Cuba/ El Diálogo Nacional y el escenario actual. [Ivette García González]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Sep 16 21:49:31 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

16 de septiembre 2021

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Cuba



El Diálogo Nacional y el escenario actual



Ivette García González

La Joven Cuba, 16-9-2021

https://jovencuba.com/



Pensar el Diálogo Nacional como mecanismo de concertación política para
resolver el conflicto actual de Cuba y empezar a crear un nuevo contrato
social es estratégico. Ello requiere examinar el escenario existente e
identificar debilidades, fortalezas, posibles amenazas y consensos.



El contexto cubano en la Isla y la diáspora es complejo pero no excepcional.
En tanto disputa entre dos o más partes, el conflicto[1] en tales escalas es
consustancial a cualquier modelo social. Resulta confrontación por
desacuerdos entre segmentos de la sociedad civil y política con intereses y
aspiraciones contrapuestas.



Para examinarlo conviene descomponerlo en: situación, puntos de vista,
posiciones, sentimientos, necesidades o intereses, y reformulaciones que
suponen ver el problema desde una perspectiva diferente. Y para resolverlo
es preciso no evadirlo, socializar percepciones, grados de afectación,
hacerse escuchar, escuchar al otro y ponerse en su situación.



No se deben perder de vista algunas debilidades internas para encararlo:



1) Profunda crisis económica y sanitaria.



2) Extremismo político con fuerte raíz institucional.



3) Sociedad civil desarticulada y lastimada por la represión, la exclusión y
la criminalización del disenso.



4) Insuficiente educación cívica, devenida falta de cultura política y
democrática.



5) Daño antropológico a escala social, que incluye fenómenos diversos:
despersonalización, apatía, miedo al cambio y mentalidad dependiente.



Tampoco se pueden desconocer factores externos que podrían ser amenazas para
un eventual Diálogo Nacional:



1) Incremento de la hostilidad del gobierno de EE.UU. —no solo mediante el
bloqueo, sino del injerencismo— que, como apuntó el politólogo Jesús
Arboleya, podría manifestarse a través de sectores cubanos involucrados.



2) Incremento del activismo entre un sector radical de la emigración
asentada en EE.UU.



3) No recuperación del turismo internacional, lo que impactaría más en el
país.



4) Eventual conflicto con actores externos a causa del impago de la deuda
cubana.



No obstante, el Diálogo Nacional podría ser viable si se comprenden y
gestionan adecuadamente esas debilidades y amenazas y se logra articular
consenso en su favor. También si se consideran y aprovechan las fortalezas y
se asume el Diálogo como oportunidad.



Como principales fortalezas podrían apreciarse:



– Alto nivel de instrucción de la ciudadanía y los emigrados.



– Significado de valores compartidos: patriotismo, soberanía, equidad,
dignidad, justicia social.



– Confluencia de varias generaciones y energía que a favor del cambio dejara
el 11-J, a pesar de la represión.



– La sociedad civil independiente ha empezado a generar nuevas propuestas y
articula consensos acelerando su fortalecimiento.[2]



– Activismo de la emigración mediante fórmulas asociativas propias y
articuladas con residentes en la Isla.



– Una Constitución que reconoce en sus artículos 3, 40 y 41 la soberanía
popular, la dignidad humana como valor supremo y el carácter universal e
interdependiente de los derechos humanos. Que además prohíbe toda
discriminación (Art. 42) y consagra —Artículos 52, 53, 54 y 56— los derechos
a la libre circulación, información, libertad de pensamiento, conciencia y
expresión; así como de reunión, manifestación y asociación.



Tres elementos básicos podrían articular un consenso nacional para el
Diálogo:



1) El conflicto es nacional, por tanto debe ser resuelto por los cubanos sin
injerencia extranjera alguna y apegado a la soberanía popular.



2) El objetivo común de lograr bienestar para los ciudadanos en un país más
inclusivo y democrático, que debe lograrse por vía pacífica y sin represión.



3) Se trata de una crisis sistémica, una fractura del pacto social cuya
solución no se alcanza con métodos tradicionales que siempre han excluido a
una parte de la ciudadanía.



Todo Diálogo Nacional requiere determinadas condiciones que deben asegurarse
con total transparencia. Algunos intelectuales se han pronunciado al
respecto, enfatizo en cuatro que ya deberían considerarse en Cuba: 1)
suspender la represión política y reivindicar a las víctimas; 2) cesar la
criminalización del disenso y reconocer la legitimidad de las partes; 3)
aceptar la fractura de la sociedad civil cubana en grupos que apoyan al
gobierno y otros que disienten y 4) generar un proceso de sensibilización
dentro y fuera de Cuba respecto al conflicto y al Diálogo Nacional como
solución.



Además de lecciones de experiencias anteriores que mencioné en un texto
precedente, existen parámetros verificados internacionalmente para un
Diálogo Nacional exitoso. Ellos abarcan, entre otros: prerrequisitos, tipos
de asesoría, asegurar apoyos y neutralizar obstáculos, procurar medios para
dar seguimiento a los acuerdos y rendiciones de cuentas de las partes,
medidas para fomentar confianza y necesidad de que las partes cuenten con
espacio para operar de manera libre y autónoma.



Recientemente el Dr. Julio Antonio Fernández llamó la atención sobre la
importancia que para un diálogo inclusivo en Cuba, reviste la convergencia
de la Constitución con la Declaración Universal de los derechos humanos.



Sería conveniente que el gobierno avanzara en las reformas económicas y
priorizara en el calendario legislativo las regulaciones del derecho de
manifestación y asociación, así como la ley de reclamación de derechos
constitucionales. Igualmente, que de acuerdo con el Art. 95, asegurara las
garantías previstas para los ciudadanos desde el inicio de los procesos
penales: derecho a representación legal, comunicación inmediata con los
familiares, prohibición de tratos violentos, físicos o psicológicos, entre
otras.



Los Artículos 2 y 13 de la Declaración universal reconocen los derechos de
todas las personas sin distinción de su opinión política, así como la
libertad de circulación en el país y para entrar o salir de este. También
—Artículos 9 y 19—que nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni
desterrado; que todos gozamos de libertad de opinión y expresión, lo que
incluye no ser molestado por esa causa y tampoco por investigar, recibir y
difundir opiniones por cualquier vía, siempre que no se vulnere el derecho
de otros.



Todo eso se viola hoy en Cuba. Es inadmisible en cualquier circunstancia,
pero más siendo de los primeros miembros del Consejo de Derechos Humanos de
la ONU (2006) y actualmente con mandato hasta 2023.



Cuba necesita no solo medidas económicas y paliativas para la crisis que
enfrenta. Urge contemplar lo político. Necesitamos un ambiente menos tóxico,
represivo y polarizado. Ello ayudaría a despejar el camino hacia la
verdadera solución del conflicto que vivimos, lo que constituye una
oportunidad para el desarrollo de la sociedad, reafirmar valores e
intensificar la participación en la vida social.



El Diálogo Nacional garantiza la representación de todos los componentes de
la nación, reconoce la institucionalidad del país y puede contar con apoyo
internacional sin injerencia en los asuntos internos. El camino no es corto
ni fácil, pero si, amén de las diferencias, tenemos consenso en que debemos
cambiar y luchar por una Cuba mejor, entonces será posible.



Notas



[1] Pedro Luis Lorenzo Cadarso: Principales teorías sobre el conflicto
social, Norba 15, revista de Historia, Cáceres, 2001. y su libro Fundamentos
del conflicto social, Siglo XXI, Madrid, 2001,

[2] Además de la oposición tradicional no reconocida oficialmente —UNPACU,
Cuba Plural y otras—existen formas asociativas reivindicativas —Alianza
Cubana Manos, Comité Ciudadano por la Integración Racial— e iniciativas como
Archipiélago, Cuba Humanista, Cuba Próxima y Cubanos por el Cambio.

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