Brasil/ Brumadinho. Crimen continuado [Guilherme Weimann/Marcelo Aguilar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Mar 9 11:20:56 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

9 de marzo 2019

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Brasil

 

Brumadinho

 

Crimen continuado 

 

Las historias se mezclan y las pesadillas no acaban. A tres años del
desastre de Mariana, otro dique devasta Minas Gerais, en Brasil. La mina
Córrego do Feijão reventó y entre muertos y desaparecidos ya hay más de
trescientas personas. Las víctimas son otras, pero los responsables son los
mismos: la minera Vale –una de las más poderosas del mundo– y un modelo
minero-energético en el que vidas como las que pueblan estas líneas parecen
no valer nada frente a la desaforada sed de lucro.

 

Guilherme Weimann/Marcelo Aguilar, desde San Pablo

Brecha, 8-3-2019

https://brecha.com.uy/

 

“Era como si el mundo se estuviese acabando. Yo sé que nadie escuchó el
mundo acabándose, pero esa fue la sensación que tuvimos. Fue mucho ruido y
mucho polvo”, dice Renato. Sus palabras podrían haber sido pronunciadas por
algún habitante de Brumadinho, pequeño municipio del estado de Minas Gerais,
afectado por la ruptura del dique de desechos de minería el 25 de enero de
este año. Pero en realidad estas fueron palabras de Renato José Martins en
diciembre de 2015, un mes después de que Bento Rodrigues, pueblo en el que
vivía, fuera destruido por el barro de la Barragem de Fundão, en Mariana,
también en Minas Gerais.

 

Y no son apenas los relatos los que se aproximan. Las dos rupturas,
separadas por tres años y dos meses, presentan diversas semejanzas que
revelan un modelo de minería presente en prácticamente todo el territorio de
Brasil. Y como principal actor de estos dos crímenes está Vale SA, una de
las mayores empresas de minería del mundo.

 

En el caso de Mariana, que mató 19 personas y contaminó toda la cuenca
hidrográfica del Rio Doce hasta llegar al mar, Vale divide responsabilidades
con la minera angloaustraliana Bhp Billiton, con la que juntas crearon otra
empresa llamada Samarco. Ya en Brumadinho, en la mina de Córrego do Feijão,
la minera transnacional de origen brasileño es la única propietaria, y
consecuentemente responde sola por el tsunami de barro que hasta el momento
dejó 310 víctimas entre personas muertas y desaparecidas, según los datos de
la Defensa Civil.

 

Parte de esa estadística, actualizada diariamente por los bomberos de Minas
Gerais, tiene un significado mucho más profundo para Carmen Vicentina
Barbosa. Vecina de 74 años, nacida y criada en Córrego do Feijão, poblado
rural perteneciente a Brumadinho, ya jubilada, rememora los momentos de
pánico enseguida del rompimiento: “Yo estaba sola acá en casa viendo el
informativo. Ahí empezaron a golpearse demasiado los vidrios, parecía que se
rompían. Y yo pensé que acá nunca había habido temblores de tierra: ‘¿Será
que ahora estará temblando?’. Fue horrible, ¿sabés? Miré el estante y estaba
todo impecable. Fue ahí que supe que no era temblor de tierra”. Cuando el
reloj marcaba las 12.30 del 25 de enero de 2019, un viernes, un estruendo
avasallante dio inicio a un tsunami que derramó en pocos minutos 13 millones
de metros cúbicos de desechos mineros de hierro sobre la comunidad.

 

“Mi vecina me vino a buscar: ‘Vamos a correr para arriba que la presa
reventó’. Ahí me fui para arriba, a la casa de mi hijo. Si no me iba, me
agarraba, porque fue todo muy rápido lo que ocurrió ese día y yo estaba sola
acá en casa”, recuerda. A partir de ese instante, Carmen pasó a vivir de
esperanza y desilusión. Eso porque hasta hoy su nieto está entre los
desaparecidos: “Perdimos a varias personas allá adentro. Mi nieto está
dentro del barro. Mis sobrinos también. Y muchos conocidos también, que se
criaron acá con nosotros. Está todo ahí adentro de ese barro”.

 

Drama parecido está viviendo Wilson Francelino Caetano, de 64 años, que vive
en la ciudad de Pará de Minas. Wilson realiza diariamente el camino de 100
quilómetros que separan su casa del centro comunitario de Córrego do Feijão
para esperar noticias de su hijo desaparecido. “No tenemos información
alguna. Hace 12 días que estoy esperando por algún resultado, para encontrar
mi hijo, pero nadie de la Vale vino a buscarme para decirme ‘su hijo está
aquí’”, dice Wilson, y cuenta que los de Vale conversan con él para ver si
está bien. “¿Pero cómo voy a estar bien si perdí a mi hijo?”, pregunta con
mirada firme.

 

Su hijo, que se llamaba Luiz Paulo Caetano, tenía 31 años y trabajaba como
mecánico para la minera. Recién se había casado y la empresa lo llamó para
arreglar una máquina justo el viernes del desastre: “Lo enterraron en el
barro, él está allá. Pero nadie me da noticias. Él vino a trabajar, no a
morir. Hacía pocos días que se había casado, tenía su esposa, su casa, y
ellos se lo arrancaron todo. Y para completar me lo están sacando a mí. Yo
vengo para acá todo el santo día para esperar si alguien viene a
reconfortarme: ‘encontraron a tu hijo’. Aunque sea un pedazo de él, lo
quiero de nuevo. Quiero enterrar a mi hijo”.

 

Sobre los motivos del rompimiento, Wilson es enfático al responsabilizar a
los directores de Vale, en especial el presidente de la empresa, Fabio
Schvartsman: (1) “Yo quisiera saber si el presidente de la Vale querría que
su hijo estuviese ahí dentro, o su esposa. O que su sobrino estuviera ahí
dentro. No, él no los puso ahí para morir. Mató a los hijos de los otros.
Todo por ganancia, de un infeliz que no supo tener el control de lo que
estaba haciendo. Sólo quería dinero y más nada. Sólo dólares es lo que él
quiere. A ellos no les importaba la cantidad de vidas que se iban a perder”.

 

Criminal

 

En la primera sesión de la comisión externa creada por la Cámara de
Diputados para investigar las causas del crimen, sólo una persona se quedó
sentada durante el minuto de silencio en homenaje a las víctimas: Fabio
Schvartsman. La foto sembró desprecio e indignación. Pero había más. “Vale
es una empresa extraordinaria. Es una de las mejores, sino la mejor empresa
que conocí en mi vida. Es una joya brasileña que no puede ser condenada por
un accidente que ocurrió en uno de sus diques, por más grande que haya sido
la tragedia”, dijo con desparpajo el empresario.

 

Uno de los diputados por Minas Gerais, André Janones, del partido de
centro-derecha Avante, se indignó: “Lo que el pueblo brasileño dice hoy es
que ustedes son unos bandidos, asesinos, que deberían estar presos. Usted
dijo que no sabe lo que pasó, pero eso está muy claro. Usted representa una
empresa que busca el lucro por encima de todo. Ustedes colocaron los números
en el papel, y vieron que valía la pena matar a todas esas personas, que en
la óptica de ustedes no valían nada”. Y en tono alto remató: “Ustedes reinan
en el país de la impunidad. Pero vamos a ir hasta las últimas instancias
para que esta sea la última vez que estén aquí sin esposas, tratados como
autoridades y no como bandidos, que es lo que realmente son”.

 

Lo del país de la impunidad resulta evidente a la vista de lo que ha
ocurrido hasta hoy en el crimen de Mariana. A tres años del desastre no hay
ningún condenado. En total, entre personas físicas y jurídicas, son 26 los
denunciados por el Ministerio Público Federal, en un proceso que está en la
justicia de Ponte Nova (Minas Gerais) desde noviembre de 2016. Las mineras
Samarco, Vale y Bhp Billiton responden por siete crímenes contra el ambiente
que incluyen polución calificada contra flora y fauna y falsa declaración de
estabilidad del dique. En este aspecto, la empresa Vogbr y su ingeniero
Samuel Loures responden por emisión de laudo ambiental engañoso. Las 21
personas físicas, además de responder por algunos de estos delitos de las
empresas, son objeto de investigación por homicidio doloso calificado, por
medio insidioso o cruel, calificación que vuelve imposible la intervención
de la defensa de las víctimas. Las esposas en las manos de los empresarios
resultan bastante más difíciles de visualizar.

 

La respuesta del también diputado federal electo en Minas Gerais por el
Partido de los Trabajadores, Rogerio Correa, fue: “Nadie está preso después
del crimen de Mariana, que prácticamente mató el Rio Doce. La Vale es
criminal. Es impresionante cómo el presidente de la empresa continúa como
una estrella de cine, hablando en la televisión como si fuese un artista,
sobre lo que hará a partir de ahora. Ese sujeto, ese sí, ya debería estar
preso preventivamente para no borrar las pruebas del crimen que Vale
cometió”.

 

Para Correa, la principal causa de desastres como los que ocurrieron en
Mariana y Brumadinho es la privatización del sector: “La privatización del
sector minero fue un suicidio. Actualmente no tenemos más empresas que se
preocupen estratégicamente por el país. ¿Qué es lo que quiere Vale? Exportar
hierro. Entonces hace las presas más baratas, extrae lo más que puede y
vende. No industrializa el país, sólo exporta. Y así Brasil no se piensa
estratégicamente”.

 

Surgida en Minas Gerais en el año 1942 como Compañía Vale do Rio Doce
(Cvrd), pasó a llamarse Vale a secas por una decisión de 2007 que según la
empresa “tuvo en cuenta la ‘brasilidad’, la fuerza, la simplicidad y la
sonoridad del nombre Vale, que será usado en ocho idiomas”. La medida tuvo
algo de profético: en 2015 la ruptura de la presa de Mariana devastó el río
antes invocado. La empresa fue estatal hasta 1997. La vendió el gobierno de
Fernando Henrique Cardoso a empresarios brasileños por valor de 3.300
millones de reales. En la época, solamente sus reservas minerales eran
estimadas en más de 100.000 millones de reales por especialistas del área.
En contrapartida, al año siguiente de la privatización, los dueños ya habían
obtenido un lucro líquido de 1.000 millones de reales. Cometidos en la
región en la que nació, creció y hasta hoy domina, los crímenes de la Vale
tienen rasgos de parricidio.

 

Y si trabajo, me matan

 

La presa de la mina Córrego do Feijão estaba localizada justo encima del
comedor de los trabajadores que, de acuerdo con Vale, sumaban 613 directos y
28 tercerizados, divididos en tres turnos de las 24 horas de cada uno de los
siete días de la semana. Entretanto, esos números son cuestionados por el
Sindicato de los Trabajadores de la Industria de la Construcción Pesada de
Minas Gerais (Siticop-MG), que estima en 500 el número de trabajadores
tercerizados en la mina.

 

Uno de esos trabajadores es Celso Henrique Oliveira, de 20 años, que vive en
Córrego do Feijão desde los 3. Cara de pibe de barrio, trabajaba para
Brasalitas, una tercerizada que se encargaba de la limpieza de los vagones
de la Mrs, otra empresa tercerizada responsable del transporte de la carga
de Vale. Se salvó del barro porque la ruptura ocurrió fuera de su turno de
trabajo, pero perdió dos amigos: “Uno era maniobrador y el otro maquinista,
éramos amigos e infelizmente fallecieron. Es complicado porque la gente de
Vale, por lo visto, no quiso alertar a nadie. El ‘Ceará’ (apodo popular para
los que vienen de aquel estado del nordeste brasileño) y yo habríamos
empezado a laburar a las 20.40, cambiábamos de turno con Claudio y el Levi.
Infelizmente Claudio falleció, y el Levi hasta ahora está desaparecido y no
tenemos noticias de él”.

 

El dolor de la pérdida se mezcla con la rabia cuando el joven comenta sobre
su sospecha de que los altos funcionarios de la minera sabían de las
posibilidades de ruptura: “Yo vi que había una lona azul allá al pie de la
presa, y traté de saber si había alguna pérdida o algo, pero nadie me dijo
nada. Le pregunté a un funcionario de Vale, que era mi amigo, y me dijo que
era sólo un trabajo que estaban haciendo, pero que no era una pérdida. Por
eso creo que ni él sabía, incluso con acceso a todas las áreas. Creo que los
jefes lo quisieron esconder”. A pesar de la indignación, Celso querría
retornar al trabajo un día: “A mí me gustaría trabajar dentro del área,
porque me gustaba mi profesión. Además porque ese negocio de quedarse al
pedo no funciona. Tenemos que correr atrás de conquistar los sueños que
tenemos”. Sin embargo, con una condición: “Lo que ellos no pueden hacer es
volver a hacer una presa como esa, con agua. Si así fuera, yo me cambio de
profesión y no piso nunca más ahí adentro”. Celso y otros funcionarios de
Brasanitas que trabajaban en la mina tomaron una licencia colectiva de tres
meses, pero todavía no tuvieron ninguna garantía de la empresa ni de Vale
sobre la continuidad del trabajo.

 

Una decisión firmada este 24 de febrero por el juez, Ordenisio Cesar dos
Santos (Juzgado Laboral de Quinto Turno de Betim, Minas Gerais) determina la
expedición inmediata de un oficio para detener los frentes de trabajo
afectados por el rompimiento de la presa en la mina Córrego do Feijão. Con
esto, de acuerdo al artículo 161 de la Consolidación de las leyes de
trabajo, (2) evocado por el juez, los trabajadores deberán recibir
integralmente los salarios durante el tiempo en que dure la interrupción.

 

En la decisión, el magistrado afirma que “estamos frente a la mayor tragedia
socioambiental, y el mayor accidente de trabajo de la historia de Brasil
desde el punto de vista de las pérdidas humanas”, y que “las consecuencias
de la tragedia en la vida y en la salud física y mental de los familiares de
los trabajadores muertos y de los trabajadores que por suerte sobrevivieron
a la tragedia son inestimables, exponenciales y continuadas”. El argumento
se basa en una investigación citada por el Ministerio Público del Trabajo
acerca del otro “gravísimo accidente”: el rompimiento de la mina de Fundão,
en Mariana, también controlada por Vale. En esta línea, “depresión, consumo
excesivo de drogas e ideas suicidas están entre los síntomas esperados en
familiares, amigos y colegas de trabajo de las víctimas de la tragedia de
Brumadinho”.

 

En Samarco hubo un plan de dimisión voluntaria que desvinculó a 600
trabajadores directos de la empresa. Además, de acuerdo al sindicato, hubo
aproximadamente 700 trabajadores tercerizados que perdieron su fuente de
trabajo.

 

Por todo lo que perdí 

 

“Nosotros seguimos durmiendo acá después del rompimiento. Pasan los
helicópteros, las paredes tiemblan y todas esas cosas. Yo le fui avisando al
personal que el techo de mi casa se estaba cayendo. Ahí ellos me respondían
que iban a ver. Y no nos sacaron de acá. Hasta que llegó una mañana en la
que estaba durmiendo en otro cuarto y escuché un ruido. Cuando miré, las
tejas se me estaban volando. Mi sobrino y yo salimos corriendo, no pudimos
agarrar nada”,cuenta en medio de lo que le quedó de la casa Cleiton Cândido
da Silva, de 38 años, con la gorra apuntando hacia arriba, y una cinta negra
de luto abrochada en el pecho de la camiseta amarilla sin mangas que viste.

 

A su casa se le voló el techo por estar localizada al lado del pasto de la
iglesia que se convirtió en punto de apoyo de los equipos de rescate de
Córrego do Feijão, área castigada por el viento de los rasantes vuelos de
los helicópteros que llevan a los bomberos a las áreas afectadas por el
lodo. Por eso, Cleiton se tuvo que mudar a una casa alquilada y hasta el
momento no ha tenido respuestas sobre su futuro. Nacido y criado en la
comunidad, vivió gran parte de su vida allí, pero ahora se divide hace
algunos años con la cercana ciudad de Itabirito (Minas Gerais), donde vive
con su familia y trabaja como mecánico en la empresa Herculano Minería.
Cuando recibió la noticia del rompimiento de la presa corrió para su
comunidad a buscar noticias de parientes y amigos. “Lo que pasó fue un
crimen, eso es una tentativa de homicidio. Por más que yo no trabajase más
allá adentro, podría estar pasando por algún lugar acá cerca y haber muerto.
¿Pero qué decir? ¿Cómo te vas a meter con una empresa grande de esas? Si
ellos hicieron esto con tanta gente, ¿no lo harían con una persona como
yo?”, afirma y se pregunta Cleiton.

 

Desde el 25 de enero, los habitantes de la región conviven con el ruido y
una cantidad anormal de personas en el tranquilo poblado que tenía 500
habitantes antes del desastre. Pero para Cleiton ese no es el problema: “Yo
me quedo pensando cómo será después de que acabe todo, después de que se
acabe el ruido y venga el silencio. ¿Cómo quedará la psiquis de las
personas? Muchos precisarán de cuidado especial. Y es ahí que nos va a caer
la ficha. Porque ahora hay movimiento para acá y para allá. Pero cuando
venga el silencio, es ahí que va a ser duro. Cuando se den cuenta de los
estragos que han hecho por ahí. En cualquier lugar de la región por el que
andes vas a  encontrar marcas de alguna cosa. Todo te hará recordar de
nuevo. Y ese será el problema: cuando venga el silencio”. 

 

Notas

 

1.El domingo O Globo informó que Schvartsman ha sido sustituido por Eduardo
de Salles Bartolomeo en la presidencia de la firma. Este último ya estaba
vinculado a la minera, pero era más conocido por su largo desempeñó en la
dirección de Ambev, empresa que controla las cerveceras uruguayas. La cifra
oficial de muertos llegó a 186 y la de desplazados a 25 mil.

2.Un conjunto de leyes surgido en el primer período de gobierno de Getúlio
Vargas (1930-1934).

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