Cuba/ Los desafíos de la continuidad [Amaury Valdivia]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ene 6 01:08:15 UYT 2019


  _____  

Correspondencia de Prensa

6 de enero 2019

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____  

 

Cuba 

 

A 60 años del triunfo de la revolución cubana

 

Los desafíos de la continuidad 

 

“La continuidad de la revolución está asegurada por las nuevas generaciones
y la unidad del pueblo”, asegura una de las frases más repetidas del
discurso oficial cubano. Pero el Partido Comunista cuenta cada vez con menos
militantes y es evidente la desmovilización de un pueblo consciente de los
privilegios que disfrutan las familias de los principales dirigentes y
empresarios del país.

 

Amaury Valdivia, desde La Habana

Brecha, 4-1-2019

https://brecha.com.uy/

 

La anécdota tal vez no rebase las fronteras del mito, mas poco importa. El
desenlace concuerda perfectamente con la personalidad que convirtió al Che
Guevara en un símbolo de la lucha revolucionaria.

 

Corrían los años iniciales de la década de 1960 y en Cuba comenzaban a
sentirse las escaseces provocadas por el bloqueo estadounidense, los errores
del nuevo gobierno y el reto de por primera vez intentar satisfacer las
necesidades de toda la población. Apostando por un futuro mejor, el país
afrontaba con entereza un presente de privaciones en el que incluso una
maquinilla de afeitar o un juego de ropa interior pasaban a convertirse en
artículos de lujo. Al mismo tiempo se exigían “sacrificios” de los
ciudadanos, con largas jornadas de trabajo (a veces hasta 14 horas), con el
objetivo de que el país pudiera desarrollarse.

 

Ni siquiera los domingos quedaban reservados al descanso. Ese día los
trabajos voluntarios se extendían como una marea que podía llevar al
ingeniero a sembrar plantas de café o al agricultor a levantar las paredes
de una obra en construcción.

 

En aquellos tiempos difíciles el Che parecía inmune al desánimo o el
cansancio. Incapaz de aceptar que no todos compartieran su entusiasmo, podía
llegar a ser injusto. Así sucedió en una ocasión, cuando increpó a uno de
los empleados del Ministerio de Industrias por quejarse de tantos
sacrificios. El cuestionado le respondió: “Usted habla así, comandante,
porque tiene una dieta especial”. La respuesta desarmó al argentino.

 

Cuenta la leyenda que esa misma noche el Che confrontó a su esposa en busca
de la verdad. En efecto, como las familias de otros altos dirigentes, ellos
recibían una asignación adicional de alimentos, ropas y artículos para el
hogar. Nada que en cualquier otro país pudiera considerarse muestra de
ostentación, aunque sí lo suficiente como para marcar estatus. A la mañana
siguiente, el ministro-guerrillero buscó por todas partes a su subordinado
y, al encontrarlo, lo abordó con un reclamo de disculpa. “Ayer hablabas con
razón”, le dijo, “yo tenía una dieta especial”. Poco antes había exigido que
nunca más le dispensaran un trato de privilegio.

 

Los más iguales

 

A comienzos de noviembre, Ciber Cuba, un conocido sitio digital, aseguró que
“el nieto guardaespaldas de Raúl Castro, Raúl Guillermo Rodríguez Castro”,
se había mudado a la lujosa residencia que hasta pocos días antes ocupaba el
embajador español en La Habana.

 

La “noticia” encontró amplio eco en redes sociales y otras publicaciones sin
que nadie se asegurara de su veracidad. Un recorrido por la urbanización en
la que se ubica el inmueble hubiera permitido comprobar que lo dicho era
falso: la vivienda sigue perteneciendo al representante de Madrid en la isla
y la salida del anterior embajador se debía simplemente al proceso de
relevos que se emplea en servicios diplomáticos de todo el mundo.

 

Pero Ciber Cuba había conseguido incrementar el número de sus lectores y
cuestionar la imagen de las autoridades, objetivo último de su línea
editorial. La facilidad con que lo hizo parte de una circunstancia
notoriamente pública: los lujos que disfrutan las familias de los
principales dirigentes y empresarios del país.

 

Un ejemplo que lo evidencia es la familia del primer secretario del Partido
Comunista. Si bien la historia sobre su nieto era un bulo, la idea en la que
se basó no resulta descabellada. De hecho, en el propio reparto Cubanacán,
en una vivienda similar a la señalada en el artículo, vive la sexóloga
Mariela Castro Espín, la hija más mediática de Raúl Castro. En promedio, las
mansiones de esa barriada del oeste de La Habana –en la que antes de 1959
residían muchas de las familias más adineradas de la isla– superan los 600
metros cuadrados y se ubican en parcelas en las que menudean las piscinas y
canchas de tenis.

 

Por el contrario, para el cubano común la vivienda se mantiene como un
problema virtualmente insoluble. Durante los últimos años el maquillaje de
las cifras oficiales ha hecho descender la proporción de los inmuebles “en
regular y mal estado” desde casi 70 por ciento del fondo habitacional a poco
menos de 40 por ciento, pero no ha conseguido evitar el reconocimiento de
que harían falta alrededor de 660 mil nuevas viviendas para satisfacer las
necesidades acumuladas a lo largo de décadas.

 

Un plan anunciado a comienzos de noviembre por el presidente Miguel
Díaz-Canel pretende cambiar tan adverso panorama contando con la “producción
local de materiales y otras reservas insuficientemente aprovechadas”, más la
situación económica de La Habana pone entre signos de interrogación sus
posibilidades de éxito (datos de organismos internacionales ubican a Cuba
entre los países del continente con menores consumos per cápita de cemento y
acero, por ejemplo, y las perspectivas no anticipan un escenario más
favorable).

 

Cualquiera sea el caso, ni la intención ni la realidad apuntan a que las
edificaciones proyectadas vayan a semejarse a las lujosas propiedades de
urbanizaciones como Cubanacán, desde las que parten cada mañana miles de
autos hacia las oficinas donde se decide el rumbo de la nación.

 

Los privilegios de sus habitantes no se limitan a un techo de mejores
condiciones o a disponer de vehículos propios (lujo sumamente valioso debido
a la endémica crisis del transporte público). La cúpula dirigente también
tiene acceso a opciones de mayor calidad en cuanto a recreación,
alimentación o incluso atención médica. Como un símbolo, el más avanzado
centro hospitalario del país, el Cimeq (el Centro de Investigaciones Médico
Quirúrgicas), se levantó en el corazón del también exclusivo reparto
Siboney, colindante con Cubanacán. Entre sus pacientes se han contado Hugo
Chávez, y Fidel y Raúl Castro. Mientras en sus instalaciones se suceden los
más avanzados artilugios tecnológicos, en los hospitales de provincia siguen
utilizándose jeringuillas de vidrio y las listas de espera quirúrgica se
extienden por meses o hasta años.

 

Hijo de papá

 

Una norma no escrita pero férrea impide a la prensa estatal hablar de tal
orden de cosas. Sólo en una ocasión, en noviembre de 2015, un periódico de
circulación local, Tribuna de La Habana, se atrevió a publicar una críptica
alusión a las interminables y costosas vacaciones de Antonio “Tony” Castro,
uno de los hijos de Fidel.

 

Poco antes se había conocido que durante una de sus estancias en un lujoso
resort de la costa turca del Egeo, sus guardaespaldas habían golpeado a un
paparazzi que intentaba fotografiarlo. Por aquellas semanas el presidente
Erdogan preparaba una visita a Cuba, y las autoridades de Ankara se
apresuraron a echar tierra sobre el asunto, pero el rotativo cometió la
imprudencia de llevar a imprenta el comentario de marras. En él se hablaba
satíricamente de un supuesto Gulliver júnior y sus viajes por el mundo.
“Navegar en la flota de papá es un privilegio hereditario”, ironizaba el
autor del texto, al retratar un personaje casi idéntico a Tony Castro, pero
con otro nombre: un playboy que a lo largo de la última década ha tenido
bajo su control los destinos del deporte nacional, el béisbol. Más allá de
sus pretendidos o reales méritos, cabría preguntarse si –de no haber contado
con su apellido– le habría sido tan fácil agenciarse el puesto de médico del
equipo nacional de ese deporte, y luego la presidencia de su federación en
Cuba y la vicetitularidad de la Confederación Mundial. Todo ello sin perder
oportunidad de asistir a las fiestas de cuanta celebridad veranea en la isla
y convertirse –en 2013– en el campeón nacional de golf.

 

El partido

 

Una de las máximas del discurso oficial cubano proclama que “la continuidad
de la revolución está asegurada por las nuevas generaciones y la unidad del
pueblo”. La frase, sólo con ligeras variaciones, es repetida como un mantra
por dirigentes y campañas de comunicación.

 

Sin embargo, los hechos dibujan un país mucho más diverso y complejo que el
que por décadas siguió el liderazgo de Fidel Castro. Su muestra más
significativa se presenta dentro del Partido Comunista. Aunque sus órganos
directivos preservan como un secreto de Estado los detalles de su
funcionamiento, a ojos vistas un problema de fondo pone en peligro su
vitalidad actual y futura: cada día menos “cubanos de a pie” aceptan militar
en sus filas.

 

El de “cubano de a pie” es un término que motiva escozor entre la ortodoxia
gobernante debido a su constante empleo por parte de agrupaciones
disidentes; sin embargo, pocas figuras semánticas permiten contraponer de
forma tan absoluta las dos visiones de país que coexisten en la isla: de una
parte, los triunfadores (vinculados al entramado estatal o al emergente
sector privado); de la otra, la masa. Mientras los primeros se movilizan en
autos propios o del gobierno, los segundos penan por llegar a sus destinos
empleando los más disímiles medios de transporte. Un abismo separa al
satisfecho conductor de su compatriota que espera su transporte bajo el sol
junto a cualquier avenida o carretera vecinal. Y el gobierno no pretende ni
puede cerrarlo.

 

“La gente está cansada”, confiesa a Brecha un ex oficial de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias que luego de más de treinta años de servicio activo,
y de misiones internacionalistas en Etiopía y Angola, se ve obligado a
depender de la ayuda de un hijo emigrado para llegar a fin de mes. Toda su
vida adulta militó en el partido. Por mucho tiempo tal condición fue uno de
sus mayores orgullos, pero las decepciones lo condujeron a la tarde en que
entregó “el carné” como colofón de una discusión con funcionarios llegados a
su núcleo (agrupación básica de la formación política) para “exigir” de los
ciudadanos “mayor compromiso y enfrentamiento con lo ‘mal hecho’”. Con lo
“mal hecho” se referían a comportamientos ilegales de los ciudadanos como,
por ejemplo, comprar en el mercado negro. “Siguiendo su lógica, debíamos
combatir a medio mundo, pero ninguno se preocupaba por que las calles de
nuestro barrio llevaran años sin alumbrado y llenas de baches, o de que los
precios suban todos los días como una espiral sin fin. No me sorprende que
en tantos núcleos zonales los jubilados nos estemos dando de baja en masa y
que sean tan pocos los jóvenes que quieran convertirse en militantes.”

 

A semejanza de lo ocurrido en la Unión Soviética durante sus últimas décadas
de existencia, desde hace años en Cuba el partido y su rama juvenil (Unión
de Jóvenes Comunistas) han tenido que nutrir su membresía con funcionarios
de la administración pública y el sector empresarial. Para muchos, el carné
rojo constituye un impulso fundamental en sus carreras en los ámbitos del
Estado. Poniéndolo en los términos de un joven directivo del Ministerio de
Comercio Interior, “ser del partido implica ser ‘confiable’, y ser confiable
es la premisa para ocupar cualquier cargo”. Cabría agregar que un militante
con tal grado de confiabilidad difícilmente será un militante cuestionador.

 

Diversidades

 

na vanguardia política anquilosada y un gobierno lastrado por la corrupción
y la burocracia resaltan entre las causas de la disminución del “fervor
revolucionario” que en otras épocas se percibía en la isla. Además, las
nuevas reivindicaciones de derechos (como aquellos de la comunidad Lgbt) y
las nuevas circunstancias económicas –con su carga de desigualdades– llevan
años contribuyendo a una heterogeneidad social que comienza a reclamar
cauces políticos.

 

Así lo resaltaba en una entrevista reciente Ricardo Torres, doctor en
ciencias económicas y subdirector del Centro de Estudios de la Economía
Cubana de la Universidad de La Habana. “La diversidad de Cuba en todos los
ámbitos tiene que estar presente en la representación del Estado y del
gobierno, y no solamente a nivel de los representantes, sino en la toma de
decisiones. Nuestro sistema político tiene que aspirar a representar esa
diversidad. Si se queda al margen, corremos el riesgo de que esa enajenación
aumente y se solidifique.”

 

Sobre la necesidad de una representación política de la diversidad existe un
gran consenso en sectores intelectuales cubanos. Algunos, como Mirtha Arely
del Río, doctora en ciencias jurídicas y profesora titular de la Universidad
Central de Las Villas, alertan que no basta con crear espacios formales
“para canalizar la participación del pueblo en los asuntos del Estado”. En
contraposición con la práctica cotidiana, la investigadora consideraba
algunos meses atrás –en un artículo para la revista Cuba Socialista, la
publicación teórica del Comité Central del Partido Comunista de Cuba– que el
ejercicio de la ciudadanía no debe asumirse “como un mero fin (…) esto puede
llevarnos a dar por democráticas formas o modos de participación que en
realidad no lo son, como cuando nos concentramos más en las cifras, en el
número de participantes o de asistentes y no en la calidad de la
participación, o cuando se da por democrático un proceso en el que los
ciudadanos sólo intervinieron para dar su aprobación respecto a decisiones
ya tomadas o incluso ejecutadas”.

 

Las circunstancias en las que se dio el recién concluido debate sobre la
reforma constitucional parecieran destinadas a corroborar su tesis. A poco
de iniciarse, el joven profesor universitario cubano José Raúl Gallego,
doctorando en la Universidad Iberoamericana de México, alertó sobre las
dificultades que enfrentaría la campaña de discusión popular sobre el
anteproyecto de la reforma debido a factores como la premura con que se
pretendía desarrollarla, la incapacidad de sus organizadores para motivar el
interés de la ciudadanía, o la falta de confianza de esta última en la
utilidad o conveniencia de sus intervenciones. “En medio de este panorama,
preguntémonos con franqueza: ¿cuán numerosa será la cantidad de personas que
sacrificarán parte de su tiempo para realizar un estudio concienzudo del
anteproyecto y llegar a esas reuniones con planteamientos meditados?”

 

Luego de concluido el proceso, las autoridades publicaron estadísticas
aparentemente halagüeñas, pero que para los cubanos no pasan de un lugar
común. En primer lugar, porque los altos índices de asistencia en las cerca
de 135 mil asambleas celebradas en todo el país estaban garantizados; la
inmensa mayoría tuvieron lugar en centros de trabajo y estudio, en los que
la participación se consideraba poco menos que obligatoria. En segundo
lugar, porque cada encuentro contó en promedio con 11 intervenciones.
Discusiones pobres a la luz de la cantidad de artículos (224) del texto que
el discurso oficial lleva meses presentando como “decisivo para el futuro
del país”.

 

Sobrevivir a Fidel Castro

 

En la oriental ciudad de Santiago de Cuba, en el cementerio de Santa
Ifigenia, reposan las cenizas de Fidel Castro. Movido por una singular
interpretación de la modestia, el comandante en jefe decidió que su tumba se
ubicara junto a la del héroe nacional José Martí, el paradigma humano y
político de mayor relevancia en el imaginario de la nación. Poco después del
entierro de Fidel, Raúl Castro completó la remodelación del camposanto
trasladando hasta allí los restos de los próceres independentistas Carlos
Manuel de Céspedes y Mariana Grajales, padre y madre de la patria,
respectivamente.

 

Cada día, cientos de personas visitan el lugar. La mayoría de los
extranjeros lo hace como parte de recorridos turísticos que han convertido
Santa Ifigenia en una atracción más de la llamada “capital del Caribe”. Los
cubanos, en tanto, casi siempre llegan en visitas organizadas por centros de
trabajo o estudiantiles, o diversas organizaciones sociales.

 

Desde su muerte, los homenajes a Fidel Castro se han convertido en lugar
común para la ortodoxia revolucionaria. A su iniciativa se han atribuido
todos los logros de los últimos 60 años. Un ejemplo reciente de ello fue
cuando el primer vicepresidente del país, Salvador Valdés Mesa, semanas
atrás, convocó a consultar los escritos del comandante “en busca de todas
las respuestas que necesitamos para rescatar la ganadería”.

 

Las implicaciones del predominio de la figura de Fidel en la política actual
ha sido un tema debatido en círculos de la izquierda cubana disidente en los
últimos años. “No es posible hacer un extracto de millones de rostros y
sintetizarlos en uno solo; millones de nombres no pueden diluirse en cinco
letras”, argumentaba por ejemplo un año atrás la periodista Mónica Rivero,
en un artículo colgado en Internet por Late, una revista progresista de
jóvenes periodistas latinoamericanos. “La unipersonalidad de estas décadas
ha sido trágica para la isla de la revolución. Y no lo es menos el hecho de
que ahora se enarbole una bandera de continuidad que se abraza al pasado
como si se colgara del futuro”, afirmó.

 

A tanto tiempo de aquel 1 de enero que la colocó en el centro de los grandes
acontecimientos mundiales, la Cuba de 2019 intenta encontrarse entre
infinidad de retos e interrogantes. Por entonces, el propio Fidel Castro se
apresuró a disipar las esperanzas de quienes creían que luego del triunfo
todo sería más fácil, también a aclarar que la revolución no podría ser
jamás la obra de un solo hombre.

  _____  

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20190106/e698206a/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa