México/ Crónica. Lecciones de Tlahuelilpan [Daniela Pastrana y María Fernanda Ruiz]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Mie Ene 23 06:37:44 UYT 2019
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Correspondencia de Prensa
23 de enero 2019
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México
Lecciones de Tlahuelilpan
La muerte de más de 90 personas en la explosión del gasoducto de la empresa
estatal Pemex pone en evidencia las encrucijadas de Andrés Manuel López
Obrador. Los huachicoleros son organizaciones dedicadas al robo de
combustible, parte de la trama criminal de un país sitiado por la violencia.
El nuevo presidente no descarta sabotaje y justifica la inacción del
Ejército. Una crónica de Pie de Página sobre el recorrido de las familias de
los heridos por los hospitales y la visita de las autoridades que piden
ayuda para reconstruir lo que pasó y encontrar respuestas.
Daniela Pastrana y María Fernanda Ruiz *
Página de Pie, 20-1-2019
https://piedepagina.mx/
En la sala de urgencias del Hospital de Traumatología y Ortopedia del
IMSS-Lomas Verdes (una de las regiones más industrializadas de México) nunca
es ni tarde ni temprano para las cabezas bajas. Es un espacio sin presente
porque el pensamiento se mueve entre lo que pasó y lo que puede pasar. Aquí,
el tiempo se vive en la espera.
Las reglas del Seguro Social son estrictas para los visitantes: sólo una
persona puede estar con el paciente hospitalizado y necesitas una
identificación oficial para entrar al baño. Las familias tienen dos formas
de obtener información: por una bocina, que les llama cuando pasa algo que
requiera su presencia o por llamadas telefónicas con el familiar -adentro
solo puede estar un familiar directo- que acompaña al paciente.
El vigilante de la entrada de urgencias se encarga de recordar estas normas
y decidir quién entra y quién no. Pero este sábado 19 de enero hay una frase
que parece un pase de entrada para esquivar el protocolo: “Vengo por la
explosión de Hidalgo, estoy buscando a unas personas”.
El vigía concede 30 minutos al hombre para que entre a pedir información,
pero a cambio le retiene su identificación oficial. “Si te pasas de los 30,
te la regreso hasta dentro de dos días”, advierte.
El hombre vuelve en 15 minutos. Sus familiares no están. Ahora se dirige al
hospital de Zumpango, pues le dijeron que allá se llevaron a varias personas
y no tiene tiempo de confirmaciones. “Debo encontrarlos”, repite.
* * *
En la madrugada llegaron a este hospital seis sobrevivientes de la explosión
del ducto de gasolina en Hidalgo. Son parte del grupo de heridos más graves,
que tienen que ser trasladados a hospitales especializados. Tras ellos
llegaron sus familias.
Falta una hora para el mediodía. Marcos y su sobrina Teresa esperan parados
cualquier tipo de información. Vienen desde Teltipán de Juárez, una
comunidad ubicada a un kilómetro del lugar donde fue la explosión. Llegaron
aquí porque les dijeron que el esposo de Teresa está internado en este
centro médico. Se llama Rafael Jiménez. Con ellos también vinieron la madre
de Rafael y su abuelo.
En realidad, toda su familia está regada en distintos hospitales de Hidalgo,
Estado de México y la Ciudad de México: el sobrino de Marcos, de 13 años,
está hospitalizado en Toluca; en Zumpango le contaron que está su cuñado
Silvino; a Edmundo Acosta lo están buscando. No saben dónde está ni cómo
identificar su cuerpo.
“De varias partes de nuestras familias hubo afectados. Todos son buenas
personas, sólo fue un ratito de mala suerte”, dice. “A lo mejor por curiosos
fueron a encontrar un accidente.”
Marcos cuenta que en su comunidad la mayoría se dedica al campo. Pocos a la
industria. Se siente indignado.
“El que abrió esa fuga, ¿cuántas personas accidentadas no carga en su
consciencia? No se vale que paguen justos por pecadores. A lo mejor y los
que hicieron esto andan por ahí tranquilamente”, reflexiona.
Durante varias horas, Marcos y Teresa pasan del patio de espera al mostrador
donde la gente con más urgencia de información espera de pie y donde, de
tanto en tanto, se escucha una bocina que vocea: “familiar de…” y el nombre
del paciente.
Poco después de mediodía Teresa se comunica por teléfono con la persona que
acompaña a su esposo. Le dice que esté atenta porque lo van a trasladar a
Magdalena de las Salinas y quizá necesiten ayudar con la camilla. Entonces
se entera de que Rafael no está en el hospital de Lomas Verdes, sino en el
de Villa Coapa, al otro lado de la ciudad.
* * *
Las cifras de víctimas fatales y de heridos aumentan cada hora. Al cierre de
esta nota se calculan más de 90 muertes. Entre los cuerpos calcinados hay 54
que no se han podido identificar y requerirán pruebas genéticas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que la prioridad, por el
momento, es salvar vidas. Por eso, dice, el secretario de Salud, Jorge
Alcocer, y el director del IMSS, Germán Martínez, recorren temprano los
hospitales donde se encuentran los pacientes con quemaduras más graves.
El propio López Obrador suspendió su gira de trabajo de este fin de semana
en los estados de Jalisco y Guanajuato, y regresó de Aguascalientes para
atender la emergencia. Llegó a la medianoche del viernes a Tlahuelilpan y a
las 7 de la mañana de este sábado ya estaba en conferencia de prensa
acompañado del gabinete y del gobernador de Hidalgo, el priista Omar Fayad,
quien a cada oportunidad se desvive en agradecimientos al gobierno federal.
El presidente convoca a conferencias extraordinarias y dedica a los
reporteros largas reflexiones sobre las causas de la tragedia. Anuncia que
durante la semana visitará comunidades donde la gente ha hecho del robo de
combustible su modo de vida (conocidos como “huachicoleros”) y pide a los
pobladores de Tlahuelilpan que cooperen con las investigaciones sobre las
causas de la explosión.
“Pido a la gente de Hidalgo, inclusive a los que participaron (en el robo de
ducto), que nos ayuden y den su versión, no sólo de lo que sucedió el día de
ayer, sino el porqué de esta actitud”, dice el presidente, mientras pide
mostrar videos de pobladores sacando combustible de los ductos masivamente.
“Estamos ante una situación que se soslayó durante mucho tiempo y por eso es
importante saber: ¿cómo se da esta práctica en lo comunitario? ¿Quién lleva
a cabo la perforación del ducto? ¿Cuándo se sabe que hay una fuga? ¿Quién
convoca? ¿Quién llama? ¿Cómo acude tanta gente? ¿Por qué los recipientes?
¿Qué se hace con ese combustible? ¿Se utiliza para consumo o se vende? ¿Cómo
se vende? ¿Quiénes compran? Reconstruir la historia. Eso es lo que tenemos
que hacer”.
El fiscal general, Alejandro Gertz Manero, refuerza el llamado: “No debemos
criminalizar a toda una población, pero esa población tiene la obligación
moral, como la tenemos nosotros, de proteger a sus hijos, de proteger a su
medio y de protegernos a todos los mexicanos”.
En el corte informativo de la tarde adelanta que una posible causa de la
explosión fue la fricción de la ropa de cientos de personas con el
combustible.
Una reportera pregunta lo que ha estado en el centro del pensamiento de
muchos en las últimas horas:
–¿Se puede pensar en sabotaje?
–No descartamos nada –responde el presidente, antes de asegurar, por enésima
ocasión, que no cambiará su estrategia contra el robo de combustibles–.
Claro que va a seguir el plan, lamento mucho lo sucedido, me duele, pero
tienen que cambiar estas cosas.
* * *
En un día normal, el ducto Tuxpan-Tula transporta 70 mil barriles de
combustible a una presión de 20 kilogramos. Es un ducto estratégico para la
distribución de combustibles en el país, porque surte con gasolinas (o con
componentes para la gasolina) la Refinería de Tula, en Hidalgo, y desde ahí
se envía a Salamanca, León, Irapuato, Guadalajara y Morelia. Es decir, todo
el Bajío industrial.
El ducto había suspendido operaciones desde el 23 de diciembre, cuando
inició la estrategia del gobierno federal contra el robo de combustibles.
Pero el 16 de enero a las 5 de la tarde inició un proceso de “empaque”, que
básicamente consiste en llenar el tubo con producto (en este caso gasolina
Premium) y bombearlo para que pueda reiniciar operaciones. Es decir, después
de tres semanas cerrado se preparaba para comenzar a operar. El director de
Pemex, Octavio Romero, explica que al detectarse una baja de presión en un
ducto (por una toma clandestina o por otra razón) se activa un protocolo de
seguridad que consiste en suspender la operación, cerrar y seccionar las
válvulas. La presión baja de 20 a 5-6 kilogramos. Pero el lugar donde
ocurrió la explosión está a 13 kilómetros de la Refinería de Tula, por lo
que el tubo tenía unos 10 mil barriles de gasolina. Por eso, dice, fue tan
difícil apagar el incendio. Romero desliza otro dato que dimensiona el
problema: en el municipio de Tlahuelilpan se han abierto 10 tomas
clandestinas en los últimos tres meses.
* * *
El secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, explicó en
conferencia de prensa que a lo largo del ducto cada 20 kilómetros hay 50
hombres recorriendo los tubos las 24 horas del día. Pero en una situación
desbordada como la de Tlahuelilpan, la única forma de detener a la turba
hubiera sido usando armas.
“Es sumamente difícil poder contener con 25 hombres a 600, 800 personas. No
puede haber un esfuerzo para buscar detenerlos, nunca lo van a lograr, y más
si los pobladores están convencidos de ir por el producto.Entonces es mejor
evitar esa confrontación.”
Doce horas más tarde, el rostro del funcionario apenas emitirá un gesto
satisfecho cuando, a pregunta expresa, el presidente insista: “Nosotros no
vamos a reprimir, no vamos a combatir el mal con el mal. El Ejército actuó
bien”.
* * *
Encontrar un pedazo de banqueta, la sombra de un árbol. Contar monedas y
hacer la cuenta sobre lo que le falta al día. El hambre la apaleas con café
y frituras. Contar los cigarros y decirte a ti mismo: “pero qué pendejo”,
“todo por una pinche garrafita”, “pero si ya te ibas”.
No has dormido y no tienes sueño, lo único que quisieras es darte un baño y
ver a tu hermano; ver que no está tan mal, que él la alcanzó a librar, que
no es tan “pendejo”.
Pero ves el puesto de periódico frente al hospital y la portada de los
periódicos te desalienta. Todos tienen en la imagen de la flama que incendió
el cielo de Tlahuelilpan. “Estalla ducto en plena ordeña”, “Infierno en dos
ductos de Pemex”, “¡Gasolinazo!”, “¡Huachipum!”, ¡Huachinga su ma..!”. Hoy,
los titulares no dan risa.
En algunos hay fotos de cuerpos quemados. Así quedó tu hermano, pero él
sobrevivió. ¡Qué suerte! Aunque quién sabe, quizá en la explosión lo dejó
ciego, o los pulmones se le quemaron como papel por el calor. Quién sabe
realmente qué quedó de él. Por algo lo trajeron a la ciudad de México, aquí
trajeron a los heridos más graves por la explosión. La piel se cura pero
deja cicatrices.
Esperas a que te dejen pasar, para ver si ya despertó. Para que un doctor te
diga que todo va bien, aunque en el fondo sabes que falta mucho para que eso
sea cierto.
Los camilleros del hospital reciben a los heridos que llegan en helicóptero.
Los bajan en camillas y respiradores artificiales. El cuerpo lleno de gasas,
sin pelo. Y tú miras esos bultos de carne y piensas en lo difícil que será
la recuperación.
“Aquí me tienes.”
* Daniela Pastrana, periodista independiente, especializada en derechos
humanos, movimientos ciudadanos y política social. Escribe para IPS (Inter
Press Service) sobre la situación de los derechos humanos en el contexto de
la narco-guerra mexicana. Trabajó en los diarios mexicanos Reforma, La
Jornada y El Centro.
María Fernanda Ruiz, periodista, aficionada a la fotografía. Fan de la
necesidad de hacer cine documental. Nativa de tierras donde “siempre hay
primavera” y crecen guayabas y buganvilias.
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