Estados Unidos/ Campaña de sindicalización en Amazon. Los elementos constitutivos de la derrota en Bessemer. [Jane McAlevey]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Abr 13 16:40:22 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

13 de abril 2021

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Estados Unidos

 

La campaña de sindicalización en Amazon. Los elementos constitutivos de la
derrota en Bessemer

 

Jane McAlevey *

A l’encontre, 11-4-2021 

http://alencontre.org/

 

La National Labor Relations Board [Junta Nacional de Relaciones del Trabajo]
anunció hoy los resultados de la votación sobre la adhesión de los
trabajadores del depósito de Amazon en Bessemer, Alabama a un sindicato
nacional. La votación fue de 738 a favor y 1798 en contra. Es una mala
noticia, pero eso no significa que en futuras campañas los trabajadores de
Amazon no puedan o no quieran ganar. Pueden ganar. Los resultados no fueron
sorprendentes, por razones que tienen más que ver con los criterios
utilizados en la propia campaña que con cualquier otro factor.

 

Las historias de las horribles condiciones de trabajo en Amazon son más que
conocidas. Mucho antes de la campaña de Bessemer, cualquiera que se
interesara un poco en el asunto sabía que los trabajadores están sometidos a
un ritmo tan frenético que acaban orinando en botellas para evitar ser
sancionados por demorarse demasiado en ir al baño, lo que para la empresa es
"tiempo libre". Christian Smalls fue despedido hace un año por denunciar
públicamente que no se proporcionaba equipo de protección personal a la
gente en su local de Amazon en el estado azul [color del Partido demócrata]
de Nueva York. Jennifer Bates, empleada de Amazon en el depósito de Bessemer
dio un testimonio ante el Congreso que da vueltas el estómago. Los
trabajadores de Amazon necesitan desesperadamente sindicalizarse, en
Alabama, en Alemania y en cualquier otro lugar en el que la patronal
high-tech y futurista, pero con una actitud medieval para con sus empleados,
instale un local de trabajo, cualquiera que sea la naturaleza del mismo. Con
tan malas condiciones, ¿cómo se explica la derrota en Bessemer?

 

Hay tres factores que tienen mucho peso en cualquier votación sobre la
sindicalización en los EEUU: el comportamiento terriblemente vicioso de los
empresarios -a veces ilegal, la mayoría de las veces, legal- que incluye el
acoso y la intimidación de los trabajadores, y las mentiras descaradas (lo
que, aparte de los países con gobiernos abiertamente represivos, es un
fenómeno exclusivo de Estados Unidos); las estrategias y tácticas utilizadas
en la campaña por los organizadores; y el contexto sociopolítico más amplio
en el que tienen lugar las elecciones sindicales.

 

Destrucción  de los sindicatos

 

Dada la eficacia de Amazon en la entrega de pedidos y el nuevo dominio que
ejerce en Hollywood como productor y financista clave de películas y
programas de televisión, no es difícil imaginar que su operación para acabar
con los sindicatos es también de primera categoría. El carácter implacable
de las campañas patronales para derrotar a los sindicatos no es nada nuevo.

 

Para refrescar la memoria, nada mejor que leer Confessions of a Union Buster
[Confesiones de un cazador de sindicatos], de Martin Jay Levitt (Crown
Publishers, 1993). Es un libro escrito por un ex mercenario de la patronal.
Está lleno de arrogancia, como debe ser, dado el número de campañas
sindicales que Levitt ayudó a destruir. En su libro, Levitt le dice al
lector: "El anti sindicalismo es un terreno lleno de matones y basado en la
mentira. Una campaña contra un sindicato es un ataque a las personas y una
guerra contra la verdad. Como tal, es una guerra sin honor. La única forma
de desmantelar un sindicato es mentir, deformar, manipular, amenazar y
siempre, siempre, atacar. Toda campaña de "prevención sindical", como se
denominan esas guerras, se basa en una estrategia combinada de
desinformación y de ataques personales."

 

Basta con leer el libro de Levitt -que debería ser una lectura obligatoria
para todos los organizadores y militantes sindicales- para darse cuenta de
que los dados están siempre echados en contra de los trabajadores que tratan
de organizarse en Estados Unidos (y cada vez más, en todo el mundo, ya que
la experiencia en la destrucción de los sindicatos se ha convertido en una
mercadería de exportación muy apreciada en el sector de los servicios). Su
libro, la campaña de Amazon y casi todas las elecciones sindicales desde la
era Reagan constituyen una amplia prueba de que, para tener alguna
posibilidad de invertir la tendencia a la baja de la situación de los
trabajadores estadounidenses, es absolutamente necesaria la adopción de la
HR 842, la Protecting the Right to Organize Act of 2021 [PRO, Ley de
Protección del Derecho de Organización] de 2021, que acaba de ser aprobada
por la Cámara de Representantes.

 

El apoyo popular a los sindicatos está en su punto más alto, mientras que el
apoyo a las grandes empresas se encuentra en un nivel históricamente bajo.
Lamentablemente, el apoyo popular a una propuesta tiene poco o nada que ver
con que el Congreso apruebe la legislación. Dado el historial de intentos
infructuosos de modificar de forma progresiva las leyes laborales bajo
administraciones controladas por los demócratas -incluso con mayorías en
ambas cámaras- la aprobación final de la Ley PRO es poco probable. Pero a
pesar de los muchos obstáculos que se interponen en el camino de los
trabajadores que intentan sindicalizarse, es fundamental recurrir a las
estrategias y tácticas que dieron mejores resultados.

 

Aceptar la derrota en campañas de sindicalización difíciles de ganar
significa aceptar un futuro muy sombrío. Para tener una posibilidad de ganar
las campañas más rudas, hay que aplicar los mejores métodos desde los
primeros días de la campaña y mantenerlos hasta el final. Los deseos y las
intuiciones imprecisas no tienen cabida en una campaña contra un empleador
tan sofisticado y tan bien equipado como Amazon.

 

Varias señales de alerta durante la campaña

 

- Lista inexacta de trabajadores. Desde el principio, la campaña de Bessemer
tuvo, como lo reconocieron muchos organizadores experimentados, debilidades
casi fatales. La primera de ellas era una estimación muy inexacta sobre el
número de empleados que trabajaban en el depósito. Cuando el sindicato
presentó la documentación oficial ante la NLRB para celebrar las elecciones
el 20 de noviembre de 2020 -en un momento en el que poca gente le prestaba
atención a otra cosa que no fueran las elecciones presidenciales de Estados
Unidos-, el Sindicato de Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes (RWDSU,
por sus siglas en inglés) estimó que en el depósito había 1.500
trabajadores. Poco después de que el RWDSU presentara su denuncia, Amazon
respondió a la NLRB que había unos 5.800 trabajadores en el almacén. Después
de este primer paso del proceso -el acto formal de presentar un pedido de
elección de sindicalización-, el sindicato puso en marcha el proceso legal
verdaderamente oscuro que rige las elecciones sindicales en Estados Unidos.
Los abogados de Amazon argumentaron que si el sindicato creía que sólo 1.500
empleados tenían derecho a votar en las elecciones, no tendría lo que se
llama una "demostración de interés" suficiente, que establece que el 30% del
total de empleados hayan firmado tarjetas de autorización indicando que
desean organizar una elección sindical.

 

En lo que podría parecer una señal de aliento para los organizadores del
sindicato, entre finales de noviembre y mediados de diciembre consiguieron
reunir suficientes firmas de trabajadores como para alcanzar el umbral
mínimo del 30% y así poder realizar las elecciones, incluso sobre el número
mucho mayor de trabajadores que Amazon dijo que eran elegibles (para
alcanzar el 30% de 1500 empleados, se necesitaban 300 tarjetas firmadas,
pero eran necesarias 1740 en un total de 5800 trabajadores).

 

En realidad, según el New York Times, los organizadores habían recogido un
total de 2.000 tarjetas de autorización a finales de diciembre de 2020. Para
los militantes sindicales con menos experiencia puede ser desconcertante que
los trabajadores firmen una tarjeta de autorización para la celebración de
las elecciones y que luego voten en contra. Los organizadores sindicales
experimentados nunca formulan esta pregunta: "¿Quieres el derecho a votar
para tener un sindicato o no?" Les pedimos que se comprometan con el voto
afirmativo y que firmen una petición en ese sentido al firmar la tarjeta de
autorización para las elecciones. Son preguntas muy diferentes y al final
los resultados son también muy diferentes.

 

Pero la manifestación de interés preparó el terreno para el siguiente paso
en el engorroso y complicado proceso: la audiencia oficial de la NLRB que
determina si habrá elecciones y en caso afirmativo, cómo. Esa audiencia tuvo
lugar el 20 de diciembre. Desde entonces y hasta finales de enero, mientras
la atención de la nación se centraba en el asalto al Capitolio, Amazon
emprendió su propio ataque a la democracia, la que se supone que está
garantizada para las personas en su lugar de trabajo.

 

- La discusión sobre las cotizaciones sindicales. Cuando en el mes de enero,
Amazon lanzó www.doitwithoutdues.com, un sitio web en el que se enumeraba
todo lo que los trabajadores podrían hacer con el dinero “gastado” en
concepto de cotizaciones sindicales, aparecieron los primeros signos de
alerta. Al mismo tiempo, Amazon publicó un hashtag en Twitter. La
estratagema le salió mal. Los militantes pro-sindicatos de todo el país se
apropiaron de la plataforma para tuitear una respuesta tras otra, todas muy
ingeniosas, convirtiendo las reacciones de Amazon en una obsesión casi tan
fuerte como los chistes que circulaban en Twitter sobre el barco encallado
en el Canal de Suez.

 

Para los organizadores del sindicato, por muy divertida que haya sido la
respuesta nacional en Twitter -que se convirtió en una plataforma digital
para mostrar su rechazo a Amazon-, había un motivo más profundo de
preocupación, según la respuesta oficial del RWDSU. Su presidente nacional,
Stuart Appelbaum y otros representantes de la campaña lanzaron una ofensiva
para demostrar que la dirección de Amazon mentía. "Amazon está intentando
convertir las cotizaciones sindicales en un problema, aunque la gente no
tenga que pagar ninguna contribución", dijo Stuart Appelbaum al Washington
Post. Mensajes similares dominaron la cobertura de los medios de
comunicación en respuesta al mensaje antisindical totalmente predecible
sobre las cotizaciones. Un funcionario sindical dijo a NPR (National Public
Radio): "Como algunos trabajadores lo indican, las leyes de "derecho al
trabajo" de Alabama establecen que los empleados pueden elegir entre pagar o
no las cotizaciones sindicales".

 

Aunque la respuesta del sindicato sea correcta -los trabajadores no tienen
que pagar cotizaciones en un estado con una ley de "derecho al trabajo"-,
aquellos que organizan y ganan una campaña nunca proponen a los trabajadores
que pueden elegir si quieren o no pagar las cuotas. Más bien, es lo
contrario. De hecho, es totalmente previsible que haya carteles por todas
partes -en los baños, los comedores, las salas de descanso, junto a los
marcadores de tarjeta, etc.- que dicen que la empresa da más que lo que
pueden obtener los trabajadores con el pago de una cotización sindical. -
Una respuesta más sutil consistiría en preguntarse por qué, de pronto, la
empresa quiere debatir de cómo gastan los trabajadores su propio dinero. En
ese caso, los sindicalistas pueden ayudar al trabajador a entender que el
pago de las cuotas es esencial para construir el poder necesario para
enfrentarse a empresarios gigantes como Amazon.

 

La semántica y los mensajes suscitaron preocupaciones mucho más allá de la
conversación sobre las cotizaciones sindicales. En los carteles
pro-sindicato, los mensajes incluían lemas como "El sindicato está de tu
lado". En los numerosos vídeos que salen de Bessemer en las redes sociales,
los activistas y sindicalistas hablan regularmente de "el sindicato", como
si un sindicato fuera algo distinto de los trabajadores que tratan de
formarlo. Un eslogan mejor habría sido "Cuando los trabajadores se unen, se
producen cambios de verdad", o algo que no convirtiera al "sindicato" en
algo así como el nombre de un edificio o una calle y una dirección.

 

- La puerta de la fábrica como lugar de la campaña, sin visitas a domicilio.
En la gran mayoría de las campañas que han tenido éxito, la forma y el lugar
de las conversaciones con los trabajadores son cruciales. En un motor de
búsqueda de Internet, si se escribe "Amazon cambia el esquema de los
semáforos en Alabama" [para impedir la recogida de firmas], los resultados
muestran docenas de historias, destacando una de las muchas tácticas que
Amazon utilizó para combatir a los militantes de la campaña y a los
sindicalistas. Aunque sea infame, esa táctica es acorde con la dureza de los
combates por la sindicalización en Estados Unidos. En Twitter, cuando se dio
a conocer la historia, las personas que habían vivido el mismo problema
contaban: "Sí, esto también ocurrió en el norte de Ohio, en nuestras
elecciones, donde la empresa domina la política de la ciudad". Ninguna de
estas tácticas resulta sorprendente después de haber leído Confessions of a
Union Buster. Lo que les preocupaba a los organizadores experimentados era
la constatación de que la mayor parte del contacto cara a cara con los
trabajadores tenía lugar en la puerta de la planta.

 

Como explicar eso de "No te preocupes. No hay que pagar cotización en
Alabama", una campaña no debe hacerse nunca desde la puerta de la fábrica.
¿Por qué? Porque el patrón está mirando. Esto es válido para todos los
empresarios, no sólo para Amazon, una empresa que además desarrolla sistemas
de vigilancia. Los trabajadores no quieren ser vistos cerca de su lugar de
trabajo hablando con partidarios del sindicato, eso les preocupa.

 

Las campañas victoriosas han demostrado que para ganar hay que hacer visitas
a domicilio, es decir, visitas físicas sin previo aviso a las casas de los
trabajadores para que la conversación pueda tener lugar lejos de la mirada
de la empresa. En una entrevista en The American Prospect [una revista de la
izquierda demócrata] un organizador de la campaña pro sindicato de Amazon
explicó que no hacen visitas a domicilio, debido a la pandemia de Covid.
Pero en una campaña difícil de ganar, hay que ponerse un tapabocas, tocar el
timbre, llevar el desinfectante colgando del cuello o en las manos para que
se vea e iniciar el diálogo con el trabajador manteniendo la distancia
social, con toda seguridad.

 

La cuestión sobre el Covid y la campaña puerta a puerta, también se planteó
al principio de la campaña de Biden, después de que Sanders se retirara y
cuando la pandemia se agravó. Al principio, Biden se equivocó, y cuando se
dio cuenta de lo reñida que sería la elección, cambió de método. Del mismo
modo, en los artículos sobre la segunda vuelta de las elecciones al Senado
en Georgia, los organizadores del derecho al voto dejaron claro que tenían
que salir a la calle, subirse a sus coches y visitar a cada votante cara a
cara, a pesar de la pandemia. Llevaban máscaras y visitaron a miles de
votantes.

 

El trabajo académico más completo sobre el éxito de la sindicalización en
los EEUU, realizado por Kate Bronfenbrenner, directora de investigación
laboral de la Universidad de Cornell, brinda argumentos irrefutables a favor
de las visitas a domicilio. Sin embargo, los organizadores de Bessemer
dijeron que se basaban en "estrategias digitales". El sindicato también dice
que, aparte de venir a dialogar en las puertas de la planta, los
representantes de otros sindicatos del país llamaban por teléfono a los
trabajadores de Amazon de Bessemer. Pero no hay nada que remplace una visita
a domicilio en una campaña dura, y punto.

 

Una posible excepción a la regla de la campaña en la puerta de la fábrica
podría haber sido que muchos verdaderos trabajadores de Bessemer Amazon
estuvieran en la puerta de la fábrica durante el cambio de turno. Pero no
fue así. En lugar de eso, los trabajadores de la planta veían a personal del
sindicato y a simpatizantes de afuera.

 

- Falta de apoyo mayoritario. Una de las tácticas más importantes en estas
luchas difíciles por la organización de un sindicato es lo que los
sindicalistas llaman "pruebas de estructura pública mayoritaria". Una prueba
de estructura pública mayoritaria se produce cuando la mayoría de los
trabajadores con derecho a voto en las próximas elecciones sindicales, o que
votan a favor de la huelga, firman una petición o se fotografían y realizan
carteles públicos, un folleto o abren una página web en la que aparecen sus
firmas o sus caras, con un mensaje que indica su intención de votar 'sí'. El
sindicato contestó que en Bessemer necesitaba "proteger a la mano de obra"
de los despidos, por lo que no quería hacer nada en público. Y ahí se acabó
el juego.

 

Un error frecuente en las batallas sindicales difíciles es que los
responsables del esfuerzo piensan que hay algo único en sus circunstancias
particulares -la industria, el grupo de trabajadores, el tipo de
trabajadores, la región del país, el momento de la historia, el nivel de
vigilancia, etc.- que justifica que no se adopten las prácticas adecuadas de
organización, como la realización de pruebas de estructura mayoritaria y
eventualmente, la publicación de esas pruebas una vez que se alcanza la
mayoría. Cuando el miedo se extiende en un establecimiento -lo que fue
seguramente el caso en la elección de Amazon- la única manera de superarlo
es que todos los trabajadores pro sindicato salgan a declararse públicamente
a favor del mismo. Lo que "protege a los trabajadores" es cuando una mayoría
de ellos toma esa medida conjuntamente, todos al mismo tiempo. Se muestra
así la fuerza colectiva en las conversaciones y en la acción.

 

Las pruebas de estructura se hacen primero en privado y en silencio hasta el
momento en que la mayoría de los trabajadores están dispuestos a firmar. Si
la mayoría firma, suele ser un indicio fiable de que la campaña va a tener
éxito. Pero no basta con una prueba de estructura pública. Hay que seguir
adelante, porque el apoyo aumenta, en general, una vez que los compañeros de
trabajo indecisos se dan cuenta de que, en realidad, la mayoría de sus
compañeros construyen la unidad. Las pruebas de estructura mayoritaria
demuestran que las personas en las que más confían los trabajadores le hacen
frente a una campaña de miedo, son sus propios compañeros y están dispuestos
a apoyarlos, a decir "basta".

 

Los que ganan son los trabajadores que ven que muchos de sus compañeros se
pronuncian. No se gana organizando mítines con superestrellas venidas de
otro estado, ni con jugadores de fútbol famosos, ni con actores y actrices
famosos, ni siquiera con Bernie Sanders o el presidente de los EE.UU.
(aunque el video del presidente Biden es digno de ser aplaudido por varias
razones: las futuras campañas y la legitimidad general de los sindicatos,
sobre todo). Cuando en una campaña hay más seguidores y personal de otras
fábricas que trabajadores de esa planta, es una clara señal de que la
derrota es inminente.

 

El contexto de Bessemer

 

Mucho se ha dicho sobre la historia de Bessemer y por extensión de
Birmingham (cerca de Bessemer), como un lugar que -a pesar de estar en
Alabama, un estado republicano aferrado al sistema de Jim Crow [segregación
racial], con una de las tasas de sindicalización más bajas del país- es en
cierto modo una excepción debido a la historia de sindicalización de la
ciudad. ¡Una historia sorprendente!

 

Son maravillosas historias de las luchas de los trabajadores por organizarse
en la región, con los negros uniéndose entre sí y con los trabajadores
blancos -a veces sacrificando la vida- para forjar sindicatos en aquellas
minas que fueron parte del paisaje. La cobertura mediática también se centró
en el porcentaje de trabajadores negros en los depósitos de Amazon,
sugiriendo que la demografía aseguraría la victoria. Si esto último hubiera
sido cierto, habría habido una victoria sólida en las elecciones de Nissan
en Canton, Mississippi, en 2017, cuando los medios de comunicación también
exageraron de manera muy grosera la elección y el factor de una mayoría de
trabajadores negros. En esas elecciones, el voto fue de 38% por el sí y 62%
por el no.

 

En el material publicado por el sindicato en su página web, se puede ver una
larga lista de personas que apoyan a los trabajadores a nivel nacional, y
una lista mucho más corta de grupos locales que apoyan los esfuerzos de los
trabajadores. Los medios de comunicación hablaron a menudo del aspecto
religioso de la campaña, en la que los líderes religiosos habrían sido los
principales protagonistas. Pero las organizaciones religiosas de Bessemer o
de la zona de Birmingham estuvieron prácticamente ausentes de la lista de
apoyo a la campaña. Las noticias decían que las reuniones comenzaban con
oraciones, pero los principales líderes religiosos locales no apoyaron
públicamente a los trabajadores. En las campañas exitosas, el apoyo público
de los líderes religiosos locales suele ser esencial si la pertenencia
religiosa es común entre los trabajadores.

 

En Detroit, antes de que se sindicalizaran las fábricas de automóviles,
muchos negros se oponían al sindicato. La razón, según el Dr. Steven Pitts,
que dirige el nuevo podcast Black Work Talk: "Muchos pastores prestigiosos
de la zona de Detroit tenían buenas relaciones con Henry Ford. Cuando la
emigración negra del Sur [hacia el Norte] estaba en su apogeo, las familias
negras se instalaron en Detroit, allí encontraron una iglesia y consiguieron
trabajo en la fábrica de Ford gracias a los responsables de su iglesia. Hizo
falta una década de luchas entre los trabajadores negros pro-sindicatos y
sus jefes cívicos antes de que dinámica cambiara en Detroit para inclinarse
a favor de los sindicatos."

 

En Bessemer, los grupos comunitarios locales con los que hablé por teléfono
me dijeron que ésta era la primera campaña sindical que recordaban en la que
el sindicato se había puesto en contacto con ellos en una fecha tan tardía
de la campaña, en el mes de febrero. En elecciones pasadas, en la misma
región, incluso la de la planta de componentes de automóviles de Mercedes en
Tuscaloosa, que se encuentra a 80 kilómetros de la ciudad -mucho más lejos
de lo que Bessemer está de Birmingham- los sindicatos intervinieron mucho
antes de que los trabajadores hicieran pública la campaña (lo que en
Bessemer había ocurrido ya en octubre).

 

Es muy probable que en estos días veamos mensajes afirmando que "aunque los
trabajadores no hayan ganado, en realidad ganaron". Pero no ganaron. Y eso
es realmente lamentable. Los medios de comunicación, especialmente los
llamados medios sindicales, nunca deberían haber sobrestimado esta campaña,
ni la de Volkswagen, ni la de Nissan. En los tres casos, la derrota
inminente era clara. Cuando los medios de comunicación priorizan los clics y
los seguidores [followers] y no la realidad, no sólo no ayudan sino que
probablemente perjudican a los trabajadores. La cobertura de los medios de
comunicación acumuló una atención injustificada que podría servir a la
narrativa a favor de la Ley PRO, pero las campañas mediatizadas en exceso
hacen que la gente se sienta derrotada. A veces, de hecho, se sienten tan
derrotados que dan un paso atrás y se retiran para siempre. Probablemente,
esta campaña no debería haber tenido lugar a partir del momento en que los
sindicalistas se dieron cuenta de lo errónea que era su estimación de la
cantidad de trabajadores en el depósito. No hay nada que justifique que se
ponga a los trabajadores en lo que los sindicalistas llaman una "marcha de
la muerte".

 

Para los trabajadores de Bessemer, la próxima etapa será que probablemente
el sindicato presente una gran cantidad de objeciones plenamente
justificadas, o denuncias por "prácticas laborales injustas", contra Amazon.
Es probable que ganen el derecho a una nueva elección basándose en el
comportamiento ilegal de la empresa. En la legendaria campaña de
organización de Smithfield, donde los trabajadores del mayor matadero de
cerdos del país consiguieron su sindicato [en 2008] al cabo de 16 años de
lucha, en su tercer intento de elecciones, la lección que la gente debería
haber aprendido es que efectivamente, las leyes laborales no se cumplen,
pero también que no hay que saltar o evitar etapas cuando se hace una
campaña.

 

Muchas de las dificultades constatadas en la primera ronda de votaciones en
Smithfield tuvieron lugar en la primera ronda de votaciones en Bessemer. Ya
es hora de que dejemos de dar por sentado que los trabajadores nos apoyan,
de que no los hagamos correr riesgos innecesarios con una política de
"tierra quemada".

 

Al lado de las presiones que debe soportar la mayoría de los trabajadores de
Estados Unidos cuando tratan de formar un sindicato, las recientes medidas
de la asamblea legislativa de Georgia, destinadas a suprimir más votantes
[para las elecciones estatales] parecen inofensivas. Si el Senado aprueba el
proyecto de ley PRO, no cabe duda de que la sindicalización aumentará
rápidamente, lo cual es una de las razones por las que su aprobación en un
futuro próximo parece curiosamente remota. A pesar de contar con el
presidente más favorable a los sindicatos en casi 100 años, el Senado se
mantiene inmóvil en temas mucho menos difíciles que una gran reforma del
código laboral. El Senado no aceptaría siquiera un salario mínimo de 15
dólares por hora aunque lo pidiera el gobierno federal. Y los progresistas
vienen intentando aprobar una ley laboral desde la presidencia de Jimmy
Carter, sin conseguirlo.

 

Cada uno de los trabajadores de la campaña de Bessemer merecía ganar. Y si
las normas de sindicalización en Estados Unidos fueran mínimamente justas,
habrían ganado. Pero las reglas no son justas. Todo lo contrario: son
descaradamente injustas. Lo que merecen los trabajadores que intentan formar
sindicatos contra empresarios inmorales es un esfuerzo con posibilidades de
ganar. Hay muchas pruebas de lo que funciona. Las redes sociales y los
medios digitales no funcionan cuando el miedo y la división son las
principales armas de los patrones.

Los trabajadores pueden ganar y organizar sindicatos,  pueden hacer huelga y
ganar. Es muy difícil; para ello, se requiere un compromiso sin concesiones.
(Artículo publicado en The Nation: 9-4-2021
https://www.thenation.com/authors/jane-mcalevey/) 

 

*Jane McAlevey es corresponsal laboral de The Nation para las luchas de los
trabajadores. Es autora de A Collective Bargain: Unions, Organizing, and the
Fight for Democracy (Ecco, 2020). Es investigadora responsable del Instituto
de Investigación sobre el Trabajo y el Empleo de la Universidad de
California.

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