Siria/ El incierto destino de los niños del ISIS [Natalia Sancha]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mar 31 13:16:12 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

1° de abril 2019

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Siria

 

El incierto destino de los niños del ISIS

 

En un hospital próximo a la zona donde el califato se apaga, 75 bebés, hijos
de yihadistas muertos o confinados en campos de desplazados, luchan por
sobrevivir.

 

Natalia Sancha, Busayrah, Siria    

El País, 31-3-2019

https://elpais.com/internacional/

 

“Cuidad de mis hijos porque, aunque yo muera, ellos son las semillas del
califato”, fueron las palabras que una yihadista dirigió a la enfermera
jefe. Lo hizo señalando las cunas en las que 75 niños nacidos de
combatientes del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) luchan por
sobrevivir en un hospital kurdo del noreste de Siria. Son los bebés nacidos
en el reducto del califato, el poblacho de Baguz donde tuvo lugar la última
batalla librada contra el ISIS por las milicias kurdo-árabes, en el desierto
sirio y fronterizo con Irak. De rasgos asiáticos, africanos o europeos, han
sido evacuados desde los campos de acogida para miembros del ISIS donde
están ahora sus madres, procedentes de todo el mundo que respondieron a la
llamada del líder de Estado Islámico, Abubakr al Bagdadi, para que poblaran
el nuevo territorio. Algunos son huérfanos, pero otros han sido ingresados
en este hospital al que vienen a visitarles sus madres, cautivas en los
campos de acogida.

 

Casi ninguno de estos bebés tiene más de tres años; todos aparentan tener
pocos meses. Estigmatizados por ser descendientes del ISIS, su mera
existencia plantea un reto para los países de origen de sus padres. Hay
países que han optado por repatriar a los huérfanos o permitir el retorno y
otros no se hacen cargo de unos niños que, desde las cunas, no lanzan
proclamas yihadistas sino roncas respiraciones, sonoras toses y
escalofriantes llantos.

 

Docenas de pares de ojos sobresalen de unas amarillentas caras con cabezas
rapadas, algunas con puntos de sutura, otras, quemadas. Esas cicatrices son
las únicas marcas que se atisban en estos pequeños que han sobrevivido a una
guerra. En la cuna que preside la sala, tres bebés permanecen sentados, los
ojos bien abiertos, inmóviles, en silencio pero en alerta. No lloran, no
gimen, no reaccionan a carantoñas. Los niños, con huesudos brazos, se
debaten entre la vida y la muerte con una vía conectada. Como lo hicieran,
sin éxito, los 123 bebés muertos desde diciembre en esta zona por
desnutrición, hipotermia o problemas respiratorios.

 

Maya es el seudónimo que elige esta enfermera a cargo de un equipo de 12
cuidadoras y otras tres sanitarias, porque aún temen al ISIS. “Se han
escapado muchos yihadistas de los campos y tememos que vengan aquí en busca
de venganza por los niños fallecidos”, relatan solicitando no mencionar el
nombre del centro hospitalario. Una mujer, que asegura llamarse Meriam el
Alí y ser noruega de origen somalí, entra en el cuarto. Detrás del niqab y
en un inglés fluido, una desafiante voz exige cuidados para su sobrino, un
bebé de aspecto triste y largas pestañas. La mirada de desprecio que le
brindan las cuidadoras es intensísima. “Hacemos un sobresfuerzo para
mantener a decenas de miles de personas del ISIS en los campos y prisiones
con unos recursos limitados y haciendo frente a nuestros propios heridos, la
rehabilitación de las infraestructuras y el coste de la guerra”, protesta un
oficial de las fuerzas de seguridad kurdas. “Lo que pedimos es que sus
países de origen se hagan cargo”, acota.

 

“Cualquiera que sea el crimen que han cometido sus padres, los más de 3.500
niños extranjeros que languidecen en los diferentes campos del noreste de
Siria son claramente víctimas inocentes del conflicto y deberían ser
repatriados a sus países de origen para garantizar su seguridad y
bienestar”, apunta en un correo electrónico Paul Donohoe, portavoz de la ONG
Comité Internacional de Rescate (CIR) que trabaja en los campos de acogida
en el noreste de Siria. “Ya hemos sobrepasado las 75.000 personas”, asevera
al teléfono un empleado del centro de acogida de Al Hol. La ONG Save The
Children eleva a 40.000 el número de menores en ese campo; de ellos 250 no
acompañados, según el CIR.

 

Minúsculos brazaletes azules o rosas identifican el sexo de los bebés y en
ellos garabatean sus nombres. En la cuna número 15, tan solo se lee mahjul,
desconocido en árabe. “Hay al menos una veintena de huérfanos en las dos
salas”, calcula Maya. De todos ellos, el bebé sin nombre es el único que
logra esbozar una sonrisa.

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