Ecología/ El capitalismo - y no la "humanidad"- mata la fauna salvaje del mundo [Anna Pigott]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Oct 5 22:47:17 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

5 de octubre 2020

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Ecología



El capitalismo -y no la “humanidad"- mata la fauna salvaje del mundo



Anna Pigott *

A l’encontre, 5-10-2020

http://alencontre.org/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



El último informe del WWF llamado Planeta Vivo (Living Planet) nos brinda
una lectura amarga del estado de la vida en la Tierra: una disminución del
60% de los animales salvajes desde 1970, el deterioro de los ecosistemas y
una clara posibilidad de que la especie humana sea la siguiente en la lista.
El informe señala repetidas veces que el consumo humano es responsable de
esta extinción masiva, un mensaje que ha sido amplificado rápidamente por
los periodistas. The Guardian dijo "La humanidad ha eliminado el 60% de las
poblaciones animales", mientras que la BBC, por su parte, habló de "Pérdida
masiva de especies salvajes provocada por el consumo humano". En este
informe de 164 páginas, la palabra "humanidad" aparece 14 veces y la palabra
"consumo" 54 veces.



Sin embargo, hay una palabra que no aparece ni una sola vez: capitalismo.
Podría aparecer, ya que el 83% de los ecosistemas de agua dulce del mundo
están siendo destruidos (otra estadística aterradora del informe), aunque no
sea el momento de discutir sobre la semántica. Sin embargo, como lo dijo el
ecologista Robin Wall Kimmerer [profesor de biología ambiental de la
Universidad Estatal de Nueva York], "encontrar las palabras exactas
constituye el siguiente paso para aprender a ver".



El informe del WWF no está lejos de encontrar las palabras ya que identifica
la cultura, la economía y los modelos de producción no sostenibles como las
cuestiones claves, pero no menciona el capitalismo como el vínculo crucial
(y a menudo causal) entre estas tres cuestiones. Por lo tanto, no permite
ver la verdadera naturaleza del problema. Si no le ponemos nombre, no
podemos hacerle frente: es como si apuntáramos a un blanco invisible.



¿Por qué el capitalismo?



El WWF tiene razón al señalar que la "explosión del consumo humano", y no el
crecimiento demográfico, es la principal causa de extinción masiva. Hay un
verdadero esfuerzo para ilustrar el vínculo entre los niveles de consumo y
la pérdida de biodiversidad. Pero sin llegar a señalar que es el capitalismo
el que obliga a ese consumo irresponsable. El capitalismo, especialmente en
su forma neoliberal, es una ideología basada en el principio del crecimiento
económico sin fin impulsado por el consumo, una propuesta sencillamente
irrealizable.



La agricultura industrial, actividad identificada en el informe como la que
más contribuye a la desaparición de especies, está configurada profundamente
por el capitalismo, en particular porque se considera que sólo un puñado de
especies "básicas" tienen valor y porque, con el único objetivo de obtener
beneficios y crecimiento, se ignoran "externalidades" como la contaminación
y la disminución de la biodiversidad. Sin embargo, en lugar de denunciar la
irracionalidad del capitalismo que hace que la mayoría de las vidas carezcan
de valor, el informe del WWF, en realidad, va en el sentido de la lógica
capitalista al utilizar términos como "activos naturales" y "servicios
ecosistémicos" para referirse a los seres vivos.



El hecho de no mencionar al capitalismo y de remplazarlo por un término que
es sólo uno de sus síntomas -el consumo- también se corre el riesgo de
culpabilizar de manera desproporcionada las diferentes opciones individuales
de vida por la desaparición de especies, mientras que los sistemas e
instituciones más amplios y poderosos, que obligan a los individuos a
consumir, son sorprendentemente ignorados.



En realidad, ¿qué es "la humanidad"?



El informe del WWF escoge la "humanidad" como unidad de análisis, y este
lenguaje totalizador es recogido con entusiasmo por la prensa. The Guardian,
por ejemplo, informa que "la población mundial está destruyendo la red de la
vida". Esta declaración resulta grosera y engañosa. El propio informe del
WWF muestra que no se trata de que toda la humanidad consuma, ni mucho
menos, pero no va tan lejos como para revelar que sólo una pequeña minoría
de la población humana está causando la gran mayoría de los estragos.



Tanto en lo que respecta a las emisiones de carbono como a las huellas
ecológicas, el mayor impacto lo produce solamente el 10% más rico de la
población mundial. Además, el informe no tiene en cuenta que son los más
pobres los primeros afectados por los efectos del cambio climático y la
pérdida de biodiversidad, es decir, las personas que menos responsabilidad
tienen en el problema. La identificación de estas desigualdades es
importante porque es éste -y no la "humanidad" en sí misma- el problema, y
porque la desigualdad es endémica en los sistemas capitalistas (y en
particular, bajo las formas heredadas -y persistentes- del racismo y de la
colonización).



La palabra "humanidad", por ser polisémica y vasta, cubre todas estas
grietas, impidiendo que veamos la situación tal como es. De esta manera,
perpetúa el sentimiento de que los humanos son intrínsecamente "malos" y
que, de alguna manera, está "en nuestra naturaleza" el consumir hasta que ya
no quede nada. Un tweet, publicado en respuesta a la publicación del WWF,
decía que "somos un virus con zapatos", una actitud que sugiere la creciente
apatía del público.



¿Pero qué significaría el hecho de dirigir contra el capitalismo ese rechazo
a sí mismo? No sólo sería un objetivo más claro y preciso, sino que también
podría permitirnos ver nuestra humanidad como una fuerza benéfica.



Para saber algo más



Las palabras van más allá de la simple atribución de responsabilidad a
diferentes causas. Las palabras están en la raíz de las profundas historias
que construimos sobre el mundo, y estas historias son particularmente
importantes para ayudarnos a enfrentar las crisis ambientales. El uso de
referencias generalizadas a la "humanidad" y al "consumo" como impulsores de
la pérdida ecológica no es solamente inexacto, sino que también perpetúa una
visión distorsionada de quiénes somos y en qué somos capaces de
convertirnos.



Pero, al designar el capitalismo como una causa fundamental, identificamos
un conjunto particular de prácticas e ideas que no son, de ninguna manera,
permanentes o inherentes a la condición humana. Al hacerlo, aprendemos a ver
que todo podría ser diferente. Tenemos la capacidad para nombrar algo para
luego poder exponerlo. Como dice la escritora y ambientalista Rebecca
Solnit:



"Llamar a las cosas por su verdadero nombre nos ayuda a contrarrestar las
mentiras que excusan, amortiguan, confunden, disfrazan, evitan o fomentan la
inacción, la indiferencia, el olvido. No es la única manera de cambiar el
mundo, pero es una etapa clave".



El informe del WWF insiste en que "una voz colectiva es crucial si queremos
invertir la tendencia a la destrucción de la biodiversidad", pero una voz
colectiva es inútil si no encuentra las palabras adecuadas. Mientras que
nosotros -y organizaciones influyentes como el WWF, en particular- no
identifiquemos al capitalismo como una de las principales causas de la
extinción masiva de la biodiversidad, seguiremos siendo incapaces de romper
su trágica historia.



* Anna Pigott es catedrática de geografía humana en la Universidad de
Swansea (País de Gales). Artículo publicado originalmente en The
Conversation. 1-10-2020: https://theconversation.com/

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