Cultura/ El mismo asombro. Oliver Sacks, póstumo. [María José Santacreu]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mar 21 00:16:05 UYT 2021


  _____  

Correspondencia de Prensa

21 de marzo 2021

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____  

 

Cultura

 

Oliver Sacks, póstumo

 

El mismo asombro

 

Fue uno de los divulgadores científicos de mayor carisma del siglo XX, con
un don para narrar que es la envidia de cualquier novelista. Tuvo una vida
rara, que transcurrió entre las aventuras de la mente y las represiones del
cuerpo, y sólo sobre el final se permitió contarnos su historia personal
completa. Enfrentó la muerte con valentía y dejó un legado en forma de
publicaciones póstumas y registros documentales.

 

María José Santacreu

Brecha, 19-3-2021

https://brecha.com.uy/

 

Todos sabemos algo del doctor Sacks. Lo más probable es que hayamos conocido
sus libros a través de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero o
Un antropólogo en Marte. O a lo mejor vimos antes a Robin Williams
personificándolo en Despertares y, a partir de entonces, empezamos a
prestarle atención a este médico que se preocupó por los pacientes más
olvidados de la tierra: ancianos en estado catatónico arrumbados en un
hospicio por decenas de años. Otros habrán llegado gracias a Migraña, tal
vez porque la padecían y se dieron cuenta de que había un médico que juntaba
una documentación asombrosa con especulaciones atrevidas que lo llevaban a
preguntarse, por ejemplo, si las visiones de la mística Hildegarda de Bingen
no serían menos iluminación divina y más el fruto de un padecimiento
terreno, como las jaquecas. Lo cierto es que, muy probablemente, cualquiera
haya sido el punto de partida, el viaje seguramente haya sido sin retorno,
porque de Sacks difícilmente se vuelve.

 

Lo cierto es que sus escritos y sus prácticas clínicas se adaptan a un
modelo largamente perimido: el del científico de la época victoriana, con su
humanismo, su curiosidad, sus minuciosos estudios de campo, su literatura:
un modelo descartado por la academia, pero atesorado y ciertamente añorado
por los pacientes (y lectores). «Cuando era joven, me debatía entre dos
apasionados y conflictivos intereses y ambiciones: el conocimiento
científico y la práctica del arte. No pude conciliarlos hasta que me hice
médico. Creo que los médicos somos especialmente afortunados porque podemos
expresar con total plenitud ambas facetas de nuestra naturaleza y nunca
tenemos que renunciar a una en favor de la otra.» Es una cita de
Despertares. A continuación, Sacks cita, a su vez, a Charles Darwin, quien
se lamenta de haber perdido el gusto por la pintura y la música, que tanto
lo habían apasionado en su juventud: «La pérdida de esos gustos, esa curiosa
y lamentable pérdida de los gustos estéticos más elevados, es una pérdida de
felicidad, y es posible que resulte perjudicial para el intelecto y, con más
probabilidad aún, para el carácter moral, ya que debilita la parte emocional
de nuestra naturaleza». Para Sacks es esto, justamente, el peligro que
acecha a la ciencia y lo que él, como médico, intenta evitar: «Lo que
describe Darwin es lo que le espera a una ciencia, o a una medicina
científica, que sea demasiado excluyente y no dé la importancia adecuada a
“la parte emocional de nuestra naturaleza”. Como médicos, podemos librarnos
de este peligro si, y sólo si, sentimos afecto y compasión por nuestros
pacientes». Sobre ese afecto y compasión, pero sobre todo, sobre esa
felicidad que Darwin sospechaba haber perdido, Sacks levantó su obra y pagó
cara su osadía.

 

Sus primeros libros fueron totalmente ignorados por la comunidad científica.
Porque si bien tanto Migraña como Despertares son todavía eminentemente
clásicos en cuanto literatura científica –esto es, escritos con una prosa
contenida y con un acento grande en la descripción de síntomas y casos–, no
pueden evitar deslizarse hacia lo que su maestro A. R. Luria llamó la
ciencia romántica. En 1984, Sacks escribió su primer libro marcadamente
narrativo y –horror– autobiográfico. Con una sola pierna describe un
hilarante y catastrófico encontronazo de Sacks con un toro en una colina. Y
puede decirse con propiedad que, a partir de allí, la popularidad y el éxito
del escritor se aceleran como si se deslizara a toda velocidad colina abajo.

 

Es mi vida

 

Si bien Oliver Sacks fue un escritor célebre cuya vida se entremezclaba
frecuentemente en sus escritos, no fue hasta la publicación de En
movimiento. Una vida que sus lectores tuvieron, por así decirlo, el cuadro
completo. En ese libro Sacks habla abiertamente sobre su relación con las
drogas, con su cuerpo y con el cuerpo de los otros. Cuenta la relación con
su familia, confiesa el terror que le provocaba su hermano esquizofrénico,
relata el rechazo de su madre a raíz de su homosexualidad –«eres una
abominación, ojalá no hubieras nacido»–, su exilio, sus viajes solitarios en
motocicleta y sus largos años de celibato. Es también allí donde cuenta,
además, cómo conoció el amor en su vejez cuando, en 2008, a los 77 años,
conoció a Bill Hayes.

 

Lo cierto es que, cuando en 2015 se publicó esa autobiografía con final
feliz, el doctor Sacks se estaba muriendo. Un melanoma ocular diagnosticado
nueve años antes había hecho metástasis en su hígado y le quedaban seis
meses de vida. Todavía le quedaba tiempo, sin embargo, para publicar otro
libro autobiográfico titulado Gratitud, escrito a partir de su diagnóstico
final. Pero para un hombre como Sacks es difícil despedirse. En 2019, su
autobiografía fue la base para el documental de Ric Burns, Oliver Sacks. My
Own Life. El documental es realmente el intento de poner en imágenes y
sonido lo que Sacks relata en su libro y de poder verlo en acción, porque si
hay algo que es difícil de imaginar en toda su dimensión es la intensidad,
la pasión y la vitalidad que animaron su existencia. Allí también está su
despedida: el emotivo momento en que les cuenta a sus amigos que está
muriendo y comienza a decirles adiós. «La mayor parte de mi vida la pasé
tratando de imaginarme cómo era ser otra persona», dice en cierto momento y
resume, a la vez, su vida y sus libros.

 

Ahora Anagrama ha publicado un nuevo libro póstumo. Dos semanas antes de
morir, Sacks había dejado pronto para la imprenta su primer libro póstumo,
publicado en 2019 y titulado El río de la conciencia, una recopilación de
diez ensayos que giran en torno a qué es lo que nos hace humanos. El nuevo
volumen, titulado Todo en su sitio. Primeros amores y últimos escritos sigue
en esa línea: son 33 artículos breves, muchos de ellos aparecidos en la
prensa, otros inéditos. Los ensayos se agrupan en tres secciones: «Primeros
amores» –con textos de corte autobiográficos sobre sus primeras pasiones,
como los museos, la química, las bibliotecas–, «Historias clínicas» –del
estilo al que Sacks nos tiene acostumbrados, muchas veces, de casos curiosos
o anómalos, otras, de casos que permiten sacar alguna conclusión general no
inmediatamente evidente– y «La vida sigue» –una miscelánea de escritos de
observación, salpicados de recuerdos–. Probablemente este sea el último
libro que tuvo cierta supervisión del autor. Luego vendrán, seguramente,
materiales olvidados y documentos. Sacks era un grafómano y todavía quedan
las miles de páginas que albergan sus diarios y cartas.

 

Abrir Todo en su sitio es como reencontrarse con un viejo amigo que no vemos
hace rato. Está allí como era y, aunque se repite un poco, agradecemos
escuchar de nuevo la voz querida. Tal vez lo más importante del libro sea lo
que adiciona a esa figura a la vez antigua y curiosa que fue Sacks. A la
figura del científico que abreva en el siglo XIX y mira con asombro –y,
extrañamente en él, con ciertos reproches– el siglo XXI. No por nada el
último ensayo del libro empieza de esta manera: «Mi tía Len era mi favorita
y cuando ya había cumplido los 80 me contó que no le había costado demasiado
adaptarse a todas las novedades que fueron apareciendo durante su vida –los
aviones a reacción, los viajes espaciales, los plásticos, etcétera–, pero a
lo que no se podía acostumbrar era a la desaparición de lo antiguo. “¿Dónde
han ido a parar todos los caballos?”, me decía a veces».

  _____  

 



-- 
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20210321/e69874b1/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa