México/ AMLO y su tempestuoso fin de sexenio. [Manuel Aguilar Mora]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Dic 8 14:27:28 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

8 de diciembre 2022

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México



AMLO y su tempestuoso fin de sexenio



Manuel Aguilar Mora *

Ciudad de México, 7 de diciembre de 2022



Iniciada en diciembre la recta final de su gobierno, para AMLO (Andrés
Manuel López Obrador) todas las señales anuncian que presidirá en estos
últimos dos años tiempos aún más tempestuosos que los anteriores.
Ciertamente este gobierno se ha distinguido por sus hechos turbulentos pero
los vertiginosos acontecimientos de los últimos meses anuncian un fin de
sexenio aún más tenso y de fuertes confrontaciones. Sólo la mención de las
dos colosales manifestaciones de noviembre, la primera del 13 y la segunda
del 27 con su carácter claramente antagónico bastan para hacer estas
conclusiones.



La manifestación opositora



Diversos cálculos consideran que el 13 de noviembre salieron a las calles en
todo el país, en decenas de ciudades, alrededor de un millón de mexicanos y
mexicanas, con una cúspide que fue la concentración-marcha en una de las
principales avenidas de la Ciudad de México cuyos cálculos de participantes
van entre 300 mil y medio millón de manifestantes. El fin único perseguido
de estas movilizaciones era protestar contra el intento de AMLO de hacer una
reforma constitucional a la ley electoral que norma el Instituto Nacional
Electoral (INE) con el evidente objetivo de volver a los métodos electorales
imperantes durante décadas en el priato. Es decir, tal y como lo dijo el
único orador del mitin realizado en la concentración  de la capital de la
República José Woldenberg, los miles de ciudadanos y ciudadanas se
manifestaban contra el intento del gobierno obradorista de revivir hoy el
mecanismo que permitiría el control directo del gobierno del mencionado
órgano electoral. O sea una clara oposición al regreso al pasado de las
prácticas de un régimen de partido único de facto, meta implícita en las
maniobras obradoristas.



Estas manifestaciones fueron alimentadas por supuesto por los
enfrentamientos constantes entre el obradorismo y la oposición burguesa,
constituyendo una de las pugnas centrales interparlamentarias. Pugnas
interburguesas, pues. Pero su convocatoria no la hicieron directa o
centralmente ni el PRI, ni el PAN, para no mencionar al PRD que se encuentra
en plena agonía. La situación de esta oposición oficial no está en su mejor
hora. Fue la convocatoria de una red de grupos y asociaciones civiles,
integrados básicamente en los sectores medios principalmente de las grandes
ciudades, que en la Ciudad de México son muy amplios y ya se han declarado
claramente contra el obradorismo como se demostró en las elecciones del año
pasado en que éste último perdió la mitad de las alcaldías de la misma.



La reacción de AMLO no se dejó esperar. Al día siguiente en su plática
mañanera despotricó iracundo largo y tendido contra sus opositores
“conservadores, racistas, corruptazos, cretinos, clasistas,hipócritas,
aspiracionistas” que habían realizado un”strip tease político” (sic). Pero
tuvo que admitir que su plan A se malograba y debía recurrir a un plan B en
el cual sólo podría realizar cambios menores pues, por ejemplo el PRI que
había declarado considerar votar con los obradoristas en la mencionada
reforma constitucional, se apresuró a declarar que de ninguna manera lo
haría.



Sin embargo, AMLO decidió considerar como un reto las movilizaciones
opositoras y de inmediato reaccionó convocando a su propia manifestación de
Estado para el 27 de noviembre, la cual se realizó para mostrar a todos su
propia convocatoria masiva. En efecto, un mar de personas marcharon durante
más de cinco horas por las mismas avenidas de la Ciudad de México. El
cálculo de los que marcharon fue diferente desde el de Claudia Sheinbaum,
jefa de gobierno de la capital de la República que declaró que habían sido
un millón doscientos mil y otros menos ostentosos. Lo extraño fue que en el
mitin final, quienes se quedaron para oír el discurso final de hora y media
de AMLO en la plaza del Zócalo fueron muchísimos menos. Para él este
discurso era central ya que disertó entre muchas cosas sobre su nueva
doctrina, el llamado humanismo mexicano.



La manifestación obradorista



El 27 de noviembre un caudal de alrededor de un millón de personas
ingresaron a la Ciudad de México para participar en la contramarcha
convocada, organizada y financiada por el gobierno obradorista para
demostrar su músculo y su capacidad como supremos movilizadores de masas en
México. Para los adherentes y seguidores obradoristas que todavía son
muchísimos, fue una demostración de fuerza para que su líder máximo se
sienta acuerpado y apoyado para lo que resta de su gobierno y bien
pertrechado para la campaña electoral de la sucesión presidencial de 2024,
en la cual ya hacen y harán todo para garantizar la victoria de su sucesor o
sucesora.



A diferencia de la manifestación del 13 de noviembre, la obradorista fue
integrada abrumadoramente por participantes venidos de los estados y sólo
una minoría calculada en 300 mil personas por algunos periodistas provenían
de misma Ciudad de México. Esta característica marcó su naturaleza, una
operación operada desde lo alto del poder con un gasto enorme de recursos.
Recursos necesarios para transportar a cerca de un millón de ciudadanos de
todos los estados por los caminos de la República. Se utilizaron miles de
autobuses, cuyo número osciló según diversas fuentes desde 2 mil a más de 15
mil, para la transportación de la mayoría de los manifestantes. Muchos
recibieron un viático equivalente a una media de 750 pesos por persona, se
le pagaron sus hospedajes y con los demás gastos menores la suma total llega
a cerca de los 1900 millones de pesos (cerca de 100 millones de dólares).
(Según uno de los periodistas enterados de lo que sucede en el Palacio
Nacional, Darío Celis, “La Cuarta Transformación”, El Financiero Bloomberg,
28.10.2022.)  Así para unos fue la apoteosis del caudillo acuerpado y
blindado por una multitud mayor a la reunida quince días antes por los
opositores y para otros fue la marcha de los ardidos, la marcha del ego, la
marcha del acarreo, la marcha de la venganza, la marcha de la vaselina, y
demás motes que se acumulen, con un costo de casi 2 mil millones de pesos.



Polarización sociopolítica



La polarización social ya muy evidente desde antes salió a las calles. El
gobierno obradorista se encuentra en una situación plena de contradicciones.
Aunque AMLO sigue teniendo un amplio margen de popularidad, en la práctica
su gobierno deja mucho que desear. Tantas promesas no cumplidas, tantas
mentiras cotidianas son un lastre que en la medida que la polarización se
desarrolle pesarán incluso en la popularidad del presidente. Vienen días y
tiempos de grandes debates, polémicas y como lo han anunciado las
manifestaciones de noviembre de confrontaciones callejeras.



Hasta hoy el lastre de las medidas antipopulares logradas por AMLO debido a
su control del Congreso no ha mermado por completo su popularidad pero las
manifestaciones del 13 de noviembre en oposición a su propuesta de remodelar
de arriba abajo al órgano electoral para controlarlo directamente ha sido
una muestra extraordinaria que los tiempos están cambiando. La manifestación
organizada desde  el poder el 27 de noviembre no añadió mucho a la situación
pues sólo mostró lo que ya era evidente, hay una capa social muy amplia que
sigue apoyando a AMLO, en especial en los estados en donde sólo hace poco
Morena irrumpió como la fuerza dominante. Sin embargo, lo anterior se
equilibra con el hecho de que en las grandes ciudades, empezando por la
capital de la República, seguida por Monterrey, Guadalajara, Tijuana,
Chihuahua, Ciudad Juárez y otras el apoyo obradorista ha ido perdiendo
fuerza y aliento.



Los días previos a las manifestaciones mencionadas, el gobierno obradorista
se vio inmerso en una serie de cuestiones que pesarán en los próximos
tiempos cruciales de las campañas electorales, las de 2023 para  la
gubernatura del estado de México el más populoso y las de 2024 para la
presidencia de la República.



Hay muchas situaciones en las que el gobierno obradorista se ha quedado a
medio camino sin llegar a la solución efectiva de las cuestiones. A
continuación señalaremos dos de los conflictos políticos principales que
afectaran fuertemente sin duda los acontecimientos de los días por venir.



Ayotzinapa sigue quemando



La desaparición de los 43 estudiantes normalistas de la escuela normal rural
de Ayotzinapa en septiembre de 2014 sigue siendo el asunto candente heredado
del anterior gobierno que continua quemando al gobierno obradorista. Como
prometió desde el inicio de su gobierno estaba dispuesto a encontrar a los
estudiantes cualquiera que fuera su situación, a saber lo sucedido
efectivamente. Estableció una Comisión de la Verdad encabezada por el
subsecretario de Gobernación, Alejandro Encina cuya labor de tortuga parecía
no terminaría nunca hasta que por fin hace tres meses presentó su informe.
Las conclusiones fueron devastadoras.



Haciéndose eco de la ira popular calificó a la desaparición de los 43 como
un crimen de Estado y ratificó lo que era considerado como vox populi desde
siempre, a saber que el ejército había participado como cómplice y ejecutor
directo de la desaparición de los muchachos. Inmediatamente se determinó el
encarcelamiento de Jesús Murillo Karam, el ex procurador de justicia autor
de la llamada “verdad histórica” y se señaló a veinte militares, entre
ellos, un oficial, ya convertido en general, asesino directo de estudiantes.
Parecía que, por fin, se llegaba a fondo, pero muy poco tiempo duró tal
opinión pues la reacción de la jerarquía militar no se hizo esperar.
Asistida por la mismísima Fiscalía General de la República, los militares
detuvieron las órdenes de aprehensión de la mayoría de los militares y
montaron una batería de abogados defensores para lograr la liberación de los
cinco militares presos, incluido el general asesino.



AMLO debió dar marcha atrás. Son muchos ya los vínculos que lo unen al
ejército, institución que ni en los peores tiempos del priato había estado
tan acuerpado y apoyado por el mismo presidente de la República como durante
estos cuatro años en que el propio AMLO se ha encargado de vestir con nuevos
ropajes a una institución represiva tradicional a la cual no le ha
escatimado elogios: ”el pueblo uniformado”, “un fiel servidor del gobierno
civil”, siempre leal y dispuesto a defender a las instituciones, etc., etc.
Ha sido tal la reconstrucción de una imagen atractiva del ejército que AMLO
ha dicho que su participación en la masacre de Tlatelolco en 1968 no fue su
responsabilidad sino totalmente responsabilidad del presidente Díaz Ordaz.
Resultado, las verdades anunciadas tan espectacularmente del caso de la
desaparición de los 43 de Ayotzinapa se quedaron en el vacío. Para los
familiares de los 43, columna vertebral  de un movimiento de solidaridad
amplísimo que existe en toda la República, el informe de la Comisión de la
Verdad hecho público por Alejandro Encina ha quedado trunco, sometido a una
campaña en su contra de los sectores más reaccionarios y con un gobierno
paralizado. Se sigue sin saber dónde están los 43, que les sucedió y cuál va
a ser el siguiente episodio ante la cruda y cínica oposición militar.



Fracturas en Morena



La otra fuente de un importante conflicto en el gobierno obradorista se
localiza dentro de los propios límites de Morena. En los próximos días se
está gestando una grieta en el seno de la misma Morena, su casi segura
fractura. En efecto, Ricardo Monreal, jefe de la bancada morenista en el
Senado no esconde su alejamiento de AMLO debido a que el autoritarismo crudo
de éste lo mantiene sin cambios con respecto a la nominación del candidato o
candidata presidencial de Morena, en la que sólo hay tres personas, que ha
denominado despectivamente como ”mis corcholatas” por el hecho que él las
destapara como las elegibles y son: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán
Augusto López. Los tres personajes son miembros del gabinete gubernamental y
se mantienen leales y obedientes  de las órdenes de AMLO, con algunas
señales evidentes que su candidata preferida es la jefa de gobierno de la
Ciudad de México. En una demostración palpable de la puesta en práctica de
los anacrónicos métodos del priato, AMLO impondrá por supuesto en su propio
partido su autoritarismo.



Monreal, quien no ha escondido nunca su decisión de participar como
precandidato presidencial de Morena, al ver clausuradas sus posibilidades,
sus ambiciones lo conducirán a una ruptura, para buscar en otros lados tal
candidatura. No es menor lo que puede suceder en Morena ante la ruptura de
uno de sus principales dirigentes en plena víspera de la nominación de su
candidatura presidencial.



Las dificultades del obradorismo



Hace un año era muy difícil concebir un escenario para Morena como el que se
presenta hoy día. Por cierto sigue prevaleciendo la realidad de su fuerza
electoral decisiva. Sus victorias electorales futuras están prácticamente
aseguradas. Pero a diferencia de hace un año en este transcurso han
aparecido situaciones que empañan un camino ya no por completo liso,
rectilíneo y sin problemas importantes para Morena. Las ventajas  de hace un
año son hoy menores y la tendencia que se anuncia con las manifestaciones de
noviembre es que en la medida en que se acerquen las elecciones de 2024
Morena se enfrentará a más retos. Para las citas electorales de 2023 y ante
todo de la de 2024, han aparecido factores que no estaban presentes en 2021.



Ya hemos mencionado las desgarraduras morenistas internas prácticamente
inevitables. La lucha interna de los dos personajes con mayor posibilidad de
ser los elegidos por AMLO, a saber, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard ya es
desde hoy sin cuartel y cada vez menos silenciosa. Ebrard reunió hace días a
miles de sus simpatizantes que organizarán su campaña y Sheinbaum abandona
la Ciudad de México cada fin de semana para hacer campaña en los estados.
Adán Augusto López, el secretario de Gobernación igualmente no pierde
oportunidades para hacerse propaganda, como lo hacen los otros dos
precandidatos morenistas periféricos pero con muchas ambiciones que son
Ricardo Monreal y Gerardo Noroña. En Morena misma está pues el horno bien
caliente para el estallido de fricciones e incluso quiebres violentos en el
obradorismo.



Del lado de la oposición, hasta hoy la muy prematura destapada carrera
morenista por la sucesión, ante la ausencia de pre candidaturas opositoras,
el terreno había sido el monopolio que beneficiaba solamente al oficialismo.
Las manifestaciones de noviembre terminaron con esta situación. Morena hará
todo lo que pueda por recuperar la Ciudad de México, lo que afecta
directamente la posibilidad de la candidatura de Claudia Sheinbaum. Al nivel
nacional, la oposición ha salido a las calles, en algunas ciudades más que
en otras, pero ya es evidente la existencia de una oposición no sólo
electoralista sino militante. Obviamente tendrá que expresarse políticamente
en forma organizada. A este respecto los tres partidos opositores que han
actuado hasta hoy no tienen muchas posibilidades. El PRI está sumamente
desprestigiado y el PRD ya es irrisoria su dismiuidísima presencia. El PAN
se defiende mejor, pero son los otros partidos, como el Movimiento Ciudadano
quienes tienen más ventajas para atrapar a los sectores que se han
movilizado. En todo caso, en los dos años que vienen hay muchas cuestiones
actualmente imprevisibles cuyo impacto tendrá consecuencias en la
transformación de las condiciones y las perspectivas del panorama político
que hoy es imposible imaginar con precisión. Pero con seguridad habrá
candidaturas presidencialistas opositoras.



La incertidumbre del momento



Tal y como se ha transformado decisivamente la escena internacional, también
el panorama nacional ha sido marcado por la incertidumbre prevaleciente. Las
condiciones de la aplastante victoria electoral de 2018 de AMLO rápidamente
se agotaron ante el huracán de la pandemia del covid-19 aunado a la peor
recesión económica en décadas de 2020. Apenas se iniciaba una difícil
recuperación en 2021 cuando la invasión militar rusa al inicio de 2022
desató la guerra en Ucrania que pronto cumplirá su primer año y no se ve
cerca su final, por tanto creciendo y acumulándose sus nefastas
consecuencias mundiales. Los futuros súbitos y bruscos cambios que se
anuncian para estos días serán los que determinen la estrategia a seguir.



La situación que heredará el obradorismo a su sucesor o sucesora será como
la heredada por el gobierno de Peña Nieto, aunque agravada por el hecho que
la violencia criminal no se abatió en el sexenio, al contrario se agravó con
respecto a la habida durante el PRIAN. Y, claro está, un factor crucial que
el obradorismo añadió a la crisis mexicana, con consecuencias de tal
magnitud imprevisibles, es el empoderamiento sin igual que ha dado a la
jerarquía militar cuyo material humano se ha más que duplicado con la
integración al ejército de los casi cien mil miembros de la Guardia Nacional
directamente a sus tropas.



Un balance parcial



Es en este panorama pleno de interrogantes que se desarrollarán los
acontecimientos de los dos años finales del sexenio de AMLO. El balance de
lo realizado ya puede adelantarse sin grandes riesgos. La Cuarta
Transformación ha dejado mucho que desear. Sus grandes obras difícilmente
serán terminadas en 2024. La refinería de Tabasco, cuyo costo se disparó
varias veces con respecto al originalmente considerado, comenzará a
funcionar plenamente hasta dentro de cuatro o cinco años. El tren Maya, la
otra megaobra, con su paso destructor de la selva yucateca, tal vez logre
terminarse antes, pero ello no está asegurado. Ningún otro proyecto se ha
proyectado de tales proporciones. El nuevo aeropuerto internacional Felipe
Ángeles ha sido hasta el día de hoy un proyecto sin una base realista y
siguen aterrizando en él apenas el diez por ciento o menos de los
aterrizajes del aeropuerto  tradicional Benito Juárez de la Ciudad de
México. Haciendo el balance final puede afirmarse que el gobierno
obradorista, para gran satisfacción de la burguesía se ha caracterizado por
su conservadurismo fiscal y por su austeridad franciscana, como la definió
el propio AMLO.



Queda el asistencialismo que la presidencia de la República le ha permitido
a AMLO potenciar para abarcar a varios millones de beneficiarios, su base
social clientelar fundamental. Más de doce millones de jóvenes y personas de
la tercera edad seguirán recibiendo poco menos de cien dólares mensuales.
Pero este asistencialismo de ninguna manera ha disminuido los índices de la
pobreza en general, los cuales están lejos de haber sido abatidos, siguen
siendo muy altos, siendo sus números prácticamente los mismos de hace cinco
a diez años. En cambio ha crecido el desempleo y de nuevo los mojados que
cruzan hacia EUA son en su mayoría mexicanos. Como consecuencia las remesas
de los trabajadores y trabajadoras mexicanas que laboran en EUA son cada vez
más grandes y cuantiosas y México sigue conformando con China y  la India el
trio por excelencia de los países que reciben más recursos de parte de sus
trabajadores emigrantes. Siendo este rubro uno de los recursos fundamentales
de las finanzas públicas.



AMLO ha presidido un gobierno con un maquillaje muy diferente al de los del
PRIAN, un discurso favorable a los más pobres que en gran medida es
simplemente demagógico. Sustancialmente el país sigue funcionando bajo los
paradigmas neoliberales, con un sistema fiscal por completo favorable a los
grandes capitalistas que se ha mantenido intocado y con el acuerdo de su
socio económico fundamental que es el país norteño. Los compadres
capitalistas del gobierno obradorista son varios grupos inmobiliarios
vinculados a los negocios del turismo en el litoral pacífico y el Caribe y
con socios en los sectores de la burocracia ex priista tradicional (por
ejemplo, Manuel Bartlett).



En política exterior no se ha distinguido especialmente. Ha mantenido la
inercia de los patrones diplomáticos anteriores con algunos nuevos rasgos
nacionalistas, por ejemplo su hispanofobia. Con respecto a la guerra de
Ucrania aunque se ha declarado en la ONU contra la invasión rusa de Putin no
ha dejado de enviar señales, ciertamente discretas pero inconfundibles de
ciertos acuerdos con los rusos. Tampoco sin estar muy involucrado en la
política latinoamericana, el gobierno de AMLO es afín a los gobiernos de
Fernández en Argentina y de Castillo en Perú. No sorprende el apoyo fuerte
que de inmediato le envió a Cristina Fernández con motivo de haber sido
declararla culpable de actos fraudulentos durante su gobierno. Con Boric, el
nuevo joven presidente chileno no ha tenido la misma empatía y ya veremos
cómo se desarrollará su amistad con Lula en los próximos cruciales años que
esperan a Brasil. Por lo demás está inercia en la diplomacia es un lastre
con relación con ciertos gobiernos que hoy son impresentables como son las
dictaduras de ”izquierda” en Venezuela y Nicaragua y la cercanía que ha
mantenido con el gobierno postcastrista de La Habana que ya de
revolucionario no tiene nada.



Una derrota importante



Escribíamos estas líneas finales cuando nos enteramos del resultado de la
sesión de toda la noche 6-7 de diciembre en que en la Cámara de Diputados se
rechazó como era de esperarse la propuesta obradorista de desmantelar por
completo al INE y poner en pie un nuevo Instituto afín al gobierno. Como era
de esperarse, decimos, ante la movilización extraordinaria del millón de
personas que había desfilado diez días antes en todo el país exigiendo
respeto al INE, en efecto sus principales postulados no se tocaron en dicha
sesión legislativa: a saber, la elección indirecta de los consejeros por
parte de todo los partidos, el mantenimiento del número de curules de las
cámaras legislativas y la autonomía de sus finanzas, entre las conquistas
más importantes. Por supuesto, inmediatamente que fue rechazada la reforma
constitucional del INE, los diputados obradoristas pasaron a aprobar el Plan
B que previsoramente ya había mandado AMLO para lograr algunos avances
secundarios de sus objetivos. Plan B que fue aprobado por mayoría simple, el
cual rasura aspectos importantes del INE, por ejemplo al desaparecer sus
oficinas en cada uno de los estados de la República y tendrá cierta
afectación en su funcionamiento, pues se reducen drásticamente sus recursos,
pero haciendo el resumen final, no cabe duda que el resultado ha sido una
importante victoria de la oposición, no sólo parlamentaria sino también la
civil que salió a las calles diez días antes y cuyas consecuencias tendrán
una gran importancia en los días por venir. Con esta votación se aprecia con
evidencia que el proyecto restaurador de AMLO se ha topado a un muro.



La perspectiva la oposición anticapitalista



El tsunami electoral de 2018 que echó del gobierno nacional a los antiguos
grupos dominantes representados por el PRIAN fue un hecho colosal cuyas
interpretaciones siguen vigentes e inagotables. La interpretación
obradorista más simple del propio AMLO se ha mostrado insuficiente, para
decir lo menos. Los millones de mexicanos no quieren una vuelta al priato y
la pobreza ideológica obradorista sólo ha ofrecido eso, un regreso a las
glorias del nacionalismo revolucionario que ya fueron superadas y no
volverán. En la era de la crisis de la globalización de la mundialización
encabezada por EUA el futuro apunta hacia una globalización multipolar que
si no logra estabilizarse, como lo vemos ante la guerra de Ucrania, estalla
en conflictos bélicos como consecuencia de las fricciones y pugnas que de
económicas se convierten en militares. En conflictos inter imperialistas,
eso es lo que hoy presenciamos el espectacular surgimiento de nuevos
imperialismos, el ruso y el chino.



El cambio de época se está dando tomando formas inéditas. El resurgimiento
de las extremas derechas, los nuevos trajes de los fascistas, la
profundidad de la crisis de la dirección de los trabajadores, la lentísima
formación e integración de las franjas socialistas revolucionarias ante el
fracaso colosal de los partidos socialdemócratas y estalinistas por igual.



En México el tsunami electoral de 2018 fue un colosal acontecimiento cuyos
millones de protagonistas sabían y no sabían lo que querían y no querían.
Querían liberarse el PRIAN, pero consideraban a Morena como la superación
del PRIAN. Tenían una concepción del México que no querían pero no sabían
cuál sería el nuevo México.



Además del propio AMLO, Morena ofrecía una batería de personajes que tenían
la confianza de una gran mayoría de quienes se adherían a Morena,
simpatizaban por ella y ciertamente más de 30 millones votaron por su
triunfo. Pero Morena no era, nunca lo fue, no ha sido y seguramente nunca
será una organización de trabajadores, de personas oprimidas y explotadas
encabezadas por dirigentes cuyo objetivo sea conseguir un triunfo libertador
y emancipador para sus seguidores morenistas. Morena no es, ni será una
organización de trabajadores, de personas oprimidas y explotadas. Es y lo
seguirá siendo, un conjunto  burgués de organismos y equipos de grupos
burgueses y pequeño burgueses participantes en la arena política burguesa,
cuyos seguidores carecen todavía de la consciencia necesaria de clase que
les permita comprender su rol social como entes oprimidos y explotados por
el sistema capitalista.



AMLO es un profundo y hostil adversario del marxismo. En su discurso está
por completo ausente la mínima mención a la explotación capitalista. La
lucha de clases es un método que no tiene un lugar en su concepción
política. Nunca se ha declarado socialista ni partidario del
anticapitalismo. Pero la confusión y desorientación prevalecientes son de
tal magnitud que dentro de Morena se encuentran numerosos antiguos
izquierdistas apuntalando la versión ideológica obradorista de neto carácter
paternalista, asistencialista e incolora. El Secretario Nacional de
Educación Formación y Capacitación Política de Morena es el prestigiado
marxólogo



Enrique Dussel, autor de varios documentados e interesantes libros sobre los
más diversos temas de la teoría marxista. Pero Dussel en sus funciones de
funcionario morenista ha dejado su marxismo en la biblioteca. Hoy en lugar
de educar de acuerdo a los conceptos marxistas de lucha independiente,
anticapitalista e internacionalista, Dussel convoca a unirse al devocionario
popular de AMLO como un guía nacional, para ungirlo con un verdadero culto a
la personalidad. (Proceso, 27.11.2022).



Los días por venir serán cruciales para la unión-alianza-frente político y
electoral de los modestos pero numerosos grupos revolucionarios,
anticapitalistas y socialistas existentes ya en México. Las condiciones
madurarán para el surgimiento  dentro de la oposición que irá creciendo al
obradorismo de vertientes de izquierda que le quiten a los sectores de
derecha la estafeta de la única oposición. En 2023 y ante todo en 2024 ese
factor que ha estado ausente en la crisis mexicana hasta el momento, el
factor de la oposición de izquierda se hará sentir y pesar. Nuestra tarea
será en los próximos años forjar las condiciones para el surgimiento en
México de la alternativa democrática, igualitaria, feminista, socialista e
internacionalista con la cual garantizar las los futuros triunfos de la
lucha del pueblo trabajador, oprimido y explotado de nuestro país.

Ciudad de México, 7 de diciembre de 2022.



* Manuel Aguilar Mora,  militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS),
profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968
integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas.
Autor de numerosos libros sobre la historia política, económica y social de
México.

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