Brasil/ El declive de la economía. [Julien Dourgnon]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jul 5 13:42:53 UYT 2021


  _____

Correspondencia de Prensa

5 de julio 2021

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



Brasil



El declive de la economía brasileña



Julien Dourgnon *

Alternatives Économiques, 2-7-2021

https://www.alternatives-economiques.fr/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



En Brasil, mientras que la industria está en declive, se mantiene la
prosperidad del sector agrícola, lo que aleja aún más las perspectivas de
diversificación económica y aumenta las desigualdades.



En enero de 2021, el grupo Ford anunció el cierre definitivo de la última
línea de montaje aún en actividad, en el estado de São Paulo (Brasil). El
fabricante estadounidense fue el primer gigante de la industria automotriz
que se instaló en el país en 1921 y desde entonces, mantenía su presencia.
El cierre de la planta deja sin trabajo a 2.500 empleados. En 2012, la
empresa contaba con 14.500 trabajadores.



Después del cierre de Mercedes-Benz y de la reducción de la capacidad de
producción de Honda y de Nissan, el anuncio del grupo Ford fue otro golpe
duro en los círculos económicos. Con el correr del tiempo, gracias a la
expansión de su mercado interno y a las políticas voluntaristas conocidas
como "sustitución de importaciones", con sobretasas aduaneras para los
vehículos importados y, por el contrario, con exoneraciones impositivas para
los producidos localmente, Brasil había logrado atraer a los principales
fabricantes mundiales a su territorio. Pero eso parece haberse terminado.



No sólo la industria automotriz se encuentra a media asta. Con la partida de
la japonesa Sony, de la coreana LG y de la cementera franco-suiza
Lafarge-Holcim, por citar sólo algunas de las grandes empresas, la
desafección afecta a sectores enteros de la industria transformadora
brasileña. Está claro que el país ya no es atractivo para los grandes grupos
industriales multinacionales. La razón, por supuesto, es la pandemia de
Covid-19. En 2020, la producción de automóviles en Brasil cayó un 31% debido
al efecto combinado de las restricciones sanitarias impuestas a los
empleados, la caída de la demanda interna y de las exportaciones,
especialmente a otros países latinoamericanos.



Esta coyuntura excepcional también afectó a las principales industrias
nacionales, sobre todo a la metalúrgica, la de la confección y la del
equipamiento para el transporte, ubicadas principalmente en el sur del país.
Si en 2020 la industria en su conjunto disminuyó en proporciones cercanas a
las de la economía general -sólo un 4,5%- ello se debe al buen rendimiento
de las actividades industriales extractivas (minería), petroleras y
agroalimentarias o las de procesamiento de carne o de caña de azúcar, por
ejemplo. En definitiva, todos estos sectores están directamente vinculados
al sector primario de la economía brasileña.



Por lo tanto, no se puede imputar todo a la crisis sanitaria. El movimiento
de desindustrialización, al igual que en otros países del mundo, ha sido
visible desde finales de los años 80 y se aceleró con la grave crisis de
2013-2014 y después, con la crisis sanitaria de 2020. El pasado mes de
abril, a pesar de un reciente repunte, la producción industrial en Brasil
fue un 13,4% menor que en 2012 [1] y un 32% menor si no tenemos en cuenta
las industrias extractivas, petroleras y agroalimentarias. Al final, sin
esos tres sectores, la industria sólo representaría el 8% del PIB del país.



¿Un nuevo boom de las materias primas?



Mayo de 2021. Tierra adentro, en el estado de Mato Grosso, un escenario y un
ambiente diferentes. En las 583.000 hectáreas (55 veces el tamaño de París)
que posee el grupo agrícola "Bom Futuro", o en las 285.000 hectáreas de la
familia Maggi, la fumigación aérea de productos fitosanitarios [2] y las
máquinas de recolección funcionan a pleno.



Entre mayo de 2020 y de 2021, la producción de soja en Brasil aumentó un
9,4%, sobrepasando por primera vez en su historia los 133 millones de
toneladas. El país se consolida así como primer productor mundial de esta
materia prima, que se utiliza principalmente para la alimentación del ganado
en China y en Europa. Como las buenas noticias nunca vienen solas, el
aumento de la oferta no ha tenido un efecto negativo en los precios, sino
todo lo contrario. Impulsada por la fuerte demanda mundial y por la intensa
especulación en los mercados a término, en 2020, el precio del saco de soja
aumentó un 78% en las cotizaciones internacionales.



El "boom" espectacular no cesa: el precio del producto subió un 9,8% más en
los cuatro primeros meses de 2021. Una situación que satisface a los grandes
productores y a los del "Big 4" [3] del comercio: las empresas
estadounidenses Astier, Bunge y Cargill y la francesa Louis Dreyfus
Compagnie (LDC), cuya remuneración está parcialmente indexada al precio.
Como broche de oro, la debilidad de la moneda nacional, el real, en el
mercado de divisas, enriquece aún más a los vendedores de soja brasileños
cuyos contratos están redactados en dólares.



Pero la situación no es favorable para todos, también hay perdedores. El
aumento de las exportaciones, al crear un efecto de exclusión en el mercado
interno, provocó un aumento del 300% de las importaciones -una paradoja
curiosa tratándose del primer exportador mundial- y un aumento espectacular
del precio de los productos relacionados con la soja: el aceite comestible,
que es el más utilizado por los hogares, aumentó 103% en un año y la carne
bovina aumentó 50%.



En realidad, el caso emblemático de la soja no es aislado. El precio de los
productos de los grandes monocultivos brasileños: maíz, algodón y también
productos mineros (hierro, cobre, niobio) vienen experimentando un
importante repunte desde 2019. Este aumento es considerado por algunos
observadores como temporal [4] y por otros, como el inicio de un nuevo
"boom" generalizado de "commodities" (o materias primas), similar al que
conoció Brasil en la década del 2000, bajo las presidencias de Luiz Inacio
Lula Da Silva y de Dilma Rousseff.



El boom es a la vez una oportunidad para los productores y para los
comerciantes, pero es también una amenaza y sinónimo de un aumento duradero
del precio de los bienes alimenticios y de los minerales procesados
utilizados por la industria brasileña, pero sobre todo en Europa y que, en
última instancia, resulta pagado por todos los consumidores. Sobre todo
cuando las autoridades monetarias del mundo entero temen, aunque traten de
minimizarlo, un regreso duradero de la inflación.



Un efecto derrame limitado



En Brasil, la prensa nacional, el influyente medio "ruralista",
representante del agronegocio, y el presidente Jair Bolsonaro se felicitan
ante esta situación de los "commodities", tan favorable para el país. Pero
la población, que en un 70% gana el salario mínimo (190 euros al mes) o
menos y que se empobreció durante la crisis sanitaria, no ha visto aún los
efectos del "boom" de las materias primas.



Primero, en términos de empleo, el mercado de trabajo sigue profundamente
afectado, con una tasa oficial de desempleo del 14,8%, a la que hay que
añadir la enorme masa de trabajadores desocupados del sector informal. Sobre
este punto, poco se puede esperar del dinamismo de los sectores agrícola y
minero debido a su bajo aporte de empleo, un efecto lógico derivado de las
inversiones realizadas por los grandes productores para adoptar los
estándares de producción de la agricultura intensiva (Brasil es el mayor
consumidor mundial de productos agrotóxicos) con la incorporación de las
tecnologías más modernas. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística
(IBGE) señala que, desde 2012, el sector agrícola ha perdido el 17% de sus
puestos de trabajo.



Luego, en términos de ingresos, el sector agrícola es conocido por los
modestos ingresos que, en todo caso, no tienen correlación con los
deslumbrantes resultados financieros. En promedio, un trabajador agrícola
recibe 1,2 salarios mínimos, o sea 215 euros al mes.[5] Además, este sector,
que según la prensa es el pilar de la economía brasileña y que cuenta con el
apoyo de un poderoso lobby, goza de amplias exenciones y beneficios fiscales
sobre los principales gravámenes obligatorios: impuesto a la exportación,
impuesto a la circulación de mercaderías (incluidos los insumos),
contribución a la financiación de los organismos de seguridad social,
impuesto a las ganancias, etc., lo que reduce su participación en la
financiación de las políticas públicas, en particular las de inversión y
redistribución.



Los ingresos agrícolas procedentes de las exportaciones se concentran en
manos de un pequeño grupo de propietarios, por lo que "el derrame" hacia la
sociedad brasileña es muy modesto. Este país, conocido por sus contrastes
sociales (un eufemismo) hace honor una vez más a su reputación: mientras
que, según el IBGE, el 50% de la población se encuentra en situación de
inseguridad alimentaria (cuando una familia no sabe si tendrá suficiente
comida la semana siguiente), lo que no ocurría desde hace dieciséis años, el
1% más rico, incluidos los grandes propietarios de tierras cultivables y
minas, acapara el 49% de la riqueza nacional, frente al 46,9% en 2019 y el
40,5% en 2010, según el Crédit Suisse. [6] Esto permite validar las
predicciones de los economistas sobre una recuperación económica en forma de
K en 2021 y 2022: un aumento de los ingresos de los más ricos y un
empobrecimiento de los más humildes.



Con la crisis sanitaria, Brasil se aleja más que nunca del sueño de una
economía más diversificada y de una sociedad más igualitaria y consolida su
papel de proveedor mundial de materias primas. Es una postura a la que el
país está acostumbrado desde el principio de la colonización y su inserción,
por la fuerza, en el sistema de intercambio mundial en el siglo XVII.



La actual inversión pública insuficiente (en infraestructuras o educación,
donde las partidas federales cayeron un 38% con respecto a 2016) y la
inversión privada en la industria, no auguran una modificación de la
tendencia a mediano plazo. En este contexto, las prioridades económicas del
gobierno son la privatización del gigante estatal Electrobras, propietario
de las represas que suministran el 90% de la electricidad del país, y la
conclusión del acuerdo comercial UE-Mercosur, que prevé la reducción de los
derechos de aduana para los productos manufacturados europeos. No es para
nada seguro que esto sirva para salvar la industria brasileña.



* Julien Dourgnon, economista, promotor de la renta universal, autor de
varios artículos sobre Brasil en Alternatives Économiques.



Notas



1] https://sidra.ibge.gov.br/home/pimpfbr/brasil

2] Une pratique interdite en Europe

3] Ces quatre groupes contrôlent 70 % du négoce agricole mondial.

4] Voir le 35e rapport Cyclope qui analyse l’évolution des marchés des
matières premières.

5] https://cargos.com.br/salario/trabalhador-agropecuario-em-geral/

6]
https://www.credit-suisse.com/about-us/en/reports-research/global-wealth-rep
ort.html

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20210705/0b9f9281/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa