México/ AMLO y su amarga victoria. [Manuel Aguilar Mora]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 19 11:36:20 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

19 de junio 2021

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México



Sobre las elecciones del 6 de junio



AMLO y su amarga victoria



Manuel Aguilar Mora *

Ciudad de México, 19-6-2021

Hay victorias amargas. Una de ellas es la victoria obradorista del 6 de
junio pasado en las elecciones más grandes de la historia de México,
elecciones de medio sexenio y realizadas en un momento crucial para el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador (Amlo). Aunque él mismo no era
candidato, de todos modos se sabía que la jornada electoral era una especie
de referendo de su presidencia. Con una asistencia cuantitativa mayor a
todas las anteriores elecciones de medio término (votaron más de 47
millones) también se superó el índice cualitativo de asistencia con el 51%
del padrón electoral (que es de 97 millones). Sin embargo, la victoria de
Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) no se pareció ni de lejos al
tsunami de la elección presidencial de hace tres años cuando logró más de 32
millones de votos, tsunami que muchos en las filas de los morenos pensaban
ilusamente que se podría repetir. Con mucho menos votos que hace tres años
Morena enfrentará la segunda parte del sexenio de Amlo en condiciones no tan
favorables pues para conservar su mayoría en la Cámara de diputados depende
de sus nada confiables aliados el Partido del Trabajo (que logró apenas
superar el 3% de la votación) y sobre todo del Partido Verde que sí salió
muy fortalecido con más de cuarenta diputados, los cuales subastará en el
mercado parlamentario en busca de la mejor postura. Por tanto, como decimos
son condiciones profundamente contradictorias y hasta desfavorables en las
que triunfos indudables se combinan con procesos que anuncian ya la
decadencia y el fracaso. Por eso la victoria obradorista del pasado 6 de
junio tiene un claro sabor amargo.



Las victorias



La coalición con la que se presentó el partido del presidente el Movimiento
de Regeneración Nacional (Morena)  junto con los otros dos partidos (el
Partido Verde y el Partido del Trabajo) resultó triunfadora con poco más del
42% del total de votos. La oposición que se presentó también en una
coalición agrupó al PRI y al PAN (el PRIAN) y junto a ellos muy disminuido
al PRD, coalición que recogió cerca del 40% de los votos.



El mayor triunfo del oficialismo obradorista es la conquista de 11 de las 15
gubernaturas de los estados en disputa. Entre ellas las cuatro entidades
federativas estratégicamente importantes del noroeste a saber las de los dos
estados que integran la península de Baja California, Sonora y Sinaloa, una
región determinante en la que el reinado del narco es bien conocido, con el
cual el gobierno de Amlo ha ensayado una nueva estrategia de no enfrentarlo
directamente con las fuerzas militares (“abrazos no balazos”) con el
objetivo de evitar lo más posible los encuentros violentos y sangrientos, lo
que en la práctica no se ha logrado conseguir del todo ni mucho menos.



Este triunfo pinta de morado muchas extensiones del norte, centro y sur del
país que hace tres años eran tricolores, azules e incluso algunos manchones
amarillos. Se trata de que han pasado a ser gobernados directamente por
Morena cerca de 18 millones de habitantes de esos once estados ganados. Los
cuales se deben añadir a los otros estados que ya estaban gobernados por
Morena, sumando en total 18, más de la mitad del total de la República. Un
dato destaca como consecuencia de estos hechos, el PRI ha sido eliminado de
todas las gubernaturas de las entidades federativas.



A pesar de que la asistencia a estas elecciones intermedias fue del 51%
constituyendo un record, tampoco es posible eludir el hecho que en realidad
ante la gravedad de la situación política por la que se adentra cada vez más
aceleradamente el país, de todas maneras fue insuficiente la participación
ciudadana. Del padrón electoral de 96 millones votó menos de la mitad y
teniendo en cuenta la votación que le correspondió a Morena podremos
concluir que sólo una quinta parte de ese electorado potencial apoya al
partido del presidente. Una encuesta daría como resultado que una fracción
mayor apoya a Amlo, pero no obstante debe ser preocupante para él la
situación de su partido  que precisamente antes, durante y en estos días
posteriores a las elecciones está mostrando las profundas divisiones que lo
atraviesan y que anuncian tiempos tempestuosos en sus filas, por supuesto
incluso rupturas.



Un primer rápido balance de estas victorias morenas en el territorio
nacional señala que ciertamente hubo un avance para este partido en
comparación a su situación de hace tres años, avance que también es
necesario poner en contexto para evaluarlo correctamente. Muchas de estas
victorias fueron conseguidas a costa de conflictos en el seno de las filas
morenistas debido a una operación política cínica y descuidada del
presidente del partido Mario Delgado quien, por ejemplo en San Luis Potosí,
públicamente apoyó a un candidato a gobernador diferente al morenista. En
Sonora también hubieron fuertes conflictos entre los morenistas locales que
neutralizaron al partido y determinaron que la principal ciudad del estado,
la capital Hermosillo quedara en poder del PRI.



Las campañas electorales se vieron manchadas por la violencia, ejemplificada
sangrientamente por el asesinato de varios candidatos y precandidatos. Hubo
afortunadamente muchos observadores ciudadanos nacionales y extranjeros. La
información que han publicado de sus actividades no deja lugar a dudas sobre
los obstáculos y limitaciones que impidieron la limpieza democrática de los
comicios, escandalosamente demostrada en los territorios dominados por la
delincuencia organizada. La aplastante victoria de cerca del 70 % de la
votación en Sinaloa, el estado sede del cártel del Chapo Guzmán, se debió en
gran medida a la intervención de los esbirros de las bandas de delincuentes
en su lucha por mantener su poder sobre el estado. El día de las elecciones
operaron descaradamente en favor del candidato postulado por Morena y el PAS
(Partido Sinaloense) Rubén Rocha Moya. Secuestrando a funcionarios y
candidatos del PRI, amenazando a la ciudadanía con mensajes en las redes y
otros medios como éste ”Si no gana Rocha los vamos a matar a todos” tal y
como lo narra un valiente periodista de Culiacán Ismael Bojórquez. (Citado
por Julio Hernández López en su columna “Astillero”, La Jornada,
17.06.2021.)



Todas estas victorias acrecientan la influencia del obradorismo en todo el
territorio nacional pero no lo convierten en el partido avasalladoramente
dominante. Por ejemplo, en las poblaciones de las grandes ciudades está
lejos de serlo. En las capitales de los tres estados más populosos del país
Toluca del Estado de México, Guadalajara de Jalisco y Monterrey de Nuevo
León Morena es minoritaria.



El desastre en la Ciudad de México



Mas el acontecimiento político que cimbró al poder morenista emitiendo ondas
que han pronunciado las tendencias intransigentes de un Amlo más autoritario
y combativo que lo habitual, es lo sucedido en la Ciudad de México, la cual
desde hace 25 años es el origen y el centro del fortalecimiento masivo de la
corriente de izquierda institucional encabezada primeramente por Cuauhtémoc
Cárdenas y después por el propio Amlo.



Los resultados de las elecciones del 6 de junio mostraron una ciudad
dividida en dos mitades prácticamente iguales: la oriental y la poniente. La
oriental votando por Morena y la poniente votando por la oposición: de las
15 alcaldías (antes delegaciones) 8 derrotaron a los candidatos morenistas y
7 permanecieron fieles al oficialismo.



Enfocando con más detalle se puede agregar que en el cinturón oriental sede
de las concentraciones proletarias más densas el obradorismo logró conservar
las alcaldías con los índices mayores de pobreza (Iztapalapa, Iztacalco,
Tláhuac y Venustiano Carranza) y la norteña Gustavo A. Madero, aunque ésta
enfrentando una competencia mayor. Competencia que estuvo a punto de
arrancarle en el sur Xochimilco que finalmente quedó morenista. Del otro
lado, las pérdidas del obradorismo fueron notables en los asentamientos
proletarios también populosos de las alcaldías de Álvaro Obregón,
Azcapozalco, Coyoacán, Magdalena Contreras y Tlalpan que incluyen también la
mayorá de los barrios clasemedieros de la ciudad. Las derrotas obradoristas
fueron más evidentes en las alcaldías más “clasemedieras” como Benito Juárez
y Miguel Hidalgo. Como desastrosa puede considerarse para los morenos la
pérdida de la alcaldía Cuauhtémoc, sede de los centros más importantes
políticos, culturales y financieros del país.



Los asentamientos de la Ciudad de México tienen características demográficas
particulares pero todos sus espacios están atravesados por las diferencias
clasistas, más o menos profundas pero existentes en todo su territorio. El
obradorismo, comenzando por el mismo Amlo, ha intentado explicar su derrota
definiendo a la parte oriental de la ciudad como la pobre, la “buena” y la
poniente como la parte “egoísta, racista, aspiracionista, clasemediera e
individualista” lo cual es profundamente falso y antes de estas elecciones
no se consideraban así a las alcaldías del poniente pues la mayoría estaban
bajo el control morenista. Ha sido tan escandalosa esta actitud que ha
provocado diferencias y réplicas incluso públicas de altos dirigentes de
Morena con el mismo presidente. Es el caso de Ricardo Monreal, jefe del
Senado, quien sin pelos en la lengua respondió a Amlo recordándole que la
clase media había sido un factor clave del triunfo moreno en 2018 y
aceptando que de hecho él se identificaba con el sector clasemediero. (El
Universal, 16.06.2021). La pifia obradorista ha tenido una secuela de
polémicas e impugnaciones de ese discurso de los “pobres votan por Morena” y
“los clase medieros votan contra Morena”. Tanto al nivel de los analistas
especialistas en demografía como las encuestas periodísticas contradicen esa
versión. Julio Boltvinik señala explícitamente que la conclusión de ciertos
sectores de la opinión pública de lo  ocurrido en la Ciudad de México de que
un sector “pobre” vota por Morena y un sector “no pobre” vota contra Morena
al nivel nacional no ocurrió. (“Economía moral”, en La Jornada, 18.06.2021).
Y Enrique Galván Ochoa en su columna “Dinero” siempre favorable a Amlo, en
esta ocasión la encuesta que frecuentemente hace entre sus lectores fue
notoriamente contraria a los dichos del presidente cuando un 83% de los
encuestados se  declararon favorables a un México de clase media contra un
9% a un país de gente pobre (el resto “no sabía”). (Ibidem).



El balance de lo sucedido en la Ciudad de México es por completo
desfavorable para Morena. Teniendo en cuenta que los acontecimientos en esta
ciudad marcan muchas veces lo que ocurrirá a nivel nacional, la derrota
morenista anuncia una tendencia nada propicia para su próximo futuro. En el
asentamiento demográfico en donde se concentra la masa de trabajadores y
trabajadoras con mucho mayor del país que ha determinado en gran medida la
evolución política nacional y lo seguirá haciendo, se ha fracturado uno de
los sectores clave del dominio obradorista.



La resurrección del PRIAN



Después de tres años de estar borrados (y en especial en la Ciudad de
México) por los resultados de las elecciones del 2018 el PRIAN y en menor
medida el PRD volvían triunfantes en el mismo centro de la región que se
consideraba inexpugnable, dominio completo del obradorismo. Y no sólo eso,
todos los municipios densamente poblados conurbados con la Ciudad de México
en la zona poniente (la “azul”) del Estado de México (Tlalnepantla,
Naucalpan, Atizapán, los Cuautitlanes, Coacalco, Huitzilucan) también se
inclinaron por el PRIAN. Fue como un terremoto político: la zona más poblada
del país, el (mal) llamado Valle de México asentamiento de más de 22
millones de habitantes (casi 9 millones de la Ciudad de México y 13 millones
del Estado de México) se estremecía electoralmente.



Pero de hecho esta resurrección del PRIAN no se debe tanto a sus méritos y
potencial propios sino que se explica ante todo por la errática y
desastrosamente fallida política obradorista.



En realidad tales resultados no representaron sorpresa para quienes habían
seguido con atención crítica las políticas del obradorismo, en especial
precisamente sentidas en esta región, principal centro social, económico y
cultural de la república mexicana. 2019 y 2020 fueron años de profundas
crisis dominadas primero por la recesión económica que se manifestó desde
2019 y después convertida en una depresión brutal, la peor en más de 90
años, coincidente con la emergencia sanitaria planetaria del Covid-19, cuyo
impacto fue muy fuerte en el país. Millones de desempleados, cientos de
miles de pymes en bancarrota o de plano liquidadas, millones de personas
caídas en la pobreza y la pobreza extrema y ante tal colosal conjunto de
crisis un gobierno insensible al sufrimiento y dolor que se apoderó de
vastos sectores sociales con la detonación de la pandemia muy torpe e
irresponsablemente manejada durante los primeros meses por un sistema de
salud pública descuidado e infra financiado. Insensibilidad gubernamental
demostrada con la puesta en práctica de una contraindicada política de
austeridad y no anticíclica, lo cual pronunció más que amortiguó la ruptura
social.



Ha sido igualmente en la Ciudad de México en donde el presidente y el
obradorismo recogen las viñas de ira de una población muy descontenta con el
gobierno morenista pues durante los tres años de su dominación no se ha
producido ningún cambio sustancial en la vida social e incluso han surgido
nuevos problemas y conmociones trágicas. De los aspectos sociales más
relevantes destaca la persistente e implacable violencia homicida, 2019 y
2020 superan las cotas de homicidios de los años anteriores y en 2021 las
tendencias de los feminicidios, de los asesinatos de periodistas y del
aterrorizamiento y asesinato de inmigrantes no ceden.

El colapso en la estación Olivos



Pero el hecho conmocionante que en gran medida actuó como el detonante
decisivo del gran malestar de la población de la Ciudad de México con los
gobiernos de los dos palacios gubernamentales del Zócalo, tanto el nacional
como el de la ciudad, fue sin duda el colapso del tren de la Línea 12 del
Metro en la estación Olivos el 3 de mayo, casi un mes exacto antes de la
fecha de las elecciones.



La importancia fundamental de este hecho para explicar la derrota morena en
la Ciudad de México se debe a la secuela de acontecimientos que marcaron y
marcarán los próximos meses la vida de la ciudad. El colapso de la línea 12
del Metro, bautizada como la Línea dorada por Marcelo Ebrard quien era el
jefe del gobierno de la ciudad cuando se construyó en el periodo de
2008-2012, está siendo el origen de comentarios de todo tipo en la opinión
pública, fuertes controversias entre funcionarios, conflictos interburgueses
y un descontento masivo de la población. Es un hecho que tuvo un efecto
decisivo en la votación del 6 de junio. La pregunta que surge de inmediato
es ¿por qué la tragedia ocurrida precisamente entre las estaciones Tezonco y
Olivos, en la exacta línea divisoria de las dos alcaldías de Tláhuac e
Iztapalapa en el corazón mismo de la zona proletaria del oriente de la
ciudad, no se reflejó el 6 de junio con un castigo electoral a Morena en
dichas alcaldías?



El desastre que costó 26 muertos y más de cien heridos muchos de ellos de
gravedad cayó en plena víspera electoral completamente en el campo
obradorista que impidió que el presidente recurriera a su clásica fórmula de
que era una herencia de los gobernantes antecesores del PRIAN. Su
construcción fue durante el gobierno de Ebrard, Miguel Ángel Mancera su
sucesor se encargó de apreciar sus deficiencias y suspendió su servicio
durante más de un año y finalmente el colapso tuvo lugar en los días
actuales durante la jefatura de gobierno de Claudia Sheinbaum.



Esta Línea 12 ahora popularmente rebautizada como “maldita” será el centro
de pugnas políticas ya directamente vinculadas a la sucesión presidencial de
2024 que los resultados electorales del 6 de junio han puesto de relieve
debido a que los dos personajes que venían siendo más señalados del entorno
presidencial como sus posibles sucesores son precisamente Ebrard y
Sheinbaum, quienes son también los más directamente tocados por la tragedia
de la estación Olivos.



Ya las comisiones técnicas, incluida una especial noruega contratada por el
gobierno de Sheinbaum, que investigan las causas de la ingeniería civil que
produjeron el colapso han comenzado a dar sus primeros resultados, los
cuales se filtraron al The New York Times que los dio a conocer mundialmente
en su edición del 13 de junio.



Se trata de un informe preliminar, una Fase 1 de otras dos que vendrán los
próximos meses. Dice que el accidente fue por una falla de origen
estructural, deficiencias en procedimientos y tecnologías en la obra;
refiriendo detalles del proceso en el anclaje de trabes de diverso origen en
calidad y material, pernos Nelson mal colocados, soldaduras mal hechas, uso
de diversos tipos de concretos y cuestiones de fallas de construcción
inverosímiles. Señala a Marcelo Ebrard como el promotor de la obra que
insistía en su rápida construcción para inaugurarla antes del término de su
gobierno y a la constructora Carso propiedad de Carlos Slim, el capitalista
más rico de México, como la responsable de las fallas de ingeniería a las
que se atribuye el desastre.



Apenas un mes transcurrió entre la tragedia del Metro en la estación Olivos
y las elecciones. Iztapalapa y Tláhuac, junto con las demás alcaldías del
oriente de la ciudad son el origen del apoyo masivo a Amlo desde hace más de
dos décadas. El castigo a lo ocurrido el 3 de mayo en la frontera entre
Tláhuac e Iztapalapa ya comenzó incluso en estas alcaldías aunque su
expresión no ha sido tan evidente como en las alcaldías del poniente.
Tardíamente pero con seguridad también se expresará allí contundentemente en
la medida que las estelas de la crisis de Morena se desplieguen con toda su
fuerza. Y esta crisis ya en pleno desarrollo anuncia rupturas y
configuraciones que tendrán consecuencias en la recomposición de las fuerzas
de izquierda del país tanto de izquierda la institucional como de la
revolucionaria.



La crisis del obradorismo



El cambio político que han provocado estas elecciones se ha sentido de
inmediato. Es un cambio profundo, rupturista. Morena sin los aliados no
puede apoyar exitosamente a Amlo en sus iniciativas de reformas
constitucionales. Y sus aliados no son exactamente confiables. EL Partido
del Trabajo, al que no le ha ido bien el 6 de junio, ya ha demostrado en
estas mismas elecciones que se puede unir con el PRI si así le conviene.
Pero el más dudoso aliado es el Partido Verde, un partido que se ha unido
con el mejor postor desde su surgimiento hace treinta años: se ha unido con
el PRI, con el gobierno panista de Fox y hoy es el principal aliado con su
buena cosecha de diputados, de Amlo quien en 2015 lo definía crudamente como
un partido de “juniors, mañosos y corruptos”. Para lograr los 334 votos que
necesita para sus objetivos reformistas constitucionales Amlo está dispuesto
a cortejar hasta a los priistas que se dejen. Todo es posible en el pantano
de los diputados y senadores burgueses y pequeño burgueses que integran las
dos cámaras legislativas. Así a la Cuarta Transformación tan
grandielocuentemente presentada por Amlo como la heredara de las hazañas
épicas de la Reforma de Juárez y la Revolución de 1910 le esperan tiempos
prosaicos en los que su destino dependerá no del heroísmo épico de próceres
combatientes sino del vulgar mercadeo parlamentario burgués.



Por su parte Amlo también ya está anunciando cuáles son sus objetivos
“reformistas”: una reforma electoral para hacerle pagar a los funcionarios
del INE las humillaciones a las que sometieron a varios  candidatos
frustrados de Morena, la conversión de la Guardia Nacional en un cuerpo
militar directamente controlado por el ejército, lo cual ya era un hecho y
se quiere “legalizar” y finalmente la tercera  reforma constitucional para
detener la completa privatización de la industria eléctrica.



Como se aprecia son aspiraciones muy alejadas de cualquier transformación de
régimen, de un objetivo o hazaña de calibre histórico. Sólo anuncian una
mayor y peligrosa militarización del país, un retroceso de los derechos
electorales y cualquier intento de enfrentarse a los grandes consorcios de
la industria eléctrica transnacional sin el apoyo firme y militante de los
trabajadores electricistas y de los usuarios populares de la Comisión
Federal de Electricidad será una meta absolutamente ilusoria.



* Manuel Aguilar Mora, militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS),
profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968
integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas.
Autor de numerosos libros sobre la historia política y social de México.

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