México/ Miles de despidos. "Yo no le tengo miedo al coronavirus, yo le tengo miedo al hambre" [Karina Suárez/Georgina Zerega]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 11 16:54:12 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

11 de abril 2020

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México



Los despedidos mexicanos por la crisis: “Yo no le tengo miedo al
coronavirus, yo le tengo miedo al hambre”



Pese a la petición del Gobierno mexicano a la iniciativa privada de sostener
el empleo durante la emergencia sanitaria, las compañías han echado sin
previo aviso a miles de trabajadores



Karina Suárez/Georgina Zerega, desde México

El País, 11-4-2020

https://elpais.com/



Daniel Martínez no esperaba ser despedido. Llevó su libreta a la oficina del
director, a donde fue llamado el 31 de marzo. Pensó que le asignarían más
trabajo, quizá un nuevo desarrollo como los que supervisaba los cuatro años
que laboró en la inmobiliaria mexicana Be Grand. Todo cambió cuando vio el
cheque de su finiquito sobre el escritorio. Su jefe le notificó que la
empresa no podía cubrir su salario debido a la crisis sanitaria provocada
por el coronavirus. “Su justificación fue que las ventas estaban bajas, que
no tenían buenos ingresos y con lo del virus menos ventas iban a tener”,
relata.



La empresa trató este despido como una renuncia, lo que la eximía de cubrir
una liquidación acorde a un sueldo mensual de unos 25.000 pesos (1.050
dólares). El arquitecto, de 33 años, prefirió aceptar el finiquito a
comenzar una pelea interminable ante los tribunales laborales. Como él, unos
60 trabajadores de Be Grand —gerentes, coordinadores y personal
administrativo— fueron despedidos bajo el eufemismo de una “renuncia
voluntaria”.



Unas horas antes del despido de Martínez, el Gobierno de México había
declarado la emergencia sanitaria y la suspensión de actividades no
esenciales hasta el 30 de abril. Ante el riesgo de que las medidas
provocaran una catarata de despidos, el Ejecutivo apeló a la “solidaridad”
de los empresarios. “Es un mes de permiso con goce de sueldo, un mes, se
puede ayudar de esa manera. Estoy seguro de que la mayoría de los
empresarios nos van a ayudar”, dijo el presidente Andrés Manuel López
Obrador a finales de marzo.



La realidad ha comenzado a mostrarle al Gobierno que una invitación no es
suficiente. No hay red de seguridad que permita a las compañías proteger los
empleos. Los contagios van en aumento — el país suma 233 muertes y 3.844
casos positivos— y también lo hacen las cifras de desempleados. Desde
grandes corporativos que cotizan en Bolsa hasta medianas y pequeñas empresas
han decidido reducir sus nóminas para enfrentar el mazazo económico
provocado por la Covid-19. La Administración de López Obrador reconoció esta
semana que se han perdido más de 346.800 empleos en los últimos 15 días. La
cifra supone la destrucción del trabajo creado en todo 2019. Las
estadísticas que advierten sobre una tasa de desempleo del 5% y una caída de
cuatro puntos porcentuales del PIB por la crisis comienzan a tener nombres y
apellidos.



La petición de López Obrador a los empresarios no tuvo efecto ni siquiera
entre sus más allegados. Es el caso de Daniel Chávez Morán, miembro del
Consejo Asesor Empresarial del presidente mexicano y dueño de 16 hoteles
repartidos en los puntos más turísticos. Dos de las empresas de su grupo,
Vidanta, aparecieron esta semana en la lista de despidos presentada por el
Gobierno, con un recorte de más de 5.000 puestos entre sus hoteles en
Quintana Roo y Nayarit.



“Al presidente le falta enterarse un poco más de lo que pasa dentro de estas
empresas, no está viendo lo que la gente está padeciendo”, dice Gloria
Ramírez, una de las trabajadoras despedidas del grupo de Chávez Morán.
Ramírez migró de Chiapas por falta de empleo. Pasó los últimos seis años
trabajando como camarista del hotel Grand Luxxe, en Nuevo Vallarta
(Nayarit). El 27 de febrero llegó al hotel, donde la esperaba una cola de
cientos de despedidos que aguardaban sus finiquitos. “Nos obligaron a firmar
un papel, no nos dieron ni una copia y si no firmábamos, no nos pagaban lo
que nos adeudaban”, cuenta.



Ramírez no recuerda haber visto despidos tan masivos. “Echaron a casi todos,
la mayor parte son trabajadores de la construcción, solo quedaron unos pocos
ejecutivos”, explica. La precariedad de los contratos, que suelen ser
mensuales o trimestrales, le impidió generar antigüedad, por lo que se vio
privada de una indemnización. A las horas de firmar el finiquito, la empresa
le depositó lo que le debía por esa quincena, unos 2.000 pesos, 85 dólares,
que solo le alcanzó para las cuentas y la comida de un mes. “Es
desesperante. Yo no le tengo miedo al coronavirus, yo le tengo miedo al
hambre”.



El turismo ha sido una de las actividades más golpeada. El Estado de
Quintana Roo, con su Riviera Maya, es de los que más despidos registró:
63.800 personas perdieron su empleo. El albañil Francisco Alcudia fue uno de
ellos. Trabajaba en la construcción de un hotel en Tulum hace un mes, cuando
la empresa paralizó la obra. “Cientos de mis compañeros se quedaron en la
calle”, cuenta. La compañía, cuyo nombre no quiere dar, se comportó “muy
mal” con los trabajadores y en algunos casos ni siquiera les pagó lo que les
debía. Tras el cierre de la obra, Alcudia volvió a Cancún, la ciudad donde
nació, a unos 130 kilómetros. “Ahora trabajo de manera independiente, de
pintor, albañil... Aunque está difícil”, admite.



Ciudad de México, la entidad que más casos de coronavirus registra en el
país, es otro punto afectado. La compañía de manualidades Fantasías Miguel
recortó al menos a 100 personas en la capital en las últimas semanas de
marzo. La orden de mandar a casa a “descansar” a sus trabajadores por el
coronavirus fue el preámbulo a los despidos. “Te enseñan una carta, a la que
no te dejan tomarle foto ni te dan una copia, pero te explica que es por la
situación de la pandemia. Nos hicieron firmar la renuncia. No todos
firmaron, solo un 20% de los afectados”, cuenta una de las profesoras
despedidas, quien prefiere no dar a conocer su nombre por temor a sufrir
represalias. Su salario era de 10.000 pesos (421 dólares) mensuales.



Ella accedió a firmar su renuncia pensando que era lo mejor para su familia.
“Mi marido no tiene un trabajo seguro y no sé cómo venga lo de la mentada
fase tres (de la pandemia). Tengo dos niñas y necesitaba el dinero de
inmediato porque yo vivo en la incertidumbre, lo que más me preocupa es qué
vamos a comer”, señala. Al firmar, dejó ir la liquidación por casi seis años
trabajados. Su desesperación y rabia aún se asoman a su voz al recordar el
25 de marzo, cuando fue despedida. “Me siento bastante decepcionada, siento
que la empresa me quedó a deber mucho”, lamenta.



Aarón Quiroz, de 28 años, solo recibió una llamada de su empresa de
publicidad el primer día de abril. Por teléfono, los directivos de la
compañía Once Once Pide un Deseo le comentaron que no podrían pagarle la
última quincena de marzo y ni hablar de un finiquito. Quiroz fue uno de los
150.000 despedidos en los primeros días de este mes. El productor
audiovisual lamenta que los trabajadores queden atrapados entre el pulso que
tienen el Gobierno y los empresarios ante la contingencia. “Se escucha muy
bonito que el Gobierno pida que no despidan, pero la verdad es que no lo van
a hacer. Es más fácil despedir gente para ahorrar dinero”, concluye.



Los afectados comparten el sentimiento de impotencia frente a las numerosas
irregularidades en las que perdieron su empleo. Saben que fueron obligados a
renunciar en plena contingencia sanitaria, pero prefieren no librar una
batalla en los juzgados que para ellos resultará costosa, demandante y muy
difícil de ganar. De acuerdo con los más recientes informes de justicia
laboral en México, las juntas de conciliación están rebasadas y un caso de
este tipo tardaría, al menos, cuatro años en resolverse.

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