Brasil/ Racismo colonial del gobierno amenaza a los indígenas [Mario Osava]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Sab Dic 5 12:55:12 UYT 2020
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Correspondencia de Prensa
5 de diciembre 2020
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Brasil
Racismo colonial del gobierno amenaza a los indígenas en Brasil
Mario Osava, desde Río de Janeiro
Inter Press Service (IPS), 4-12-2020
http://www.ipsnoticias.net/
La proliferación de los incendios en sus tierras, también sometidas a
crecientes invasiones, una alta mortalidad por la covid-19 y la merma en sus
derechos constitucionales componen el cuadro actual de amenazas que se
ciernen sobre los indígenas en Brasil.
“El racismo colonial y neocolonial, que niega la diversidad étnica y
cultural”, orienta las acciones del gobierno del presidente Jair Bolsonaro
que ponen en riesgo la vida de los pueblos originarios y tradicionales,
resumió a IPS el antropólogo Marcio Meira, investigador del Museo Emilio
Goeldi, en Belém, capital del norteño y amazónico estado de Pará.
Bolsonaro, un excapitán del Ejército de extrema derecha, propone liberar la
minería y otras actividades económicas dentro de las tierras indígenas (TI),
hasta ahora restringidas, bajo el argumento de que los indígenas “son
iguales a nosotros” y tienen derecho a prosperar.
La invasión de los “garimpeiros”, los mineros informales y la mayoría
ilegales, está diseminando la covid entre los yanomami, un milenario pueblo
que vive en territorio brasileño y venezolano, y en otras etnias. El
discurso presidencial estimula la expansión de esa actividad ilegal.
Hasta ahora murieron 884 indígenas de covid, según la Articulación de los
Pueblos Indígenas de Brasil. La proporción es superior al promedio nacional,
destacó Antonio Eduardo de Oliveira, secretario ejecutivo del Consejo
Indigenista Misionero (Cimi), de la Iglesia católica.
La población de los pueblos originarios suma, según el censo de 2010, 896
917 personas, lo que representa solo 0,45 por ciento del total nacional,
pero tuvo 0,5 por ciento de los muertos por la pandemia, según el registro
hasta el 3 de diciembre.
Lo más grave es que mueren más los ancianos, importantes para la memoria
indígena que es principalmente oral. Están perdiendo sus “bibliotecas
vivas”, lamentó Oliveira.
La vulnerabilidad de esos grupos se agrava por la ausencia de asistencia
médica, ya que el gobierno está eliminando o reduciendo las funciones de los
órganos de apoyo a los pueblos tradicionales.
“Retiraron los médicos cubanos y no los sustituyeron. Los militares
aparecen, pero solo distribuyeron cloroquina”, una medicamento ineficaz
contra la covid, criticó Oliveira a IPS por teléfono desde Brasilia.
Los enfermos graves de las TI, donde no hay hospitales, son llevados a las
ciudades, donde son mal atendidos por discriminación racial, acotó.
Además de estimular las invasiones, una de las causas también del aumento de
incendios en las TI, que este año más que se triplicaron en relación a 2019,
el gobierno trata de dividir los indígenas, acusó el especialista.
Miembros del gobierno apoyan a los indígenas disidentes que se juntan a los
garimpeiros, dañando gravemente los territorios con mercurio y otros
elementos nocivos.
En 2019, el primer año de su gestión, Bolsonaro incluyó en su comitiva a la
Asamblea General de las Naciones Unidas a una indígena que defiende la
integración de sus pueblos en la economía “del siglo XXI” y absuelve el
gobierno de los incendios amazónicos, atribuyéndolos a los propios
indígenas.
Las amenazas de mayor alcance, según Oliveira, son nuevas leyes propuestas
por este gobierno que, entre otros daños, comprende una que permite
legalizar propiedades privadas dentro de áreas identificadas como indígenas,
pero que están aún en proceso de demarcación definitiva.
Por violentar principios constitucionales y posibilitar la apropiación
indebida de tierras indígenas, varios tribunales suspendieron esa nueva
norma impuesta por la gubernamental Fundación Nacional del Indígena (Funai),
órgano que debería proteger los derechos de los pueblos originales.
Nombrar dirigentes de la Funai más cercanos a los grandes terratenientes que
a los indígenas es un arma de la política antiindígena de Bolsonaro y su
gobierno de preeminencia militar.
Otro golpe con riesgos letales fue nombrar como coordinador de Indígenas
Aislados de la Funai a un pastor evangélico, Ricardo Dias, vinculado a la
Misión Nuevas Tribus de Brasil, conocida por su agresiva y dañina acción
evangelizadora, en desmedro de la salud y la cultura indígena.
Fue destituido el 27 de noviembre, tras solo nueve meses en el cargo ante
las protestas por sus iniciativas.
Hace tiempo el indigenismo tenía por orientación “dejar en paz a los
indígenas aislados, reemplazando los frentes de contacto por frentes de
protección”, una regla consolidada en la Constitución de 1988, recordó
Meira, quien presidió la Funai entre 2007 y 2012.
Además del retroceso de sus políticas, el actual gobierno reduce los
recursos de la Funai, lo que obstaculiza sus actuaciones. Es el caso de las
brigadas antiincendio, que perdió condiciones de capacitar y movilizar
indígenas y no pudo actuar como debería en este año, señaló el antropólogo.
Descendientes de esclavos negros, también perjudicados
También las comunidades quilombolas, remanecientes de los refugios de
esclavos africanos y sus descendientes, tienen derecho constitucional a su
territorio, pero sufren ese racismo totalitario que busca impedir su propia
existencia.
En ese caso, la Fundación Palmares, encargada de certificar las áreas
quilombolas, es presidida por Sergio Camargo, calificado como un negro
antinegros, que considera que la esclavitud fue benéfica para los
afrodescendientes, porque actualmente viven mejor en el país que la
población de África.
Es evidente que las certificaciones de comunidades quilombolas no avanzan.
Ya hay cerca de 3000 reconocidas en todo el Brasil, pero existen muchas más
identificadas que no lo han logrado.
Tanto Bolsonaro como los generales que componen la plana mayor de su
gobierno objetan las áreas reservadas a grupos étnicos, en parte porque se
trata de tierras de posesión y uso colectivo, en un modo de vida ajeno al
capitalismo y el individualismo que pregona el gobierno de extrema derecha.
Bolsonaro anunció desde antes de asumir el gobierno, en enero de 2019, que
no demarcará “un solo centímetro cuadrado de tierra indígena”.
“Odio el término (sic) pueblos indígenas… en este país solo hay un pueblo,
el pueblo brasileño”, opinó exministro de Educación, Abraham Weintraub, en
una reunión del gabinete ministerial en abril, cuyo contenido trascendió.
Destituido por mala gestión al frente de esa cartera fue recompensado por
Bolsonaro por su afinidad ideológica, con el puesto de director del Banco
Mundial en representación de Brasil y ocho países más.
“La idea de que uno tiene que dejar de ser indígena para hacerse brasileño
es una visión racista y colonialista”, de que es necesario integrar y
aculturar a los indígenas, vale decir, forzarles a perder su cultura para
integrarse a la blanca europea, una tendencia imperante hasta mediados del
siglo XX y ahora abandonada, pero no por los militares, lamentó Meira por
teléfono desde Belém.
Contrariando la Constitución
Es una visión que entra en conflicto con la Constitución brasileña de 1988,
que reconoce la “organización social, costumbres, lenguas, creencias y
tradiciones” de los indígenas y sus “derechos originarios sobre las tierras
que tradicionalmente ocupan”, apuntó.
Es decir, los reconoce como pueblos autónomos y atribuye al Estado la
función de demarcar esas tierras y protegerlas. El plazo fijado para esa
tarea era de cinco años, por lo que se agotó en 1993, pero la demarcación
solo se completó en 487 áreas.
Siguen pendientes otras 237 ya identificadas, declaradas indígenas o en
estudio que, por decisión de Bolsonaro quedarán paralizadass. Las 724 TI ya
demarcadas y a demarcar suman 1,17 millones de kilómetros cuadrados, lo que
representa 13,8 por ciento del territorio nacional
Identificar las TI como territorios en la Constitución fue vetado por los
militares, que encaran tal concepto como un riesgo para la soberanía
nacional, recordó Meira.
Hay generales como el jefe del Gabinete de Seguridad Institucional, Augusto
Heleno Pereira, que temen la constitución de un nuevo país en alguna TI por
sus habitantes indígenas apoyados por organizaciones no gubernamentales e
instituciones internacionales.
El actual gobierno “vive en conflicto con los indígenas”, encarados “como
enemigos”, dedujo Oliveira de tantos embates, omisiones y amenazas.
Los militares aún razonan en términos del concepto de civilización, que era
“eurocéntrica y depredadora”, y fundamenta el racismo colonial, la idea de
eliminación, según Meira. Es difícil que acepten que hay otras
civilizaciones y los indígenas constituyen una de ellas.
Los indígenas que viven fuera de su territorio enfrentan también el mismo
racismo que se hizo dramáticamente visible últimamente contra los negros, y
tiene origen en la esclavitud.
“Es poco conocido, pero también hubo muchos indígenas esclavizados. En la
Amazonia alcanzaron por lo menos 100 000”, concluyó Meira.
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