Brasil/ A pesar de la pandemia, es hora de tomar las calles y acabar con Bolsonaro [Correio da Cidadania - Editorial]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ene 20 00:22:58 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

20 de enero 2021

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Brasil



A pesar de la pandemia, es hora de tomar las calles y acabar con el
Bolsonaro



Es muy difícil establecer un parámetro sobre el momento en que el Presidente
Jair Bolsonaro "cruzó la línea". Por la simple razón de que el parlamentario
corrupto y su perfil ideológico obviamente nazi-fascista habían estado
operando fuera de los límites tolerables durante décadas.



Correio da Cidadania, editorial, 18-1-2021

https://www.correiocidadania.com.br/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa



El hecho de que un sujeto de su estirpe se haya convertido en la mayor
autoridad del Brasil "post-corrupción", después de cuatro años de dominio de
la derecha en las calles y los parlamentos, es una demostración del alma, el
carácter y las prácticas de toda la élite brasileña, que después de todo no
ha logrado forjar un liderazgo mejor que éste. Por lo tanto, atribuir todo
el mal a un solo sujeto es la cirugía plástica de clínica clandestina que se
intenta, más o menos a diario, para legitimar un sistema que está podrido
por todos lados. Los que perdonan a Salles, Tereza Cristina, Guedes, Milton
Ribeiro (¿alguien recuerda todavía que hay un Ministerio de Educación?),
Damares y toda la camarilla militar no merecen ser separados del horror que
nos erosiona a cada segundo. Bolsonarismo si podemos llamarlo así, no es un
movimiento unipersonal y debemos prestar atención a sus beneficiarios.



Pero debemos atenernos al momento inmediato y detener el escarnio. El
episodio de la falta de respiradores en Manaos y las muertes por asfixia en
una ciudad que ignoró como pocas las restricciones sanitarias y, al parecer,
incluso desarrolla una nueva cepa del coronavirus, debe ser considerado como
la gota de agua.



El espectáculo de la transmisión del voto de aprobación de la Coronavac por
una Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) que libera agrotóxicos
como quien toma un vaso de agua justo el día en que se aplicó la primera
inyección en São Paulo, seguido de una transmisión en la que el presidente
dedicó su lenguaje desbocado a su antiguo amigo João Doria, fue una agresión
más a la inteligencia colectiva.



Como se ha dicho, los límites se traspasaron hace mucho tiempo. Detener la
máquina de la muerte es, más que una cuestión de honor, una cuestión de
supervivencia para toda la sociedad, cualquiera que sea el espectro
ideológico.



El 20 de marzo del año pasado, el economista y demógrafo José Eustáquio
Diniz Alves dijo a Correio da Cidadania: "La marca de 10.000 casos debe
alcanzarse el 31 de marzo, y el importante umbral de 1 millón de casos puede
superarse antes del 30 de junio, con unos 40.000 muertos. Terminamos el
primer semestre con 59.000 muertes y el año con casi 200.000 muertes, un
número mucho más alto de lo esperado en el peor de los casos.



¿Y el Sistema Único de Salud? Incluso evitando una tragedia aún mayor por el
empeño de sus trabajadores, no ha recibido ninguna señalización oficial que
difiera del desguace que ya se está llevando a cabo.



Porque como escribió nuestro columnista y sociólogo Marcelo Castañeda, "es
difícil mantener cierta serenidad en la situación en la que nos damos cuenta
de formar parte de un experimento en la política de la muerte.



Por más que parezca una distopía cinematográfica, en realidad vivimos un
experimento político-administrativo de descarte masivo de seres humanos. Los
cuerpos no rentables e "inempleables" - sí, Bolsonaro recuperó la afirmación
fatídica de FHC (Fernando Henrique Cardoso) en estos días - pueden y deben
ser eliminados. "Es bueno para la economía" de sociópatas como Paulo Guedes
y su negación total de la vida en sociedad, a favor de transformar todo y a
todos en meros activos financieros.



La tragedia es estructural y no es posible calcular cuánto tiempo nos
llevará rehabilitarnos como cuerpo social. Pero reiteramos: no podemos
seguir viviendo con la figura de Jair Bolsonaro, sus mentiras, distorsiones,
dobles posiciones en casi todos los temas, desinformación deliberada. Cuanto
más rápido se deshaga de él la sociedad, más chances tiene de rehabilitarse
con cierta agilidad. Su plan de vacunación, además de ser malicioso, es un
verdadero plan electoral. Además del deseo de muerte que mueve su mente
inmunda, calibra el calendario de vacunación de acuerdo con las próximas
elecciones generales de 2022.



Para él cae como una agua de lluvia, una política de calles y masas,
suspendida durante el mayor tiempo posible, de modo que la revuelta de las
redes sociales se ve siempre neutralizada por las mentiras sistemáticas que
su organización criminal difunde (por cierto, la parálisis de la
investigación de los disparos ilegales de mensajes en su fraudulenta campaña
electoral es una demostración del carácter generalizado de la podredumbre
institucional).



Que ahora intente crear hechos sobre la importación de la vacuna de tal o
cual país y coquetee con la confiscación de las vacunas compradas por el
gobierno de São Paulo, es la señal definitiva de que su gestión
deliberadamente asesina se ha salido de su propio control y debe ser
detenida inmediatamente.



Nunca abogamos por la protesta masiva en tiempos de pandemia. Somos
conscientes de que, por muy justa y correcta que sea la causa, una fuerte
aglomeración humana puede contribuir al aumento de los casos y a la asfixia
del sistema sanitario.



Sin embargo, hemos llegado al punto de lo absolutamente insoportable: la
pérdida de aire. Por la misma razón, porque "ya no podemos respirar", el
movimiento negro en los Estados Unidos tomó las calles de manera
insurreccional contra el racismo de Estado, incluso ante el riesgo de
contagio y enfermedad.



"Al igual que en el Brasil, muchas veces la impresión es que la violencia y
las injusticias de la policía estatal, tan concretas en la vida de la
población negra, asustan más que la enfermedad misma. Tal vez por eso la
gente ha tenido el valor de enfrentarse al virus para reaccionar a la
violencia que nos mata cada día", explicó el activista negro Douglas
Belchior, en relación con la revuelta liderada por Black Lives Matter.



Por aquí la situación es aún más dramática, considerando que el Estado
brasileño es una máquina de triturar gente aún más brutal. Lo que sucede en
el Amazonas puede expandirse por todo el país si no se detiene a Bolsonaro y
su horda de ineptos y sinvergüenzas.



Aun así, según el demógrafo Diniz Alves, a este ritmo terminaremos el primer
semestre de 2021 con 300 mil muertos. Y ni se sabe cuántas tragedias se
acoplarán.



No da para más. Ha llegado el momento de tomar las calles, paralizar el país
y eliminar a Bolsonaro para siempre de nuestras vidas.

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