Colombia/ Petro inaugura un recambio real de poder. Legado, expectativas y riesgos. [Juanita León]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Ago 7 13:23:34 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

7 de agosto 2022

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Colombia



Gustavo Petro inaugura un recambio real de poder



Juanita León

La Silla Vacía, 7-8-2022

https://www.lasillavacia.com/



Hoy no se formalizará tan solo un cambio de mando entre presidentes o
partidos como se ha hecho históricamente cada cuatro u ocho años. La
ceremonia de esta tarde marcará el comienzo de un esfuerzo por rebarajar las
relaciones estructurales de poder en Colombia. Y es precisamente por eso,
que la posesión de hoy de Gustavo Petro genera tantas expectativas en unos
como miedo en otros.



Petro no es solo el primer candidato de izquierda que llega a la
Presidencia; él trae un legado que seguramente marcará el futuro gobierno.



Que el nuevo inquilino de la Casa de Nariño sea un exguerrillero en un país
que durante décadas vio en la insurgencia a su enemigo unificador trae una
carga simbólica particular. Petro la realzará hoy durante el evento de
transferencia de mando en el que ha decidido caminar detrás de la espada de
Bolívar que el M-19 se robó en los años setenta.  El mensaje de un
revolucionario que llega por las urnas al poder es explícito.



Petro también llega a la Presidencia montado sobre los hombros del
antiuribismo y de la impopularidad del gobierno de Iván Duque. Su triunfo es
una ruptura con una visión del conflicto, de la relación entre clases
sociales y de la historia de Colombia que ha gobernado el país durante buena
parte del siglo XXI.



Y su presidencia es el resultado del gran estallido social, cuyas
reivindicaciones la coalición del Pacto Histórico supo recoger bajo una gran
sombrilla para toda la izquierda.



Con ese legado de una revolución inconclusa, una derrota del uribismo y las
reivindicaciones de los miles de colombianos que salieron a la calle a
protestar, llega a la Casa de Nariño un presidente muy distinto de los
anteriores. Y el equipo de gobierno que hasta ahora ha anunciado representa
inequívocamente los intereses y la visión de los que han enfrentado o
padecido el poder en Colombia.



Por eso, lo que puede esperar el país a partir de hoy no es un cambio
gradual, ni mejoras incrementales. Es una ruptura.



Las expectativas



Hasta anoche, el nuevo presidente solo había anunciado dos terceras partes
de su gabinete. Y aún no se conocen los nombres de los ministros de
Vivienda, Transporte, Justicia, TIC, Ciencia y el Departamento
Administrativo de la Presidencia (Dapre). Muy probablemente ahí estarán los
puestos que les dé a los tres partidos políticos– el Liberal, La U y el
Conservador– que conforman la gran coalición con la que arranca su mandato.



Pero con los 12 ministros que ya se conocen Petro ha mandado el mismo
mensaje: salvo Alfonso Prada, el Ministro del Interior, los demás son
personas que han marcado, en menor o mayor medida, una ruptura con el
Establecimiento.



Y son personas que, más allá de que tan buen desempeño tengan en el Gobierno
que arranca, han defendido a lo largo de sus vidas unas causas en sus
respectivas carteras, lo que puede devolverle cierta legitimidad al Estado.



Cecilia López lleva décadas pedaleando el tema agrario; Álvaro Leyva ha
estado metido desde hace 50 años en cuánto esfuerzo de paz se ha hecho en
Colombia; Alejandro Gaviria ha escrito libros sobre educación y fue rector
de la principal universidad privada del país; Susana Muhamad es una
ambientalista probada; Gloria Inés Ramírez, la nueva Ministra de Trabajo, ha
sido sindicalista y defensora de derechos laborales media vida; Patricia
Ariza ha defendido el teatro con los dientes.



El nuevo presidente, la vicepresidente (y buena parte de su gabinete) tienen
otro rasgo que hacen este Gobierno muy diferente de los anteriores. De
alguna manera, ni Petro ni Francia Márquez han conocido el país “por
encima”. Lo han hecho “por debajo”.



Como lo cuenta su perfil, Petro fue guerrillero. Fue preso. Fue un político
de oposición. Fue exiliado. Fue destituido arbitrariamente. Fue pobre. Fue
un líder popular. Francia Márquez fue minera de río. Fue empleada del
servicio. Fue tan pobre que recibía el subsidio de ingreso solidario. Fue
madre soltera. Fue artista popular. Fue discriminada por ser negra. Fue
líder social.



Esa perspectiva desde abajo de las dos personas que estarán en la cúpula del
poder impregnará este Gobierno de prioridades, diagnósticos y aproximaciones
a los problemas muy diferentes a los que el país está acostumbrado. Sobre
todo, porque los funcionarios de segundo y tercer nivel que entrarán ahora
al Estado muy posiblemente traigan ese mismo punto de partida y esos mismos
dolores (y hasta resentimientos) que son en todo caso los de la mayoría de
colombianos.



Y es en esa identificación donde radicará el verdadero poder y las
posibilidades del Gobierno que arranca.



“Petro tiene la oportunidad de generar un diálogo social”, dice Carlos
Franco, consultor en temas políticos y de relacionamiento entre empresas y
comunidad. “El sector empresarial está expectante y el sector político
también. Uribe fue a hablar con Petro. Hay una oportunidad, otra cosa es si
él tiene el liderazgo para hacerlo”.



Como dice Franco, con el gran poder que otorga la Presidencia, Petro podría
facilitar (o forzar) una negociación entre el Establecimiento político y
económico y el país excluido que él representa.



¿Sobre qué temas?



Temas grandes como el que planteó Héctor Riveros en su columna de ayer:
“Imagino que cuando intervenga el propio Presidente —escribe Riveros— las
preguntas serán otras: la primera y más importante quizás será si lo que se
propone ahora sí servirá para lo que deben servir los sistemas tributarios
que es para reducir la desigualdad”.
(https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/opinion/articulos-columna/con-p
etro,-la-discusi%C3%B3n-es-ideol%C3%B3gica/)



Y temas menos grandes, pero igualmente importantes de conciliar, como por
ejemplo una ley que regule la protesta social o una ley de consulta previa.
“Un acuerdo de qué vale y qué no vale”, dice Franco.



La pregunta es cómo aterrizará esa gran apuesta de que el gobierno sea en
clave “de diálogo permanente” —como ha dicho Petro que lo será— en gestión
pública efectiva.



Sobre todo, porque ese discurso se enfrentará con la rigidez de la ley y de
los procedimientos del Estado y con una realidad económica. Un ejemplo: el
discurso de la economía popular. En el plan de Gobierno de Petro proponen un
modelo de contratación del Estado con vendedores informales. Es una
propuesta que parte de la realidad de que la mitad de la economía del país
es informal. Sin embargo, por definición, los informales están por fuera de
la ley y contratar con ellos sin rayar en la ilegalidad será difícil.



Petro enfrentará otros desafíos mayúsculos. Uno que ya fue evidente en el
empalme es la tensión entre el pragmatismo político que el nuevo presidente
mostró en su campaña y en la armada de la coalición legislativa con partidos
tradicionales y el dogmatismo ideológico de su equipo más cercano. Esa
tensión, por decirlo de alguna manera, entre los Roys y las Francias será
una constante durante los cuatro años.



Más por dos rasgos del liderazgo de Petro: por un lado, porque es tan buen
comunicador hacia afuera como inescrutable para su equipo; y por el otro,
porque hay una resistencia grande a priorizar. Durante el empalme, según le
contó a La Silla una persona que lo vio de primera mano, los facilitadores
de McKinsey insistieron en la necesidad de jerarquizar y la respuesta de los
líderes del empalme fue que el plan de gobierno había sido hecho en red y
que priorizar quebraba el espíritu de la red.



Esa dificultad para priorizar es ya evidente en la ambiciosa agenda del
arranque y demandan una destreza gerencial que Petro no demostró cuando fue
alcalde de Bogotá. El primer semestre se irá en una agenda legislativa que
aspira a aprobar una tributaria estructural, la reforma a la ley 418 para
tener nuevos instrumentos para negociar con los grupos armados y una reforma
agraria.



Además, deben aprobar el Plan de Desarrollo, ya de por sí difícil, pero que
en este Gobierno se construirá a partir de los diálogos regionales
vinculantes que mencionó Petro en su discurso de victoria, y de los cuales
ya ha hecho varios como el de Roberto Payán. En simultánea, empezarán a
aterrizar algunas de las costosas promesas sociales que hicieron, mientras
Petro se quiere posicionar como un líder latinoamericano contra el cambio
climático.



Ah, y se empieza a negociar la “paz total”, con una mesa con el ELN y una
discusión que aún no aterriza sobre cómo hacerlo con grupos criminales de
post paramilitares como el Clan del Golfo.



Los riesgos



Dado el interés personal que tienen varias figuras importantes del Pacto en
los temas de paz —Leyva, Roy Barreras, Iván Cepeda, Danilo Rueda y el mismo
Petro— el riesgo de que la “paz total” consuma toda la energía del nuevo
gobierno y de que el conflicto vuelva a ser el tema de Colombia es muy
grande.



El otro riesgo es en el frente económico por el déficit estructural en la
balanza de pagos, la inflación disparada, la tributaria, una moratoria
minera que anunció Petro, una desconfianza del sector privado en Petro y el
contexto internacional. “Están dadas todas las variables para una crisis”,
dice Luis Guillermo Vélez, ex superintendente y ex secretario general de la
Presidencia de Santos.



“Por no leer el momento histórico tan complicado en que está la economía
mundial pueden estrellar la economía nacional”, agrega el exministro de
Hacienda Juan Carlos Echeverry..



Más allá de esos riesgos de fracaso, incluso antes de arrancar el gobierno
ya hay una ganancia para el país. Y es que la sola posesión de Petro y
Francia hoy ya abrió el espectro de poder en el país. Quedará muy difícil de
ahora en adelante decir que en Colombia no hay una democracia como lo
afirmaron Petro y Francia en el debate de Caracol y La Silla Vacía en
febrero. Seis meses después, se inauguran como las personas más poderosas
del país en medio de una gran fiesta nacional.

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