Paraguay/ ¿Por qué el éxito (hasta ahora) frente a la pandemia de covid-19? [Fátima E. Rodriguez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jul 11 15:31:47 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

11 de julio 2020

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Paraguay



¿Por qué Paraguay tuvo éxito (hasta ahora) frente a la pandemia de covid-19?




El país sudamericano fue uno de los primeros en declarar la cuarentena. Pese
a la precariedad de su sistema de salud, la estrategia frente a la pandemia
de covid-19 permitió contener la expansión de los casos. A una población
poco numerosa y un relativo aislamiento se sumaron una buena estrategia de
comunicación y un consenso extendido sobre las medidas aplicadas, aunque
ciertos discursos policiales recordaron épocas pasadas.



Fátima E. Rodríguez *

Nueva Sociedad, julio de 2020

https://www.nuso.org/



Solo 20 muertes al 8 de julio de 2020. Casi 78.000 pruebas realizadas y
2.421 casos confirmados de covid-19. En Paraguay, el sistema público de
salud tiene solo 304 camas de terapia intensiva, incluyendo las pediátricas.
En los hospitales privados, hay otras 202 camas de terapia intensiva, pero
cuestan 5.000 dólares por día si los pacientes no tienen seguro médico. El
Instituto de Previsión Social (IPS), que articula el sistema de seguridad
social en el país, está colapsado desde mucho antes de la pandemia. De
hecho, Paraguay es uno de los países con menor gasto social en la región,
después de Guatemala y República Dominicana ¿Qué hace entonces que Paraguay
tenga tan pocas muertes por covid-19? Esta pregunta tiene una respuesta
compleja e implica una conjugación de varios factores; en este artículo
desgranaremos algunos.



Paraguay es uno de los países con mayor porcentaje de población joven en la
región. Según datos de la Dirección General de Estadística, Encuestas y
Censos de 2018, 27,8% de su población tiene entre 15 y 29 años. «Esto es
importante porque el virus no muestra su peor cara en la población joven; en
Paraguay tenemos casos de muerte joven pero con comorbilidades o
enfermedades previas», señaló Guillermo Sequera, director de Vigilancia
Sanitaria del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPBS) de
Paraguay.



A esto se suma que el país tiene una población de poco más de siete millones
de habitantes y es uno de los Estados con mayor porcentaje de población
rural en América del Sur: en 2019, ascendía a 38% del total. Los países que
limitan con Paraguay tienen menores porcentajes de población rural sobre el
total de población: Bolivia es el que está más cerca con alrededor de 30%,
en Argentina es 8%, en Brasil, 13%. Ecuador, con 36% de población rural,
tiene no obstante un alto número de muertes por covid-19, 1.569 al 5 de
julio, pero la mayoría de los decesos se dieron en las ciudades. Este es un
factor fundamental, dado que la diseminación del virus se produce por
contacto y las aglomeraciones en las ciudades son más factibles que en las
áreas rurales.



Otro elemento clave es la presencia de Guillermo Sequera. Director general
de Vigilancia de la Salud, Sequera forma parte de la Asociación
Latinoamericana de Medicina Social (Alames) y tiene una amplia formación en
epidemiología. Más allá de su extenso currículum, su rol fue fundamental
para convencer a las autoridades de aplicar el aislamiento incluso antes de
que el covid-19 fuera declarado «pandemia» por la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Es joven, habla con datos y estadísticas, caracteriza los casos
y explica pedagógicamente lo que se va sabiendo sobre las características
del virus. Paraguay fue el primer país de la región en declarar la
cuarentena el 10 de marzo de 2020.



«Si me preguntás a mí, diría que las estrategias nos funcionaron porque
fueron rápidas, intensas y porque había confianza en el gobierno», dice
Sequera. La confianza de la que habla se refiere al MSPBS que, de ser un
ministerio insípido, logró de manera inédita quedar por encima de las
disputas políticas, que fueron muchas desde la llegada a la Presidencia de
Mario Abdo, del Partido Colorado. Abdo tuvo desde denuncias de fraude
electoral hasta escándalos por negociaciones secretas con Jair Bolsonaro
para la distribución de energía de la central hidroeléctrica Itaipú, entre
otros conflictos.



Con las medidas tomadas ante la pandemia, era la primera vez que alguien del
gabinete nacional lograba la atención completa de la población sin ruidos y
sin intermediarios. A Julio Mazzoleni, ministro de Salud, los periodistas lo
llamaban «capitán», y hasta hubo quien se tatuó el rostro del ministro. El
funcionario actuó siempre sobre la base de datos, números, casos, sin dejar
de expresar sus dudas incluso en programas de televisión en vivo. No
obstante, hay quienes lo critican. Seguidores del ex-presidente, también
colorado, Horacio Cartes, dejaron rápidamente de lado la tregua política, no
le perdonaron a Sequera una entrevista en el periódico digital del Partido
Comunista Paraguayo y desataron una campaña de desprestigio. El dictador
Alfredo Stroessner señaló en varias oportunidades a Paraguay como uno de los
países más anticomunistas del mundo, y este anticomunismo de la Guerra Fría
es cotidiano en este país. No es casual que exista un gran monumento al
líder anticomunista chino y fundador de Taiwán Chiang Kai-shek en plena
Asunción. También hay una avenida y un colegio secundario con su nombre. Sin
embargo, la campaña contra el secretario de Salud no logró esta vez su
cometido: la destitución del funcionario.



Al mismo tiempo, en las primeras semanas de cuarentena, hubo varias
denuncias por abusos policiales. En Paraguay, la Policía Nacional tiene un
grupo de patrulla callejera con el nombre de Grupo Lince. Usan armas largas,
pasamontañas, cascos y se movilizan en motocicleta. Su intervención en
celebraciones de bodas y aniversarios de 15 años, la persecución a un niño
durante varias cuadras, el robo de dinero a personas que realizan entregas a
domicilio en bicicleta e incluso el abuso sexual a una joven de 17 años por
parte de un comisario fueron solo algunos de los sucesos denunciados y
adjudicados a la Policía Nacional en las primeras semanas.



Es posible que estas denuncias colaboraran en la estrategia de comunicación
que apeló al miedo, indicando que la casa es el único lugar seguro (siempre
y cuando no fuera para organizar un festejo). Hubo un caso en el que los
policías retiraron los equipos de música de una casa bajo la acusación de
que sus ocupantes estaban buscando reunirse. La reacción en las redes fue
muy crítica de estas metodologías, a punto tal que a finales de marzo se
relajaron los controles y en la localidad de Villarrica las fuerzas
policiales realizaron un acto en la calle y cantaron la canción «Color
esperanza», en homenaje a los ciudadanos que cumplieron «a cabalidad» la
cuarentena.



A esto debe agregarse que, en los primeros días, si bien no se tenía
demasiada información respecto de la enfermedad, el Estado paraguayo
utilizó, además de la fuerza policial, la estrategia de judicialización. La
Fiscalía realizó numerosas imputaciones por aglomeración, principalmente en
los barrios populares donde se acostumbra a jugar piki voley, un deporte muy
practicado en Paraguay y en Brasil que consiste en una combinación de futbol
y vóleibol. Además, salir de casa podía implicar un encuentro con el Grupo
Lince. El ministro del Interior ofrecía conferencias de prensa y amenazaba
en guaraní con llevar «huguape» (al fondo) a quienes no respetaran la
cuarentena. Todas estas situaciones fueron denunciadas por las
organizaciones sociales y algunas personas vincularon estas acciones y
amenazas con la memoria de los estados de sitio de la época de la dictadura
de Stroessner (1954-1989).



Pero, al mismo tiempo, hubo una comunicación eficaz. El ministro Mazzoleni
cumpliría, el 10 de julio, cuatro meses de informes diarios de la situación
de casos de covid-19 mediante las redes sociales. En las tres primeras
semanas hizo conferencias de prensa diarias para explicar los síntomas, cómo
se estaba llevando a cabo en otros países el abordaje del aislamiento y
cuáles eran las ventajas y desventajas de las medidas que se tomaban. Esta
comunicación incluía, además, datos, números y una admisión: «No tenemos los
equipos para los médicos, nuestro sistema de salud no está preparado».



El mayor desafío de esta comunicación fue lograr que se modificara una
costumbre en muchísimos hogares: compartir el tereré (mate frío que se toma
con bombilla). Además, la comunicación fue clara sobre tres cuestiones: uso
de tapabocas, distancia física y lavado de manos constante. En este sentido,
se aplicaron medidas obligatorias para la tercera fase: los pequeños
comercios reabrieron con un estricto control de protocolo, que incluía toma
de temperatura y provisión de jabón y agua en la entrada, además de tapetes
con lavandina para limpiarse el calzado.



Los comercios están obligados a registrar los datos de las personas a las
que reciben, para que en caso de que se detecte un caso se pueda rastrear de
manera rápida a quienes puedan haberse contagiado. Actualmente, Paraguay
está en proceso de reapertura de comercios y deportes; desde el 15 de junio
se pasó a la tercera fase, pero ya se descartó el regreso a clase de
estudiantes durante este año. Por otro lado, las autoridades religiosas y en
especial las de la Iglesia católica ejercieron resistencia a la cuarentena
en las primeras semanas, pero tras las críticas fueron acatando y
resolviendo otras formas de celebrar sus ritos e implementaron celebraciones
desde camionetas en los barrios y hasta una procesión en helicóptero. La
presión de la Iglesia católica fue tanta que en la segunda fase fueron
autorizadas las misas con un límite de 20 personas. Cuando el 15 de junio se
pasó a la tercera etapa y se anunció la reapertura de comercios y pequeños
gimnasios, la Iglesia pidió levantar el límite de 20 personas, pero recibió
críticas en las redes sociales.



Si bien el mismo Sequera reconoce que una de las características que
favoreció a Paraguay es el hecho de ser uno de los países peor conectados
del mundo en términos de vuelos y turismo, lo cierto es que esta «isla
rodeada de tierra», como la llamó Augusto Roa Bastos, uno de sus más grandes
novelistas, tiene un dinámico corredor migratorio, principalmente con
Argentina y Brasil. Gran parte de los paraguayos viven en el exterior y
Argentina es el país de destino de la migración histórica más antigua. Sin
embargo, hay otras migraciones quizá poco estudiadas, como la de población
paraguaya a Brasil y a Chile, con características bien diferentes de otras
olas migratorias, como la dirigida a España desde fines de la primera década
del siglo XXI, que se caracterizaba por ser fuertemente feminizada.



A Brasil suelen ir los hijos varones de los campesinos expulsados de los
territorios de Alto Paraná, Caaguazú, Canindeyú y algunas zonas de Itapúa y
Caazapá, hasta donde se expandieron las fronteras de los cultivos del
agronegocio de las empresas brasileñas. Esto quizá explica que 73% de los
casos confirmados correspondan a hombres y solo 27% a mujeres, ya que la
mayoría de estos casos provienen de Brasil. En las primeras semanas, las
personas que regresaban de Brasil pasaban días enteros en el Puente de la
Amistad que une Foz de Iguazú y Ciudad del Este: Paraguay no permitía entrar
a sus propios ciudadanos, y este hecho era bien visto en redes sociales como
Twitter. También, hasta hoy, numerosos migrantes paraguayos solicitan ser
repatriados desde diferentes países.



El cierre de fronteras y la implementación de la cuarentena obligatoria para
quienes regresaban al país en destacamentos militares y conventos fueron
cruciales para la contención de la enfermedad en los primeros momentos. A
partir de las últimas semanas, para quienes tienen recursos o toman vuelos
especiales de repatriación, se exigen reservas en «hoteles salud» por 14
días. No faltaron las denuncias por malos tratos. Hubo hasta un caso de un
joven de 22 años que escapó de un albergue y fue recapturado por la policía
nacional. «No sé hasta cuándo va a ser útil esta estrategia, porque ahora sí
estamos teniendo circulación comunitaria», advierte Sequera.



En lo que va de 2020, Paraguay acumuló 73 muertes por dengue y 20 por
covid-19. La mayoría de las muertes por dengue ocurrieron en febrero y esa
fue una de las razones por las que, desde el gobierno, se optó por una
decisión drástica y rápida respecto a la pandemia de coronavirus. «Cuando
Brasil estornuda, Paraguay tiene neumonía», suelen decir los funcionarios
del Ministerio de Salud de Paraguay.



En el caso del coronavirus, «las primeras personas venían de España y de
Italia. Después, uno de cada cuatro o uno de cada cinco que venía de Estados
Unidos daba positivo al test. Después entramos en la fase del ingreso de la
migración paraguaya proveniente de Brasil, una migración muy joven, 80%
masculina, y prácticamente gran parte de ella viene de San Pablo, donde
trabajan en fábricas textiles, ahí sí la tasa de personas infectadas que
teníamos al ingreso era altísima. Principalmente los que venían de San
Pablo: de cada 100, 30 venían con el virus. Entre quienes venían de otros
estados como Río Grande do Sul, de 100 que venían cinco eran positivos»,
cuenta. Estos migrantes pasan muchas veces la frontera sin registrarse en
Migraciones ni del lado paraguayo ni del brasileño y en Brasil realizan
trabajos no registrados.



El Ministerio de Salud habilitó hospitales específicos para tratar los casos
de covid-19 y puso a disposición una línea gratuita para reportar signos y
solicitar testeo. No se realizan test sin reportes al 154. Como ayuda
económica, se implementó desde la Secretaría de Emergencia Nacional el plan
Ñangarekó (Cuidar), que consiste en una entrega, por única vez, de 548.000
guaraníes (unos 90 dólares) a 330.000 personas en kits de alimentos y
transferencias monetarias. El otro paquete de ayuda es el denominado Pytyvö
(Ayudar), que consiste en una transferencia de 548.000 guaraníes mensuales
durante cuatro meses. Este programa beneficia a aproximadamente 700.000
personas y se realiza mediante transferencia a una billetera electrónica,
que solo puede ser utilizada en comercios adheridos y para compra de
alimentos. Las medidas de transferencias monetarias tardaron casi un mes en
concretarse, pero las ollas populares organizadas por mujeres salvaron el
hambre con organización y solidaridad.



Varios factores contribuyeron a que, pese a toda la precariedad del sistema
de salud y el sistema de seguridad social, Paraguay solo tenga 20 fallecidos
por la pandemia. Pero para la epidemiología es clave la comunicación, y un
riesgo es el cansancio de la población; es lo que en este momento se está
dando en Paraguay y lo que en las próximas semanas podría borrar los buenos
resultados de lo que se hizo durante estos cinco meses. Por eso es una
victoria en constante peligro.



Además de las teorías conspirativas que se promueven con los discursos de
Donald Trump y Jair Bolsonaro, que también llegan a Paraguay por WhatsApp y
otras plataformas, las denuncias de corrupción en las compras de insumos
médicos contribuyeron a la pérdida de confianza. Para Sequera, «el fenómeno
de la fatiga poblacional al discurso de la protección está dentro de la
ecuación. Se aguanta tres meses, aproximadamente. Por eso, teníamos un plan
a largo plazo, por fase». ¿Y el futuro? El futuro siempre será de riesgo
hasta que aparezca la vacuna.



* Periodista y comunicadora independiente. Es egresada de la Universidad
Nacional de Asunción (UNA) y estudiante de maestría de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)-Paraguay.

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