México/ Sucede en Ciudad Juárez. Militarización, maquilas y antiinmigración [Mateo Crossa/Nina Ebner]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Nov 8 15:42:45 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

8 de noviembre 2019

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México

 

Esto sucede en Ciudad Juárez

 

Militarización, maquilas y antiinmigración 

 

En Ciudad Juárez se ha hecho evidente la tríada que somete a México: esa en
la que se articulan las políticas antimigrantes, la militarización de la
frontera con Estados Unidos y el crecimiento de un ejército industrial con
salarios baratos para la maquila.

 

Mateo Crossa/Nina Ebner *

Nueva Sociedad, octubre 2019

https://nuso.org/

 

El 5 de agosto de 2019, el gobierno federal mexicano y la asociación
empresarial de maquiladoras INDEX inauguraron el centro de migrantes Leona
Vicario en Ciudad Juárez. Ubicado en una antigua maquiladora de esta ciudad,
el centro es el primero de varios que se abrirán a lo largo de la frontera
norte de México para apoyar a individuos y familias que han sido devueltas
por Estados Unidos a México para presentar sus solicitudes de asilo bajo el
programa «Permanece en México» de la administración Trump. Las políticas de
este programa han convertido las ciudades fronterizas mexicanas en una
virtual «sala de espera» para miles de migrantes que buscan entrar Estados
Unidos. Según los comunicados de prensa del gobierno, el nuevo centro
conectará de manera más eficiente a estos migrantes, principalmente de
países centroamericanos como El Salvador, Honduras y Guatemala, con algunas
de las casi 50.000 vacantes en el sector maquilador a lo largo de la
frontera norte de México.

 

Los programas federales como este, diseñados para integrar una fuerza de
trabajo migrante en el mercado laboral fronterizo de la industria
maquiladora, deben analizarse en relación con las políticas antimigrantes
actualmente promovidas por los gobiernos de Trump y López Obrador en el
contexto de la nueva agenda comercial impulsada por la renegociación del
tratado de libre comercio estadounidense llamado T-MEC. Visto desde esta
óptica, es posible argumentar que, en lugar de estar frente a esfuerzos para
lograr significativos aumentos salariales de trabajadores de la maquila y
fomentar el bienestar del trabajo, la conjura entre la política antimigrante
y la integración de fuerza de trabajo migrante a las maquilas evidencian un
nuevo esfuerzo entre los gobiernos de Estados Unidos y México para
profundizar la precariedad laboral a lo largo de la frontera entre ambos
países. 

 

La vinculación tríadica que podemos observar en la actualidad, donde se
articulan las políticas antimigrantes, la militarización de la frontera
entre Estados Unidos y México y el crecimiento de un ejército industrial con
salarios baratos para la maquila, no es algo nuevo en esta zona del mundo.
Históricamente, la «competitividad global» de esta región industrial se ha
sustentado sobre la base de la criminalización y vulneración de la migración
como fuente fundamental en la creación de un mercado laboral precario para
la industria maquiladora, de manera que la guerra contra la migración que
podemos observar hoy en esta frontera de más de 3 mil kilómetros es tan sólo
un nuevo giro de tuerca para apretar el mismo tornillo.

 

«México exporta bienes, no personas»

 

El primer momento en el cual se vinculó el desarrollo de la industria
maquiladora y la generación de un ejército industrial por medio de políticas
antimigrantes fue en la década de los años 60, cuando se daba inicio a esta
industria de exportación. El desarrollo industrial del norte de México en la
década de 1960 convirtió a ciudades fronterizas como Ciudad Juárez y Tijuana
en centros industriales maquiladores para la exportación. En sus primeros
días, la maquiladora fue enunciada bajo el Programa de Industrialización
Fronteriza, como un mecanismo para emplear a los millones de ex braceros sin
trabajo que fueron devueltos a México cuando se canceló el Programa Bracero
en 1964. En realidad, estos empleos industriales precarios fueron cubiertos
por miles de mujeres jóvenes, que migraron en masa desde comunidades rurales
de los estados fronterizos del norte de México. Este desarrollo industrial
temprano de la frontera norte de México que dependió del trabajo de los
migrantes mexicanos rurales, también estuvo acompañado por políticas
estadounidenses que resultaron en la restricción, control y criminalización
de los flujos migratorios desde México y América Latina hacia Estados
Unidos. En ese escenario destacó la Operación Intercepción en 1969, durante
el periodo presidencial de Nixon, que aumentó el personal de las fuerzas de
seguridad a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México
enmarcándose como un ejemplo temprano de la militarización fronteriza. Si
bien no impidieron que los migrantes mexicanos cruzaran a los Estados Unidos
en busca de trabajo, esta política de militarización sirvió para aumentar la
condición vulnerable, y bajar el valor de su trabajo, de los trabajadores
mexicanos en ambos lados de la frontera. En otras palabras, la industria
maquiladora nació bajo la egida de una política animigrante que buscó
criminalizar a la fuerza de trabajo migrante con el fin de perpetuar la
condición de inseguridad en el mercado laboral y profundizar la precariedad
salarial con el fin último de mantener «competitiva» a la industria de
exportación en esta región.

 

El segundo momento fundamental en esta configuración fue el de la firma del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en la década de los
años 90, cuyas bases ampliaron la viabilidad de la industria maquiladora en
todo el país. Para el año 2000, la maquila generaría el 48% de las
exportaciones del país. Más importante aún, sirvió para profundizar las
relaciones económicas y políticas de desigualdad y asimetría entre México y
los Estados Unidos. Como ha sido documentado, el TLCAN, lejos de ser un
acuerdo comercial, más bien se trató de un proyecto de protección de la
inversión extranjera para que las grandes corporaciones estadounidenses
pudieran ampliar el control sobre el territorio y la fuerza de trabajo
mexicana. Mientras esta política impulsaba la apertura al flujo de bienes,
restringía la movilidad de los trabajares. Así lo afirmó contundentemente el
expresidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, quien opinó que el
objetivo de implementar el TLCAN era «exportar bienes y no personas».

 

Como en sus primeros días, la competitividad de la maquiladora bajo la
arquitectura del TLCAN continuó enraizada en la centralidad de los bajos
costos de mano de obra y atracción de fuerza de trabajo migrante. Entre los
muchos resultados desastrosos que generó el TLCAN en México, destaca el
abandonó estatal al incentivo de la producción agrícola y la ampliación del
despojo territorial de las comunidades campesinas e indígenas en beneficio
de las empresas trasnacionales. Como resultado, se produjo una masiva
migración de comunidades rurales de los estados del sur, como Oaxaca,
Chiapas, Puebla y Veracruz, para buscar trabajo en las maquiladoras de las
ciudades del norte, o para llegar a los Estados Unidos. El gobierno de los
Estados Unidos respondió a este aumento del flujo de migrantes desarrollando
reformas restrictivas de inmigración como la Ley de Reforma de Inmigración
Ilegal y Responsabilidad de Inmigrantes, que criminalizaba aún más a los
migrantes. Igual, profundizaba la militarización fronteriza, iniciando la
construcción del muro fronterizo en la división entre Tijuana y San Diego, y
se aplicó la Operation Gatekeeper, una iniciativa que amplió las inversiones
en tecnologías de seguridad e intelegencia así como el número de agentes de
la patrulla fronteriza desplegados para frenar coercitivamente los flujos de
migración Al igual que en décadas anteriores, estas políticas tuvieron poco
efecto en la reducción de la migración a los Estados Unidos, en cambio solo
aumentaron la vulnerabilidad de los migrantes.

 

La vulnerabilidad de la fuerza de trabajo migrante 

 

Con la implementación actual de nuevas políticas y prácticas que
criminalizan y militarizan aún más a los migrantes y a las comunidades
fronterizas, es posible afirmar que estamos presenciando señales de un
tercer momento histórico en la articulación entre políticas antimigrantes,
militarización de la frontera y ampliación del ejército industrial de
reserva para la maquila. Coincidentemente, esta ofensiva contra migrantes
ocurreen el marco de una nueva agenda estadounidense de libre comercio bajo
las siglas del T-MEC que en esencia apuesta a redoblar el control que las
corporaciones estadounidenses tienen sobre el territorio y la fuerza de
trabajo mexicana. Por tanto, lejos de cualquier discurso triunfalista que
coloque a la inversión extranjera y a la industria maquiladora como una
palanca de desarrollo y escalamiento industrial, lo que estamos presenciando
es la profundización de un modelo en el que la precariedad laboral continúa
apuntalando la competitividad exportadora de la economía mexicana. 

 

La intención, según López Obrador, «es organizar los flujos migratorios y
proporcionar opciones de empleo alternativas, al mismo tiempo que mantener
buenas relaciones con el gobierno de los Estados Unidos para evitar una
guerra comercial». Voces críticas denuncian que las políticas del gobierno
mexicano no han sido diseñadas para proteger a los migrantes, y en su lugar
continúan bajo el predominio de un enfoque que concibe la migración como un
problema de seguridad nacional que debe resolverse con la militarización
fronteriza. En el tiempo transcurrido desde que asumió el cargo, la actual
administración federal en México se ha alineado con la política de mano dura
diseñada en la Casa Blanca por medio del sorprendente aumentó  de tropas en
la frontera y despliegue de una nueva guardia nacional encargada de frenar
la migración. 

 

En los meses transcurridos desde la vigencia de la política «Permanecer en
México», más de 15,000 personas han sido devueltas a Ciudad Juárez. Los
migrantes enfrentan violencia y carecen de acceso tanto al refugio como a la
asesoría legal. En palabras de un migrante de Honduras, «prefiero ser
detenido y encarcelado en los Estados Unidos que quedarme en México».
Recientemente, unos abogados en El Paso nos dijo que la línea de tiempo para
presentar una solicitud de asilo bajo el marco del programa 'Permanecer en
México' es muy incierta, pero podría tomar hasta dos años. En este contexto,
la creciente imposibilidad de cruzar desde México hacia Estados Unidos
significa que los solicitantes de asilo centroamericanos pueden convertirse
en la próxima población migrante semipermanente vulnerable que la industria
maquiladora utilizará para llenar las vacantes a medida que aumente la
demanda, lo mismo que se plantea desde el gobierno federal en cuanto a
integrar a migrantes en megaproyectos planificados en el sur de México.

 

El presidente nacional de INDEX, Luis Aguirre Lang, explicó que en los
próximos meses se intensificarán los esfuerzos para promover las vacantes
para los migrantes centroamericanos que tienen un permiso de trabajo en
México, citando los beneficios de emplear a los migrantes a trabajar en
maquiladoras: «Estamos trabajando con el Ministerio de Trabajo para crear
una estrategia precisa para todos los migrantes centroamericanos que están
varados en municipios fronterizos. Recuerde, nuestra industria se ha
fortalecido por este tipo de fenómenos». El potencial de integrar a fuerza
de trabajo migrante en la maquila, por el parte del goberino y el sector
privado, también puede funcionar para la esfera empresarial como esfuerzo
para aumentar el control sobre la organización de trabajadores, un control
que ha sido desafiado por fuertes movilizaciones laborales en Ciudad Juárez
y Matamoros en los últimos años. En cualquier caso, está claro que el centro
Leona Vicario y otros similares que se abrirán a lo largo de la frontera, en
una pequeña parte de un esfuerso continuo para poner a los inmigrantes a
trabajar en las ciudades fronterizas del norte de México.

 

Ha pasado más de medio siglo desde el nacimiento de la maquila, que puso a
Ciudad Juárez en el mapa como un centro industrial vinculado orgánicamente a
las cadenas de producción y suministro mundiales. Actualmente, en 2019,
asistimos a la etapa inaugural de un nuevo ciclo de este modelo industrial
en el que se vinculan políticas de precarización laboral con políticas
antimigrantes en la frontera norte. Al igual que el TLCAN, el T-MEC hace
poca referencia a la reforma migratoria o la movilidad de los trabajadores,
lo que, aunque no es sorprendente, ofrece pocas esperanzas para futuras
revisiones positivas. En concierto con las recientes políticas comerciales y
laborales, la gran cantidad de iniciativas antimigrantes actuales y los
esfuerzos por militarizar aún más las comunidades fronterizas, han servicio
para profundizar la precariedad e inmovilidad de los migrantes y los
residentes fronterizos. 

 

* Mateo Crossa es doctor en Estudios del Desarrollo de la Universidad
Autónoma de Zacatecas. Nina Ebner es candidata a doctora en Geografía por la
universidad de British Columbia.

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