando el endeudamiento. De
manera que la situación no tiene salida alguna, porque más ajuste es menor
crecimiento que implica menor recaudación, menos inversión, menor entrada de
capitales y mayor endeudamiento externo. No hay posibilidad de llegar a
pagar el elevado endeudamiento, y la situación en algún momento explotará
bajo la forma de crisis cambiaria, bancaria o de deuda. Asimismo lo
apremiante de la situación requiere la aplicación inmediata de planes de
emergencia para los sectores más necesitados, que con o sin ingresos no
pueden acceder a las necesidades básicas como sostener la dieta alimentaria
o poseer una vivienda digna y cuya situación ya presenta un escenario
tenebroso. Simultáneamente es necesario contener la fuga de capitales,
situación que requiere de la implementación del control de cambios y la
reposición de la obligación de liquidar las divisas una vez obtenidas,
producto de las exportaciones. 

 

La insubordinación de las mujeres, continúa su acción sin pausa. Fue ahora
en defensa del proyecto de ley sancionado en la Cámara de Diputados, sobre
la interrupción voluntaria del embarazo, que pasó al Senado. Esta conquista
democrática demostró que la lucha de las mujeres en la calle, para poder
decidir sobre su cuerpo, es un ejemplo de la importancia de estas acciones
para ganar las batallas contra la opresión y la explotación capitalista.

 

El cambio de país fronterizo a país emergente dispuesto por la calificadora
Morgan Stanley Composite Index, que conlleva la imposición de que el país no
imponga filtros al libre movimiento de los capitales, fue tratado por el
gobierno como una “victoria” de su proyecto económico de “cambio”. Implica
que los “inversores” puedan incluir en sus portafolios acciones argentinas,
superando un impedimento anterior que no lo permitía, pero la realidad
señala  que las contradicciones fundamentales del modelo económico macrista
seguirán vigentes, ya que continúa la estrepitosa caída del precio de las
acciones y los títulos de la deuda, que cotizan en el mercado local y en
Wall Street.

 

Ante este panorama es importante conocer lo sucedido en Jordania ya que es
un hecho muy significativo. Dos huelgas generales y una ola de
manifestaciones y protestas, fueron la respuesta al plan de ajuste del FMI
firmado en 2016 y que exigía retirar los subsidios al pan, además de una
reforma tributaria más general encaminada a reducir el déficit fiscal,
similar al que el organismo está imponiendo en la Argentina. El gobierno de
ese país tuvo que dar marcha atrás con el proyecto de ajuste. En Haití acaba
de producirse un hecho análogo. Ante el acuerdo con el FMI, que implicaba un
incremento en el precio de  los combustibles, la reacción popular obligó a
dar marcha atrás con la medida y ocasionó la renuncia del premier Jack Guy
Lafontant. Son ejemplos que merecen ser considerados.

 

Algunas consideraciones políticas para finalizar

 

¿Qué posibilidades existen de revertir la actual situación económica y
política? Corresponden algunas consideraciones tomando lo manifestado más
arriba, cuando se afirmó que “los problemas estructurales que tiene la
economía Argentina no podrán ser resueltos, sin que la clase trabajadora
encabezando la lucha con los restantes sectores subalternos, enfrenten
activamente las políticas del capitalismo neoliberal, para que el país pueda
salir de la espiral del atraso, decadencia y dependencia de los centros
imperiales”.

 

¿Cuáles serían las medidas a adoptar? Indudablemente que deberían ser
medidas de cambio estructural, anticapitalistas, que permitan revertir lo
acontecido en la historia económica y política de la Argentina.

 

En los años de políticas neo-desarrollistas, se comprobó  la ausencia de
transformaciones significativas en la estructura productiva. La Argentina no
introdujo la producción de nuevos productos industriales, no se retiró del
CIADI, no denunció los tratados bilaterales firmados por la dictadura y el
menemismo, no cambió la estructura impositiva, ni eliminó la ley de
inversiones extranjeras de la dictadura, mostrando el compromiso con la
globalización neoliberal. Sin embargo, al sector del agro se les obligó a
transferir parte de la renta extraordinaria, para garantizar la valorización
de otras fracciones burguesas. Desde el conflicto con las patronales
agropecuarias, pero más aún desde 2011, la SRA y la AEA emergieron como las
articuladoras de una alternativa política al kirchnerismo, pero de neto
corte neoliberal. La UIA se plegó a esta postura ante las dificultades
crecientes en la acumulación de capital, que se hicieron evidentes desde
2012, imponiéndose la línea de Techint, Arcor, Bunge, etc.

 

En materia de comercio exterior prosiguieron las exportaciones de bienes
primarios o industriales de escaso valor agregado y/o bajo contenido
tecnológico, que por la caída de los precios internacionales complicó
severamente el segundo mandato de Cristina. En la sustitución de
importaciones, proceso que se había agotado definitivamente en la década de
los setenta ante el proceso globalizador, fueron escasos los avances
producidos, y en muchas de las ramas que exhibieron crecimiento, el
componente importado fue decisivo como en el sector de la electrónica y el
automotriz.

 

Se produjo entonces una disyuntiva que incluía la superación de las
tensiones económicas derivando los costos sobre los sectores dominantes o
serían descargados sobre las clases subalternas. Durante el segundo mandato
de Cristina, la orientación de las medidas económicas no se dirigieron a
satisfacer las propuestas de la fracción capitalista dominante, pero tuvo un
endurecimiento mayor con los sectores de la clase trabajadora, que tuvo
consecuencia el pasaje a la oposición de Hugo Moyano y la división de la
CGT.

 

Por lo tanto, la posibilidad de sostener un proyecto de conciliación de
clases en las condiciones del capitalismo dependiente argentino actual no
ofrece una alternativa sustentable, ya que no habrá solución a los problemas
de la pobreza y la marginalidad sin romper los marcos del capitalismo
dependiente. 

 

* Alberto Wiñazky es economista. Miembro del consejo de redacción de
Herramienta. Correo: albertow68 en gmail.com <mailto:albertow68 en gmail.com>  

  

Notas

 

[1] Los aranceles de los EE.UU. para más de 800 productos de China, por
valor de USD 34.000 millones ya entraron en vigencia. Pero Trump advirtió
que EE.UU. podría llegar a más de USD 500.000 millones sobre productos
chinos. Según Lagarde este “es un equilibrio de fuerzas que se perfila entre
EE.UU. de un lado y China del otro que representan dos formas completamente
diferentes de un mismo impulso capitalista”.

[2] La coalición dl Movimiento Cinco Estrellas y la xenófoba Liga del Norte
llegaron al gobierno en Italia; por una moción de censura se produjo la
caída del gobierno de Rajoy.

[3] Que se ha complicado con la renuncia de dos de los negociadores más
duros: David Davis y Boris Johnson.

[4] Que obedece al carácter dependiente de la estructura económica, dado que
exporta bienes primarios e importa productos industriales de mayor valor
agregado. No registrando además ingresos de capitales por la vía de la
inversión extranjera directa como sucede en el caso de Brasil o México.

[5] Si el índice inflacionario pasara del 32% anual, el préstamo del FMI
quedaría suspendido.

[6] La primera licitación para el canje llegó solamente a los USD 422
millones, cuando el gobierno pensaba que llegaría a los USD 2.000 millones.
Además la tasa de interés fue muy alta: de 5,5% a 379 días.

[7] El déficit primario total de las administraciones provinciales alcanzó
los $ 37.076,2 millones en 2017 y para el 2018 debería reducirse a $ 10.664
millones.

[8] El riesgo de que el país no pague su deuda se ha visto reflejado en el
incremento de la tasa de los Crédit Default Swaps (CDS) que pasó del 3,73% a
fines del año pasado a 6,76% en julio.

[9]Con el pago a los fondos buitres, USD 9.300 millones, con la resolución
que fue votada en el Congreso por casi toda “la oposición”, se inició el
proceso de endeudamiento que hoy castiga duramente al pueblo trabajador.

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