Grecia/ La crisis, la derrota de la izquierda, el gobierno de la derecha [Antonis Davanellos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Oct 6 13:26:10 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

6 de octubre 2019

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Grecia

 

La crisis, la derrota de la izquierda, el gobierno de la derecha

 

Antonis Davanellos * 

A l´encontre, 28-9-2019

http://alencontre.org/

Traducción de Ramón Sánchez Tabarés – Sin Permiso

http://www.sinpermiso.info/

 

Tradicionalmente, en la Feria Internacional de Tesalónica (FIT) [1], los
gobiernos griegos presentan sus programas y perspectivas.

 

Este año, Kyriakos Mitsotakis [2] tuvo ese honor. El dirigente ultra liberal
de Nueva Democracia gozaba por completo de la victoria política de su
partido en las elecciones del 7 de julio de 2019. Nueva Democracia (ND), con
el 39,8% de los votos, logró 158 diputados, alcanzando la mayoría de los 300
escaños del Parlamento y por tanto con la posibilidad de un gobierno
monocolor (zafándose de la necesidad de coaligarse). Si bien la perspectiva
de la derrota de SYRIZA y de Alexis Tsipras se había previsto mucho antes,
el resultado era inimaginable hacía un año, cuando la mayoría de los
analistas políticos habían previsto la victoria de Mitsotakis y de la
derecha, no así una mayoría parlamentaria para ND. Esta cuestión se
concretaba por el temor a una nueva etapa de inestabilidad política para el
capitalismo griego, eventualmente derivada de las dificultades para formar
un gobierno de coalición de ND con uno de los pequeños partidos, sobre todo
con el Movimiento por el cambio -KINAL-, el pequeño partido (8,1%) de Fofi
Gennimatas[3], supervivencia del PASOK de Andreas Papandreu, antaño
todopoderoso y hoy hundido.

 

En las elecciones regionales  (26 de mayo y 2 de junio), igualmente ND ganó
en 12 de las 13 regiones del país. La derecha es la ganadora inapelable de
las contiendas electorales del fin del período de gobernación de SYRIZA. El
acontecimiento fue acogido favorablemente por todas las fuerzas del sistema,
que olvidaron rápidamente su escepticismo sobre las capacidades de dirección
de Kyriakos Mitsotakis y la eficacia política de su partido. Recordemos que
en los sondeos realizados durante el tumultuoso año de 2015, ND, en
retroceso más moderado que el PASOK, había rozado el 14% de las intenciones
de voto, manteniendo únicamente el núcleo duro de la derecha histórica. Pero
hoy, todos los pilares del sistema saludan al unísono la “vuelta a la
normalidad”. Un lector atento comprobará que lo que se aclama en la prensa
burguesa “seria”, no es la derrota de Alexis Tsipras, -demostraremos más
adelante que se esfuerza en mantener las perspectivas del grupo dirigente de
SYRIZA-, sino sobre todo la derrota del gran movimiento obrero y popular de
los años 2010-13, que llevó a la victoria política de SYRIZA en enero de
2015. Y en el proceso, al nacimiento de una fuerza popular que , en el
referéndum del verano de 2015, reclamaba según el 62% de votos (por el NO)
el fin inmediato de la austeridad y acabar con las contrarreformas
neoliberales. La consigna presente de “vuelta a la normalidad” denuncia
justamente la “locura” de una época en que las gentes del común había
esperado poder ganar la batalla política.

 

El gobierno de derecha

 

Kyriakos Mitsotakis, cuando iba a acceder al gobierno, había empleado
eslóganes duros y el lenguaje de una derecha revanchista. Trataba de
transformar la derecha política previsible de SYRIZA, en una derrota
estratégica del movimiento obrero y de la resistencia social, tratando de
devaluar todas las ideas, los métodos e incluso los símbolos de las luchas
populares. Altos responsables de ND, como los actuales ministros Adonis
Georgiades y Makis Voridis, salidos del ala extremo-derecha del partido,
habían anunciado públicamente el objetivo de un dominio político de la
derecha de la misma amplitud que el instalado en Grecia después de la guerra
civil de 1944-49.

 

Durante los dos primeros meses del gobierno Mitsotakis, se lanzaron señales
alarmantes. La policía, dirigida por el antiguo socialdemócrata Machali
Chrisochoïdis, amigo de los servicios norteamericanos y muy bien calificado
bajo el gobierno del PASOK por su contribución a la “lucha anti terrorista”,
atacó y desmanteló las “ocupaciones” de los refugiados. Después, declaró la
guerra para “aplicar el orden y la ley” en el barrio de Exarchia (en
Atenas), lugar simbólico del activismo anarquista, la extrema izquierda y
los movimientos juveniles. La ministra ultra-liberal de educación, Niki
Kerameos, inauguró su mandato suprimiendo el “asilo”, la inviolabilidad de
los recintos universitarios por la policía, una conquista del movimiento
estudiantil contra la dictadura de los coroneles que ningún gobierno hasta
ahora había osado conculcar. Cuadros dirigentes de ND y representantes del
gobierno hablan de los refugiados y migrantes de manera totalmente
insultante (desechos humanos) legitimando así acciones racistas. La Iglesia
ortodoxa griega ha creado oficialmente una jornada de “duelo” por los “niños
no nacidos”, inaugurando el rechazo al derecho al aborto legal y gratuito.

 

La lucha contra la represión, el racismo y la contraofensiva ideológica
conservadora de la derecha supondrá una primera prueba para el movimiento
popular, cuyo resultado se verá en los combates de este otoño.

 

Sin embargo, la historia de la lucha de clases en Grecia muestra que la
represión por sí sola, no ha bastado nunca para asegurar la duración de un
gobierno. El mejor ejemplo de ello es el del gobierno de Andantinos
Mitsotakis cuando lanzó la ofensiva neoliberal de 1989 con el apoyo
incondicional de todas las fuerzas del sistema, y fue finalmente derribado
en 1993, a consecuencia del gran movimiento contra las privatizaciones y
donde las ocupaciones o enfrentamientos dinámicos en Atenas, no solo estaban
apoyados por la extrema izquierda o los anarquistas, sino también por los
trabajadores bancarios, del transporte y de telecomunicaciones.

 

Kyriakos Mitsotakis, en la FIT de este año, se ha mostrado consciente  de
los peligros a que ha de enfrentarse a medio plazo. Para sorpresa de la
mayoría de los analistas de prensa, ¡ha empleado un lenguaje “centrista”!
dejando así espacio para negociaciones políticas y, si fuese necesario,
“consensos más amplios”. Está claro que el mensaje se dirigía tanto al KINAL
(movimiento para el cambio) de Fofi Gennimatas, como a SYRIZA de Alexis
Tsipras.

 

En el núcleo de esta opción hay el temor ante evoluciones futuras. Todo el
mundo es consciente  de que el acuerdo de agosto de 2018, entre Tsipras y
los acreedores de Grecia, el de una falsa “salida de los memorándums”, se
basa en el escenario más optimista de la economía internacional. Preguntado
en Tesalónica por las consecuencias de una recesión económica internacional,
el ultra liberal Kyriakos Mitsotakis apartó de sus conjeturas tal
eventualidad y hizo votos por...un viraje neokeynesiano de la UE, recordando
a título de ejemplo la necesidad de moderar las medidas de austeridad de
Alemania.

 

Desde luego, tras tales dudas, tras el lenguaje sosegado de búsqueda de un
consenso, se perfilan todas las opciones inflexibles que la clase
capitalista exige en estos momentos a Grecia:

 

* Mitsotakis ha anunciado la abolición inmediata de todas las restricciones
en el ámbito de protección del entorno y de ordenación del territorio que
podrían molestar a los inversores, incluso las obligaciones mínimas en
términos de salud y seguridad de los trabajadores para cualquier empresa
nueva. En el terreno de este haz de medidas, hay que señalar la
“flexibilización” de los Convenios colectivos que permitan pagar a los
trabajadores cualificados, en algunas regiones y sectores, el salario mínimo
legal (650 Euros al mes) en vez del salario de convenio acordado para esas
categorías.

 

* Anuncio de una aceleración rápida de las privatizaciones, comenzando por
la conclusión de la venta mediante subasta de un enorme terreno costero, en
Elliniko, en Ática ll al grupo inmobiliario privado Latsis (la Fundación
Latsis internacional tiene su sede en Ginebra); el atraco del aeropuerto de
Atenas; la privatización de la sociedad pública Greek Petroleum, que
controla una de las mayores refinerías del Mediterráneo; la privatización de
la Compañía pública de gas natural. Y aún más, y esto no es un secreto para
nadie, el proyecto de privatización de la gran sociedad pública de
electricidad ya está en preparación, lo que ningún gobierno se había
atrevido a hacer hasta ahora.

 

* En la cuestión escabrosa de la fiscalidad, Mitsotakis ha anunciado una
reducción inmediata del impuesto sobre los beneficios empresariales, del 28%
actual al 24% para el año corriente, y del 20% en 2020, así como de los
dividendos del 10 al 5%. Es un regalo importante para los capitalistas, al
mismo tiempo que las reducciones impositivas para los ciudadanos del común
serán despreciables. Mitsotakis ha anunciado reducciones de los tipos
impositivos de particulares de los 10.000 primeros euros de ingresos, ¡de
los que 8.648 ya están exentos! Los tipos del IVA, el impuesto que grava el
consumo popular, quedan sin cambios hasta el fin del período de cuatro años
de su mandato.

 

En cuestión de la imposición inmobiliaria específica, llamada ENFIA, que
grava fuertemente las cargas sobre la vivienda, es en donde ND quiere basar
su alianza con la clase media. La reducción progresiva de la tasa ENFIA, el
objetivo de reducirla finalmente al 30% de promedio, beneficiará a los
propietarios a los propietarios de un valor elevado, en tanto que esta
medida solo supondrá migajas para un gran número de hogares populares que
habrán de enfrentarse al alza de precios de la electricidad.

 

* Finalmente, en lo que atañe a la cuestión crítica de la renegociación de
los “excedentes presupuestarios” demasiado elevados, que estaban fijados
anualmente en el 3,5% del PIB, acordados por Tsipras con los acreedores para
el reembolso de la deuda pública. Mitsotakis se ha preocupado en volver a
sus compromisos preelectorales. Ha pospuesto tratar la cuestión en un futuro
indefinido, subrayando que tenía intención de ponerlo sobre la mesa solo
después de un acuerdo con los acreedores y esperando que en este asunto
contará con el apoyo...de Christine Lagarde, nueva jefa del BCE.

 

Sin sorpresas, tal programa fue muy bien acogido por la clase capitalista.
La prensa hizo el diagnóstico de una salida razonada, exenta de las
contradicciones ideológicas a las que estaba sometido Tsipras.

 

No obstante, tales comentarios no traslucen entusiasmo ni tampoco un
optimismo respecto a una eventual “llegada del crecimiento”. Al día
siguiente de los anuncios de la FIT, el diario To Vima, propiedad del
oligarca, V. Marinakis (amigo de Mitsotakis) publicó un largo artículo de
Nikos Christodoulakis, antiguo ministro de Finanzas del anterior gobierno
social-liberal de Kostas Simitis (1996-2004), y que ya había ocupado
carteras ministeriales desde 1981. El antiguo “zar” de la economía griega
señaló que las “llagas” actuales de la economía griega no se tratan: la
desinversión masiva, el muy elevado porcentaje de desempleo real, el
significativo descenso de la demanda interior. En tales condiciones,
escribe, únicamente un programa de inversión pública masiva sería
susceptible de reforzar la marcha del país hacia el “crecimiento”. En
cambio, esto queda excluido en tanto el objetivo “insensato” de excedentes
presupuestarios en la cifra del 3,5%, determine la política fiscal y
presupuestaria. Por otro lado, Nikos Christodoulakis, se burla del
“optimismo” de Mitsotakis, subrayando que las únicas inversiones en las que
estaría al día son proyectos  de producción de medicamentos opiáceos en
Grecia (ahora que el sector está en crisis en Estados Unidos), así como
algunos proyectos de “valorización” turística desenfrenada de las costas
griegas, amenazando con destruir el último “valor” no comprometido aún por
la crisis griega. Nikos Christodoulakis aun sugiere otra eventualidad
nefasta: que la reducción del impuesto de capitales, asociada con menores
controles de capital, pueda llevar a un nuevo ciclo de huida de capitales al
exterior y no al aumento de las inversiones privadas. Desde su punto de
vista, que no es el de la clase obrera, el social-liberal  Nikos
Christodoulakis tiene opiniones más pertinentes que las de quienes aplauden
a Mitsotakis.

 

La crisis e inestabilidad del capitalismo no han terminado. El destino del
gobierno Mitsotakis se escribirá a tenor de la resistencia obrera y popular
(un factor que nadie puede subestimar en Gracia), pero también por los
desarrollos económicos internacionales y sus consecuencias sobre una
economía local que todavía está gravemente enferma.

 

SYRIZA

 

Tan sorprendente como fue el acceso de ND a una mayoría parlamentaria
suficiente, también lo fue que SYRIZA hubiese logrado el 31% de los
sufragios.

 

El origen de este resultado hay que buscarlo en la gran rechazo a ND, de una
gran parte de los trabajadores y de la población empobrecida, y en concreto
por la familia Mitsotakis. En la época del poder del PASOK, su dirigente
Andreas Papandreu empleaba el eslogan: “El pueblo no olvida lo que significa
la derecha” para reforzar y perpetuar su hegemonía política. Si este eslogan
contiene demagogia y confusión, traduce no obstante un experiencia
histórica: los límites en el seno de la población griega, trazados durante
el siglo pasado por dos largas dictaduras y una guerra civil.

 

Mucha personas pertenecientes incluso a los sectores del espacio radical
politizado que no tienen nada que ver con el partido de Alexis Tsipras,
votaron por SYRIZA, “tapándose la nariz” para oponerse a Mitsotakis. Pero
aunque esto explica el mantenimiento de las fuerzas electorales de SYRIZA,
eso no dice nada en absoluto respecto a sus perspectivas políticas. Pues la
política actual de Mitsotakis sigue los surcos trazados por Tsipras, a
saber, la imposición del tercer memorándum.

 

Bajo el gobierno de SYRIZA, la vida de los trabajadores y de las capas
populares, no solo no mejoró, sino que empeoró como resultado del tercer
memorándum. La parte de los asalariados y jubilados como porcentaje del PIB
ha disminuido, contrariamente a la parte de los beneficios del capital; el
salario real medio de la clase obrera ha disminuido pese al aumento del
salario mínimo; y las remuneraciones de una parte creciente de los
asalariados, tienden al salario mínimo y durante períodos más largos de su
vida activa. El descenso del desempleo es un artificio, las estadísticas no
incluyen a las centenas de miles de jóvenes forzados a emigrar y nada dice
sobre el enorme aumento de los empleos precarios. Las privatizaciones se han
“legitimado” como inevitables y por primera vez se han extendido a los
llamados sectores estratégicos (puertos, aeropuertos, grandes
infraestructuras públicas) evitadas hasta entonces en gran parte. El empleo
en el sector público se ha reducido y precarizado, con todas las
consecuencias dramáticas para el funcionamiento de las escuelas y hospitales
públicos. La ley Georges Katrougalos [4]  ha sentado las bases para la
privatización completa del sistema público de seguros.

 

Durante la administración Trump, ¡el gobierno de Tsipras ha sido el más pro
americano de los gobiernos griegos desde la caída de los coroneles! Ha
ampliado la nueva estrategia nacionalista griega en el Mediterráneo
oriental; el “eje estratégico” con Israel y la dictadura egipcia; la
revalorización técnica y estratégica de las bases militares norteamericanas
en Grecia, y el despliegue de nuevos proyectos de armamento siguiendo los
deseos del militarismo griego.

 

Las iniciativas del gobierno Tsipras abrieron la vía a Mitsotakis.
Desalentando y frustrando masivamente a las fuerzas obreras y populares,
esta política ha cerrado eficazmente la ventana a la esperanza histórica
abierta en 2015, sin calcular que esto llevaría a una nueva victoria de la
derecha. La derrota política del 7 de julio de 2019, es la continuidad de la
del verano de 2015.

 

Todos estos elementos, más allá de su valor de interpretación de las causas
que nos han llevado a la situación actual, determinan también los límites de
la futura “oposición” política de Tsipras frente a la derecha. Las
declaraciones de SYRIZA, realizadas inmediatamente después de los anuncios
gubernamentales de la FIT, fueron un monumento de vergüenza política: SYRIZA
acusó a Mitsotakis de ¡aprovechar los resultados positivos de la política de
Tsipras y de “emplear los logros” de la era SYRIZA! ¿Cómo criticar la
política de los “excedentes presupuestarios” que fueron posibles gracias a
la firma de SYRIZA? ¿Cómo criticar la rebaja de impuestos al capital cuando
fue el gobierno de Tsipras quien la inició? ¿Cómo dudar de la
flexibilización de los contratos de trabajo que él mismo instituyó? ¿Cómo
oponerse a las privatizaciones?

 

El proyecto político de Tsipras es el de conservar las fuerzas electorales
esperando el desgaste político de Mitsotakis. En esta especulación se apoya
el inicio del viraje social-liberal anunciado con el proyecto de una
“Alianza progresista”.

 

El 26 de setiembre, Tsipras describió los rasgos de una nueva SYRIZA

 

Desde su próximo congreso, Syriza será un partido “nuevo”. Desde ahora,
Alexis Tsipras habla de e-SYRIZA, el partido electrónico, señalando las
bases para la construcción del nuevo  polo de bipartidismo, una alternativa
del tipo “traje a medida” a Kyriakos Mitsotakis, que tiene como modelos
ideológicos a Macron y Renzi.

 

En tal contexto, cualquier voz en el interior de SYRIZA, que se reclame “a
la izquierda del grupo Tsipras” está abocada a una humillante derrota y
marginación. El mecanismo de comunicación de Tsipras ataca ya públicamente a
Panos Skourletis (secretario del partido), Nikos Voutsis (antiguo presidente
del Parlamento), Nikolao Filis (antiguo Ministro de educación, dimitido de
sus funciones a petición de la Iglesia) e incluso en ocasiones Euclide
Tsakalotos (Ministro de Finanzas firmante del memorándum), presentado como
una “tendencia de izquierda”. Pero todas estas personas no pertenecen a la
izquierda radical, pues todos los militantes de esta corriente, de cualquier
matiz, han dejado SYRIZA durante el otoño de 2015. Las personas que quedan
en el interior son veteranos del movimiento euro comunista y partidarios de
un reformismo “europeísta”, algunos de ellos molestos en dejarse aplastar
dentro de una mutación plenamente socialdemócrata, en la época de la
sumisión de la socialdemocracia al neoliberalismo. Los ataques contra estos
“disidentes” se reproducen sin rebozo en los medios burgueses, lo que
demuestra que el proyecto para un SYRIZA “nuevo, más abierto y ampliado”
impuesto por el grupo Tsipras es apoyado por varias fuerzas del sistema
neoliberal. Estas fuerzas le reconocen a Tsipras sus servicios, la
instauración de la “paz social” y la imposición del tercer memorándum.
También son conscientes de que Mitsotakis podría tener un revés político y
entonces, sería útil un “consenso más amplio” para la estabilidad del
sistema.

 

El reto está en las perspectivas de un nuevo “sistema bipartito” en vías de
construcción. La ND de Mitsotakis implica siempre rechazo de un gran número
de trabajadores y personas pobres (como prueban los resultados de las
elecciones del 7 de julio en algunos barrios obreros), la nueva SYRIZA de
Alexis Tsipras aún está lejos de la estabilidad y la determinación del viejo
PASOK de Papandreu y de Simitis. Además, el capitalismo griego aún es débil
y contempla con angustia la perspectiva de una nueva crisis internacional.

 

En tal contexto y con tales contradicciones están las pruebas a afrontar en
un futuro cercano por las fuerzas de la izquierda radical para la necesaria
reconstrucción.

 

La izquierda más allá de SYRIZA

 

Los desarrollos actuales sólo pueden tomar una dirección partiendo del
fracaso de la izquierda “más allá de SYRIZA.

 

Hay un hecho, grabado en los resultados de las elecciones de 7 de julio, de
que la izquierda radical, en todas sus versiones, no está preparada para
construir una alternativa creíble y aglutinadora frente a la deriva
neoliberal austericida de SYRIZA y a la amenaza de la vuelta de la derecha.

 

Podemos encontrar justificaciones. Las condiciones sociales objetivas se han
vuelto en concreto difíciles, dejando menos espacio para la acción política
de los trabajadores y jóvenes. La frustración vinculada a la derrota de 2015
ha jugado un papel paralizante. Una vez más en la historia, los efectos
paralizantes de la derrota han tenido un impacto negativo mayor sobre
aquellos que se han alzado contra la orientación que ha producido la
derrota, y que habían avisado contra tal deriva.

 

Pero el debate sobre las circunstancias atenuantes no tiene auténtica
importancia. Hay que volverse hacia los problemas políticos que se perfilan,
pues sólo orientando el debate en esa dirección será posible la
reconstrucción.

 

Las elecciones del 7 de julio fueron para el KKE (Partido Comunista de
Grecia) una extraña oportunidad política. Cientos de miles de personas
estaban preparadas voluntariamente para abandonar SYRIZA. Por contra, a su
izquierda no había una amenaza seria, sino que cientos de militantes de
sensibilidades diferentes habían completado sus listas de candidatos. El
resultado (5,3%) no respondió a las expectativas, a pesar de 10 años de
crisis y de grandes luchas sociales. La obstinación en el inmovilismo revela
el conservadurismo de su línea política: huida de cualquier iniciativa
política justificándolo por condiciones todavía poco “maduras” y el
sectarismo en sus métodos de acción; abandonando cualquier forma de unidad
tanto en el movimiento como a escala de la izquierda política. Por primera
vez desde hace años, las divergencias en el seno del KKE afloran en el
debate público. Entre quienes insisten en la “resiliencia” del partido y
aquellos que comienzan a poyar ciertas “aperturas” con la finalidad de
reivindicar una influencia más amplia para el partido.

 

ANTARSYA, que había rechazado por segunda vez, después de las elecciones de
2015,  propuestas de cooperación política y electoral con la Unidad Popular
(LAE) se hundió estrepitosamente obteniendo solo el 0,41% de votos. Dentro
de esta coalición, las tendencias centrífugas aumentaron. Va a ser
complicado evitar la divergencia entre quienes insisten en el carácter
“frontal” de ANTARSYA, sobre todo el Partido socialista obrero (SEK), y
quienes tratan una vía hacia “un nuevo Partido comunista”, sobre todo la
Corriente de Nueva Izquierda (NAR), máxime si consideramos los conflictos y
divisiones aparecidas a escala local y regional.

 

Unión Popular (LAE) ha sufrido una derrota aplastante , alcanzando
únicamente el 0,28% de los votos en las elecciones nacionales, después del
0,6% logrado en las europeas. Es el final de un recorrido y de un proyecto
inaugurado en 2015 por la escisión de SYRIZA y el surgimiento de la
“plataforma de izquierda”. La componente interna más importante de LAE (la
corriente de izquierda dirigida por Panagiotis Lafazanis, acosada por las
dificultades políticas del período 2015-2019, ha vuelto a las tradiciones
“frente-populistas” y a una visión centralista de los problemas
organizativos y políticos con la personalidad del líder como eje central.
Una visión heredada de los años de su constitución primigenia dentro del
KKE. El problema esencial del “frente-populismo” en la actual coyuntura
griega es su aproximación “amistosa” al nacionalismo griego integrado en una
estrategia de supuesta lucha por “la independencia nacional”. Tal línea
política ha fracasado. Fue condenada simultáneamente por la mayoría de
quienes siguieron a LAE en 2015, y también  por quienes buscaban una
alternativa después de su desencanto con SYRIZA.

 

Este fracaso general crea en todos los casos condiciones nuevas. La
reconstrucción de la izquierda radical implica ante todo una relación nueva
con los movimientos de resistencia social, en los lugares de trabajo, en el
movimiento antifascista-anti racista, en el movimiento feminista, en las
acciones contra el extractivismo y la amenaza de la crisis climática; así
como, en la movilización contra la represión, etc. La reconstrucción
consiste en reunir fuerzas en torno a un marco político radicalmente de
izquierdas, y al mismo tiempo de unidad concreta, incisiva… En tal sentido
la reconstrucción se vincula al reforzamiento de una visión unitaria de
acción y funcionamiento. Esta visión parece aceptarse por un amplio sector
de militantes. Una tendencia que se ha expresado por las organizaciones
radicales de izquierda que, hace algunas semanas, han expresado públicamente
sus intenciones, en un texto común firmado por DEA (Izquierda obrera
internacionalista), ARAN (Reconstrucción de la izquierda, “Confrontación”,
“Encuentro” [5]

 

La reconstrucción de la izquierda radical en Grecia necesitará tiempo y
precisará de esfuerzos conscientes y organizados; pero se trata de un asunto
que comporta auténticos recursos militantes (quizás más importantes que en
otros países de Europa), un potencial que ha acumulado una experiencia
preciosa durante los últimos años.

 

Esto nos permite esperar que, en un próximo futuro, podamos enviar mensajes
optimistas a nuestros camaradas a escala internacional. 

 

* Antonis Davanellos, periodista, sindicalista y miembro de Izquierda Obrera
Internacionalista (DEA), organización que rompió con Syriza tras la firma
del tercer memorándum para constituir la coalición Unidad Popular (LAE).

 

Notas

 

[1]  Es un foro de empresarios, políticos e invitados internacionales
organizado cada mes de setiembre en Tesalónica sobre desarrollo económico,
político y geopolítico.

[2]  La familia Mitsotakis es una de las grandes «familias» políticas en
Grecia. Konstantinos Mitsotakis, el  padre del Primer ministro actual, era
miembro de la Unión del Centro, al que había abandonado en 1965 para unirse
a las intrigas políticas del rey. Según el PASOK, esta “traición” preparaba
la imposición de la dictadura en 1967. Después de 1977, Mitsotakis volvió a
la derecha y se convirtió en jefe del ala neoliberal de ND. Kyriakos
Mitsotakis era un cuadro de tipo medio en los gobiernos de derecha. Se
convirtió en jefe de ND en 2015, cuando la victoria de SYRIZA supuso la
expulsión de la extrema derecha de Antonis Samaras y del ala de la “derecha
popular» de Kostas Karamanlis.

[3] Hija de Yorgos Gennimatas, cuadro histórico del PASOK. Está hoy a la
cabeza de un pequeño partido socialdemócrata inestable, el KINAL –
Movimiento para el cambio – que representa la continuación del PASOK aunque
se le considera ampliamente como un partido “en transición”. Una mayoría de
la antigua dirección del PASOK ya se ha pasado a SYRIZA, una minoría de
antiguos ministros se han unido a ND.

[4]  Georgios Katrougalos, antiguo dirigente del KKE, fue ministro de
Trabajo con SYRIZA. Instigador de una ley profundamente neoliberal sobre las
jubilaciones. Después de la protesta general, pasó a ser viceministro de
Asuntos Exteriores. Hoy forma parte del círculo de dirigentes en torno a
Tsipras.

[5]  DEA y ARAN actuaron en LAE. «Confrontación» viene de ANTARSYA. Se trata
principalmente del ala juvenil de una escisión anticapitalista proveniente
de NAR. «Encuentro» se compone de militantes de la izquierda radical que
dejaron SYRIZA en 2015 y que nunca formaron parte de LAE.

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