Brasil/ La nueva coyuntura: ¿Bolsonaro fortalecido? [Esquerda Online - Editorial]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ago 25 01:34:37 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

25 de agosto 2020

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Brasil



La nueva coyuntura: ¿Bolsonaro fortalecido?



Esquerda Online, editorial, 22-8-2020

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Traducción de Ernesto Herrera - Correspondencia de Prensa



Hay una nueva situación política en el país. El gobierno de Bolsonaro se ha
fortalecido, interrumpiendo el proceso de desgaste que comenzó tras la
llegada de la pandemia a Brasil a mediados de marzo. La comprensión de los
factores responsables de la creciente popularidad del gobierno y la
mitigación de la crisis política e institucional, en el contexto de una
grave crisis sanitaria y económica, es clave para identificar las tendencias
y contradicciones de la actual realidad política y social; y también para
formular una política marxista adecuada a la nueva coyuntura.



Cuatro principales factores de la nueva coyuntura



1 - Impacto de la ayuda de emergencia



Según el IBGE (Instituto Brasilero de Geografía y Estadística) la cobertura
de la ayuda de emergencia llegó a 107,1 millones de brasileños en julio, más
de la mitad de la población (50,7%). Otro hecho que llama la atención: el
44,1% de los hogares del país estaban contemplados por el programa.



Sin la ayuda, habría habido una crisis social colosal y potencialmente
explosiva, dado que tenemos 25 millones de desempleados (sumando los que
buscan trabajo y los que no). La pobreza entre los negros, por ejemplo,
habría aumentado del 17% al 30% según los datos de la Pnad-covid. Pero el
programa de emergencia lo ha mantenido alrededor del 20%. Se estima que
hasta la quinta entrega de la ayuda se gastarán unos 200 billones de reales,
lo que representa el total de la inversión en el Bolsa Familia durante casi
siete años más.



En marzo, Jair Bolsonaro y Paulo Guedes querían, a contra gusto, pagar sólo
R$200 (35 dólares) en ayuda, como máximo. Con mucha presión de la izquierda,
el Congreso fijó la cantidad de R$ 600 (U$S 107 dólares), llegando a R$ 1200
(214 dólares) para madres y padres solteros. Sin embargo, el hecho es que la
mayoría de la población atribuye los beneficios del programa de emergencia
al gobierno federal, que se hace cargo del pago de los beneficios.



Como muestran las encuestas de opinión pública, el impacto positivo de la
ayuda en la vida de las personas (evitando que muchas de ellas pasen hambre
o tengan necesidades básicas) es la principal razón del aumento de la
popularidad de Bolsonaro, que alcanzó un 37% de óptimo y bueno en la última
encuesta de Datafolha. De los puntos extras en la tasa de óptimos/buenos,
casi el 90% provenía de la mejora de la calificación entre las personas que
ganan menos de dos salarios mínimos, precisamente los principales
beneficiarios de la ayuda. Sin embargo, sigue siendo el segmento de ingresos
más crítico de Bolsonaro.



2. La banalización de la pandemia



Incluso con más de 100.000 muertes y la continuación de una pandemia
incontrolada, el gobierno de Bolsonaro, la clase dominante brasileña y la
mayoría de los gobernadores y alcaldes están llevando a cabo una intensa
campaña para naturalizar la enfermedad.



Con esto, la opinión de que lo peor ya ha pasado prevalece en la población.
El cansancio producido por cinco largos meses de pandemia y las expectativas
positivas generadas por la recuperación parcial de la economía también
ayudan a explicar el aumento del optimismo popular, alimentando la
popularidad de Bolsonaro.



Cabe señalar que la campaña de banalización está anclada en un factor básico
de la realidad nacional: el racismo estructural. La enorme tolerancia a la
muerte en el Brasil - de los negros y los pobres, que constituyen la mayoría
de las víctimas del Covid - se ve reforzada por el bolsonarismo, que diluye
y minimiza la percepción de la tragedia humanitaria que vivimos.



Además, la muerte por el virus se extiende poco a poco, día a día. No es
como una bomba que destruye una ciudad en una fracción de segundo o un
accidente de avión, que causa un tremendo impacto inmediato. A medida que
empiezan a formar parte de la "nueva normalidad", las muertes por Covid
terminan, en cierta medida, asimilándose a la vida cotidiana.



La normalización de la pandemia no debe llevar a la conclusión errónea de
que el pueblo brasileño es el culpable de esta situación. La mayoría de la
clase trabajadora se ha adherido al aislamiento social en la medida de sus
posibilidades objetivas, es crítica de la política negacionista de Bolsonaro
y continúa estando en contra del retorno a las aulas. La batalla por las
conclusiones de la tragedia que estamos viviendo no ha terminado y seguirá
siendo objeto de la disputa política en los próximos meses y años.



3. Acuerdo provisorio en el piso de arriba



El 18 de junio, cuando Fabrício Queiroz (1) fue arrestado, marcó un punto de
inflexión para Bolsonaro. Esa misma semana, congresistas, empresarios y
youtubers bolsonaristas habían sido objeto de operaciones de la Policía
Federal, ordenadas por el STF (Supremo Tribunal Federal).



Luego del arresto de su amigo y la ofensiva judicial contra sus partidarios
neofascistas, Bolsonaro adoptó la línea "paz y amor". Dejó de lado las
amenazas golpistas, negoció posiciones con el Centrão (partidos oportunistas
que negocian con el poder de turno el reparto de cargos a cambio de votos
parlamentarios: ndt) formando una base de gobierno más expresiva en el
Congreso, y toleró la represión judicial de su ala más radical. Además,
Bolsonaro comenzó a centrar su agenda en las visitas para inaugurar obras
(especialmente en el Nordeste) y a capitalizar la popularidad de la ayuda de
emergencia.



De esta manera, la línea de la gran burguesía prevaleció: ni golpe de Estado
ni impeachment: por un gobierno bolsonarista disciplinado. Rodrigo Maia
(presidente de la Cámara de Diputados) y Davi Alcolumbre (presidente del
Senado y del Congreso), el STF, los partidos tradicionales de derecha (DEM,
PSDB) y varios gobernadores, con el apoyo del núcleo militar del gobierno,
fueron cruciales para este acuerdo. Cabe destacar el papel negativo de los
gobernadores de la izquierda (PT y PCdoB), que apostaron por una alianza con
la derecha tradicional liderada por Rodrigo Maia y cedieron a la presión
empresarial para que se pusiera fin al aislamiento social en sus estados.



La clase dominante quiere que se mantenga el programa económico neoliberal
de Paulo Guedes (recortes en el gasto social y en los derechos laborales;
privatizaciones), pero no admite un golpe de Estado de Bolsonaro. Así se
encontró una solución intermedia temporal: el neofascista permanece en el
poder, pero por ahora se ve obligado a renunciar a la escalada autoritaria
contra el Congreso y el STF. Bolsonaro, a su vez, en un movimiento táctico,
dio un paso atrás en la agitación golpista, buscando recuperar fuerzas para
una futura ofensiva autoritaria.



4. Ausencia de movilizaciones de masas



En el auge del desgaste de Bolsonaro en mayo, cuando se formó una mayoría
popular contra el gobierno, no fue posible salir a la calle masivamente
debido a los graves riesgos de contaminación. En el momento en que el
presidente neofascista amenazó con el golpe, millares de luchadores, incluso
con el peligro del nuevo coronavirus, salieron a las calles de varias
ciudades. Era el límite de lo posible.



La persistencia de la enfermedad, que sigue sin control, fue y sigue siendo
un obstáculo para la existencia de actos masivos en las calles. Sin poder
recurrir a uno de los principales y más eficaces métodos de lucha, la
izquierda, los movimientos sociales y los sindicatos no podían probar la
posibilidad de la lucha de masas hasta ese momento.



Se concluye, entonces, que la ausencia de grandes movilizaciones callejeras
facilitó el acuerdo arriba y la recuperación de la popularidad de Bolsonaro
desde mediados de junio.



Esta constatación no debe borrar del análisis la existencia de importantes
luchas y acciones combativas que se han producido en los últimos meses. Ha
habido varios actos de los profesionales de la salud que están en la primera
línea del frente; innumerables campañas de solidaridad de los movimientos
sociales; valientes movilizaciones antirracistas y antifascistas;
importantes huelgas de trabajadores del transporte público (del metro y
carreteras) y de trabajadores metalúrgicos (como la huelga de Renault en
Paraná); dos días de huelga nacional de repartidores de aplicaciones; actos
de profesionales de la educación contra la reapertura de las aulas;
movilizaciones de los sin techo y sin tierra; entre otras acciones. En este
momento, se está llevando a cabo una huelga nacional de los trabajadores de
Correos.



Estos procesos de lucha indican, incluso con el aumento de la popularidad de
Bolsonaro, la posibilidad de ampliar y fortalecer la resistencia de la clase
trabajadora y oprimida en el próximo período.



Tendencias y contradicciones de la realidad



El Brasil continúa en una situación reaccionaria caracterizada, entre otros
factores, por una ofensiva burguesa dirigida políticamente por un presidente
neofascista. La dinámica de debilitamiento del gobierno, que se inició en
marzo, se ha interrumpido desde mediados de junio, cuando se abrió una nueva
coyuntura marcada por la desescalada de la crisis política y el aumento de
la popularidad de Bolsonaro.



Sin embargo, el escenario de crisis económica, social y sanitaria, que
seguirá tiñendo la vida del país, no ofrece una base para una estabilización
política más duradera. Las contradicciones se establecen: desempleo récord;
pandemia descontrolada; frágil recuperación económica en el Brasil y en el
mundo; choques de proyectos políticos; ascenso histórico en Estados Unidos,
con el levantamiento antirracista, y el consiguiente debilitamiento de
Trump; entre otros elementos.



Sin ayuda de emergencia o con la disminución de su valor y alcance, decenas
de millones de trabajadores pobres, en su mayoría negros y negras, se
hundirán repentinamente en la pobreza y la miseria, causando un brutal
choque social y podrían revertir el aumento de la popularidad presidencial
entre los más pobres. Bolsonaro lo sabe y, con la vista puesta en las urnas,
quiere un Bolsa Familia ampliado.



Pero, ¿cómo conciliar un mayor gasto social con las recetas neoliberales
basadas en recortes radicales de la inversión pública? La gran burguesía
está presionando y Paulo Guedes ya ha amenazado al presidente de las bandas
parapoliciales: si el Techo de Gastos (a la inversión pública) se cae,
Bolsonaro podría también caer.



Es cierto que los del piso de arriba pueden negociar una solución
intermedia: recortar la educación pública, los derechos sociales (como las
primas salariales), otras áreas sociales y de la administración pública para
financiar la continuación de la ayuda de emergencia con una cantidad menor y
un alcance reducido. En ese caso, se planteará otra contradicción. Por
ejemplo, la mayor movilización callejera hasta la fecha, desde la elección
de Bolsonaro, ha sido la de los estudiantes y profesionales de la educación
en 2019, contra precisamente el recorte presupuestal.



Además, como hemos visto, varias categorías de trabajadores, negras y
negros, jóvenes, el movimiento feminista, entre otros, están demostrando su
capacidad de resistencia a los ataques. No ha habido ninguna derrota
histórica para los explotados y oprimidos. Todavía es posible derrotar a
Bolsonaro y su proyecto neofascista.



Sobre la política de la izquierda socialista



Teniendo en cuenta la evaluación de la nueva situación, creemos que es
posible resumir las tareas de la izquierda socialista en tres puntos
principales:



1 - Fortalecer las luchas y el Frente Único de Izquierda



En este momento, la izquierda debe construir y apoyar activamente todas las
luchas de resistencia (como la huelga de correos y la campaña contra la
reapertura de las aulas), para que tengan un resultado victorioso, como las
huelgas del metro, de los metalúrgicos de Renault, entre otras
movilizaciones. Además de fortalecer cada una de las luchas, es
imprescindible avanzar en la construcción del Frente Único por el Fuera
Bolsonaro y en la defensa de los derechos sociales, involucrando a los
partidos de izquierda, sindicatos, movimientos sociales, movimiento negro,
movimiento feminista, organizaciones juveniles, entre otras organizaciones
de nuestro pueblo.



2 - Preparar la disputa electoral para combatir el bolsonarismo



Las próximas elecciones municipales serán un momento importante en la lucha
política del país. En cada ciudad, las candidaturas del PSOL deben ser un
punto de apoyo para la lucha contra el bolsonarismo y la defensa de un
programa para la mayoría trabajadora y oprimida. Donde no fuera posible la
unificación para el primer turno electoral, debemos luchar por la alianza en
el segundo turno, para derrotar a la extrema derecha y a la derecha
tradicional.



3 - Presentar un programa concreto en defensa de la mayoría trabajadora, los
negros, las mujeres, los LGBT y los indígenas



En este momento es necesario defender el mantenimiento de la ayuda de
emergencia por tiempo indefinido sin disminuir su valor; medidas de
aislamiento social y de testeos masivos para controlar la pandemia; avance
en la lucha antirracista y contra el genocidio de los negros; defender
medidas de protección y creación de empleo, con la prohibición de los
despidos masivos; mayores inversiones en salud pública y educación, poner
fin al Techo de Gastos e impuestos a las grandes fortunas y bancos; defensa
del servicio público, de los funcionarios públicos y de las empresas
estatales. También es importante el programa de defensa del Amazonas, los
bosques y los pueblos indígenas, amenazados por el avance del agronegocios,
el garimpo (minería ilegal que contamina con mercurio los ríos y ahuyenta a
las comunidades nativas de la Amazonía: ndt) y otras actividades criminales
que destruyen el medio ambiente.



Nota



1) Testaferro del senador Flavio Bolsonaro, Queiroz fue jefe de Gabinete
cuando el hijo del presidente aún ocupaba un escaño en la Asamblea
Legislativa de Río de Janeiro. A través de una cuenta bancaria a su nombre,
movió cerca de 240.000 dólares entre los años 2016 y 2017, hacia una red
mafiosa integrada por 74 “colaboradores” que gestionaba Bolsonaro.
(Redacción Correspondencia de Prensa)

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