OEA/ Luis Almagro, un "giro" político mirando al norte [Daniel Gatti - Mauricio Pérez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 28 11:22:01 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

28 de setiembre 2018

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OEA

 

Luis Almagro en el ojo de la tormenta

 

Hombre mirando al norte 

 

Aunque luego intentó aclararlas, sus palabras fueron concluyentes: “En
cuanto a una intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás
Maduro, creo que no debemos descartar ninguna opción”. Hacía tiempo que Luis
Almagro se alineaba con la política exterior estadounidense, pero esta vez
sus distanciamientos con el otro bando se multiplicaron y las críticas le
llovieron de todas partes, incluso desde gobiernos de la región muy críticos
con Venezuela. El golpe de gracia lo administró Tabaré Vázquez al anunciar
que su gobierno no votaría su reelección como secretario general de la Oea
(Organización de Estados Americanos). Mientras varios representantes del
oficialismo abonan la tesis de que el “giro” político del ex canciller
uruguayo es un enigma, otros ex funcionarios de la cancillería afirman que
el viejo Almagro no era tan distinto al actual.

 

Daniel Gatti

 

Brecha, 28-9-2018

https://brecha.com.uy/

 

Algunos de quienes trabajaron con él en la cancillería aseguran que “la
versión Oea” de Luis Almagro los dejó perplejos. “Nada hacía prever que se
encaminara para ese lado”, dijo por ejemplo a Brecha Belela Herrera, que
fuera subsecretaria de Relaciones Exteriores en el primer gobierno del
Frente Amplio, cuando la titularidad del ministerio fue ocupada por el
socialista Reinaldo Gargano. “En la cancillería se lo recuerda por su muy
buena gestión, alineada con la política exterior del gobierno de José
Mujica, que se había distanciado fuertemente de la de los partidos
tradicionales.” Herrera destaca en particular “el trabajo de Almagro” para
recibir en Uruguay a los refugiados sirios y a los ex presos del campo de
concentración estadounidense de Guantánamo, o incluso la aparición pública
del ex canciller con una bandera palestina. “No podíamos ni avizorar que se
convirtiera en lo que hoy es. Hasta su imagen cambió, de aquel bohemio medio
chambón y pelilargo, al funcionario atildado de hoy”, dijo otro ex
funcionario a Brecha. Algo similar piensan varios de los que fueron
colaboradores de Almagro en los meses que siguieron a su asunción como
secretario general de la Organización de Estados Americanos (Oea), como dijo
públicamente el ex subsecretario de Salud Pública Leonel Briozzo y varios
referentes del Movimiento de Participación Popular, sector al que pertenecía
el ex canciller. Hay un mundo entre aquel Almagro y el de ahora, y un mundo
entre la política exterior que pusiera en práctica José Mujica y la que
lleva a cabo Almagro desde la Oea, dicen.

 

Pero otros califican de ingenua esa posición y sostienen que cojea por
varios flancos. Ni la política exterior del gobierno de José Mujica era tan
claramente distinta de la de administraciones coloradas o blancas ni el
Almagro de sus años frentistas era alguien tan distinto al actual, dicen
algunos de esos críticos. Quien en mayo de 2015 se convirtiera en el hombre
clave del organismo que la izquierda uruguaya viera tiempo ha como “el
ministerio de las colonias de Estados Unidos” ya había dado signos de que
“no era un hombre que mirara precisamente al Sur”, dijo, por ejemplo, a
Brecha otro ex funcionario de la cancillería.

 

* * *

 

Kintto Lucas regresó a Ecuador, su “segunda patria”, hace ya un buen tiempo.
A su primera patria, Uruguay, había vuelto por un corto lapso, en 2013,
cuando luego de renunciar como vicecanciller del gobierno de Rafael Correa
tras la firma de un tratado de libre comercio entre Ecuador y la Unión
Europea, que él rechazaba, se integró al Ejecutivo uruguayo. José Mujica lo
nombró embajador itinerante ante la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)
y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organismos
que los gobiernos de la “era progresista” proyectaban como sustitutos del
viejo andamiaje regional montado en torno a la desprestigiada Oea. Lucas
ocupó por un par de meses un despacho en la cancillería, en teoría bajo las
órdenes de Almagro, pero entre ambos la corriente nunca pasó. “Cuando en
setiembre se dio el intento de golpe de Estado en Ecuador contra Correa, yo
llamé directamente a Pepe (Mujica), no pasé por Almagro. Luego Almagro vino
a Quito, pero no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, preguntaba lo
que había que hacer. Siempre fue un tipo muy inseguro políticamente y no
mostraba ninguna firmeza sobre temas como fortalecer o no a la Unasur contra
la Oea, que en aquella época eran clave. Yo en ese momento no sabía bien si
era que se sentía perdido o que no apostaba a eso. Después resultó que no
apostaba a eso”, dijo Lucas a Brecha desde Ecuador.

 

Almagro tomó, siendo canciller, “una cantidad de opciones” que resultan
coherentes con lo que está haciendo ahora, dice el ex embajador itinerante.
Entre ellas cita su insistente oposición al ingreso de Venezuela al Mercosur
y su cercanía con posturas de gobiernos de la región que estaban “claramente
en contra de privilegiar estructuras como la Unasur o la Celac, como el de
Colombia”. Caracas pudo entrar al bloque sureño luego de que Paraguay viera
suspendida su membresía tras la destitución “exprés” del presidente Fernando
Lugo, en 2012. La Argentina gobernada por Cristina Kirchner y el Brasil
presidido por Dilma Rousseff presionaron entonces para que la Venezuela de
Hugo Chávez concretara su incorporación, que estaba en las gateras desde
hacía tiempo, pero no terminaba de decidirse porque el Senado paraguayo
–intentos de coima mediante– no la ratificaba. “Almagro también la resistía,
y en una reunión que tuvo lugar en Argentina, Mujica debió sacarlo de la
sala a pedido de Dilma para explicarle que ya era una decisión tomada. Él
argumentaba que no se podía llevar a cabo sin Paraguay o sin consultar en
Uruguay a los partidos tradicionales, excusas de ese tipo”, cuenta Lucas.
“Esa vez zafó y tuvo que aceptarlo”, pero “nunca dejó de poner trabas a
cualquier cosa que hiciera Venezuela o a las iniciativas para reforzar la
Unasur”.

 

Una vez que Paraguay volvió al bloque hubo un nuevo episodio: Venezuela
debía asumir la presidencia pro témpore del Mercosur, sucediendo a Uruguay.
“Era la regla: se seguía un orden alfabético. Cosas del protocolo, ajenas
por completo a cualquier cuestión ideológica. Pero Almagro se opuso, quería
que fuera Paraguay el que la asumiera. Se empecinó, y mantuvo varias
reuniones con la embajadora de Venezuela en Montevideo, Isabel Delgado, para
intentar convencerla de que renunciara a la presidencia. Me lo relató la
propia Delgado.”

 

Por la misma época, “un poco antes de que se anunciara alguna iniciativa de
la embajada de Venezuela en Montevideo o algo relacionado con la Unasur,
aparecía Almagro dando una conferencia de prensa con la embajadora de
Estados Unidos. Por cualquier cosa: que Washington nos iba a comprar
naranjas, más carne, alguna cosa de ‘cooperación’, lo que fuera. Para peor,
era ella la que ocupaba el centro de la mesa, violando normas del
protocolo”. Lucas dice que “obviamente” no puede probar que se tratara de
“hechos concertados, pero eran demasiados para considerarlos apenas
coincidencias”.

 

Siendo embajador itinerante ante la Unasur y la Celac, Lucas le hizo llegar
a Almagro una serie de notas sobre el relacionamiento con esos organismos.
“No le interesaron. Le escribí a Pepe llamándole la atención sobre eso, y
dándole mi opinión de que había que fortalecer a la Unasur y la Celac.
Lamentablemente se terminó priorizando a la Oea y se le dio aire cuando
estaba moribunda. Hoy es la Unasur la moribunda, y la Oea volvió por sus
fueros.”

 

* * *

 

Kintto Lucas piensa que muchos en el Frente Amplio se creyeron el cuento de
que Almagro era un hombre de izquierda porque tuvo una postura favorable a
la anulación de la ley de caducidad, situándose en ese plano “a la
izquierda” de Mujica o de otros integrantes del gobierno, como el ex
ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro. “No costaba nada ‘hacerse
el loco’ en esa materia. Era previsible, viendo incluso la composición de la
Corte, que el proyecto de ley interpretativa fuera declarado
inconstitucional, como sucedió. Almagro se ganó en ese momento una
reputación que no se condecía con nada de lo que hacía en otros planos. Si
uno mira para atrás se ve un plan, un proyecto. Lo que hizo luego en la Oea
ya estaba prefigurado cuando era canciller.”

 

Y era tan “burdo” entonces como antes. “Se le iba la moto en aquellos años,
como ahora se le fue cuando llamó ‘imbécil’ a José Luis Rodríguez Zapatero”,
el ex presidente del gobierno español que está mediando entre la oposición y
el Ejecutivo venezolanos, sólo porque le dijo que una intervención militar
en Venezuela empeoraría las cosas. “Tan torpe fue en esto que hasta el Grupo
de Lima, que se formó únicamente para atacar al gobierno de Nicolás Maduro,
se negó a respaldarlo. Algunos de los países que integran el grupo, como
Colombia, seguramente apoyan una acción militar, pero no lo dicen. Él no
tiene problemas en mostrarse más papista que el papa y en repetir lo mismo
que dice Donald Trump.”

 

* * *

 

Lucas renunció a su cargo en el gobierno uruguayo tras su enésimo
enfrentamiento con Almagro. “Ya había pasado por varios. Uno de los más
fuertes fue cuando me reprendió públicamente porque opiné que Uruguay no
debía integrarse a la Alianza del Pacífico. Mujica estaba en Europa, y
Danilo Astori, que ejercía la Presidencia, se manifestó favorable a esa
integración. Yo me pronuncié en contra y declaré a un medio que esa alianza
era como un Alca en pequeño. Mujica en aquel momento paró lo de la alianza,
pero Almagro me reprendió porque yo ‘no tenía derecho’ a hablar sin permiso
de la cancillería. Me terminé hartando de las discusiones con él y me fui,
por su postura sobre la integración y el relacionamiento con Estados Unidos.
En aquella época se vinculaba con la embajada. Ahora lo hace directamente,
pero ese vínculo siempre existió.”

 

* * *

 

Lucas dice que Mujica le reconoció, hace año y medio, en una reunión que
mantuvieron en Guayaquil, que se había equivocado al no darle su apoyo. Y
que se había equivocado, en general, con su “percepción” de Almagro. “Creo
que cuando lo nombró canciller Pepe se comió el cuento de que tenía que
poner al frente del ministerio a alguien que viniera de la diplomacia. Si
Mujica no hubiera hecho campaña por él, Almagro jamás hubiera sido
secretario de la Oea. Convenció al propio Maduro de votarlo, y salió por
unanimidad.” 

 

* * *

 

Un actual funcionario de la cancillería confió tiempo atrás a Brecha,
refiriéndose a las orientaciones generales de política exterior de los
gobiernos del Frente Amplio, que para un partido que pretende manejarse con
“otra visión de las cosas” tener como criterio principal de elección del
canciller que sea “de carrera” no es muy buen indicio. “Reinaldo Gargano no
era diplomático, no hablaba inglés y era un poco obtuso, pero era de esos
viejos socialistas que se manejaban con criterios y valores que los alejaban
de cualquier actitud genuflexa ante Estados Unidos, por ejemplo”. Cuando
Gargano asumió el ministerio, en 2005, dijo a Brecha Belela Herrera, alguien
le sugirió que incorporara a su equipo a Luis Almagro. Por instinto, por
olfato, o acaso por formación política, el veterano socialista lo descartó.
Tal vez con esa intuición que, vaya a saber por qué, a José Mujica le faltó.

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El gobierno y el Frente Amplio frente a los posicionamientos de su ex
canciller

 

¿Se hizo el oso? 

 

Al introducir la posibilidad de una intervención militar en Venezuela desde
su pedestal en la Oea, Luis Almagro logró algo inusual: unanimidad en el
gobierno uruguayo y su partido. Aunque algunos sectores reclamen su
expulsión formal, ya nadie lo considera parte del Frente Amplio, ni siquiera
su mentor, José Mujica. Una hipótesis que maneja el oficialismo para
explicar su viraje político es que, en realidad, ocultó sus posiciones para
llegar a su puesto actual.

 

Mauricio Pérez

 

Brecha, 28-9-2018

 

Sobre el Puente Internacional Simón Bolívar, que une Colombia con Venezuela,
y junto al canciller del primer país, Carlos Holmes Trujillo, el secretario
general de la Organización de Estados Americanos (Oea), Luis Almagro, se
pronunció, otra vez, sobre la situación política en Venezuela. Pero esta vez
fue un poco más lejos, al referirse a una posible intervención militar para
derrocar a Maduro y reinstalar la democracia: “No hay que descartar ninguna
opción”. Sus declaraciones –que procuró matizar en diversas entrevistas
posteriores– generaron un amplio rechazo en todo el continente; desde el
Grupo de Lima, que reúne los países más críticos del gobierno del país
caribeño, hasta el propio gobierno uruguayo.

 

El contundente pronunciamiento del presidente Tabaré Vázquez –“Discrepo
totalmente, no lo apoyamos en sus dichos”– fue complementado por el
canciller Rodolfo Nin Novoa: “Detestamos la palabra ‘intervención’ porque lo
único que trae es sangre y muerte. Lo que ha planteado Almagro es
absolutamente contrario a la vocación nacional”. Con el paso de las horas,
Relaciones Exteriores prefirió atenuar la polémica mediante declaraciones
del subsecretario, Ariel Bergamino: “No es un tema que nos sorprenda ni que
esté en el radar de nuestra atención”, aseguró a Brecha.

 

A las críticas se sumó José Mujica. El ex mandatario, uno de los impulsores
de la llegada de Almagro al organismo internacional, criticó la hipótesis de
la intervención y afirmó que el diplomático no integra el partido de
gobierno: “Ya quedó afuera”. Recordó también la carta que en 2015 le dirigió
por sus posicionamientos sobre Venezuela: “Lamento el rumbo por el que
enfilaste y lo sé irreversible. Por eso ahora formalmente te digo adiós y me
despido”.

 

Las afirmaciones de Almagro no pasaron desapercibidas en la interna del
Frente Amplio (FA). El Partido Comunista reclamó la inmediata expulsión del
diplomático de la coalición, propuesta que fue acompañada por otros grupos,
como Banderas de Liber. En medio de la controversia, Almagro reclamó a
algunos sectores del FA que dejaran de defender la represión y la tortura
perpetrada por el gobierno venezolano: “No sean ridículos, no sean
imbéciles” (Todo pasa, 18-IX-18). Estas palabras, lógicamente, potenciaron
el rechazo de la dirigencia frenteamplista.

 

Frenteamplista no 

 

“No voy a dejar de ser frenteamplista porque lo diga Mujica ni nadie. Yo soy
esencialmente un defensor de principios democráticos y supongo que hay lugar
para ello en el FA”, dijo Almagro en una reciente entrevista en Crónicas
(21-IX-18). Hijo de productores rurales y funcionario del Ministerio de
Relaciones Exteriores, la llegada de Almagro al FA estuvo estrechamente
ligada a la figura de Mujica. Los discursos del dirigente tupamaro en el
Parlamento llamaron su atención y sobre fines de los noventa comenzó a
frecuentar las esferas del Mpp. En 2003, en plena crisis económica, tras
cinco años de servicio en Alemania y un breve paso por Sudáfrica, el país de
su esposa, Almagro regresó a Uruguay y se integró formalmente al sector y al
Cadesyc, un centro de estudios vinculado al Mpp. A los seis meses, en plena
campaña electoral, estaba recorriendo el país junto a Mujica. El primer
triunfo electoral del FA lo llevó al Ministerio de Ganadería, Agricultura y
Pesca, como asesor en asuntos internacionales, y en 2007 fue designado como
embajador de Uruguay en China por el presidente Vázquez. En 2010 Mujica lo
designó ministro de Relaciones Exteriores y durante sus cinco años al frente
de la cancillería, Almagro no expresó ninguna crítica hacia el gobierno de
Hugo Chávez. Por el contrario, siguió las instrucciones del Poder Ejecutivo
de estrechar las buenas relaciones con Venezuela e intensificar el vínculo
comercial con acuerdos en diversas áreas, algunos cuestionados por la
oposición. Los aspectos operativos de la relación con Venezuela fueron
liderados por el vicecanciller Roberto Conde, pero Almagro acompañó ese
proceso, recordó a Brecha un integrante de

ese gobierno.

 

Primeras diferencias 

 

Las primeras diferencias entre Mujica y su canciller se produjeron al
aprobar el ingreso de Venezuela al Mercosur, en junio de 2012. Almagro no
estaba de acuerdo con votar el ingreso del país caribeño mientras Paraguay
estuviera suspendido. Argumentó que la medida era ilegal, pero el ex
presidente decidió acompañar la postura de Brasil y Argentina y habilitó la
adhesión plena del país caribeño al bloque regional.

 

Por esos años, Almagro era una figura ascendente en la interna frentista, en
particular por su fuerte respaldo a la política de derechos humanos y su
rechazo a la ley de caducidad. Incluso llegó a criticar en diversas
oportunidades a la Suprema Corte de Justicia por no aplicar la sentencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra Uruguay por el caso
Gelman y desestimar la tesis de la imprescriptibilidad de los crímenes de la
dictadura.

 

En ese contexto, hacia el tercer gobierno frenteamplista Almagro ocupó los
primeros lugares de la lista del Mpp, lo cual le permitió ser electo como
senador. Pero renunció a su banca para asumir como secretario general de la
Oea, cargo al que llegó promovido por Mujica, pero también con el respaldo
de Estados Unidos. Dirigentes frentistas remarcan que el viraje de Almagro
con relación a Venezuela se produjo tras viajar a Estados Unidos en busca de
respaldo a su candidatura; en aquellos días tuvo intensas reuniones con
políticos y funcionarios del Departamento de Estado. Y logró su objetivo.

 

Intervenciones 

 

“Las posiciones asumidas por el ex canciller Almagro en torno a Venezuela lo
han colocado por fuera del FA; solicitar una intervención militar está lejos
de la política que el FA y el gobierno han tratado de defender”, afirmó José
Bayardi, presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del FA a
Brecha. Las expresiones de Almagro son contrarias a las definiciones
programáticas del FA, señaló, pero también a la Constitución uruguaya y a
los principios de la propia Oea. Venezuela “necesita una solución política
negociada entre el gobierno y los sectores opositores”, todo lo contrario a
una intervención de una fuerza extranjera, enfatizó. Apuntó que el planteo
de Almagro evidencia que está siguiendo “una estrategia que es funcional a
los intereses de Estados Unidos” en la región.

 

Sus actuales enfoques están en línea con los que realizó desde su llegada a
la Oea, pero son distintos a los que realizó antes de asumir su cargo. Esto,
según el análisis de Bayardi, puede deberse a tres hipótesis: a que, como
cualquier persona, pudo cambiar su punto de vista; a que siempre pensó lo
mismo y lo ocultó para alcanzar un cargo de poder; a que siempre pensó lo
mismo y lo ocultó como parte de una estrategia de actores exteriores para
ubicarlo en cargos de decisión claves. Bayardi prefirió no decir por cuál se
inclina: “Que cada sector asuma la que le parezca”.

 

Por su parte, el diputado Carlos Mahía (Asamblea Uruguay), en conversación
con Brecha, tomó distancia de las posturas de Almagro: “No cumple un rol
neutral o de generar consensos que debería tener el secretario general de la
Oea, sino que trasmite una visión muy similar a la del Departamento de
Estado sobre Venezuela”. Su sector, aclaró, tiene “diferencias muy fuertes”
con la actitud del gobierno de Maduro y lo que sucede en Venezuela, pero eso
no abona la postura de la intervención. Puntualizó que el comportamiento de
Almagro representa un cambio “absolutamente radical y pronto” con las
actitudes asumidas como canciller uruguayo. “Una vez que alcanzó su posición
en la Oea varió sus posiciones públicas sobre Venezuela, a lo mejor en
privado eran otras”, deslizó Mahía, aunque prefirió no valorar los motivos
de ese cambio.

 

Sin embargo, Mahía fue enfático en que el FA debería analizar su expulsión,
aunque ello está paralizado porque para eso se deberían resolver todos los
informes pendientes del Tribunal de Conducta Política (“no se pueden laudar
unos y los otros no”), entre los cuales está la situación del ex
vicepresidente Raúl Sendic. A su juicio, Almagro está por fuera del FA, pero
en política “no se puede actuar sobre figuras de cargos tan relevantes por
la vía de los hechos”. “Debería haber un pronunciamiento oficial”, sentenció
Mahía.

 

Dentro del Mpp hay coincidencias con las expresiones de Mujica. Su dirección
nacional consideró en 2015 que con sus actitudes Almagro se “autoexcluyó”
del sector, por lo cual ya no formaba parte de la organización. “No se puede
expulsar a alguien que ya se fue. Yo no lo considero frenteamplista”, dijo
el senador emepepista Charles Carrera a Brecha. “Compartir la intervención
militar a un país latinoamericano es una actitud contraria a las tesis
históricas de la izquierda uruguaya”, resaltó.

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