Cultura/ Los clásicos de Flavia: Stanisław Lem, una literatura de ciencia ficción intensamente humana. [Flavia Pittella]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 14 12:44:47 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

14 de septiembre 2021

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Cultura



Los clásicos de Flavia: Stanisław Lem, una literatura de ciencia ficción intensamente humana



A 100 años de su nacimiento, un recorrido por obras esenciales del autor polaco que soñó un futuro no muy diferente que aún nos hace cuestionar nuestro presente.



Flavia Pittella

Infobae, 12-9-2021

https://www.infobae.com/



No buscamos nada, salvo personas.

No necesitamos otros mundos.

Necesitamos espejos.

No sabemos qué hacer con otros mundos.

Con uno ya nos atragantamos.

Stanisław Lem, Solaris



Desde muy chica disfruto de la ciencia ficción. Mi formación lectora en el género comenzó cuando mi compañero de 5to grado, Manuel, me prestó un libro que se llamaba Doce meses del terror que, por cada mes del año, proponía un cuento. Había relatos de terror y de ciencia ficción. Y en ese libro conocí a Bradbury con su cuento Vendrán lluvias suaves. Nunca más pude encontrar ese libro y tal vez me lo haya inventado pero lo cierto es que a partir de allí, nunca dejé de leer ciencia ficción. En un principio prefería los clásicos, la ciencia ficción dura y en particular la inglesa y la norteamericana. Hasta que conocí Nosotros, del escritor ruso Zamiatin (1924) y entendí mucho mejor 1984 de Orwell (1949). Pero de ellos voy a hablar en otra oportunidad.



Hoy 12 de septiembre cumpliría 100 años Stanisław Lem quien fue, junto con Zamiatin, el autor que me ayudó a comprender que podía existir otro tipo de ciencia ficción. El primer libro de Lem que leí fue Retorno de las estrellas, en la versión de Alianza Editorial de 1993. Todavía conservo esa copia, con un arte de tapa bellísimo.



Con Lem me pasó lo mismo que con Ursula K. Le Guin. Había leído hasta el cansancio La mano izquierda de la oscuridad (1969) cuando llegué a Retorno de las estrellas (1961). Y la conexión fue total. En Le Guin, el emisario de un conglomerado de planetas viaja a un planeta helado que se caracteriza porque sus habitantes no tienen género definido. Es este detalle, entre otras cosas, lo que determina la ausencia del concepto de violencia en el planeta. En el caso de Retorno de las estrellas de Lem el viaje es inverso: StanisÅ‚aw Lem basa la acción de su novela en la teoría de la dilatación del tiempo que postulara Einstein en 1905. Hal Bregg, un astronauta de la nave espacial “Prometeoâ€, regresa a la tierra luego de una década de vuelo. Bregg ha envejecido 10 años, naturalmente.



Sin embargo, y debido a la dilatación del tiempo, en la tierra han pasado 127 años. El planeta se ha convertido en un lugar de grandes avances tecnológicos en donde los robots satisfacen todos los deseos de los humanos, como en el cuento de Bradbury que tanto me había impresionado de chica. A nadie le interesa lo que Bregg tiene para contar de sus viajes interestelares porque, liberados de las problemáticas de la vida diaria, todos están dedicados a pasarla bien. Y él ya no encaja. No solo porque es muy diferente física y mentalmente sino porque es culto, refinado y… viene del pasado. Este detalle lo convierte en alguien no deseable para los habitantes de la tierra ya que en este astronauta quedan todavía los resabios de una sociedad en la que existía la violencia. Bregg viene del pasado, y su arcaísmo representa el peligro de la violencia extinguida. El personaje de Le Guin llega a un planeta sin violencia dada por el hecho de que sus habitantes no tienen un solo género. Y su arcaísmo pasa por ser siempre hombre, y su presencia es un peligro violento.



Como Huxley en Un mundo feliz (1932), Lem plantea el costo de lograr sociedades utópicas en las que todos los males puedan erradicarse de manera mecánica, automática, o bioquímica. En el caso de Retorno de las estrellas los habitantes son sometidos a un proceso químico por el cual se elimina el gen responsable de la agresión; provocando una dulzura exasperante que impide cualquier tipo de emoción o pasión por algo. El resultado es la apatía, la falta de pensamiento propio, o el deseo de cambio o de cuestionar el orden preestablecido.



Entré de cabeza al mundo de Lem y llegué a Solaris. Nuevamente los viajes interestelares, pero aquí hablamos de otra cosa, o no. Hablamos de los mundos posibles. Esos otros mundos que le permiten cuestionar éste, nuestro mundo. En Solaris, Lem ubica a cuatro hombres -Kris Kelvin, Snaut, Sartorius y Gibarian- en una estación ubicada en el planeta llamado Solaris y no es un planeta en el sentido clásico del término. No se parece en nada a ningún otro planeta. Es un océano viscoso, una especie de líquido viscoso que ha sido comparado con la placenta. Un océano en constante movimiento signado por dos soles, uno rojo y uno azul, que ha sido motivo de estudio por más de cien años. Se ha desarrollado una ciencia alrededor de este planeta llamada “Solarísticaâ€; tomos y tomos de investigaciones para tratar de comprender el fenómeno de este planeta. Nuestro protagonista, Kelvin, es un psicólogo que llega en una nave llamada “Prometeo†para intentar analizar y comprender el comportamiento bastante extraño que los científicos que habitan la estación Solaris vienen experimentando. Cambian de humor, se desconectan, se muestran taciturnos y culpan al planeta de interferir en su comportamiento. Kelvin encuentra en esta misión la excusa perfecta para escapar de una profunda depresión que le causó el suicido de su mujer, y que, aunque hayan pasado ya diez años, no logra superar.



Apenas llega a la estación se encuentra con que uno de los científicos se ha suicidado, y los otros dos están perdidos, sumidos en momentos de grandes depresiones o locura. Son dos personajes muy especiales con los que te vas a encariñar porque conocerás sus historias y sus miedos. Ambos científicos están convencidos de que el planeta tiene conciencia y les lee las mentes. Kelvin, muy escéptico de lo que sus colegas comentan, se recluye mucho tiempo en la biblioteca a leer los largos estudios sobre esta masa informe que nadie ha logrado comprender. Hasta que en un momento aparece, corporizada, perfecta, idéntica, su mujer. No es una alucinación. Está allí, excepto por el detalle de que su mujer, la terrestre, se suicidó hace diez años. Para Kelvin ambos, Solaris y su bella esposa Harey, son un enigma que no puede descifrar. Lo atrapan, lo envuelven y le cuestionan su forma de ser, sus acciones, las decisiones que ha tomado, su modo de ver a los demás. Y, sobre todo, sus intentos de escudriñar en la profundidad del alma de Harey que no hicieron más que destruirla. Y ahora el planeta pensante le devuelve una oportunidad para remediar el pasado, abrir los ojos y entender que hay cosas que simplemente no tienen explicación y, si la tienen, escapan a nuestra posibilidad de entendimiento racional. Es una novela de ciencia ficción, sí, pero de un profundo tono psicológico. Escrita en 1961, la actualidad de Solaris permanece intacta.



Seguí con el policial menos pensado que es La fiebre del Heno y las aventuras de dos robots que atraviesan todos los cuentos de su Ciberíada. Dos robots constructores alrededor de los cuales se tejen historias de sus andanzas por el planeta o por otros universos, asistiendo a quien lo necesite. Es un mundo donde conviven robots inteligentes y humanos y a la manera de El hombre ilustrado o Las mil y una noches (y por qué no Los cuentos de Canterbury) vamos asistiendo a diversas situaciones de la condición humana que ponen en cuestión temas como la identidad, la amistad, el peligro, el doble filo del progreso, etc.



Es Lem en estado puro.



Hace muy poco tiempo, Ediciones Godot publicó el primer libro de ensayos de Lem, Summa Technologiaie inédito en castellano hasta ese momento y es aquí donde podemos leer con claridad todos los intereses científicos y tecnológicos de Lem que no solo irán apareciendo en toda su obra, sino que, además, han sido la antesala de ideas e hipótesis científicas de conceptos tales como la inteligencia artificial, o modelos de realidad virtual y la relación entre lo biótico, lo tecnológico y lo social.



En estos días, y para celebrar sus cien años, estoy sumergida en los trece relatos que publica Impedimenta bajo el título de Máscara y que reúne cuentos de diferentes etapas de Lem también publicados en castellano por primera vez. Cada uno de los relatos es un paso mas hacia el centro del laberinto de su obra. Salimos, expertos en átomos, meteoritos y alienígenas. Pero sobre todo, este volumen de relatos es un colorido abanico que presenta todas las inquietudes filosóficas que se suceden en la producción del escritor polaco.



Testigo de un siglo distópico al que supo retratar mejor que nadie, Stanislaw Lem te llevará de viaje por universos paralelos, alejados e inquietantes; pero también por universos intensamente humanos y profundos para que puedas constatar una vez mas que la ciencia ficción tiene un solo tema: recordarnos que con este mundo solo ya nos atragantamos y que lo que en realidad buscamos siempre es a otras personas, espejos.



Stanisław Lem murió el 27 de marzo de 2006 en Cracovia y el primer satélite polaco lleva su nombre.

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