Ecuador/ El horror desborda a Guayaquil [Matías Zibell - Sara España]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 2 00:35:23 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

2 de abril 2020

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Ecuador



El drama de Guayaquil, que tiene más muertos por Covid-19 que países enteros
y lucha a contrarreloj para darles un entierro digno



Matías Zibell, en Ecuador

BBC Mundo, 1-4-2020

https://www.bbc.com/mundo/



A las miles de imágenes de ciudades vacías y hospitales colapsados impresas
alrededor del mundo por la pandemia de coronavirus, en la ciudad ecuatoriana
de Guayaquil se sumaron en la última semana videos y testimonios sobre
personas muriendo en las calles y cuerpos esperando días para ser recogidos
en los hogares.



La provincia del Guayas, donde se encuentra Guayaquil, hasta el 1 de abril
había reportado -según datos oficiales- más víctimas del covid-19 que
naciones latinoamericanas enteras: 60 muertos y 1.937 infectados (1.301,solo
la capital de la provincia). Pero esta cifra no incluye toda la gente que ha
muerto sin que se le haga el test para comprobar la presencia del virus.



El colapso del sistema funerario producto de esta crisis es de tal magnitud
que el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, debió conformar una fuerza de
tarea conjunta para poder enterrar a todas las personas fallecidas.



"Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste
de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en
casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí
en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas
cosas", cuenta Jésica Castañeda, sobrina de Segundo Castañeda.



Otra joven guayaquileña que vive en el sureste de Guayaquil y quien pidió
que no se difunda su nombre, relató que su padre murió en sus brazos y
estuvo 24 horas en la casa.



"Nunca le hicieron la prueba del coronavirus, solo nos decían que nos podían
agendar una cita y que tome paracetamol. Tuvimos que retirar el cuerpo por
medio de particulares porque no tuvimos respuesta del Estado. Uno siente
impotencia al ver a su padre así y tener que salir a pedir ayuda".



Pero esta situación no afecta solamente a los muertos por el virus. Wendy
Noboa, quien vive en el norte de Guayaquil, cerca de la terminal de
autobuses, cuenta la historia de su vecino Gorky Pazmiño, quien murió el
domingo 29 de marzo:



"Él se cayó y del golpe en la cabeza murió. Yo llamé al 911 y nunca
vinieron. Él vivía con su papá, que tiene más de 96 años, por eso mi
angustia. Permaneció en el piso todo un día, hasta que vinieron familiares
con la caja para sepultarlo. Pero no lo pudieron sepultar porque no había
médico que firmara el certificado de defunción".



Los casos son tantos que la periodista Blanca Moncada, del diario Expreso,
ha comenzado una cadena en Twitter solicitando información de familiares y
vecinos de personas que se encuentren en esta situación.



"Tomé esta decisión por el grito desesperado de muchos ciudadanos que tienen
que esperar hasta 72 horas e incluso más para que las autoridades recojan
los cadáveres que permanecen en las casas; busco cuantificar la magnitud de
esta tragedia porque, en cuestión de cifras, Guayaquil es en este momento
una gran nube gris".



Enfrentamiento político



El comandante de la Armada Nacional, Darwin Jarrín, quien asumió el 30 de
marzo la coordinación militar y policial para la provincia del Guayas,
indicó a BBC News Mundo que hasta el jueves 2 de abril, a más tardar,
estarán enterrados todos los fallecidos en Guayaquil.



"El Ministerio de Salud entrega en los hospitales el acta de defunción,
Policía y CTE (Comisión de Tránsito del Ecuador) trasladan los cadáveres a
los dos cementerios -Parques de La Paz en la Aurora y el Panteón
Metropolitano en la vía a la costa- y las fuerzas armadas los entierran",
señaló Jarrín.



Pero lo ocurrido en la última semana de marzo en la ciudad -donde más de 300
cadáveres fueron recogidos en distintos domicilios por la policía
ecuatoriana, según informa el diario El Comercio- puede tener serias
consecuencias.



El gobierno del presidente Lenín Moreno impuso medidas para contener la
emergencia desde inicios del mes de marzo, una vez el país reportó su primer
caso de covid-19.



Para comenzar, la crisis ha enfrentado a la alcaldesa de Guayaquil con el
gobierno nacional. Cyntia Viteri, quien se encuentra en cuarentena por
haberse infectado con el coronavirus, reclamó el 27 de marzo a las
autoridades nacionales por las falencias del sistema público:



Además de los muertos en los hogares, la ciudad ha tenido que enfrentarse a
la pesadilla de muertos en sus calles. Jésica Zambrano, periodista del
diario El Telégrafo, le contó a BBC News Mundo su experiencia desde el
centro de Guayaquil.



"Mi pareja salió a hacer las compras y se encontró una persona muerta, en
las calles Pedro Carbo y Urdaneta. Más temprano nos dijeron que había otro
muerto unos cuantos metros más allá. Aquí estamos acostumbrados a ver a
mendigos durmiendo en las calles, pero como resultado de esta crisis
personas desahuciadas mueren en el centro de la ciudad".



"Golpe a las costumbres"



El 28 de marzo, un día después de las declaraciones de la alcaldesa, el
diario El Universo informó sobre los planes del gobierno municipal de
enterrar a los muertos en una fosa común, pero la idea no prosperó.



"Me parece terrible que se haya lanzado la idea de una fosa común en esta
ciudad", le dice a BBC News Mundo el sociólogo guayaquileño Héctor
Chiriboga.



"Esta es una ciudad donde la clase media, media baja, demoraba el velorio
hasta dos días porque tenía que llegar el pariente que vivía en Europa, los
migrantes que se fueron después del 2000. Aquí se vestía a los cadáveres y
hasta hace poco la Iglesia católica veía con malos ojos la cremación",
explica y añade:



"Esto es un golpe para las costumbres de los sectores populares, para el
ritual del fallecimiento y del entierro. El hombre que se gana el pan día a
día, que tiene una veta cristiana o católica, es un hombre que se deshace al
ver que no se va a poder cumplir con el rito".



Jorge Wated, quien está al frente de la fuerza de tarea designada por el
presidente Moreno para el enterramiento de los cadáveres, le dice a BBC
Mundo que él no hubiese aceptado esta misión si el mandatario le hubiera
pedido hacerse cargo de una fosa común.



"Presido esta fuerza de tareas para levantar a los fallecidos de las
viviendas y hospitales de Guayaquil, y para que aquellos que no tienen los
servicios exequiales, puedan tener una cristiana sepultura, de forma
unipersonal, en un camposanto de la ciudad".



Pero el ingeniero Wated informa que los familiares de las víctimas no podrán
asistir al entierro.



El peor escenario



"Siempre había personas que fallecían en su casa. Lo normal era que un
médico determinaba la causa de muerte y luego venía la funeraria. Pero ahora
hay un pánico generalizado y se piensa que toda persona que fallece en
Guayaquil tiene coronavirus. Entonces las funerarias no se quieren hacer
cargo", explica a BBC Mundo Grace Navarrete, médica salubrista que pertenece
a la Sociedad Ecuatoriana de Salud Pública.



El comportamiento de las funerarias durante la crisis fue investigado por la
periodista Susana Morán, del sitio digital de noticias Plan V, en el
artículo "Morir dos veces en Guayaquil".



Morán entrevistó a la dueña de una funeraria que cerró su negocio por temor
a un contagio. "Yo ya tengo mis añitos, por ganarme unos centavitos yo no
voy a poner en peligro a mi familia", le dijo esta señora a la periodista.



Este miedo se replica también entre los familiares, dice la doctora
Navarrete.



"En las casas pasa lo mismo, se muere alguien y nadie toca el cuerpo, en una
ciudad en donde el calor hace que el nivel de descomposición de los
cadáveres sea más acelerado que en otras partes del país. Yo escuché de un
caso de una persona fallecida en su dormitorio cuyos familiares sacaron el
cuerpo sobre el colchón a la vereda".



Para el ingeniero Wated, se trata de un conjunto de factores que se combinan
en el peor escenario.



"Las funerarias están colapsadas, incluso no tienen personal; los
camposantos no tienen capacidad de recibir tanta gente a tanta velocidad; la
gente no puede salir de sus casas a hacer los trámites para enterrar a sus
fallecidos; el número de muertos crece entre los diagnosticados con covid y
la gente sospechosa de haber muerto de covid a la que no se le hizo una
prueba: esto genera un cuello de botella".



La enfermedad pública



El médico Ernesto Torres cree que la tragedia debe entenderse como un tema
de salud pública, ya que, en sus palabras, esto "rebasa el ámbito de la
medicina porque tiene que ver con políticas de Estado y del interés real de
los gobiernos en la salud de su población".



Para este experto en salud pública, en esta crisis se les ha dado demasiada
importancia a los hospitales y no se ha trabajado a nivel comunitario.



En estas comunidades, sobre todo en las más periféricas, se está produciendo
"una verdadera y profunda crisis humanitaria", en palabras de Paúl Murillo,
responsable del área de incidencia comunitaria del Comité Permanente de los
Derechos Humanos:



"Está bien llamarnos a un aislamiento en los domicilios, pero nunca se pensó
en planes de contingencia que garanticen, al menos, la seguridad alimentaria
en los barrios periféricos y marginales".



Adriana Rodríguez, profesora de Derecho la Universidad Andina y especialista
en derechos humanos, piensa que no es sorprendente que esto ocurra en una
ciudad con una alta desigualdad social.



"Guayaquil es una ciudad que tiene aproximadamente el 17% de su gente en la
pobreza y en la pobreza extrema. Lo que ocurre ahora con los cadáveres nos
hace pensar en qué cuerpos importan y qué cuerpos no importan.



Los recortes en salud pública nos dicen que hay cuerpos que no importan".



Ecuador vive "una verdadera y profunda crisis humanitaria", dice Paúl
Murillo, responsable del área de incidencia comunitaria del Comité
Permanente de los Derechos Humanos.



Sin embargo, para el ingeniero Jorge Wated, esto que ocurre hoy en Guayaquil
puede ocurrir en cualquier lugar del continente.



"Yo veo lo que pasa en el resto de Latinoamérica, por ejemplo, lo que pasa
en Argentina hoy, y es lo que pasaba aquí tres semanas atrás; las cosas se
van a ir complicando, dependiendo de cada país, nosotros estamos tratando de
actuar lo más rápido que podemos".



El escritor Milan Kundera decía en su libro "La lentitud" que la velocidad
era directamente proporcional al olvido. Es difícil pensar que por más
rápido que actúen las autoridades en estas horas, alguien olvide en
Guayaquil estos últimos siete días de espanto.



Por ejemplo, en las últimas horas, la Revista Vistazo informó que en la
noche del 30 de marzo circuló un video con un grupo de personas en el
suroeste de Guayaquil, quemando llantas para reclamar el retiro de un
cadáver.



"Incluso, los moradores habrían amenazado con quemar el cuerpo del
fallecido, en señal de protesta", cierra la noticia.



El horror, el horror.

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El coronavirus desborda Ecuador y abruma a su población por la acumulación
de cadáveres en casas



La emergencia golpea con fuerza a Guayaquil, mientras las cifras oficiales,
que reportan 93 fallecidos, chocan con la oleada de denuncias ciudadanas.



Sara España, desde Guayaquil

El País, 1-4-20

https://elpais.com/



Guayaquil es la Wuhan de Ecuador. Es la ciudad en la que se detectó el
primer caso -importado de España-, es el principal foco de contagio del
país, con el 70 % de los 2.758 positivos, y es donde se impusieron medidas
más fuertes al inicio del estado de excepción. Tras dos semanas de toque de
queda y de suspensión de la jornada laboral, extendidas hasta el 5 de abril,
Guayaquil es el prisma que revela la desesperación de la población por los
fallecimientos de sus seres queridos y la incapacidad de las autoridades
para actuar a tiempo. Según las cifras oficiales, el coronavirus se ha
cobrado la vida de 98 personas en el país, al menos 60 de ellas en Guayas,
la provincia de la que es cabecera Guayaquil. Además, hay otros 76
fallecimientos que no han podido ser confirmados como vinculados con el
Covid-19, porque las pruebas no llegaron a tiempo o no fueron concluyentes.
Aun así, las autoridades los relacionan como causa de la muerte probable.



En contraste a esas cifras, no han dejado de aparecer en las redes sociales
y en los medios nacionales una oleada constante de denuncias de familias
guayaquileñas que han perdido a un familiar con síntomas como tos, fiebre e
insuficiencia respiratoria y que llevan esperando días para que alguien vaya
a retirar sus cadáveres. Hasta cuatro días, reprochan algunos, han tenido a
sus allegados muertos acumulando calor y olor dentro de su propia casa.
Otros, desesperados por la presencia del cuerpo, los han sacado a la acera.
Y todos coinciden en reclamar que nadie haya aparecido a recogerlos pese a
haber llamado insistentemente al 911, el número de emergencias.



El Gobierno ecuatoriano, reticente inicialmente a pronunciarse o a vincular
esta situación con el impacto del virus en Ecuador, ha terminado
reconociéndola y presentará un informe semanal sobre las defunciones en
general, como tratando de sincerar las estadísticas inusualmente altas de
muertos de la última semana frente al promedio anual. “En circunstancias
normales tenemos 6.000 defunciones mensuales en el país. En Guayaquil, en
enero, tuvimos 828 defunciones. En estos momentos tenemos la misma cantidad
de fallecimientos, pero agravada por las circunstancias”. No se pueden
vincular esas muertes al coronavirus si no se hacen las pruebas que, en
Ecuador, pese a ser el segundo país de la región en fallecidos y tercero en
contagios, es uno de los que menos muestras ha tomado: 9.019. "La
realización de las pruebas es lo único que nos confirman que los decesos se
ha dado por Covid-19. Tendremos más datos cuando lleguen las pruebas
rápidas”, indicó el viceministro de Salud, Ernesto Carrasco. Este miércoles
se registró un pico de casos confirmados, 408 más que el martes.



Primero fueron los servicios de emergencias, los que decían que habían
recibido muchas más llamadas de lo habitual en un día para recogida de
cadáveres en casa. 40, aseguraban, frente a los 14 fallecimientos en
domicilio que, en promedio, se producen cada día en Guayaquil. Después, la
policía dio una aproximación mayor de la dimensión del coronavirus en la
segunda urbe más importante del país, tras Quito: 450 cuerpos en lista de
espera para ser retirados, según el periódico El Universo. Finalmente, el
Registro Civil empezó el pasado lunes 23 a anotar hasta un centenar de actas
de defunción por jornada con un pico mucho más pronunciado al inicio de esta
semana en Guayas. Pero todas esas cifras, pese al excepcional incremento en
tan pocos días, no pueden relacionarse exclusiva, precisa y oficialmente con
el coronavirus. Por la falta de diagnóstico.



Lo que sí generaron las estadísticas y las denuncias ciudadanas fue la
reacción del Gobierno. Primero, planteó abrir un espacio para inhumaciones
colectivas. Se llegó a hablar entre las autoridades municipales de Guayaquil
de una fosa común que finalmente fue replanteada para garantizar sepulturas
individualizadas. Segundo, se permitió a los cementerios que extiendan su
horario hasta las cinco de la tarde, más allá del toque de queda de las dos
para reducir las filas de espera en sus puertas, y a los prestadores de
servicios funerarios, trabajo sin descanso. Se incorporaron, además, las
Fuerzas Armadas a la tarea de recolección de fallecidos, ya sean naturales o
sospechosos por coronavirus, se agilizó la burocracia para las familias y se
contrataron contenedores refrigerantes para conservar los cuerpos que no
pueden ser trasladados a los hospitales por falta de espacio hasta que sean
correctamente sepultados. Por último, se dispuso por las autoridades de
Salud que la cremación no era un requisito indispensable, ni siquiera para
las víctimas del Covid-19.



Hasta este martes por la noche, según los portavoces del Ejecutivo que dan
los reportes regulares de datos y novedades, debía haberse concluido la
tarea de retirada de cuerpos que llevaban días acumulando olores en las
casas o en la calle. Pero el lamento de los guayaquileños continúa y aún hay
cadáveres envueltos en plásticos, en sábanas o en ataúdes esperando a ser
recogidos.

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