Uruguay/ Hartas del dolor. Miles y de mujeres y disidencias en las calles: contra la violencia sexual y "cultura de la violación". [Dossier]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ene 29 15:34:53 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

29 de enero 2022

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Uruguay



Miles de mujeres y disidencias se movilizaron en todo el país contra la
violencia sexual y la cultura de la violación



En los 19 departamentos, exigieron el compromiso del Estado con la
problemática y cuestionaron la cobertura mediática de estos casos.



Stephanie Demirdjian

La Diaria, 29-2-2022

https://ladiaria.com.uy/



Organizar la rabia y el dolor. Esa fue la tarea que asumieron más de 300
mujeres y disidencias en un grupo de Whatsapp tras saber que, el domingo
pasado, una mujer de 30 años fue violada por varios hombres en una casa del
barrio Cordón. En pocos días, coordinaron encuentros virtuales y convocaron
a una movilización nacional “contra la cultura de la violación”. El
resultado se volcó este viernes a las 18.00 en plazas y avenidas de los 19
departamentos del país, donde se desarrollaron concentraciones y marchas en
simultáneo bajo esa consigna. Además, quienes no pudieron participar de
manera presencial acompañaron el reclamo con un caceroleo desde distintos
barrios.



En Montevideo, decenas de mujeres y disidencias de todas las edades ya
estaban concentradas a la hora convocada en la plaza Independencia entre
pañuelos, remeras, carteles y maquillaje color violeta. La marcha empezó a
las 18.30 entre aplausos, encabezada por un cartel violeta con letras
blancas que decía: “Nunca tendrán la comodidad de nuestro silencio otra
vez”.



La expresión es impulsada por los feminismos ante cada caso de violencia
machista, pero toma especial fuerza cuando se trata de violencia sexual, por
lo que suele operar en estos casos contra las víctimas: el estigma, la
culpa, la vergüenza, los cuestionamientos y un silencio ensordecedor a su
alrededor. Desde hace ya varios años, las feministas promueven esta y otras
consignas para recordarles a las mujeres que atravesaron violencia que no
están solas y que, ante una sociedad y un sistema de justicia que
históricamente ponen la responsabilidad en las víctimas y las revictimiza,
nosotras sí les creemos.



La imagen de la avenida 18 de Julio era la de una marea violeta que avanzaba
entre los aplausos, ruidosa, como gritando: “Acá estamos”. Cada tanto, las
manifestantes unían sus voces para cantar, afirmar y advertir: “Tocan a una,
tocan a todas”.



No es 8 de marzo, tampoco 25 de noviembre, pero muchas coincidían en que
parecía una de esas fechas emblemáticas: la convocatoria fue multitudinaria.
Todavía no terminó enero pero ya hubo dos femicidios, el brutal caso de la
violación grupal y otras situaciones de violencia sexual que también fueron
recordadas en las movilizaciones. La sensación que había en el ambiente era
de hartazgo. “No es no”, “Enseñale a tu hijo a no violar”, “Nadie preguntó
cómo vestía mi agresor”, eran algunas de las frases que se leían en las
pancartas y que reforzaban esta idea de cansancio colectivo ante el machismo
arraigado.



“Decidimos venir acá para visibilizar estos temas y para que la gente que
suele ser cómplice se ponga las pilas”, dijo a la diaria Cassandra, de 19
años, al llegar a la plaza Libertad. A su lado estaba Abril, de 17, que
opinó que justamente visibilizar “es lo que hace el feminismo hoy en día”.
“Hoy las mujeres tenemos un espacio. Las que estamos acá no nos conocemos
entre nosotras, pero todas tenemos algo en común: que todas fuimos
violentadas por ser mujeres”, agregó la adolescente. Entre sus manos,
sostenía un cartel con un mensaje que interpeló a muchas: “Tranquila, mamá,
que hoy no voy sola por la calle”.



Paula, también de 17 años, dijo que, “como sociedad, tenemos instaurada la
violencia sexual y tratar a las mujeres como objetos”. Aseguró que la
sociedad “no se da cuenta” de que detrás de esas conductas de los varones
“hay todo un sistema que promueve el acosar en la calle, toquetear en un
boliche, que un familiar te falte el respeto”. La adolescente recordó,
además, que muchos de los casos de abuso sexual son intrafamiliares “y eso
la gente no lo entiende porque no se educa”. “Tenemos un sistema de salud y
de educación que no lo previene o no lo previene de forma correcta y siguen
pasando estas cosas, como lo que pasó hace poco y como lo que pasamos
muchísimas de las que estamos hoy acá”.



Juntas diciendo “basta”



Durante un rato, la plaza Libertad sirvió de escenario para performances
artísticas, batucadas, cantos y abrazos. Cerca de las 19.20, todas se
sentaron en el piso para escuchar a tres representantes de las mujeres y
disidencias autoconvocadas que leyeron una proclama en la que, entre otras
cosas, exigieron el compromiso del Estado para proteger a las mujeres,
niñas, niños y adolescentes de todo tipo de violencia de género. En ese
sentido, reclamaron el “cumplimiento cabal” de la Ley 19.580, lo que implica
“fortalecer los recursos y presupuestos que garanticen la protección
integral, reparación y justicia a las víctimas en todo el país”. Al mismo
tiempo, recordaron que tanto la violencia sexual como “toda práctica y
discurso que fomente el odio como forma de violencia hacia mujeres y
disidencias” constituyen una “emergencia nacional”. La misma proclama se
leyó en las manifestaciones que hubo en el resto del país.



“Hoy nos volvemos a manifestar contra la cultura de la violación, arraigada
y naturalizada como práctica de abuso de poder, de guerra, de colonización,
y que aún se mantiene silenciada bajo los mecanismos más perversos, que
sostienen los medios de comunicación, la Justicia, la familia, la iglesia,
los militares, el Estado”, aseguraron las manifestantes.



Dieron ejemplos de algunas de las formas que toma esa “cultura de la
violación” todos los días en la sociedad. “Es insistir en enseñar a las
niñas a no provocar con ‘polleritas cortas’, en vez de enseñar a los varones
que no es no, que no son dueños de nuestros cuerpos, que no somos su juguete
sexual”, afirmaron. Es “seguir sosteniendo que el varón tiene ‘necesidades’
o ‘impulsos’ sexuales que no puede controlar, como si fuera puro instinto
sin cerebro”. Es “poner en duda el relato de la víctima o cuestionar sus
decisiones” y también son “los secretos intrafamiliares que encubren a los
violadores obligando a las víctimas a compartir espacios con sus atacantes”.



Las feministas autoconvocadas reclamaron que haya educación sexual integral
en todos los niveles educativos porque “es el camino hacia la erradicación
de las violencias” y reivindicaron la importancia de que se imparta con una
perspectiva de derechos humanos.



No dejaron pasar los comentarios que hizo esta semana el presidente de la
República, Luis Lacalle Pou, cuando, consultado por el caso de la violación
grupal en Cordón, aseguró que estas situaciones “no son propias del ser
humano ni del género masculino”. Con esas declaraciones, el mandatario “no
hace más que negar la realidad y esconder un problema gravísimo que tenemos
como sociedad”, aseguraron las manifestantes. “Entérese, señor presidente,
que los violadores son seres humanos y principalmente varones, hijos sanos
del patriarcado”, exhortaron. Al mismo tiempo, exigieron su “compromiso
real” con la problemática y “que se retracte con palabras y acciones
certeras y contundentes que demuestren su responsabilidad como mandatario de
Estado de proteger a toda la ciudadanía, incluidas las mujeres, disidencias,
niñas, niños y adolescentes”.



Por otra parte, pidieron más responsabilidad de los medios de comunicación a
la hora de cubrir casos de violencia sexual. “El lenguaje es un arma muy
poderosa que estos utilizan para reproducir y perpetuar la cultura de la
violación, poniendo a las víctimas siempre en tela de juicio”, cuestionaron.
“Los medios tienen que revisar sus prácticas y poder brindar un relato más
honesto y justo, que busque narrar la realidad sin violencia hacia las
víctimas y sin gestos de encubrimiento. Nos merecemos otras formas de
informar que no destripen nuestra intimidad, que no nos expongan mientras
siguen protegiendo a los agresores”, apuntó la proclama.



“Tenemos claro que no estamos solas, que nos tenemos entre todas y esa
fuerza nos sostiene a pesar del miedo, del dolor, de la rabia y de la
impotencia”, dijeron las mujeres y disidencias al cierre de la convocatoria.
“Volvemos a las calles para recordarles que seguimos vivas y que no estamos
dispuestas a que ninguna se sienta sola, ni a callarnos frente a las
violencias que todos los días nos toca vivir. No permitiremos que el poder
continúe dominando nuestras libertades. Seguiremos tomando las calles y los
espacios una y otra vez, las que sean necesarias, porque ya no contarán con
la comodidad de nuestro silencio”.



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Con Victoria Marichal, feminista y psicóloga especializada en sexualidad y
violencia sexual



«Todas las violaciones son políticas»



El fin de semana pasado una mujer accedió a tener relaciones sexuales con un
hombre a la salida de un boliche, pero la engañaron y la violaron entre
varios. Marichal analiza la cultura de la violación y los medios para
enfrentarla.



Camila Ghemi

Brecha, 29-1-2022

https://brecha.com.uy/



-Al conocerse este caso se habló de violación en manada y violación en
grupo. ¿Cuál es el nombre más adecuado para llamar este tipo de delitos?



Cuando escribí [sobre este tema] puse violación en manada, que es el término
que se usa históricamente, pero es verdad que violación en grupo es más
exacto, porque le quita eso que está en el lenguaje cotidiano de sacarle la
responsabilidad a quien ejerce esto: o es un loco, o un enfermo o un animal,
lo de manada refiere a esto. Cuando lo deshumanizamos, lo que hacemos es
sacarle responsabilidad.



-En estos días se ha hablado del lugar de los varones en la lucha contra la
violencia sexual hacia las mujeres. ¿Lo tienen? ¿Cuál es?



Creo que es una pregunta que no tiene una respuesta única. Muchas veces
discutimos y tratamos estos temas entre nosotras. Los varones no se
repiensan. Cuando hablan de la sexualidad, es alardeando y no tanto
pensándose. Eso aleja la posibilidad de que la violencia sexual deje de
ocurrir. El varón que viola en grupo no lo hace solamente para violentar y
de alguna manera lesionar a esa mujer, sino también para obtener aprobación
de quienes tiene al lado. El lugar de los varones no debería ser ni ponerse
delante de la lucha, ni empezar a explicarnos a nosotras cómo nos tenemos
que sentir, ni decirnos que ellos no violaron. La conversación tiene que ser
entre ellos, tienen que poder llegar a los grupos de amigos y decir: «Che,
está pasando esto, ¿qué onda? ¿Ustedes cómo se vinculan con las pibas con
las que salen? ¿Cómo gestionan el consentimiento? ¿Lo preguntan? ¿Cómo lo
preguntan?». Tienen que poder educarse entre ellos y acercarse a lecturas si
son necesarias, porque nosotras no aprendemos de un repollo, estamos
estudiando para ponerle voz a esto.



-¿Por qué se dan el silencio y la complicidad masculina? ¿Por qué les pesa
tanto hablar entre ellos y qué se pone en juego a la hora de replantearse
sus actitudes?



Los varones tienen mucho miedo a la humillación de sus pares. Es el peso de
la mirada masculina, que lo sentimos todas las personas en esta sociedad, y
eso afecta de diferentes maneras. Al varón, descalificándolo como hombre,
diciéndole «sos poco hombre» o «sos puto». Estas formas, además de ser
homoodiantes, van al ego. Si ellos se paran enfrente de un grupo de amigos y
dicen: «Esto que ustedes están diciendo es una mierda, tenemos que dejar de
cosificar a las mujeres, de acosarlas, de violarlas», puede que los censuren
y humillen. No pueden enfrentarse a eso por el ego, el miedo al aislamiento
y la reprobación de los pares.



-Las violaciones se tratan como hechos aislados. ¿Qué debería suceder para
que se comience a ver como una problemática social?



El término importante, que ya existe y el movimiento feminista ha traído, es
cultura de la violación, que le da la entidad de que no es algo excepcional,
sino que está enmarcado en un montón de creencias y esquemas que son la base
para que estos hechos ocurran. Creo que tanto los medios de comunicación
como los referentes políticos y sociales tienen que romper con la visión de
que se trata de hechos aislados y mostrar que la problemática es social y
estructural. Por ejemplo, cuando hay un partido de fútbol y algunos hinchas
dicen «le vamos a romper el orto a este cuadro de mierda», ponen en
evidencia cómo se perpetúa la cultura de la violación, porque están diciendo
que, si yo gano, le estoy rompiendo el orto al otro, o sea, al que está
perdiendo, es decir que en el sexo hay alguien que gana y alguien que
pierde, y si eso pasa, hay violencia.



-Cuando hay denuncias de violación se suele poner el foco en las mujeres y
son las primeras en ser cuestionadas. ¿Qué rol juega la culpa en las
víctimas?



La culpa es una emoción cultural que tiene que ver con las normas sociales y
que, por ende, puede ser controlada y cambiada en función de los valores de
cada sociedad y cada cultura. La culpa está muy arraigada a las mujeres,
todo el tiempo estamos rompiendo de alguna manera con las normas que se nos
imponen por ser mujeres, porque son normas inalcanzables, prehistóricas y
misóginas. En los casos de abuso sexual en específico, la culpa juega un rol
muy importante porque nos silencia. Si a mí desde chica me enseñan que yo me
tengo que cuidar, estamos enseñando que hay cosas que podemos hacer para
evitar que nos violen y si nos sucede, vamos a decir: «Yo tendría que haber
hecho esto». Es muy duro aceptar que no importa lo que haga, esto me puede
pasar. Genera una sensación de desamparo muy grande. Pero acá el mensaje
importante es que no importa lo que vos hayas hecho: si esto te pasa, y
ojalá que no, pero si te pasa, nunca va a ser culpa tuya, nunca va a haber
ocurrido por algo que vos hiciste o no hiciste, sino que va a ser por la
decisión de otra persona, que ejerce la violencia, todo su poder y sus
privilegios patriarcales sobre vos.



-¿Cuáles son los mecanismos que tienen las mujeres para denunciar estos
hechos y cuáles son las falencias que hay en el sistema judicial?



Hoy en día estoy en un juicio por violencia sexual, por violación, entonces
no solamente lo conozco como psicóloga y por lo que he estudiado, sino que
lo estoy viendo también desde adentro. El sistema revictimiza, ese es el
gran agujero que tiene. Te enfrentás a preguntas, a tener que contar tu
historia; más allá de que esta instancia se ha minimizado y ahora la
historia se cuenta menos, la tenés que contar más de una vez y en lugares
que no son los más seguros. No se lo estás contando a una amiga, lo estás
contando en una situación en la que sabés que hay alguien que va a decidir
si esto que vos estás diciendo alcanza o no para condenar a la otra persona
por el delito que ejerció. Cada vez que hay una audiencia, cada vez que te
suena el celular y es el número de la fiscalía o el de tu abogada, sentís la
parálisis en el cuerpo: es el miedo, es acordarte de todo, las imágenes
vuelven. Es un proceso agotador. Ha mejorado mucho, eso no lo podemos negar,
pero también es una realidad que hoy en día se está yendo para atrás por
falta de presupuesto.



En cuanto a las denuncias, creo que no siempre hay que denunciar. Entiendo
que es muy importante hacerlo, porque lo visibiliza y rompe con la impunidad
que tiene quien comete este delito, pero también es muy importante
cuidarnos. Entonces, denunciamos cuando podemos y cuando queremos, y eso
puede llevarnos tiempo. Suelo decir que si esto pasó, por ejemplo, ayer y
tenés la posibilidad en el momento de ser consciente de lo que viviste,
vayas a un médico para que lo constate y después ves si hacés la denuncia.



-El presidente habló sobre el caso y dijo que deberían aplicarse sanciones
ejemplificantes. ¿Sirve el punitivismo en la violencia sexual?



Todo esto que está pasando es político, porque las violaciones son políticas
desde el inicio y no político-partidarias. Esto se usa porque en la Ley de
Urgente Consideración hay unos artículos que aumentan las penas a los
violadores. Pero ¿de qué nos sirve? Eso perpetúa el mito del violador como
un extraño, porque de vuelta lo sacamos afuera y así no nos hacemos cargo.
Está probado que el punitivismo no tiene ningún tipo de resultado en la
mayoría de los crímenes, sobre todo en materia de violencia sexual. Lo que
debería pasar es que haya programas en los cuales se trabaje la educación
sexual integral y se incentive a los varones a conectarse con su sexualidad
de una forma saludable, sin violentar.



-¿Cuáles son los estigmas alrededor de quienes viven violencia sexual y cómo
se pueden romper?



Los hechos de violencia sexual son situaciones traumáticas que no deberían
pasar. Somos víctimas, y cuando uso el término víctima me refiero a que
somos víctimas de un delito, y eso es importante verlo porque no determina
toda nuestra vida. Hay muchas creencias en cuanto a las víctimas de
violencia sexual: que quedamos rotas, que no vamos a poder disfrutar más de
la sexualidad, que se nos arruina la vida. Y no, capaz que no y seguramente
no, porque tenemos la capacidad y la resiliencia para salir adelante de
estas situaciones y si hay redes y apoyos adecuados, se puede. Una puede
resignificar lo que vivió y tener una vida totalmente plena más allá de lo
que haya vivido. Es muy importante tener en cuenta que a veces lo que
asumimos de las víctimas de violencia sexual puede ponernos en un lugar muy
revictimizante, no podemos ser víctimas para siempre de lo que nos pasó. Hay
una frase que me gusta mucho que es: «No me definen mis cicatrices o mis
heridas, sino mi increíble capacidad de sanar». Hay que poner el foco en que
tenemos la capacidad de sanar individual y colectivamente de estas heridas.

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