Tokio/ Juegos Olímpicos malditos: prioridad a la TV, no a los atletas ni a los habitantes. [Dave Zirin/Jules Boykoff]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ago 6 17:57:05 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

6 de agosto 2021

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Tokio



Juegos Olímpicos malditos: prioridad a la TV, no a los atletas ni a los
habitantes



Dave Zirin/Jules Boykoff *

A l’encontre, 5-8-2021

http://alencontre.org/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



Aún para el observador ocasional de los Juegos Olímpicos, estaba claro desde
marzo de 2020 que el Comité Olímpico Internacional (COI) [cuya sede se
encuentra en la bien llamada "Lausana, ciudad olímpica", en un lujoso
edificio construido hace poco tiempo: Redacción A l´encontre)] estaba
vendiendo una ilusión. Al anunciar su decisión de posponer los Juegos
Olímpicos de Tokio, el COI dijo que los Juegos seguirían llamándose "Tokio
2020", aunque el evento se celebrara en 2021. En los tiempos que corren,
resulta necesario suspender voluntariamente la realidad para no ver los
intereses mortales que impusieron las Olimpíadas a una población que no
estaba dispuesta a ello en medio de una pandemia sanitaria.



La celebración de los Juegos Olímpicos -el mega evento deportivo más
complejo del mundo, en el que participan más de 11.000 atletas y decenas de
miles de personas en tareas de apoyo- fue una idea terrible. Los
profesionales de la salud pública lo tuvieron claro desde el principio. En
vísperas de los Juegos, la doctora Masami Aoki, de la Asociación médica
femenina de Japón, dijo: "Los Juegos Olímpicos son lo último que deberíamos
tener en medio de la pandemia del Covid-19". Y añadió: "Hay que suspender
los Juegos Olímpicos". (Véase Tokio – El costo humano de los juegos
olímpicos bajo la pandemia, https://correspondenciadeprensa.com/?p=19622)



Hoy, en Tokio -y en todo Japón- asistimos al escenario de pesadilla que
muchos profesionales de la salud pública habían anunciado: aumento del
índice de coronavirus y hospitales al borde del abismo. El presidente del
COI, Thomas Bach, en unas declaraciones ridículas, afirmó que los Juegos
Olímpicos suponían un riesgo "cero" de propagación del Covid en Japón. Pero
en realidad, casi todos los días se produce un nuevo récord de casos de
coronavirus. Por su parte, el Primer Ministro japonés, Yoshihide Suga,
afirmó que el aumento de casos no tiene nada que ver con los Juegos
Olímpicos. El director ejecutivo de los Juegos de Tokio, Toshiro Muto,
declaró: "Creo que hemos sido capaces de gestionar el Covid-19, hasta ahora,
a un nivel acorde con las expectativas". En otras palabras, a los
organizadores de las Olimpíadas no les molesta mucho que un cierto número de
personas contraigan el Covid debido a los Juegos, siempre y cuando no sean
demasiadas: es horrible.



El periodista deportivo de la agencia AP en Tokio, Stephen Wade, que también
informó desde Río de Janeiro durante los Juegos Olímpicos de 2016, señaló en
Twitter: "El COI dice que el pico de virus no tiene nada que ver con los
Juegos Olímpicos. Falso. La gente sale más. Festejan las medallas obtenidas
por Japón. Más tráfico en los trenes. En los bares. Los Juegos Olímpicosse
terminan dentro de diez días. El COI se irá. Japón tendrá que limpiar el
desorden y pagar miles de millones de dólares en facturas. El COI paga poco,
recoge los beneficios y se va". [1]



Annie Sparrow, que junto con sus colegas examinó los preparativos del COI en
materia de coronavirus en el New England Journal of Medicine
(https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp2108567), criticó a los barones
olímpicos por poner en marcha "medidas baratas que no funcionan en lugar de
métodos científicamente probados que sí son eficaces". Hoy en día, los
atletas están pagando el precio, con un aumento de los casos en la Villa
Olímpica, donde los atletas residen durante los Juegos. En el momento de
redactar este informe, se han notificado 259 casos positivos de coronavirus
en la zona olímpica desde el 1 de julio, y siguen sumándose otros. La
llamada "burbuja olímpica" es otro mito rocambolesco que nos obliga a dejar
de ser ingenuos. Esa burbuja -si es que alguna vez existió- estalló hace
tiempo.



Cuando visitamos Tokio en julio de 2019, mucho antes de que el Covid se
extendiera por todo el mundo, la principal preocupación de la gente común
sobre los Juegos de Tokio era el calor sofocante y la humedad que iban a
tener que soportar los participantes, en particular los atletas. La
celebración de los Juegos en julio y agosto suponía someter a los atletas a
un clima extremo y peligroso. Precisamente por eso, los Juegos Olímpicos de
Tokio de 1964 tuvieron lugar en octubre. Sin embargo, la candidatura
original de Tokio afirmaba alegremente -y de forma engañosa- que "con muchos
días de tiempo suave y soleado, este período brinda un clima ideal para que
los atletas rindan al máximo". [2]



Que se lo digan al participante en tiro al arco olímpico que sufrió una
crisis de agotamiento debida al calor extremo. O al tenista que casi no
podía respirar en la cancha. O al atleta que tuvo que retirarse debido a un
choque térmico y que fue evacuado en una silla de ruedas. Según Toshiro
Muto, 30 personas tuvieron que ser atendidas por agotamiento debido al calor
sofocante.



El COI era plenamente consciente de esta realidad. Les exigió a los atletas
que firmaran una cláusula de exención de responsabilidad en la que se decía:
"Reconozco que participo en los Juegos bajo mi propio riesgo y
responsabilidad, incluyendo cualquier repercusión en mi participación y/o
rendimiento en los Juegos, cualquier lesión corporal grave o incluso la
muerte debida a la posible exposición a riesgos para la salud como la
transmisión del Covid-19 y otras enfermedades infecciosas, o las condiciones
de calor extremo durante mi participación en los Juegos." La cláusula hace
responsables a los atletas y exime a los organizadores de los Juegos
Olímpicos de cualquier responsabilidad legal, incluso si un atleta llegara a
morir a causa del coronavirus o del calor extremo.



Hay que acabar con el mito de que los Juegos Olímpicos de Tokio "le dan
prioridad a los atletas". "Los atletas no son la prioridad", dijo el
historiador David Wallechinsky al New York Times (17 de julio de 2021). "La
televisión es la prioridad". David Wallechinsky se refiere al hecho de que
la celebración de los Juegos de Tokio durante los meses de verano beneficia
a la NBC -que, según algunas estimaciones, representa el 40% de todos los
ingresos del COI- y a otros organismos de difusión.



Tenemos, pues, unos Juegos Olímpicos que se celebran bajo un calor
sofocante, sin espectadores y con la amenaza constante de la pandemia detrás
de cada movimiento de los atletas participantes, con el número de casos de
coronavirus, bajo todas sus variantes, batiendo récords en todo el país cada
día. Mientras tanto, algunos atletas no ayudan a que los ciudadanos
japoneses puedan olvidar la pesadilla: algunos de ellos también se reúnen
para beber juntos, ilegalmente. En la delegación de Estados Unidos, la
historia "más destacada" podría ser la negativa del nadador Michael Andrew a
usar un tapabocas.



Muchos llaman ya a estos juegos los "Juegos Pandémicos", los "Juegos
Malditos" o los "Juegos Enfermos". En Japón, muchos están deseando llamarlos
"terminados". (Publicado en The Nation, 3-8-2021 https://www.thenation.com/)




* Dave Zirin, editor deportivo de The Nation, es autor de diez libros sobre
la política del deporte, el más reciente, The Kaepernick Effect: Taking a
Knee, Changing the World. Fue nombrado uno de los "50 visionarios que están
cambiando nuestro mundo" por UTNE Reader's. Zirin es un invitado frecuente
en ESPN, MSNBC y Democracy Now. Jules Boykoff es profesor de ciencias
políticas en la Pacific University de Oregón y autor de cuatro libros sobre
los Juegos Olímpicos, el más reciente NOlympians: Inside the Fight Against
Capitalist Mega-Sports in Los Angeles, Tokyo and Beyond, y Power Games: A
Political History of the Olympics. Fue jugador de fútbol profesional y
participó en competiciones internacionales con el equipo olímpico de Estados
Unidos.



Notas



[1] En The Guardian del 24 de julio, David Goldblatt escribió: "Como en cada
Olimpíada, los costos han subido y el Japón tendrá que pagar más de 30.000
millones de dólares, de los cuales el COI no pagará ni un céntimo. Además,
se ha producido la habitual combinación de estadios fantasma carísimos,
acusaciones de corrupción en los procesos de licitación y en la adjudicación
de contratos y el desalojo forzoso de ciudadanos de sus hogares." No se
mencionan, por supuesto, las construcciones hechas con madera supuestamente
sostenible -según las palabras de Thomas Bach al conceder los Juegos- que en
realidad proceden de la deforestación criminal en Indonesia, en la isla de
Borneo. (Redacción A l’encontre)

[2] En el New York Times del 17 de julio, John Branch dice al respecto: "Más
de 1.000 japoneses murieron por causas vinculadas al calor en julio y agosto
de 2018 y 2019 y varias competencias olímpicas test en Tokio hicieron que
muchos atletas se enfermaran, obligando a los organizadores a modificar el
calendario." (Redacción A l’encontre)

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