Mujeres/ 28S: día de lucha por el aborto legal en América Latina y el Caribe [Nodal]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Sep 28 17:37:26 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
28 de setiembre 2018
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Mujeres
Genealogía del 28S
Día de lucha por el aborto legal en América Latina y el Caribe
Chicanas, negras, indígenas, mestizas, campesinas, pobladoras pobres urbanas
y rurales, migrantes, lesbianas, inmigrantes irregulares, trabajadoras a
domicilio, jornaleras, refugiadas políticas y económicas. La intervención de
todas ellas en los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe
marcaron una ruptura de toda ilusión de homogeneidad entre norte y sur.
Nodal, 28-9-2018
https://www.nodal.am/
Es que hacia los años ochenta, los feminismos de América Latina y del Caribe
fueron potenciados por el activismo político/social y también el académico
que hasta ese entonces solo miraban en dirección al norte. Los enfoques
múltiples a partir del conflicto social y cultural operaron como motor de la
crítica transfronteriza, desparramados en un movimiento por fuera del
colonialismo blanco y eurocéntrico. La experiencia de los Encuentros resultó
decisiva para que estos feminismos se alejaran de las nociones de una falsa
unidad instalada por el proyecto civilizatorio occidental. Ese modelo blanco
y heteropatriarcal se había inscripto como una matriz monocultural
universalista que comenzaría a resquebrajarse al incluir luchas contra el
racismo, el colonialismo, la precariedad y la desposesión.
Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe
El comienzo de los Encuentros se sitúa en julio de 1981 cuando más de
doscientas feministas latinoamericanas se reunieron en Bogotá para
conocerse, intercambiar ideas y hacer proyectos para el futuro. Hasta ese
momento, América Latina había permanecido aparentemente ajena al expandido
Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM) de los países centrales (1).
Bogotá fue el envión para sostener en el tiempo la continuidad de los
encuentros hasta el presente. Tal como lo expuso la histórica activista y
teórica Virginia “Gina” Vargas en su libro Feminismos en América Latina. Su
aporte a la política y a la democracia sobre los ‘80, los vínculos entre
latinoamericanas habían comenzado por lo general fuera del propio
continente, como un reflejo de la centralidad del feminismo del norte. De
ahí la importancia que tuvo para el crecimiento de las redes de mujeres, la
instalación cada vez con mayor fuerza de los Encuentros Feministas de
Latinoamérica y el Caribe. Luego vinieron Lima en 1983, Berteoga en 1985,
Taxco en 1987 y San Bernardo en 1990 y muchos más hasta hoy. Así, colectivas
y agrupaciones reafirmaron aquello de que al “reconocer que no éramos unas
cuantas en cada país sino varias más en muchos países” contaron con más
seguridad y llegaron a valorar la necesidad de un intercambio más directo
entre ellas de este lado del mapa.
Desde entonces, los encuentros se organizan de forma autogestiva, por fuera
de las instituciones clásicas, como una dimensión central de lo político, ya
sea a través de actividades para la recaudación de fondos o con nuestro
trabajo cotidiano, como activistas y mujeres, muchas veces invisible y
subvalorado. Se llevan a cabo cada dos años aproximadamente. Al finalizar se
elaboran documentos que concentran lo debatido a lo largo de las jornadas,
que permiten armar un cuadro de situación preciso en torno a los principales
acontecimientos de la coyuntura. El próximo será el XIV y se realizará en
Montevideo, Uruguay, el 23, 24 y 25 de noviembre de 2017. (2)
En simultáneo, los feminismos de cada país preparan sus propios encuentros
nacionales y también regionales. Por ejemplo, las feministas históricas de
Buenos Aires recuerdan que el Primer Encuentro Nacional de Mujeres,
realizado en 1987, siguió los lineamientos y el formato organizativo de los
encuentros latinoamericanos. Por eso en los feminismos vemos un compromiso
de impulsar emprendimientos emancipatorios. Con avances y retrocesos,
nuestra trayectoria no se presenta como un fenómeno acabado, sino, más bien,
como expresión de una lucha temporal en la cual las dinámicas se modifican
por su constante interacción con la cotidianeidad y en su confrontación con
lo público- institucional.
Por caso, en el manifiesto –publicado en el número 111 de la revista chilena
Mujer/Fempress– del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe,
realizado en nuestro país en 1990 (3), se definía al movimiento como
“siempre opuesto a un orden específico, sea patriarcal, capitalista,
imperialista y colonialista. Pretende transformar las relaciones de poder de
un sexo sobre otro, de una clase sobre otra y de una raza sobre otra.
Nuestro feminismo se va construyendo en diversidad de formas y sus
manifestaciones son múltiples”.
Esa heterogeneidad, que refleja necesidades diferentes y diversos niveles de
conciencia, exige y exigió encontrar demandas conjuntas para avanzar en la
construcción de una corriente amplia y autónoma. Es neurálgica la relación
de los feminismos con otros sectores de mujeres, de movimientos sociales y
del activismo de la disidencia sexual, ya que en nuestros contextos esas
articulaciones constituyen espacios de significativa contestación en América
Latina. Y tal como lo marca el activista e investigador Emmanuel Theumer:
“Hoy se sabe que ninguna subalternidad es base para un punto de vista
privilegiado, que se necesita del contagio y la coalición, interceptar en
términos de posiciones de resistencia excéntrica, de una transversalización
de la lucha política, de vulnerabilidades compartidas, de un situacionismo
transfeminista”.
En suma, no existe un modelo único de lucha contra la desigualdad pero sí
una multiplicidad de luchas, que pueden ser heterogéneas entre sí, como
heterogéneas son sus protagonistas. De alguna manera, al abrir una hendija
se constata cómo diferentes categorías -raza, etnicidad, género, religión,
nacionalidad, orientación sexual, edad, clase, discapacidad-, construidas
social y culturalmente, interactúan en múltiples y, con frecuencia,
simultáneos niveles, y contribuyen a consolidar un régimen desigual y
opresivo. Por lo tanto, estas distinciones no actúan de modo independiente
unas de las otras, por el contrario: se interrelacionan en formas de
discriminación múltiples. Resulta que las reivindicaciones aparecen
contradictorias, disímiles y desiguales, sin que todas graviten en el
escenario social y político con la misma intensidad e, incluso, muchas de
ellas, contengan grados de espontaneísmo. En esa misma línea, la
investigadora dominicana Rosa Curiel Pichardo polemiza acerca del sujeto
homogéneo del feminismo: “Desde un cuestionamiento a la categoría «mujeres»
por su pretensión universal las afrodescendientes o negras han hecho aportes
significativos relacionando categorías como la «raza» al sexo/género
demostrando cómo el patriarcado tiene efectos diferentes en las mujeres
cuando estas categorías les atraviesan”. Hasta entonces el feminismo
heterosexual e institucionalizado centraba su interés exclusivamente en
torno a las desigualdades entre ambos sexos. Ahora bien, al desconocer las
diferencias entre las propias mujeres, se silenció otras relacionadas a la
raza, clase, orientación sexual y etnia. De esta manera, sus estudios y
postulados no eran aplicables a todas las demás.
A partir de los años ‘80 se empezó a gestar lo que hoy se conoce como
“feminismo periférico” o “feminismo de frontera”. Como expresión del
pensamiento crítico latinoamericano, este feminismo contrahegemónico y de
resistencia contra las prácticas de opresión, incorporó nuevas realidades de
afroamericanas, afrolatinas, caribeñas, indígenas, campesinas, lesbianas y
del “tercer mundo” para pensar y actuar feminismos situados en el
capitalismo globalizado. Además, las condiciones materiales y simbólicas en
que se presentaba el racismo, el heterosexismo y la pobreza. Frente al
etnocentrismo del feminismo occidental dominante, las voces y las
experiencias excluidas empujaron desde varios frentes para que el proyecto
intelectual y político del feminismo se descolonialice, se democratice.
Había un objetivo de crear las alianzas necesarias que apoyen procesos
transformadores para las mujeres y hombres de las comunidades empobrecidas y
minusvaloradas.
La antropóloga Teresa Pires Do Rio Caldeira llama a tales tensiones en el
prólogo a Ruth Cardoso: obra reunida “la ambigüedad entre lo nuevo y lo
viejo”. En efecto, los feminismos en danza, con su amplia gama de
heterogeneidades, aún representan una fuerza impulsora en el continente,
como crítica cultural y como crítica a la dominación, a la exclusión y a la
explotación que permiten identificar nuevos y nuevas alianzas para la acción
política. En efecto, pujar por abrirse a cuestiones vinculadas a sectores y
a colectivos omitidos y silenciados en la agenda de aquellas personas “que
tienen derecho a tener derechos”.
1990: San Bernardo, un punto de inflexión
Tres mil mujeres de todos los tamaños, edades y colores -en representación
de 38 países de nuestro continente y de otros también- se reunieron la noche
del domingo 18 de noviembre de 1990 en la plaza central de la ciudad
balnearia de San Bernardo. Juntas o separadas debatieron acerca de todo lo
que se pudiese suponer y mucho más. Este encuentro marcó una bisagra crítica
de lo andado. En primer lugar, las asistentes ya no eran exclusivamente
feministas, con una militancia clara y explícita alrededor de la
problemática de género. Como escribió Gina Vargas: “Ahora, la composición
era otra: además de las cristianas, ecologistas, pacifistas, investigadoras,
lesbianas, heterosexuales, centroamericanas, conosureñas y andinas, de una
cultura urbana de clase media la mayoría de ellas, estuvieron las negras,
las indígenas de Honduras, México, Perú, Bolivia, Argentina; las pobladoras
guatemaltecas, mexicanas, brasileñas, las sindicalistas argentinas,
uruguayas, peruanas”.
Esta novedosa confluencia de identidades, si bien profundizó ciertas líneas
divergentes, también reforzó lazos transnacionales y sentó las bases para
los acuerdos posibles y necesarios. Entre los puntos de convergencia que
trascendieron fronteras pueden nombrarse, los talleres propios que
convocaron las académicas feministas, las instancias de intercambio entre
militantes de partidos políticos -quienes por primera vez se unieron para
diseñar estrategias feministas en el interior de sus propias estructuras-,
las indígenas que aportaron herramientas potentes para abordar género y
racismo, cultura y etnicidad. Mientras, el grueso del activismo lésbico
organizó un espacio alrededor de un tema vital que atravesaba sus
experiencias en el movimiento: la lesbofobia dentro del feminismo; y las
esotéricas proponían hermosas ceremonias nocturnas en la playa, a la luz de
las velas.
Hubo lugar también para aquellas alianzas que marcaban a fuego los
horizontes de ese feminismo amplio, en vías de consolidación y crecimiento:
nuevas fechas que se transformarán en jornadas de lucha en nuestro
calendario feminista latinoamericano comenzaban a consensuar entre todas las
presentes en San Bernardo. Uno en particular que aún nos convoca con fuerza
inclaudicable: el 28 de septiembre como día de acción feminista
latinoamericana por la conquista del aborto voluntario.
Así, se constituyó el Taller sobre Aborto, organizado por la Comisión por el
Derecho al Aborto (CDA) de la Argentina, Católicas por el Derecho a Decidir
(CDD) de Uruguay junto con la participación de colectivas feministas de
Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua,
Paraguay y Perú, entre otros tantos lugares. La propuesta surgió de un grupo
de brasileñas al elegir el 28 de septiembre como “Día de la Lucha por la
Despenalización y Legalización del Aborto en América Latina”. Se designó esa
fecha no de manera casual ni caprichosa: todo lo contrario, se conmemoraba
en ese país la resolución de la “libertad de vientres”, sancionada en 1888.
Para las latinoamericanas, dicho acontecimiento encarnó un símbolo de
soberanía de los cuerpos: “Libertad de vientres. Libertad de esclavos.
Legalización del aborto. Libertad de la mujer para decidir”. sta propuesta
llamaba también a convocar movilizaciones en cada país para ese día con ese
objetivo puntual. Para conquistar la despenalización a lo largo y ancho del
continente propusieron acciones para el corto y largo plazo:
“1. Crear comisiones por el Derecho al Aborto en cada país y/o apoyar a las
ya existentes. 2. Formar la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe para
la movilización por el Derecho al Aborto. 3. Lograr el apoyo de las mujeres
de los países que ya cuentan con este derecho en la práctica y a su vez
apoyarlas en sus luchas por mantenerlo vigente. 4. Hacer campañas en cada
país y conjuntamente en nuestro continente para lograr ejercitar este
derecho en forma legal, no clandestina, segura y digna para cada una de
nosotras”, como indicaba el volante “Declaración de San Bernardo”, del 28 de
septiembre de 2000, de la Coordinadora por el Derecho al Aborto.
28 de septiembre 2017: #UnGritoGlobal por el #AbortoLegal
Rumbo al 28 de septiembre próximo, la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto Legal, Seguro y Gratuito y la coordinación regional de la Campaña 28
de Septiembre para América Latina y el Caribe, convocaron a todo el
activismo, redes y organizaciones en lucha por el derecho al aborto a unirse
y a organizar #UnGritoGlobal por la despenalización y legalización del
derecho al aborto en nuestro continente. La coordinación regional está
integrada por movimientos de mujeres, feministas y de la diversidad
organizadxs desde todos los continentes, entre más de 21 países y al menos 7
redes regionales. En cada uno se realizarán acciones de sensibilización,
acceso a la información y a políticas públicas.
Se sabe que solo cuatro países de la región (Cuba, Puerto Rico, Uruguay y
Guyana) y un distrito (Ciudad de México) cuentan con legislación y políticas
públicas que garantizan y reconocen en la interrupción voluntaria del
embarazo el derecho a la salud integral de las mujeres. Sin embargo, en el
resto de la región la Campaña indica que “los Estados siguen persiguiendo,
condenando y siendo responsables de que el aborto inseguro sea la principal
causa por la que mueren las mujeres gestantes”. Además, señala que “El
aborto practicado en condiciones de salubridad es menos riesgoso que un
parto. En más del 95% de los casos es efectivo con pastillas y es una
práctica que, cuando se realiza de forma idónea, no pone en riesgo futuros
embarazos, no causa cáncer, ni infertilidad, ni afecta la salud mental”. A
la vez, instan a los gobiernos de la región y a los poderes e instituciones
a despenalizar y legalizar el derecho al aborto y garantizar su práctica en
los sistemas de salud públicos y privados. También demandan por el acceso a
la educación sexual para decidir y métodos anticonceptivos para no abortar.
En cuanto al gobierno de la Argentina, la Campaña propone que para
garantizar efectivamente la salud de las mujeres, derecho humano básico, se
debe implementar la provisión universal de los servicios de anticoncepción
(Ley 25.673), el cumplimiento de los abortos legales (art. 86 inc. 1 y 2 del
CP), así como el derecho y acceso a la educación sexual integral en todas
las escuelas y niveles (Ley 26.150)”. Por último, la Campaña exige al
Congreso de la Nación que en defensa del derecho a la salud de las mujeres
ponga en debate y sancione el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del
Embarazo (IVE), que viene siendo postergado desde hace más de una década. En
homenaje a las propuestas surgidas en el Encuentro de San Bernardo en cuanto
a constituir una Coordinadora Latinoamericana y del Caribe para conquistar
el derecho al aborto, este año se confluye en acciones conjuntas regionales
para un 28 de septiembre global. Como todo en la vida, siempre hay un antes
para un después.
(1) Marysa Navarro, “El primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el
Caribe, 1982”, Portal de Ideas Feministas de Nuestra América
https://ideasfem.wordpress.com/textos/i/i21/
(2) DIVERSAS PERO NO DISPERSAS, XIV Encuentro Feminista Latinoamericano y
del Caribe, 23, 24 y 25 de noviembre 2017, Montevideo, Uruguay Disponible
https://twitter.com/hashtag/14eflacuruguay?src=hash
(3) S/R, “Documento: El feminismo de los 90. Desafíos y propuestas”,
Santiago de Chile, Mujer/Fempress, n° 111,1991.
*Mabel Bellucci es activista feminista queer. Integrante del Grupo de
Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Instituto de Investigación Gino
Germani (IIGG)-UBA y de la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata.
Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital
Intelectual. 2014
**Gabriela Mitidieri es activista feminista LGTB, militante de Democracia
Socialista, historiadora, becaria doctoral del Instituto Interdisciplinario
de Estudios de Género (Facultad de Filosofía y Letras – UBA)
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Memorias rumbo al #28S
Los archivos históricos feministas son una iniciativa de la Universidad
Nacional Autónoma de México para dar visibilidad a los documentos históricos
del feminismo en México. Este archivo cuenta en su catálogo con las
principales revistas feministas como Fem, La revuelta, La correa feminista,
entre otras. En vísperas del arranque de la campaña 28 de septiembre por la
despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, echamos un vistazo
a estos archivos históricos en referencia al aborto.
Vale la pena mencionar que el 28 de septiembre activa a los movimientos
feministas latinoamericanos y caribeños para exigir la despenalización del
aborto. La iniciativa nació en 1990 en el V Encuentro Feminista
Latinoamericano y del Caribe celebrado en Argentina, desde entonces,
alrededor de esta fecha se realizan acciones para demandar la
despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, incluso fuera de
la región latinoamericana.
En agosto de 1998 Fem hacía una crónica de la polémica desatada en torno a
la despenalización del aborto en México iniciada por Juan Ramón de la
Fuente, entonces Secretario de Salud, desmentido por Francisco Labastida,
Secretario de Gobernación. Incluso se indicó que “muy pronto se convocaría a
un referéndum en esta capital sobre el aborto”. ¿Les suena familiar la
solicitud de una consulta pública en materia de derechos de las mujeres?
Vale la pena señalar que entonces GIRE recibió amenazas anónimas por su
activismo en derechos reproductivos.
Fem dio seguimiento en 1991 a la reforma del artículo 136 del Código Penal
de Chiapas que en octubre de 1990 fue reformado para permitir el aborto por
“razones de planificación familiar, de común acuerdo con la pareja” o en el
caso de decisión de madres solteras, “siempre que tales decisiones se tomen
en los primeros 90 días de gestación”. “Debate sobre el aborto, a un año sin
respuesta” traza la ruta de inacción institucional para implementar la
reforma, que más tarde naufragó: “…la CNDH se ha mantenido al margen del
problema e incluso, nunca lo mencionó en su último informe semestral”. De
acuerdo a nuestro más reciente informe sobre criminalización del aborto, en
Chiapas sólo se permite el aborto por las causales de violación, peligro de
muerte y alteraciones graves en el producto.
En 1976 el Consejo Nacional de Población constituyó el Grupo
Interdisciplinario para el Estudio del Aborto en México que entre sus
conclusiones recomendó eliminar la pena a las mujeres y al personal de salud
que practicara un aborto. Anilú Elías escribió en Fem sobre “La vieja
patraña del aborto” refiriéndose a este evento como el petate del muerto:
“Se dedicaron miles de líneas ágata, de minutos, de papel a la gritería que
se armó ante esta noticia —o rumor, que es lo que fue en realidad—. Sólo se
había convocado a un grupo interdisciplinario para estudiar el aborto y eso
bastó para que todo el mundo gritara”. El pánico moral como estrategia
alrededor del aborto ha sido consistente. El Comité Nacional Provida se
constituyó el año siguiente, tal como el Frente Nacional por la Familia se
constituyó después de que Peña Nieto se reunió con grupos LGBT en los pinos.
El Movimiento Nacional de Mujeres convocó un 11 de septiembre del 76 a una
reunión de trabajo sobre el aborto que determinó la naturaleza
discriminatoria de la ley que penaliza el aborto, la necesidad de que el
sistema de salud proporcione el servicio de interrupción del embarazo, entre
otras resoluciones que tienen que ver con educación sexual y campañas de
salud reproductiva. Al día de hoy a pesar de la despenalización del aborto
en la Ciudad de México, el IMSS e ISSSTE se niegan a brindar los servicios.
Sigue vigente la exigencia 42 años después.
Hace 82 años, en febrero de 1936 la revista Futuro, de corte socialista,
publicó “El aborto por causas económicas y sociales” que argumentaba por la
derogación de los artículos del código penal que criminalizan el aborto
voluntario. El análisis de la Dra. Domínguez Navarro, autora del texto,
guarda semejanzas con el proyecto de Ley de Maternidad Voluntaria elaborada
por feministas en 1979, y claro con muchos de los argumentos que hoy se
escuchan en Coahuila, Veracruz y otras legislaturas que buscan impulsar la
despenalización.
En 1988, Gabriela Cano escribió “Memorias del olvido” en Fem, rememorando
los 50 años de exigencia por la despenalización del aborto. Cano señaló la
similitud de los argumentos: la legislación que penaliza el aborto asegura
que se realice de manera clandestina. “En condiciones fatales para las
mujeres que no tienen facilidades económicas”. Establecer el aborto como un
delito afecta de manera desigual a las mujeres de acuerdo a su condición
socioeconómica. La despenalización del aborto debe de ir acompañada de
amplios programas de anticoncepción para que la prerrogativa del control de
la fecundidad no sea “una prerrogativa exclusiva de la mujer burguesa”.
Pese a que los grupos antiderechos quieran presentar las iniciativas por la
despenalización como una conspiración de “la internacional abortista”, lo
cierto es que mexicanas comprometidas con las mujeres han impulsado la
despenalización con argumentos contundentes que el Estado ha desestimado
llamando a “consultas populares”, que la prensa ha recibido con pánico moral
y que ha provocado reacción de grupos ultramontanos.
Este 28 de septiembre, una vez más exigiremos la despenalización del aborto,
en las calles, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en las
charlas de sobremesa, en el cabildeo en el congreso; por las mujeres, por
sus vidas, por su decisión. No, las amenazas como las que han recibido
compañeras en Chiapas no detendrán la movilización. Finalmente, en el
contexto político queda la pregunta: ¿el Congreso, con mayoría de Morena, y
los congresos estatales donde ganaron están listos para despenalizar o se
someterán a la inercia de llamar a “una consulta popular”?
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