Colombia/ "La relación con Estados Unidos es tan sólida que superó los intentos de ideologizarla". [Luis Gilberto Murillo - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ago 3 14:23:29 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

3 de agosto 2022

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Colombia



Luis Gilberto Murillo:  “La relación con Estados Unidos es tan sólida que
superó los intentos de ideologizarla”



El próximo embajador en Washington debe encaminar la nueva era en las
relaciones bilaterales en el gobierno de Gustavo Petro.



Santiago Torrado, Bogotá

El País, 29-7-2022

https://elpais.com/



Luis Gilberto Murillo (Andagoya, Chocó, 55 años) se prepara para radicarse
en Washington una vez más, como ya lo hizo hace largos años cuando tuvo que
salir de Colombia después de ser víctima de un secuestro. La inusual
biografía del próximo embajador en Estados Unidos del gobierno de Gustavo
Petro lo ha llevado a vivir también por periodos en Rusia, donde estudió
becado. Vivía en la capital estadounidense hasta enero, cuando decidió
lanzarse a la larga carrera presidencial y acabó como fórmula de Sergio
Fajardo en la coalición de centro. De cara a la segunda vuelta, Murillo, que
también fue ministro de Ambiente entre 2016 y 2018, volcó su apoyo al hoy
presidente electo, el primer mandatario de izquierdas en la historia del
país.



Cuando anunció su adhesión, Murillo destacó la necesidad de encaminar
esfuerzos para cuidar el ambiente, atender las regiones olvidadas de
Colombia y cumplir el acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC.
También le motivó el “enorme significado histórico” de llevar a la
Vicepresidencia a Francia Márquez, como él, una líder afrocolombiana de la
región del Pacífico. Aceptar el cargo de embajador viene para Murillo con un
costo personal, pues tenía doble nacionalidad y debió renunciar a la
estadounidense. “Un sacrificio mínimo” a cambio de contribuir al cambio que
atraviesa Colombia, dice a EL PAÍS en esta entrevista en un hotel de Bogotá.



-En campaña, usted coincidió con Francia Márquez en que a Colombia le falta
mucho para ser un país incluyente. El próximo gobierno ha anunciado también
designaciones de indígenas en altos cargos del Estado. ¿Colombia es un país
un poco menos racista después de las elecciones del 19 de junio?



El país está cambiando. Es un avance que aparezcan caras nuevas que
interpretan a la Colombia profunda, negra, afrodescendiente, indígena,
campesina. Figuras que no habían estado en estos cargos de autoridad y de
poder. Pero todavía falta mucho. Eso tiene que estar relacionado con
reformas de fondo, con que las condiciones de vida de la gente en sus
territorios realmente cambien. Hay también una dimensión que es muy
cultural, se requiere mucha educación para que se entienda que la
diversidad, tanto étnico racial como natural, no es un problema sino una
fortaleza.



-Usted ha contado que se suele vestir de corbata para evitar que lo detenga
la policía y otros episodios de discriminación. Se refería a Colombia, ¿esas
situaciones también las ha vivido en Estados Unidos?



En Estados Unidos la discriminación racial y el racismo es un tanto
distinto, y depende mucho de la ciudad. Por ejemplo, en Washington no tengo
que hacer eso porque la gente está acostumbrada a ver afroamericanos y
afroamericanas en todos los escenarios de la vida pública. Usted va a
ciertos sectores en Bogotá donde no ve figuras afrodescendientes, y todavía
lo ven con sorpresa en este país de clubes exclusivos; en Washington, no.
Cali está cambiando, la gente se está acostumbrando más a ver
afrodescendientes en este tipo de escenarios, pero todavía falta mucho en
Bogotá, Cartagena y en otras ciudades. Es un proceso que va a tomar tiempo.



-Acaban de reunirse con una delegación de alto nivel de EE UU, en
preparación de la toma de posesión de Petro el próximo 7 de agosto.
¿Colombia ya logró cerrar con la Administración de Joe Biden las heridas
abiertas durante el Gobierno de Iván Duque en la relación bilateral?



En el pasado hubo intentos de ideologizar una relación histórica y de Estado
entre Colombia y Estados Unidos, de lado y lado. Eso tuvo su máxima
expresión con alguna incomodidad que generó la participación de voces
colombianas en el debate electoral en Estados Unidos. La relación es tan
sólida que superó esa turbulencia. Los nexos son tan sólidos que, aunque
haya diferencias y obstáculos, casi siempre existe la suficiente solidez
para superarlos.



-Después de las reuniones se habló de cambio climático, paz y migración como
prioridades. ¿Esos serán los pilares de la nueva agenda bilateral?



La directriz que dio el presidente electo, Gustavo Petro, en una charla
larga con él, es que si bien esta es una relación de Estado y estratégica,
tiene la oportunidad de ser replanteada en este momento. Cada gobierno tiene
sus énfasis. Una primera prioridad tiene que ver con cambio climático,
transición energética y transición socioecológica. Ahí hay enormes
oportunidades para un liderazgo regional y global de Colombia en asuntos de
biodiversidad, lucha contra la deforestación e incorporación de comunidades.



-También conversaron sobre otros temas...



Una segunda prioridad tiene que ver con la paz en sus diferentes
expresiones, que algunos le llaman la paz completa, que es obviamente
implementar con mayor decisión, sentido de urgencia y con mucha
participación de las comunidades el acuerdo de paz que se firmó con las
FARC. Pero adicionalmente a eso, la posibilidad de reabrir las negociaciones
con el ELN. Y hay algunas propuestas desde el Legislativo de un cambio en la
política de sometimiento para que la justicia pueda avanzar en el
sometimiento colectivo de grupos que están en la criminalidad. Y hay un
bloque de desafíos globales que tiene que ver con migración y con inclusión.
Estos son los temas que se pusieron sobre la mesa en los primeros
acercamientos al más alto nivel. Aquí se inicia un diálogo con el gobierno
de los Estados Unidos para poder establecer esas prioridades. También está
lo relacionado con la necesidad de replantear la política antinarcóticos y
revisar el Tratado de Libre Comercio.



-¿Cuál es la mirada de Washington sobre la política de acogida y
flexibilidad migratoria ante el éxodo venezolano que Bogotá ha mantenido?
Colombia ha pedido con insistencia más cooperación internacional.



Creo que vamos a seguir esa línea porque es evidente. Las cifras así lo
dicen. Cuando usted compara cuánta ayuda se ha canalizado a migrantes sirios
o incluso ucranianos, y lo compara con el flujo de recursos para migrantes
venezolanos la diferencia es amplísima. Se necesita cerrar esa brecha para
que esta población pueda estar en buenas condiciones aquí. Tenemos objetivos
comunes para que realmente pueda tener garantías. Pero de fondo también está
cómo el nuevo gobierno puede contribuir a una solución negociada, pacífica,
para una salida democrática en Venezuela.



-¿Cómo recibe Estados Unidos que Colombia reabra su frontera con Venezuela y
se encamine a normalizar relaciones con el Gobierno de Nicolás Maduro?



Es una decisión que toma el nuevo gobierno dentro de su fuero, de su
soberanía. El mensaje que hemos recibido del gobierno de Estados Unidos es
que obviamente respeta las decisiones soberanas del país.



-El acuerdo de paz de Colombia es el único con un capítulo étnico.
¿Implementarlo será una prioridad?



Sí, se trató también en esa conversación, tanto por parte del presidente
electo como de la vicepresidenta Francia Márquez. El capítulo, que es
novedoso, es de los componentes más retrasados de la implementación del
acuerdo de paz. Hay propuestas bien interesantes. Una de ellas es que casi
todos los componentes y capítulos tienen un una especie de acompañante
internacional, que ayuda, pone recursos, garantiza que avance con más
rapidez, le da visibilidad. El único que no lo tiene es el capítulo étnico.
Bueno, ya hay una voluntad del nuevo gobierno, y también del gobierno de los
Estados Unidos, que ha sido muy receptivo, a que sean ellos quienes asuman
ese acompañamiento. Ojalá otros gobiernos se animen también para poder
avanzar rápidamente, nivelar el grado de implementación del capítulo étnico.



-¿El acuerdo de paz habría resistido estos cuatro años sin el decidido apoyo
de la comunidad internacional?



Realmente fue definitivo, la comunidad internacional jugó un papel
determinante en que se mantuviesen al menos ciertos niveles de
implementación. Sabemos que fue un acuerdo que no le gustó al gobierno
saliente, y eso tuvo un impacto muy negativo en la celeridad y el sentido de
urgencia de la implementación en las regiones. Hay una relación muy estrecha
entre la implementación, circuitos de construcción de paz y seguridad en las
regiones. Y hoy la situación de seguridad es crítica en la otra Colombia, la
Colombia profunda.



-¿Estados Unidos apoya la búsqueda de la “paz total” que se propone el
próximo Gobierno?



Este primer acercamiento del más alto nivel fue muy positivo, hay mucho
interés en acompañar al país en este nuevo momento de cambio. Se entiende
que tiene que avanzar hacia realmente lograr la paz, porque Colombia juega
un papel muy importante en la región. Va a ser central no solamente en lo
ambiental, en lo económico, en lo social, sino también en poder liderar
circuitos de bienestar en toda la región. Para eso se requiere que se avance
en una agenda de paz, de paz completa. Percibimos un gobierno de Estados
Unidos muy receptivo a lo que se viene. Obviamente este fue un primer
acercamiento, ya vendrán otros diálogos.



-El ELN todavía es considerado una organización terrorista por Estados
Unidos, ¿eso podría ser un obstáculo en una negociación?



Son temas que hay que revisar. Ya hay experiencias similares, ahí está de la
negociación que se dio con las FARC.



-¿La figura de la extradición ha sido parte de esas conversaciones?



Es un mecanismo que ha venido funcionando. Hay distintas interpretaciones,
algunos lo evalúan de distinta manera. El gobierno colombiano tiene mucho
margen de maniobra en la aplicación de la extradición y ha sido uno de los
elementos de cooperación judicial más importantes en la relación. Puede ser
parte del diálogo hacia futuro, pero no ha sido un tema prioritario a tratar
en este acercamiento inicial.



-La guerra contra las drogas ha fracasado. ¿Estados Unidos es receptivo a
abrir la conversación en torno a la despenalización?



Hay una discusión global, en la que está Colombia, que se orienta a la
despenalización. Pero esas discusiones en el marco de la relación entre
Colombia y Estados Unidos tienen una dinámica distinta. Del lado de Estados
Unidos inclusive hay un informe muy interesante del año 2020 de una comisión
bipartidista del Congreso que llegó a la conclusión de que la política
antinarcóticos en la manera en que se ha implementado no ha funcionado, que
requiere ajustes de fondo. Ahí hay una coincidencia con el nuevo gobierno en
que hay que revisar cuáles son esos ajustes.



-¿La coincidencia de gobiernos progresistas en Colombia, Bolivia y Perú, los
principales productores de hoja de coca, puede impulsar un cambio en las
políticas prohibicionistas?



Yo creo que se va a dar un diálogo bastante dinámico, de pronto con nuevos
énfasis. Hay que estar muy atentos a ese diálogo que va a iniciar la región,
allí Colombia tiene un papel muy importante que jugar.



-Para ser embajador en EE UU tuvo que renunciar a la nacionalidad
estadounidense. ¿Cuál fue la reflexión que lo llevó a aceptar el cargo?



Estados Unidos nos acogió cuando tuvimos que salir del país porque fui
víctima de un secuestro con fines políticos. Pudimos estar tranquilos,
seguros y avanzar en ese país, estabilizar nuestras vidas. Nos sentimos como
familia muy orgullosos de haber transitado ese camino. Fue una decisión
familiar muy difícil. Nos tomó mucho tiempo, y el presidente muy
generosamente esperó. Lo que nos llevó a aceptar fue el hecho de que el país
está atravesando por un momento de cambio muy interesante, de mayor
inclusión de las poblaciones de la Colombia profunda, tanto en las ciudades
como en el campo, y requiere de que todos podamos contribuir. Hay mucha
gente que le está contribuyendo al país desde condiciones mucho más
adversas. También nos conmovió mucho, para la segunda vuelta, la amplia
participación de comunidades afrodescendientes que usted veía en las canoas,
casi arriesgando sus vidas para ir a votar y expresar allí su poder en
democracia. Yo lo vi, yo estaba en la región. Esa reflexión nos llevó a
decir: tenemos que hacerlo, es un sacrificio mínimo comparado con el
sacrificio que hace una gran mayoría de colombianos y colombianas.

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