Brasil/ Desindustrialización y desigualdad social. El 5% más rico acapara la misma proporción de ingresos que el 95% de la población [Márcio Pochmann - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Sep 26 18:48:22 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

26 de setiembre 2019

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Brasil

 

Entrevista con el economista Márcio Pochmann *

 

Desindustrialización brasileña y desigualdad social: El 5% más rico acapara
la misma proporción de ingresos que el 95% de la población

 

Patricia Fachin 

IHU On-Line, 26-9-2019

Instituto Humanitas Unisinos

http://www.ihu.unisinos.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa 

 

La lenta recuperación de la economía brasileña indica que el país "está
atravesando la crisis más grave desde la década de 1880" y que el ingreso
per cápita en 2019 es "casi un 9% menor que en el mismo año de 2014", cuando
comenzó la recesión económica, afirma el economista Márcio Pochmann en la
entrevista con IHU On-Line. Aunque la renta nacional no ha aumentado en los
últimos años, "la riqueza de los ya muy ricos sigue aumentando, ya que la
carga de toda la crisis se ha trasladado a la clase trabajadora. En 2018,
por ejemplo, mientras que el PIB habría variado un 1,1%, según el Instituto
Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), las ganancias financieras se
multiplicaron más de siete veces", dice. Y añade: "En este primer año del
gobierno de Bolsonaro, Brasil cierra la primera década perdida en términos
económicos en el siglo XXI. En los últimos 40 años, el país ha acumulado dos
décadas perdidas. 

 

-IHU On-Line - ¿Cómo está analizando la situación nacional, especialmente la
situación económica del país? ¿Cómo analiza específicamente los datos que
presentan una lenta recuperación económica?

 

Márcio Pochmann - Brasil está atravesando la crisis más grave desde la
década de 1880, cuando el capitalismo se convirtió en el modo de producción
dominante. Ya van seis años de una economía paralizada a un nivel casi de un
5% más bajo que el registrado en 2014, con un ingreso per cápita en 2019
casi un 9% más bajo que en el mismo año de 2014. Este sería el caso si la
renta nacional se distribuyera de forma ecuánime, ya que para el 90% de la
población hay un empeoramiento, excepto para el 10% más rico, incluyendo el
aumento en el número de billonarios.

 

En otras palabras, el ingreso nacional no aumenta, pero la riqueza de los
que ya son muy ricos sigue aumentando, ya que la carga de toda la crisis ha
caído sobre a la clase trabajadora. En 2018, por ejemplo, mientras que el
PIB habría variado un 1,1%, según él IBGE, las ganancias financieras se
multiplicaron por más de siete veces.

 

Con la crisis, la aceleración del desmantelamiento de la sociedad urbana e
industrial, el vaciamiento de las políticas públicas, la ausencia del Estado
y el distanciamiento de las instituciones representativas de intereses
(partidos, sindicatos, asociaciones estudiantiles y barriales, entre otros)
traen consigo el creciente protagonismo de las iglesias, las milicias
(paramilitares) y el crimen organizado.

 

No existe una experiencia internacional probada de un país que haya logrado
crecer de manera sostenible con la prescripción neoliberal que se aplica
actualmente en el país. En este primer año del gobierno de Bolsonaro, Brasil
cierra la primera década perdida en términos económicos del siglo XXI. En
los últimos 40 años, el país ha acumulado dos décadas perdidas.

 

-IHU On-Line - ¿Cómo entiende la llamada Revolución 4.0?

 

Márcio Pochmann - El progreso tecnológico ha sido utilizado como una
ideología para acomodar a la clase trabajadora frente a la gravedad
socioeconómica en la que vive el país, porque al adoptar el terrorismo de
datos no comprobados de destrucción de empleo, pretende someterse a la
pacificación a través de la intensificación de la competencia individual
dentro del mundo del trabajo por las falsas salidas de calificación y la
flexibilidad de los contratos de trabajo, todos ellos de bajo nivel de vida
y de trabajo.

 

Resulta que los países con mayor avance tecnológico en la actualidad
(EE.UU., Alemania y China) no son los que tienen las tasas de desempleo más
altas, al contrario. Tienen problemas debido a la precariedad de los empleos
generados por las recetas neoliberales, pero no por el desempleo
tecnológico.

 

Países como Brasil, por ejemplo, con un desempleo masivo y que tienen 1/3 de
la fuerza laboral en busca de una ocupación, no se distinguen por los
avances tecnológicos. De hecho, en Brasil los pocos sectores con alguna
inversión tecnológica fueron los que más empleos crearon, como en los casos
de los sectores financiero (loterías, fintech y otros) y de
telecomunicaciones (call center, televisión por suscripción y otros). En
general, empleos precarios como los que se están ampliando con la adopción
de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información en la
movilidad de personas y bienes, como el Uber y otras modalidades. En
resumen, la tecnología no determina el empleo, sino la política de compartir
las ganancias de productividad que abre la posibilidad de gestionar mejor la
relación entre la vida y el trabajo, permitiendo una jornada laboral más
corta y retrasando la edad de entrada en el mundo del trabajo.

 

En la primera Revolución Industrial y Tecnológica (RIT), a lo largo del
siglo XIX, el tiempo de trabajo heterónomo (aquel realizado para financiar
la supervivencia) comprometió 2/3 del tiempo de vida humana, en general.
Durante el siglo XX, con la segunda RIT, la política de redistribución de
las ganancias de productividad posibilitadas por la innovación tecnológica,
permitió que el tiempo de trabajo ocupara en promedio el 40% del tiempo de
vida.

 

Si no fuera por el terrorismo practicado por la retórica actual de la
tecnología de decaimiento del empleo, cuyo objetivo es impedir que el poder
de los trabajadores se traduzca en poder político, capaz de reconfigurar la
política de redistribución de las ganancias de productividad, el trabajo
heterónomo podría significar alrededor de una quinta parte de la vida, con
la entrada en el mundo del trabajo tras la finalización de la educación
universitaria, la educación para la vida y una jornada laboral semanal de 12
horas.

 

Sin que el poder de los trabajadores se convierta en poder político, el
salto en las ganancias de productividad seguirá siendo favorable a una mayor
concentración del ingreso, la riqueza y el poder. En Brasil, sólo el 5% más
rico tiene la misma proporción de ingresos que el 95% de la población, y
sólo seis hombres blancos y ancianos (Jorge Lemann - AB Inbev, Joseph Safra
- Banco Safra, Marcel Telles - AB Inbev, Carlos Sicupira - AB Inbev, Eduardo
Saverin - Facebook y Ermirio de Moraes - Grupo Votorantim), concentran, en
conjunto, una cantidad de riqueza equivalente a la suma de lo que gana la
mitad de la población brasileña.

 

-IHU On-Line - En las últimas décadas, muchos economistas han llamado la
atención sobre la desindustrialización brasileña y la falta de inversión en
ciencia y tecnología. Al mismo tiempo, muchos apuestan a que el futuro de la
economía dependerá de los avances de la llamada Revolución 4.0. Frente a
este contexto, ¿sigue teniendo sentido que Brasil se preocupe por el
fenómeno de la desindustrialización?

 

Márcio Pochmann - La industrialización es la columna vertebral de un país
desarrollado. Con la precoz desindustrialización brasileña, Brasil vuelve a
la condición de procesión de milagros descrita por Sergio Buarque de Holanda
en su libro "Visão do Paraíso", que prevaleció entre el inicio de la
colonización lusitana (1500) y el final de la Vieja República (1889-1930).
En otras palabras, la dependencia externa determina el tipo de producción
interna que debe promoverse para la exportación, como lo demuestran los
anteriores ciclos económicos del azúcar, el oro, el caucho, el café y ahora
los bienes agroindustriales basados en la explotación de los recursos
naturales y la mano de obra barata.

 

Resulta que Brasil, con una población de casi 210 millones de habitantes,
concentra su población en más del 85% de las ciudades. Y en las ciudades
impera la transición a la sociedad de servicios anticipada, cuya mayor
ocupación es la que depende de la riqueza de los ricos, más aún en una
economía aprisionada en el rentismo generado por el sistema de deudas
patrocinado por el Estado. Las familias de más altos ingresos en Brasil
tienen, en promedio, cerca de 25 empleados distribuidos en las actividades
de piscinas, paseadores de perros, asistentes, jardineros, conductores,
guardias de seguridad, entrenadores financieros, de relaciones y
profesionales, camareros, mucamas, entrenadores deportivos, estilistas,
condominios, entre muchos otros.

 

La reproducción de esta sociabilidad perversa acaba sofocando la cohesión
interna, generando una intensa polarización entre los excluidos. Por eso, el
Estado policial actual busca "pacificar" a través de la represión, el
encarcelamiento y la muerte. Hoy en día, Brasil representa el 14% de todos
los homicidios en el mundo y ocupa el tercer lugar en términos de la
población carcelaria mundial. 

 

* Márcio Pochmann es profesor del Instituto de Economía y del Centro de
Estudios Sindicales y de Economía del Trabajo de la Universidad Estadual de
Campinas (Unicamp).

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