Venezuela/ Demasiado que arriesgar. El TIAR y la posibilidad de una intervención militar [Ociel Alí López]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Sep 28 11:45:31 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

28 de setiembre 2019

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Venezuela

 

El TIAR y la posibilidad de una intervención militar

 

Demasiado que arriesgar 

 

Más allá del peligroso precedente que sienta, la reciente resolución de los
cancilleres del Tiar no garantiza ni la aplicación de la fuerza contra
Caracas ni la salida de Nicolás Maduro.

 

Ociel Alí López *

Brecha, 27-9-2019

https://brecha.com.uy/

 

Dieciséis países americanos decidieron emprender las primeras acciones
contra el gobierno venezolano en el marco del Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (Tiar). En un comunicado especialmente duro, acordaron
“identificar o designar personas y entidades asociadas al régimen de Nicolás
Maduro involucradas en actividades ilícitas de lavado de activos, tráfico
ilegal de drogas, terrorismo y su financiación, y vinculadas a redes de
delincuencia organizada transnacional, con el fin de utilizar todas las
medidas disponibles para investigar, perseguir, capturar, extraditar y
sancionar a los responsables y disponer el congelamiento de sus activos
ubicados en los territorios de los Estados parte del Tiar”. Aunque 18 países
de la región son miembros del Tiar, Uruguay se retiró esta semana tomando
una postura firme contra la resolución, y Trinidad y Tobago se abstuvo en la
votación.

 

El primer elemento a considerar en un análisis del posible impacto de la
decisión de la mayoría de los miembros del tratado es que reproduce el
modelo de sanciones que Donald Trump aplica desde 2017 sobre funcionarios y
personas allegadas al Palacio de Miraflores. Hasta ahora, este tipo de
medidas, dirigidas hacia decenas de generales y funcionarios de alto nivel,
no han debilitado al gobierno venezolano. Por el contrario, lo han
cohesionado.

 

A diferencia de los embargos a empresas y activos, las sanciones aprobadas
esta semana parecen impactar sólo a funcionarios. De todos modos, cuando
estos son representantes legales y comerciales del país, terminan afectando
la compra de alimentos y la venta de petróleo y oro, principales productos
de exportación. Aunque el articulado del Tiar lo contempla, por ahora sus
miembros no plantean cerrar las fronteras a Venezuela ni impedir la venta de
alimentos y enseres, tampoco cerrar las vías aéreas o intervenir
militarmente. Pero el que se tomó este 23 de setiembre es un primer paso,
que puede llevar a nuevos tipos de acciones. El escenario militar, también
contemplado por el Tiar, vuelve a aparecer como probable. ¿Es factible que
el conflicto escale a ese nivel?

 

¿Rumbo a una intervención militar? 

 

Con independencia de la voluntad política del grueso de gobiernos de la
región de confrontar abiertamente al gobierno de Venezuela, el eventual
recurso a la intervención militar tiene implicaciones que los firmantes de
la resolución del pasado lunes aún no están dispuestos a arriesgar.

 

Para una aplicación del Tiar en clave militar, hay tres países
determinantes: Estados Unidos por su poderío militar, Brasil y Colombia por
su inmensa frontera con Venezuela. Estos países deben contemplar que
Venezuela lleva 20 años planteándose la posibilidad de una invasión y
cuadrando alianzas militares que permitan reforzar su defensa, especialmente
con Rusia. El gobierno ruso ha proveído a Caracas de material antiaéreo que
algunos consideran de primer orden en comparación con el resto de América
Latina, además de helicópteros artillados, aviones de combate de alta gama y
armamento para la guerra irregular.

 

Estos pertrechos no le quitarían el sueño a Estados Unidos, pero sí a
Colombia y a Brasil. Ambos países tienen territorios grandes y complejos, y
una guerra con Venezuela implica una movilización militar difícil de
costear. Hay que agregar que en ambos países se asoma una crisis económica.
Para Colombia, una guerra con Venezuela supondría dejar buena parte de su
territorio, especialmente el fronterizo con Ecuador y Brasil, en minusvalía
ante grupos armados ilegales que se esparcen a lo largo y ancho del país. El
reciente llamado de algunos líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
Colombianas (Farc) de volver a la lucha armada y dar por culminado el
acuerdo de paz de 2016 es apenas uno de los peligros que se ciernen sobre el
dificultoso territorio colombiano, donde todavía están activas guerrillas
como el Ejército de Liberación Nacional (Eln) e infinidad de bandas
criminales y grupos paramilitares. Colombia es el principal productor de
cocaína del mundo, y las ganancias que produce, al no poder ser
monopolizadas por el Estado, generan un auge natural de grupos irregulares.
Un verdadero polvorín.

 

El caso de Brasil es históricamente diferente, pero no menos complejo. La
frontera con Venezuela representa los límites más remotos para el Estado
brasileño. Movilizar hacia el norte parte de su ejército, concentrado en el
centro y el sur, implicaría el gasto de ingentes recursos, además del
debilitamiento del resto de sus fronteras, compartidas con otros nueve
países. También hay que recordar que tres de sus estados norteños, Amazonas,
Roraima y Pará, tienen una fuerte conexión comercial con Venezuela y
consumen electricidad generada por ella.

 

Quizá por estas razones el ministro de Defensa de Brasil, Fernando Azevedo e
Silva, aseguró el viernes 20 que Brasil debe enfrentar el problema
venezolano “bajo los preceptos de la constitución política de respeto a los
derechos humanos, el principio de no intervención y la solución pacífica” de
los conflictos. A pesar de la belicosidad de sus pronunciamientos, Bolsonaro
fue uno de los últimos presidentes en reconocer a los enviados diplomáticos
de Guaidó, debido, según el Folha de São Paulo, a las presiones de los
militares brasileños, quienes no verían con agrado un recurso a las armas.

 

La posición de Estados Unidos

 

Algo similar puede interpretarse de las últimas señales del gobierno
estadounidense, que a pesar de hacer pensar en enero de este año que una
invasión a Venezuela resultaba una opción muy probable, una vez culminados
sin éxito varios intentos de derrocar a Maduro, parece haber desechado la
vía militar, al menos de momento. Por un lado, el conflicto con Irán y la
guerra en Yemen están desestabilizando la oferta y el precio petrolero. Por
el otro, iniciar un conflicto armado con Venezuela implicaría abrir un
flanco que nadie sabe hacia dónde puede evolucionar en términos de migración
y desestabilización regional. Es una jugada que contiene altos grados de
riesgo hasta tanto no haya una tajante división en las fuerzas militares
venezolanas.

 

El emisario especial de Trump para Venezuela Elliot Abrams explica muy
pedagógicamente, en una entrevista con el American Enterprise Institute, la
negativa actual de su gobierno a una intervención militar: “Estamos actuando
pacíficamente, no a través de las armas. ¿Por qué? Una razón es que la
mayoría de ellos (los venezolanos) no quiere que lo hagamos. Lo último que
Venezuela necesita es más derramamiento de sangre. En segundo lugar, si nos
fijamos en la coalición que tenemos con 55 países que apoyan a Juan Guaidó,
la destruiríamos si seguimos vociferando acerca de una intervención militar
que los latinoamericanos y los europeos no quieren. Es posible encontrar dos
o tres países que te digan en privado ‘sí, habría que invadir Venezuela’,
pero no encontrarás mucho más que eso. No creo que (una intervención
militar) sea una política inteligente”.

 

Hacia adelante

 

Las fuerzas armadas de Venezuela han demostrado hasta el momento unidad y
lealtad a su cadena de mando, y vienen acrecentando su reserva militar, que
según datos oficiales está llegando a los 2 millones de hombres y mujeres
armados. En términos de doctrina, equipamiento y ejercicios militares, han
venido preparándose para una guerra de guerrillas prolongada, especialmente
en su frontera con Colombia. Además, el chavismo todavía es una fuerza
política y social con poder de desestabilizar cualquier gobierno que
sustituya por la fuerza a Maduro. Estados Unidos, ahora a través del Tiar,
va a intentar ahorcar aun más al gobierno venezolano, aunque dejará para más
adelante una eventual acción militar. Mientras tanto, la crisis de Venezuela
se agudizará y se desbordará hacia el resto de países de Sudamérica. Aunque
esto no aproxima el fin de Maduro y del chavismo, sí lleva a Venezuela hacia
un destino inescrutable. 

 

* Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de
Venezuela.

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