Argentina/ Peronismo con P de ajuste [Octavio Crivaro]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Nov 22 13:42:33 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

22 de noviembre 2020

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Argentina



Peronismo con P de ajuste



Octavio Crivaro

Ideas de Izquierda, 22-11-2020

https://www.laizquierdadiario.com/



Como un orfebre que fue perfeccionando su arte con un cincel de resignación
y sumisión a los poderes fácticos, el gobierno de Alberto Fernández fue
develando que su agenda es la de hacer el ajuste necesario para pagar la
entrada, el plato principal y la mesa de dulces de la fiesta de
especuladores y empresarios, profundizada durante los años macristas. Lejos
de la hermenéutica dedicada a interpretar los vocablos y silencios de la
carta de Cristina, para encontrar mensajes de rebeldía encriptada, el
gobierno de conjunto está abocado a esta tarea.



Vicentin y los aumentos a los jubilados por decreto, que empeoraron la
fórmula del ajuste macrista, fueron las bandas soporte de un recital de
claudicaciones que adquirieron un volumen muy superior, concentrado en dos
actos: los palos en Guernica y la media sanción del presupuesto del FMI. El
futuro post macrista ya llegó.



Foco y fuera de foco del peronismo



En cine, muchas veces, lo que aparece en foco es tan o incluso menos
relevante que lo que está fuera de escena. Es un recurso muy utilizado en el
cine de terror, donde lo que acecha no está en lo que se nos aparece ante
nuestros ojos, sino en lo que no podemos ver, que inquieta desde su
invisibilidad. En política sucede muchas veces lo mismo: hay que fijarse en
lo que queda fuera de cámara.



La autopercepción sobre “las épocas doradas de Néstor”, tan utilizadas en el
peronismo electoral del 2019, buscó apelar a las ya vaporosas pero efectivas
imágenes de paritarias, “patrias grandes” y cuadros de Videla bajados en la
ESMA. Ese discurso quitó del foco que el gobierno del peronismo kirchnerista
se basó en el trabajo sucio de la devaluación del peronismo duhaldista y el
default del también peronista Rodríguez Saá, con la comodidad que tiene el
peronismo de tomar y desechar lo que quiere de sí mismo, según convenga. Y
ni hablar que se tapó que fue legitimado el legado de desigualdad,
precarización, privatizaciones e impunidad de Menem, otro hijo poco
reconocido del peronismo.



Pero, sobre todo, se soslayó que el rol fundamental del kirchnerismo fue
reconstituir el rol del Estado, el poder de fuego de sus policías, las leyes
de mano dura, la represión a los sectores de vanguardia, algo que ocurría
menos visiblemente. Que quedó “fuera de foco”. Ahora ocurre algo similar
aunque de manera más patética.



Militancias en plural y una estrategia en singular: ajustar



¿Qué dice Alberto Fernández de sí mismo y cuál es el rol “en serio” de su
gobierno? Esta semana ayudó mucho a entenderse ambas cosas. Fernández
publicó un tuit en el que trató de instalar su propio relato: cómo él quiere
ser visto. Alberto reivindicó lo que llamó “las militancias”. No “la
militancia” en singular: usó el plural.



El presidente buscó apelar a la imagen de una suma de movimientos o
sectores, donde cada uno pelea por su demanda para que un Estado “presente y
benefactor” responda. El movimiento de mujeres reclama no morir en abortos
clandestinos, y Alberto responde mandando el proyecto de Ley, sin explicar,
claro, porqué se desechó el proyecto defendido por millones de mujeres en
las calles, el de la Campaña. Los y las ambientalistas militan contra la
destrucción de hábitats enteros para la especulación inmobiliaria o la
explotación ganadera, y el Estado se impulsa la Ley de quemas. La militancia
social oficialista está agobiada un poco de tantos amagues como en Vicentin,
y el gobierno arroja el mal llamado “impuesto a los ricos” para calmarlos.
Todos obtendrían algo con sus “militancias”. Justo en la misma semana que se
aprobó el presupuesto del FMI. La pregunta que queda flotando como globos
rojos, es: ¿quiénes deberían militar contra el ajuste? ¿Está permitida esa
“militancia”? La respuesta no lo sorprenderá.



Militancia del despojo



Esta definición de Alberto Fernández tiene, al menos, tres problemas. En
primer lugar, separa lo que toda estrategia cuestionadora del statu quo
debería unir: la fuerza social de trabajadores, la potencia transformadora
del movimiento de mujeres, y la frescura y combatividad de la juventud,
incorporando los justos reclamos del ambientalismo para enfrentar a los
grandes empresarios, al extractivismo y a los especuladores. La lógica de
las “militancias” separa, divide cada uno de esos actores, porque no se
propone enfrentar a esos poderes concentrados. En segundo lugar, cada
demanda que el gobierno se ve obligado a entregar, lo hace sin poner en
cuestionamiento a las “corporaciones de cada rubro”: se habla de la ley de
quemas, mientras se impulsa el extractivismo y la especulación inmobiliaria
como estrategia. Se impulsa el “aporte extraordinario”, pero para financiar
fracking. Se manda el proyecto de aborto legal en el exacto momento en que
se le hace guiños a la Iglesia.



Y sobre todo: se hace todo en función de maquillar que se coronó al FMI como
virrey en el país. Más que “Alborto”, el mote con el que se ilusionó un
sector del feminismo durante la campaña electoral, Alberto es “Aljuste”. Esa
es la tercera y más importante observación. Lo que está terminantemente
prohibido es cuestionar el mandato imperial del FMI. Toda movilización que
se proponga enfrentar esa agenda, alrededor de la cual se teje una verdadera
unidad nacional por encima de la grieta, es desacreditada y, llegado el
caso, reprimida.



El proyecto es el ajuste



Esta semana fue la de los gestos hacia esas “militancias”, pero justamente
porque fue la semana en la que el peronismo se asumió sin disimulo como
instrumento de aplicación del brutal ajuste que exigen el FMI y el
empresariado más concentrado. Los guiños a las militancias fueron para que
no se hable de lo que dejaron, como ya dijimos, fuera del foco: que el FMI
manda en Argentina porque el FMI manda al peronismo.



Se aprobó un aporte extraordinario engañoso como un acto de prestidigitación
para que no se hable del Presupuesto 2021. Se festejó la media sanción de un
impuesto que recolectará 3 mil millones de dólares, como si fuera el asalto
al Cuartel Moncada, pero en el propio déficit reconocido en el presupuesto,
el gobierno ajustaría 16 mil millones. Encima Guzmán negocia que esa suma
sea superior aún.



Se festejó el impuesto ese como si fuera el gol de Maradona a los ingleses,
pero el “Messi de las negociaciones”, Martín Guzmán, entregó 17 mil millones
de dólares más de lo que ofreció originalmente a los bonistas privados hace
pocos meses. Quitan 100, entregan 2 y piden que aplaudamos todos como focas
a ese tamaño acto de distribución de la riqueza.



El presupuesto 2021 consolida una condena que nos acompañará como una pesada
sombra: el régimen del FMI y de los “miserables” empresarios de la AEA no es
cuestionado por nadie. Cuando hay crecimiento, y cuando hay una crisis
enorme. Los que pagarán esto son los trabajadores, los jubilados y los
pobres. La eliminación del IFE, las paritarias raquíticas, el irrisorio
aumento en las asignaciones, entre otras medidas, confirman que se gobierna,
lisa y llanamente, bajo la bota del FMI.



5% de amor a los viejos



“Elegiremos a los jubilados antes que a los bancos”, nos emocionaba el
Alberto Fernández electoral. A menos que los jubilados se llamen HSBC,
Galicia o ICBC, el Presidente mintió. Los bancos, en medio de una pandemia
que elige “selectivamente” a quién afecta, ganaron 117 mil millones de pesos
en los primeros seis meses de 2020. Pero la jubilación mínima, con el
inenarrable último aumento de 5% de esta semana, llegará a 19.035 pesos.
Tres empanadas. Un aumento de 33 pesos por día de acá a fin de año.



Lucía Ortega, economista de La Izquierda Diario, demostró que en todas y
cada una de las categorías, desde la mínima hasta los que están más
holgados, los jubilados y las jubiladas aumentarán este año menos que si
hubieran cobrado con la movilidad macrista que fue tan horrible, que miles
de personas combatieron durante dos días en diciembre de 2017. Tratan a los
jubilados peor que Macri.



Cada frase, tuit o declaración macartista contra la izquierda, por parte de
funcionarios del gobierno, son manifestaciones histéricas para no mirar esta
realidad de frente.



Una “solidaridad” de pobres para otros pobres y de todos ellos hacia los
ricos



Contra todo discurso de que el “impuesto extraordinario” podría abrir un
modelo tributario menos regresivo, sucede todo lo contrario. Hoy, por
ejemplo, pagan impuesto a la “ganancia” (bah, al salario) un millón más de
trabajadores que hace 5 años.



Más allá del previsible pataleo del empresariado más concentrado por el
“impuesto”, lejos de un fantasmagórico discurso redistributivo, la única
redistribución que existe es entre los sectores menos golpeados de
trabajadores y jubilados, hacia los que están peor. Y de todos ellos, a los
grandes empresarios, especuladores y el FMI. El presupuesto del 2021 es para
contentarlos a ellos. Guzmán y Fernández continúan la obra de Macri, Dujovne
y Caputo.



Guzmán, con su cálido tono de voz, asumió con laureles de
redistribucionista, poniendo sobre la mesa su CV de alumno del heterodoxo
Joseph Stiglitz. Pero una vez que entró a la cancha actuó como aprendiz de
la magia negra de la economía ortodoxa. Como dice Pablo Anino: “Solo dos
veces en la historia nuestro país firmó acuerdos de facilidades extendidas
(con el FMI, n. de r.): uno en 1992, bajo la gestión de Domingo Cavallo;
otro en 1998, cuando el ministerio de Economía lo conducía Roque Fernández,
un Chicago Boy”. No más preguntas, Señor Juez.



Acá tenés a los pibes para la liberación de toma de tierras



Hay una canción que sabemos todos, la que dice que el ajuste no pasa sin
represión. El despojo inflexible que pretenden hacer pasar Alberto, Cristina
y Guzmán, no puede suceder sin resistencia de los trabajadores y sectores
populares, y el Estado responderá a esa resistencia con palos, gases y
Bernis. No por nada el milico que hace abdominales en Twitter sigue allí en
su cómoda poltrona.



Guernica fue eso. Una situación social que, ya antes del presupuesto del
FMI, agobia las gargantas y los estómagos de los sectores populares, y los
empuja a buscar salidas propias. En Guernica, en Rafael Castillo, en
González Catán, en Los Hornos, en General Roca o en Magaldi de Rosario, se
ven familias que apelan a la acción directa ante el agravamiento de la
situación habitacional.



No es una acción coordinada de agrupaciones insurreccionales, como trata de
instalar el Cuervo Larroque, que cambió su lenguaje culto de militante
egresado del Colegio Nacional Buenos Aires, por el léxico gutural de un
militar retirado, un panelista de Intratables o de Patricia Bullrich en un
asado de viernes. Son sectores de las masas laboriosas que dicen basta y
pasan a la acción.



No hay forma de que estas tendencias orgánicas no se desarrollen,
amplifiquen y generalicen si el conjunto de la actividad económica va a
estar al servicio de pagar una deuda ilegal, ilegítima e impagable. La
derecha argentina siempre clamó por un país de 20 millones de personas. El
resto es material sobrante. El gobierno peronista, mal que le pese, actúa
casi en función de esa hipótesis.



Lo curioso y enormemente simbólico es que en la provincia de Buenos Aires,
donde la crisis social galopa a un ritmo vertiginoso, es la “maravillosa”
juventud camporista la encargada de usar el “palito de abollar reclamos de
tierra y vivienda”. Los que cantaban ser “los pibes para la liberación”, se
ofrecen para ser los que liberen ocupaciones de tierras, para construir
countries. La ilusión de una izquierda que disputa dentro del peronismo se
disipó junto a los gases lacrimógenos en Presidente Perón.



El fantasma de la post-pandemia: un peronismo con lucha de clases



La toma de tierras para encarar el problema de la falta de vivienda fue la
primera y más aguda expresión de las luchas de los explotados y oprimidos en
la post pandemia, pero no fue la única. Y lenta pero incesantemente se
agregan otros sectores que salen a la calle con sus reclamos.



Los gobiernos no se privaron de usar la cuarentena como discurso de
disciplinamiento y control social. Y no solamente por el control de las
fuerzas de seguridad, el empoderamiento de las policías y hasta el
involucramiento de las FFAA, algo visible y palpable. La propia cuarentena
implica, más allá de las millones que obligadamente tuvieron que salir a sus
lugares de trabajo, un “control de los cuerpos” y un discurso punitivista,
que necesariamente conlleva una atomización de toda construcción colectiva.
En un contexto de degradación de las condiciones de vida, el “quedate en
casa” tuvo objetivamente una acepción anti lucha de clases por parte de los
gobiernos: no salgas a pelear por cosas elementales y urgentes. Bueno: esa
situación se agotó o, como mínimo, comenzó a agotarse. La post-pandemia ya
empezó.



De la pelea por tierra y vivienda que simbolizó Guernica, vemos crecientes
ejemplos de luchas de trabajadores ocupados, que pelean por salario y en
defensa de los puestos de trabajo: los y las trabajadorxs de la salud, los
paros en las fábricas de la alimentación, la importante huelga nacional
telefónica, la impactante huelga y movilización de choferes en Rosario, las
marchas de la oposición ferroviarias, los paros y conflictos en comercios y
call centers, entre muchos otros ejemplos reflejados en esta nota de La
Izquierda Diario, muestran el despertar de nuevos sectores de la clase
trabajadora. Aire fresco.



Unir a los trabajadores y sectores populares: de la pelea por vivienda y
trabajo a una salida anticapitalista de la crisis



En esta nota, María Chaves y Matías Maiello hacen un balance del primer
tramo del conflicto de Guernica, reflejando la pelea por la autoorganización
democrática de los vecinos y las vecinas, la necesidad de la unidad con
otros sectores en lucha y con organizaciones sindicales recuperadas, y, por
último pero no por ello menos importante, el combate de una vanguardia con
la Policía de Berni, Larroque y Kicillof. La emergencia de nuevas tomas y de
otros sectores de trabajadores ocupados que rompen el congelamiento de las
burocracias sindicales, plantean con mucha más fuerza cuál es la estrategia
para unir esas peleas, así como las de la juventud precaria y las mujeres,
poniendo en pie organizaciones democráticas de base y coordinación peleando
por recuperar los sindicatos con esta perspectiva, necesaria frente a una
crisis que llama a la acción.



La profundidad de la crisis, el alcance de los reclamos irresueltos en juego
pero también la extensión y la brutal desigualdad, hacen que haya que pensar
una política para garantizar las demandas de trabajo y vivienda como causas
motoras de millones de personas, y no convertir en estrategia en sí mismo la
justa obtención de planes sociales, ni menos el reclamo de una mera renta
universal que legalice la división de la clase trabajadora. Argentina debe
ser comprendida en el “concierto de un mundo” que acumula riquezas y
adelantos técnicos y científicos como para hacer la vida de millones algo
hermoso, no un calvario. Sucede que esas riquezas y adelantos se concentran
en pocas manos.



La pelea es por “trabajo y vivienda”, pero no como demandas formales o
estancas, para que sean absorbidas por un Estado que absorbe menos que una
esponja vieja. Es tierra y vivienda para resolver esas dos demandas de las
mayorías populares haciendo un plan de obras públicas para construir las 2
millones de casas que hacen falta, y no las 12 mil miserables viviendas que
calcula construir el gobierno. Un plan así podría, además, dar trabajo a los
millones que perdieron el empleo por la crisis.



La plata para encarar ese plan, está. Pero hay que evitar que los bancos
hagan lo que hacen: timbear con los ahorros nacionales y fugar. Para eso
hace falta nacionalizar el sistema bancario y poner en pie un banco estatal
único lo que, además, permitiría preservar los ahorros nacionales, evitar la
fuga y la especulación y evitar nuevos desfalcos de la clase media.



Quien no quiera leer a Trotsky para comprender la importancia de este
planteo, puede apelar a Arturo Jauretche: “Una banca nacionalizada está en
condiciones de controlar una crisis, graduando sus reclamos, administrando
sus recursos, según las condiciones de solvencia de una plaza y nunca
provocará deliberadamente un "crack"; con una dirección única concentrará
todos sus esfuerzos en evitarla. Una banca privada puede provocar una crisis
deliberadamente, con que varios de los bancos se pongan de acuerdo, o puede
hacerlo dejándose arrastrar por el pánico y por el sálvese quien pueda”.



La pelea por resolver tareas en apariencia elementales como vivienda y
trabajo, solo se pueden garantizar con un enorme movimiento obrero y popular
que tenga el horizonte de un gobierno de los trabajadores, que organice la
economía sobre bases democráticas y racionales, no con el afán de la
búsqueda de la ganancia privada de los mismos que hundieron el país en la
dictadura, en el 89, en el 2001 y en la actualidad. Los intereses de esas
minorías sociales hay que afectar para evitar nuevos mazazos.



La crisis que comenzó en Argentina y en el mundo, las consecuencias de la
situación social y las luchas de los trabajadores en América Latina y el
mundo, nos empujan a pensar en esta perspectiva, lejos de la pelea por meras
demandas parciales que naturalizan que siempre ganan los mismos y siempre
pierden las mayorías.

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