Colombia/ "La élite de mi país no ha aprendido a construir en la diversidad". [Francia Márquez - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 28 15:24:16 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

28 de agosto 2021

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Colombia



Francia Márquez, activista y precandidata presidencial colombiana



“La élite de mi país no ha aprendido a construir en la diversidad” 



Eduardo Delgado

La Diaria, 28-8-2021

https://ladiaria.com.uy/



Dirigente social reconocida por su defensa del medioambiente y la población
afrodescendiente e indígena, Francia Márquez es también ahora precandidata a
la presidencia de Colombia por el Pacto Histórico, una coalición de partidos
políticos de centroizquierda y movimientos sociales, que nuclea a dirigentes
como Iván Cepeda, Aída Avella y Gustavo Petro. Desde Cali, ciudad a la que
definió como “la capital de la resistencia”, Márquez conversó con La Diaria.



-Para comenzar, le pido que me cuente sobre su infancia. ¿Cómo fue, con
quiénes y en qué lugares?



Mi infancia fue muy loca: me la pasaba rumbeando, haciendo travesuras, me
encantaba la música y sobre todo bailar. Crecí en una casa de familia
extensa, con todos mis tíos, abuelos, primos y hermanos. Siempre había 20
personas en nuestra casa. Vivíamos en el municipio de Suárez, en el Cauca,
en el suroccidente colombiano, en una zona rural, habitada por pueblos
afrodescendientes.



-¿Cómo comenzó su activismo ambiental y en defensa de los derechos de las
poblaciones afro e indígenas y cómo se fue desarrollando?



Crecimos en el medio de dos ríos –el Ovejas y el Cauca– pero en una montaña,
y allí ha habido proyectos extractivistas y minero-energéticos que mi
comunidad siempre ha resistido. La lucha por el territorio no empezó
conmigo, ha sido histórica, y uno crece y le van enseñando a querer la
tierra, a sembrar, a hacer minería ancestral tradicional. El Cauca es
cohabitado por personas diferentes, de pueblos indígenas, campesinos,
afrodescendientes. Empecé mi lucha ayudando a pelear por el río Ovejas.
Después, en ese proceso, eso significaba reconocer el territorio como un
espacio de vida, pero reconocer también que ese territorio que habíamos
habitado fue esclavizado, explotado por las lógicas del modelo económico
histórico, y que seguimos teniendo. Me gustaba el arte y por él fui llegando
a los procesos sociales. Al inicio, en el rechazo a un proyecto de
desviación del río Ovejas a la represa Salvajina, por la que ya se había
desplazado gente de nuestro territorio.



-¿Ahí también también toma contacto con organizaciones de afrodescendientes?



Ahí fui tomando conciencia y vinculándome con el Proceso Comunidades Negras,
que es una de las organizaciones que a nivel nacional han reivindicado la
lucha por los derechos étnicos y territoriales de los pueblos
afrodescendientes, y me descubrí negra. Porque uno crece en un territorio
racializado, colonizado, tiene ataduras del racismo y el colonialismo que
hacen que no se reconozca, que no se sienta orgulloso o digno de lo que es,
y en ese proceso aprendí a fortalecer mi identidad como mujer
afrodescendiente, a reconocer la historia y las luchas como pueblos
afrodescendientes no sólo en Colombia sino en el mundo.



-Ahora le pregunto por el presente. ¿Cómo y por qué la decisión de
incursionar en política partidaria y ser candidata presidencial por el Pacto
Histórico?



Creo que llegó el momento de que haya un mandato de los pueblos oprimidos,
excluidos, violentados. Es el mismo pueblo que se salvó a sí mismo, y pues
yo soy del pueblo, de la gente que ha sufrido la violencia en este país, el
racismo, la exclusión. Soy de las mujeres que han padecido las consecuencias
del patriarcalismo y del machismo en este país. Eso nos invita a poner
nuestra voz y a querer asumir el mandato de los pueblos para vivir en
dignidad, con justicia, igualdad y equidad. Sobre todo encarnamos la lucha
por el agua, somos como parte de los ríos, de los bosques, de los mares, de
esas vidas que hay en esos territorios, y somos quienes tenemos que poner
nuestro nombre en esos escenarios para cambiar la lógica de esta política de
muerte que se impone desde privilegios raciales, patriarcales, de la
supremacía blanca, de hombres privilegiados que han gobernado este país en
estos más de 200 años.



-¿Cómo define el Pacto Histórico?



El Pacto Histórico es la articulación de distintas expresiones sociales y
políticas, de hombres, mujeres, comunidades diversas, LGTBIQ. Para mí el
Pacto Histórico es una síntesis de las resistencias de las mayorías
oprimidas del país, y plantear una lista cerrada es una oportunidad para
este país de transgredir la política para devolverle la dignidad, además de
la oportunidad para que los jóvenes no sientan vergüenza de la política, que
es lo que hoy sienten. Conformar una lista con gente diversa, que tenga
mitad hombres y mitad mujeres, que tenga pueblos étnicos que nunca hemos
tenido voz en el Congreso, jóvenes de diversidades sexuales que han vivido
también la violencia y la discriminación al igual que nosotras como mujeres,
es importante. Es romper con la política tradicional, pero además es
quitarles poderío a las mafias electoreras. También es la oportunidad de
hacer una agenda legislativa que ponga en el centro la vida, que priorice
los intereses colectivos, que sea una apuesta colectiva y no un nombre, un
rostro o una cara que está ahí.



-Ser defensor de los derechos humanos en Colombia implica un riesgo
importante, y usted ha vivido atentados y amenazas. ¿Cómo se incorpora en lo
cotidiano que haya cientos de líderes sociales asesinados en el último año y
ser un posible objetivo?



Acá ser líder social no es fácil, porque la élite de este país no ha
aprendido a construir en la diversidad. Al que piense diferente buscan cómo
destruirlo de cualquier manera. Creo que uno se hace líder porque está
viendo morir a su pueblo, está viendo que los derechos de su gente no se
garantizan, viendo a los jóvenes con más desesperanza, y eso invita a poner
la voz. No tenemos otra alternativa: o asumimos la necesidad de parir un
cambio desde la resistencia colectiva o simplemente esta gente hace lo que
quiere con nuestras vidas, como hasta ahora.



-¿Quiénes son los ejecutores, quiénes los responsables intelectuales? ¿El
Poder Judicial y otros poderes del Estado los identifican y los juzgan?



En mi caso, desde 2009 he vivido amenazas, desplazamiento forzado,
persecuciones, atentados, y hasta ahora, a pesar de las denuncias, esos
hechos siguen en impunidad. Aquí la impunidad es un premio para los
victimarios. Aquí judicializan a los jóvenes que marchan, que se atreven a
poner la dignidad en el centro y a demandar un cambio. Los tratan de
criminales, de terroristas, justificando su muerte con ese lenguaje. Esto ha
venido pasando estos días, en que han desmembrado jóvenes a las afueras de
la ciudad. Es terrible, y las formas de esa violencia, con sevicia, es como
un intento de ejemplarizar y transmitir que nadie tiene que atreverse.
Mientras tanto, los crímenes en contra de los líderes y las lideresas
sociales siguen impunes, y eso nadie lo investiga.



-¿En algún momento evaluó pedir refugio en otro país?



La verdad, no. Mucha gente me ha dicho que me vaya, pero yo siento que este
es mi país, que nací aquí y que hay que luchar aquí hasta el día que Dios
quiera. Y no he pensado nunca en refugio, a pesar de que fui desplazada.
Pero irse de la casa donde uno tiene el ombligo sembrado es algo que me
haría sentir que estoy muerta en vida. Si nada más acá, que estoy
relativamente cerca de mi casa, de mi departamento, me siento como vacía,
cómo sería si uno se va del país.



Tras el proyecto de reforma tributaria propuesto por el gobierno de Iván
Duque, comenzaron multitudinarias protestas en Colombia, pero esa no fue la
única razón que generó estas protestas.



Fue la gota que rebasó la copa, porque ya había un cansancio, una fatiga de
los territorios que dijimos sí a la paz. El gobierno de Duque la hizo
trizas, y hoy no sabemos de dónde viene la bala. Pero además, en medio de la
pandemia no se evidencian garantías para proteger a la gente, para cuidarla
cuando está aguantando hambre. Todo eso fue como echarle leña al fuego y
salió el estallido social, con el que la gente dijo: vamos a parir un
cambio, ya nos cansamos de tanta injusticia y de vivir en estas condiciones
mientras la corrupción reina.



-Como respuesta hubo abusos y violencia de parte de la Policía. Las
instituciones que legalmente tienen el uso de la fuerza, como la propia
Policía y las Fuerzas Armadas, ¿necesitan reformas? ¿Responden aún a como
actuaban cuando las FARC estaban operativas?



Sí, efectivamente. Este gobierno es la continuidad de los que hemos tenido
en los últimos 20 años y que han sido influenciados por Álvaro Uribe, que
fue el fundador en Antioquia de las Convivir, organizaciones paramilitares.
Entonces estos gobiernos han tenido esos aires de imponer en la fuerza
pública esa visión de paramilitarismo, y todas estas violaciones de derechos
humanos que hemos vivido han sido en complicidad en gran parte con la fuerza
pública.



-Usted participó en las reuniones en La Habana en el marco de la negociación
para los acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla. ¿Cuál es su
balance de esos acuerdos y de su efecto?



Nosotros saludamos y acompañamos que la paz fuera, posible porque el
conflicto armado nos divide en los territorios. Sus consecuencias y efectos
en el tiempo son muy largos y los territorios se volvieron cementerios. Fui
a La Habana a decir que como pueblo afrodescendiente queremos que no se
paren de la mesa hasta que la paz sea una realidad, porque hemos sufrido la
violencia, pero también fui para decir que la paz no solamente era el
silenciamiento de los fusiles, sino que requería inversión social y cerrar
las brechas de injusticias económicas, raciales y de género que han generado
esta violencia, producto de un modelo económico de desarrollo que se impuso
y contra el que las guerrillas se armaron. Pero llegó este gobierno, su
partido hizo un referendo con engaños y mentiras, y la gente terminó votando
por el No. Después, desde el gobierno abiertamente dijeron que iban a hacer
trizas ese acuerdo y lo hicieron, contra los sueños y las esperanzas de
lograr la paz. Hoy tenemos muchos territorios en conflicto armado, donde se
ha profundizado la crisis humanitaria, la gente nuevamente está viviendo las
masacres y, en muchos lugares, el desplazamiento forzado y el reclutamiento.
Además, van más de 200 asesinatos de excombatientes que depusieron las
armas, a lo que se suman los asesinatos de los líderes y las lideresas
sociales. Por eso ahora estamos diciendo que vamos a aspirar desde los
territorios a la presidencia, porque hay que detener la guerra con todos los
actores armados que hay en los territorios.



-En el exterior, en las últimas décadas, Colombia fue muchas veces noticia
por temas vinculados al narcotráfico. Usted ha cuestionado la política de
guerra a las drogas, ¿qué propone como alternativa?



No sólo en Colombia, sino en toda América Latina, llegó el momento de
colocar el debate serio sobre la legalización de las drogas. Estos países
nuestros se han bañado en sangre, han sido nuestros hijos y familias los que
han sufrido las consecuencias del narcotráfico y la política
prohibicionista. Aquí ya están empezando a hacer regularización del
cannabis, de la marihuana, pero les están entregando las licencias a las
empresas canadienses, a las empresas extranjeras; no a los campesinos, no a
los indígenas, no a los afrodescendientes que han vivido la muerte, el
destierro, las consecuencias de la política de la droga y de la política
antidrogas. Los que están ganando ahora con la regularización son los mismos
que lucraron con el narcotráfico, con la política prohibicionista y ahora
con la legalización del negocio.



-Estados Unidos tuvo y tiene influencia en la política de drogas en
Colombia. Usted le escribió una carta a la vicepresidenta de ese país,
Kamala Harris, por este tema. ¿Qué le planteó?



Como ellos están diciendo que su país tiene que sentarse en la moral, la
ética y su compromiso por la vida y el medioambiente, eso no implica
solamente pensar en su gente en Estados Unidos, sino pensar en los países
donde ellos tienen influencia con su política, donde su mano alcanza a
llegar, y Colombia es uno de esos países. La política de Estados Unidos en
el Plan Colombia sirvió para dejar los muertos en los territorios, para
violar los derechos humanos y para dejar plata en los bancos y en los
políticos de este país. No ha servido para nada más. El narcotráfico sigue
intacto en este país, pero la cocaína llega a Estados Unidos todos los días
con el aval de los mismos políticos que están en el gobierno.



-Usted ya tenía una trayectoria como defensora de los derechos humanos, pero
en 2018 le dieron el premio Goldman –que muchos definen como el Nobel a la
defensa del medioambiente– y su nombre comenzó a hacerse conocido en toda
Colombia y a sonar en otros países. ¿Qué implicó ese premio en su vida?



De alguna manera, un día usted no es nadie y al otro día usted ya es alguien
porque una persona que tenía privilegios le dio un premio. Pero es un premio
que ha servido para visibilizar las luchas y los problemas ambientales y
sociales en este país y en otros lados del mundo, ha ayudado a visibilizar
todas las problemáticas que se viven en esta región. América Latina es la
región del mundo que tiene 40% de la biodiversidad del planeta, y nos toca
cuidar este pulmón del mundo. O asumimos como humanos la necesidad de hacer
cambios sobre la cultura consumista, sobre la concepción que tenemos de la
vida, o simplemente este planeta está direccionado a desaparecer y no
tenemos un planeta B.



-En general, en Uruguay se difunde poca información sobre los países de la
región y Colombia no es la excepción. Imagino que algo similar debe ocurrir
allí. ¿Hay algo que la conecte con Uruguay?



No conozco Uruguay y espero hacerlo. Conozco algunos afrouruguayos con los
que hemos contactado en la lucha, en la resistencia. Tenemos a Pepe Mujica,
que es un maestro, nos enseña mucho y es un referente que nos une. Nos pone
a reflexionar como humanos y como nación. Así que no sé cómo será su
accionar allá en términos reales, pero su palabra, su voz, nos llena de
fuerza, esperanza y aliento, sobre todo a las juventudes. Nos pone a pensar
mucho sobre la vida que estamos llevando y también sobre cómo asumimos los
liderazgos. Eso es importante y nos conecta como pueblos.



Según el censo de 2018, aproximadamente 10% de la población colombiana es
afro.



30% de la población colombiana es afro. Hay un genocidio estadístico. El
censo de 2005, que estuvo mal hecho, daba que éramos ya más de 15%, cinco
millones, y nosotros sabemos que somos más de diez millones. Lo que hicieron
en 2018 fue peor que lo de 2005, y la población afro quedó en tres millones,
pero no es cierto y es también una intención política de negar, porque eso
significa que no invierten lo que tienen que invertir en nuestras
comunidades y muestra el racismo estructural.



A eso iba. Colombia tiene un importante porcentaje de población afro, que
incluye la raizal y la palenquera, particulares de su país, y también de
población indígena. Ambas, en términos comparativos, tienen peores
condiciones socioeconómicas que la media, escasa representación en cargos
jerárquicos y mayor exposición a la violencia. ¿Hay manera de revertir esta
situación que tiene su origen siglos atrás?



La manera es llegar al poder desde abajo, desde nosotros, y pensar en
términos de reparación histórica cómo revertir eso. Porque eso significa
voluntad política, asignación de presupuesto para atender esas necesidades
básicas. La mayoría de la gente nuestra no tiene electrificación en sus
territorios, no tiene agua potable ni acceso a salud de calidad. En términos
de educación, la infraestructura en las zonas rurales es casi cero y ahora
menos con la pandemia, que más que profundizar evidenció el verdadero rostro
de lo que estaba oculto.



-Decía que de niña le gustaba bailar y cantar. ¿Qué música recomienda
escuchar?



Música del Pacífico, sin duda. Socavón, Herencia del Timbiquí, Goyo, Grupo
Niche. Hay un sinnúmero de músicas, pero la música del Pacífico es la que
más escucho, y del Caribe también: músicas tradicionales de gente negra y de
los pueblos campesinos e indígenas. Yo recomiendo esa música; me sana, me
cura y los tambores me alivian siempre.

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