Colombia/ "Hay Futuro si hay verdad". Informe Final de la Comisión de la Verdad. [Dossier]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Jue Jun 30 11:26:01 UYT 2022
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Correspondencia de Prensa
30 de junio 2022
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Colombia
En las manos del país la Comisión de la Verdad dejó su Informe Final
Verdad Abierta, 29-6-2022
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En un corto evento, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la
Convivencia y la No Repetición le hizo entrega al país del Informe Final que
se sirvió de más de 15 mil entrevistas y 730 casos investigados a
profundidad para explicar las causas del conflicto armado, establecer
responsabilidades y proponer salidas a la continuidad de la guerra.
Como si se tratara de la última de las funciones de la mejor obra de teatro
de la historia reciente, la Carrera Séptima, pleno centro de Bogotá, estaba
llena de rostros afanosos por entrar al Teatro Jorge Eliecer Gaitán. Después
de largas filas, las pisadas de centenares de personas se deslizaban sobre
la alfombra violeta y las tablas de madera del recinto.
Líderes y lideresas sociales, investigadores, miembros de organizaciones de
la sociedad civil, congresistas y otros seguidores del trabajo de la
Comisión de la Verdad (CEV) buscaban un sitio en el auditorio. Con
parsimonioso desorden, centenares de personas que han dedicado su vida a
construir país desde diversos procesos sociales y territoriales se volvían a
encontrar, esta vez para encontrar las respuesta a una pregunta: ¿por qué
ocurrió la guerra?
Todos querían ser comensales de la verdad, pero cuando el evento empezó, la
mayoría aún no se enteraba que la jefe de prensa de la Comisión, Martha
Lucía Martínez, en un vestido verde pistache frente al atril, introducía la
presentación.
Cuando al fin el protagonismo del auditorio parecía recaer en el escenario,
un público reaccionario abucheaba y vitoreaba a la vez, robándose la
atención, interrumpiendo el evento y recordando que la inmensa investigación
que la CEV hizo por casi cuatro años tenía en el centro a las víctimas y
ahora, para cerrar el proceso, las tenía sentadas en el auditorio.
Los abucheos cobraron fuerza cuando se anunció que el saliente presidente de
la República, Iván Duque, se había excusado por no asistir, pues cumplía una
cita en Lisboa, Portugal, en la Segunda Conferencia de los Océanos. Los
aplausos fueron para el nuevo presidente electo, Gustavo Petro, y la
vicepresidenta, Francia Márquez, quienes estaban bien instalados en la
tercera fila del teatro que lleva el nombre del caudillo cuyo asesinato, el
9 de abril de 1948, ocurrido muy cerca de allí, marcó el destino violento
del país.
En su intervención inicial, el sacerdote jesuita Francisco De Roux,
presidente de la CEV, advirtió en sus primeras palabras que el informe traía
verdades incómodas que desafiarían la dignidad de los colombianos.
“Lo hacemos a partir de la pregunta —dijo recordando su formación religiosa—
que ha cuestionado a la humanidad desde los primeros tiempos: ‘¿En dónde
está tu hermano?’ Y desde el reclamo perenne del misterio de justicia en la
historia: ‘La sangre de tu hermano clama sin descanso desde la tierra’”.
En su discurso, diseccionó a Colombia, como si se tratara de un cuerpo
agonizante por una guerra que parece no tener fin. Y los datos reflejan esa
gran tragedia nacional. De acuerdo con las investigaciones de la CEV, por lo
menos 450.664 personas han perdido la vida a causa del conflicto armado
entre 1985 y 2018, que puede aumentar a 800 mil víctimas si se tiene en
cuenta el subregistro.
La década con más víctimas es la que va de 1995 y 2004, cuando, según la
CEV, se registraron el 45 % de las víctimas, equivalentes a por lo menos
202.293 víctimas. En ese periodo se escaló a lo largo y ancho del país la
guerra paramilitar contra la insurgencia.
Sobre los responsables, el Informe Final estableció que en un 45% (205.028)
víctimas de esos hechos fueron responsabilidad de grupos paramilitares; en
un 27% (122.813 víctimas) grupos guerrilleros; y de agentes del Estado en un
12% (56.094 víctimas).
En diversas regiones del país se instalaron 28 Casas de la Verdad para
escuchar a las víctimas del conflicto armado, que abarcó a más de 30 mil
voces y más de mil informes de la sociedad civil.
“¿Por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado
parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral?”, se
cuestionó De Roux. Fue una pregunta que buscaba comprometer a todos quienes
lo oían y quienes no querían escucharlo.
Como lo prometió, con la verdad que le presentaron al país buscaron
confrontar a todos los colombianos y los lugares desde donde pudieron parar
la guerra y no lo hicieron: funcionarios, guerrilleros, obispos,
paramilitares, políticos, empresarios, militares. Todos con grados de
responsabilidad. “¿Cómo nos atrevimos a dejar que pasara y a dejar que
continúe?”, sentenció el sacerdote. A un corto silencio, le siguió una
lluvia de aplausos.
Al escenario subió el presidente electo Gustavo Petro. Ante la ausencia de
Duque, el sacerdote De Roux le entregó al futuro mandatario un bloque de
hojas que conforman las 896 páginas del capítulo de Hallazgos y
Recomendaciones, que condensa la labor de los comisionados y de los
investigadores, y que tendrá el compromiso de adoptar a través de diversos
mecanismos, algunos de ellos directamente y otros impulsando trámites
legislativos. (Leer más en: Colombia, ante el espejo de la verdad)
“Creo que este esfuerzo que hoy se entrega al país no puede ser considerado
la verdad. En la aproximación a la verdad no puede ser considerada como un
espacio de venganza, como si fuese una extensión de las mismas armas vueltas
palabras, vueltas ideas, vueltas concepciones e interpretaciones de lo que
ha acontecido, vueltas relatos narraciones de tanta personas, miles quizás
que construyeron este informe. No puede ser un espacio de venganza”, dijo
Petro.
Durante la segunda intervención del sacerdote De Roux, decenas de voces
irrumpieron su discurso. El prelado guardó silencio para escuchar las
demandas de quienes vociferaban. Una mujer se levantó y gritó tan fuerte
como pudo: “¡No olvidamos el magnicidio de la Unión Patriótica y el
movimiento Gaitanista!”. Presionado por dar respuestas y calmar los ánimos,
contestó: “La Comisión de la Verdad ha tomado muy a fondo el genocidio
contra la Unión Patriótica y ha abordado la historia que María acaba de
expresar, y el archivo gaitanista para nosotros es muy importante”.
A la voz de María, se sumaron otras más: “¡Por las víctimas de violencia
sexual!”; “¡Nuestros hermanos árboles a diario están cayendo en la Amazonía.
No vamos a parar, vamos a defender la Amazonía!”; “¡No más asesinatos de
líderes y lideresas sociales!”.
Se trataban de las voces de una sociedad que clama por verdad y
reconocimiento, buscando ser vistas por el país y para que el Informe Final
las reconociera como una de las luchas más recientes en el país y que se
escapan de la posibilidad de ser narradas en el ejercicio de memoria
realizado por la CEV pues escapaba a su periodo de análisis.
Finalmente, el sacerdote enumeró 19 peticiones al país. Entre ellas: no
matar por ninguna razón; reconocer a las víctimas; que la juventud tome un
papel activo en la búsqueda de la verdad; restablecer los diálogos con el
Eln; frenar la impunidad judicial; hacerle frente al fracaso de la guerra
contra las drogas y la permeación del narcotráfico en todos los aspectos de
la vida en el país; dar condiciones dignas al campesinado; y respetar la
diferencia y minorías.
“Un día quienes estamos aquí nos iremos definitivamente. Que no nos vaya a
llegar la partida estando los unos separados de los otros. Que podamos irnos
felices, porque dejamos una nación en manos de ustedes jóvenes de la verdad
y del futuro, una Colombia apasionada por la vida, donde no habrá más odios,
ni muertes violentas ni guerras inútiles. Lo podemos hacer. Lo vamos a
hacer”, concluyó quien en par de meses dejará de ser el presidente de la
Comisión para ser una voz más del legado del Informe Final.
Tras culminar el discurso del padre De Roux, la agrupación Bombo Negro
amenizó con sus melodías ancestrales del Pacifico Sur colombiano el cierre
del evento. Isabela Sanroque, firmante del Acuerdo de Paz, estaba con dos de
sus compañeras comentando el discurso.
“En el proceso de reincorporación tenía muchas expectativas del Informe
Final y el padre Francisco De Roux nos conmovió a todos porque logró
describir la realidad de la guerra y encaminar hacía la convivencia y la
construcción de la paz”, afirmó sorprendida.
Por las escaleras del auditorio bajaba Giovani Yule, líder Nasa del Consejo
Regional del Cauca (Cric), emocionado por escuchar al equipo de la Comisión
de la Verdad y con la expectativa de que llegue la reconciliación a cada
rincón del país.
“El acuerdo entre las extintas Farc y el gobierno nacional es un primer
paso. Ahora es el momento de organizar una propuesta de paz integral que
involucre a todos los actores armados al margen de la ley, así como a todos
los sectores que alimentan la guerra en Colombia porque tenemos que pasar de
ese proyecto de muerte a consolidar un proyecto para la vida”, expresó,
esperanzado.
Voces fuera del auditorio
En las afueras del teatro Jorge Eliécer Gaitán y en la plaza Bicentenario se
concentraron cientos de personas para escuchar el evento. Foto: Karina
Gómez.
“¡Qué lindo ser testigo de esto!”, dijo una mujer mientras abrazaba a un
amigo que se había encontrado en el lobby del teatro. Todos los testigos
presenciales de la entrega tenían conversaciones pendientes y muchos se iban
dispersando por el centro de la ciudad con algún colega.
A Rodrigo Uprimny, investigador y cofundador del centro de estudios y
litigio Dejustica, le quedó rondando en la cabeza el juego de palabras que
el sacerdote De Roux dijo en el evento: “No es que la verdad le pertenezca a
la Comisión, sino que la Comisión le pertenece a la verdad”. Una frase que
insiste en la idea de que este gran documento que la institución le está
presentando al país es un relato más, muy riguroso, que debe ser contrastado
e interiorizado por el país.
“En muchos eventos de la Comisión cuando entraba uno le entregaban un espejo
porque yo creo que el mensaje de la Comisión es que el informe es un espejo
en que la sociedad colombiana tiene que mirarse para ir hacia adelante. No
es la única verdad, ahí nos miraremos, ahí hay hallazgos y recomendaciones;
y hay una mirada al pasado, pero también una apuesta de futuro. Tenemos que
enfrentar esas verdades que nos hemos ocultado y a partir de esas verdades
mirar hacia el futuro”, señaló Uprimny.
Desde el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CAJAR), el abogado
Sebastián Escobar espera que el resultado de casi cuatro años de
investigación tenga un impacto considerable en la sociedad: “Importante
también la presencia en el recinto del presidente electo, creo que marca
desde ya un compromiso con la implementación de las recomendaciones del
informe”.
Los exiliados a causa del conflicto armado también estuvieron presentes.
Rosa Mary Belalcázar, líder comunitaria, coordinadora de la Comisión Étnica
Afrocolombiana Internacional y directora del Centro Proyecto Humanitario
Etnocultural en Canadá, estaba ilusionada con los retos que enfrenta
Colombia tras las recomendaciones que elaboró la Comisión de la Verdad.
“Nosotros, las comunidades étnicas que residimos en el exterior y sufrimos
la guerra, aportamos en la construcción del Informe Final y hoy queremos
avanzar con este maravilloso trabajo. Así que nos introducimos abrazando con
autonomía, inclusión y esperanza este proceso”, señaló.
Con lágrimas de regocijo, Víctoria Neuta, lideresa indigena y delegada del
enfoque de género para la implementación del Acuerdo de Paz, afirmó que lo
que más necesita el país es que las víctimas se sientan escuchadas: “De aquí
en adelante el compromiso es trabajar en los territorios con las víctimas,
darles el espacio para hablar y conocer cómo quieren la implementación de
esas recomendaciones del Informe Final”.
Rodrigo Lóndoño Echeverri, exjefe de las extintas Farc, salió del teatro con
premura acompañado de sus hombres de seguridad. Tanto en las entrevistas que
dio a los medios de comunicación, como desde la lejanía de las cámaras, se
le veía satisfecho. Y ¿Cómo se siente el otrora máximo jefe de ese grupo
guerrillero tras la entrega del Informe Final?
“Muy emocionado. Creo que logramos llegar a la meta que nos habíamos
propuesto, ahora tenemos el premio de montaña y hay que escalarlo que es la
paz total”, respondió con intensa alegría.
Poco a poco el teatro se fue desocupando y despidió con el cierre de sus
puertas la anhelada entrega del Informe Final que, por más de cuatro años,
tuvo expectantes a los colombianos y la comunidad internacional. Sobre la
carrera séptima, a través de camisetas y banderas que decían ‘Hay Futuro Si
Hay Verdad’, se identificaba a quienes se dirigían hacia el Parque
Bicentenario —ubicado sobre la calle 26— a celebrar.
****.
De urgencia, así es el carácter de las 101 recomendaciones de la CEV
Verdad Abierta, 29-6-2022
La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad publicó los dos primeros
capítulos de su Informe Final y en uno de ellos están consignadas las 101
recomendaciones que le hace a diferentes sectores del Estado para hacer
memoria del pasado y evitar la repetición de la guerra. La mayoría de ellas,
sugiere, deben implementarse en el “corto plazo”.
“La oportunidad de avanzar hacia una paz grande, hacia la paz estable y
duradera que abrió la firma del Acuerdo Final de Paz, está en riesgo. Si
bien no es posible decir que el conflicto que vivimos hasta antes de la
firma del Acuerdo con las FARC-EP persiste como tal, lo cierto es que la
violencia y la confrontación armada en algunos territorios se ha traducido
en el aumento de desplazamientos, confinamientos, reclutamientos, incidentes
por minas y asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos y
personas en proceso de reincorporación”.
Ese llamado de alerta es el preámbulo que hace la Comisión de la Verdad
(CEV) en el documento de Hallazgos y Recomendaciones tras 43 meses de un
intenso trabajo de comisionadas y comisionados, acompañados por un amplio
equipo de investigadores, quienes tuvieron la tarea de escudriñar en el
episodio más doloroso y vergonzante del país para determinar las causas y
efectos del conflicto armado, y, en especial, para emitir una hoja de ruta
que no permita la repetición de la violencia.
Desde el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá, advierten que no enmendar
el camino “supone un riesgo de volver a vivir un ciclo de violencia que se
creía superado y nos aleja de la anhelada paz territorial. Superar los
factores de persistencia y hacer frente a las violencias estructurales y a
las exclusiones históricas, profundizadas por la guerra, de territorios y
comunidades, es parte del fortalecimiento de la democracia y de la
construcción de un país para todos”.
A lo largo de 125 páginas están consignadas las 101 recomendaciones
planteadas al país por la CEV y entregadas al presidente electo Gustavo
Petro ante la ausencia del actual mandatario nacional Iván Duque.
Esas recomendaciones no surgieron por capricho ni salieron de escritorios de
la capital de la República. Son producto de un proceso de escucha en el que
recibieron más de 10 mil propuestas de víctimas, organizaciones de la
sociedad civil, jóvenes, pueblos étnicos, excombatientes de todos los
grupos, iglesias, integrantes de la Fuerza Pública, empresarios y
empresarias, periodistas e instituciones del Estado.
Tras un proceso de selección, se decantaron todas esas sugerencias en 101
recomendaciones que agruparon en ocho ejes temáticos. De ellas, la CEV insta
a diversas instituciones del Estado para que 54 sean implementadas en un
corto plazo; 44 a mediano plazo y tres a largo plazo.
En el documento de Hallazgos y Recomendaciones, la CEV reitera que las
recomendaciones “son una nueva apuesta por una paz grande, una paz completa,
que permita que todos y todas tengamos garantizados nuestros derechos,
seamos reconocidos en nuestra diversidad, y en la que el diálogo sea la
herramienta principal para tramitar las diferencias y resolver los
conflictos”.
Y hace hincapié en descentralizar la construcción de paz: “Es la apuesta del
Acuerdo de La Habana por una paz territorial, una paz que requiere del
compromiso de toda la sociedad, rural y urbana, así como el de los gobiernos
y las demás instituciones del Estado para garantizar derechos y construir un
Estado social e incluyente desde los territorios, con la participación
amplia e incidente de la ciudadanía”.
Además, recalca que no son recomendaciones para un país en paz todavía, pero
están enfocadas en “la no repetición y la cesación definitiva de las
confrontaciones armadas, para avanzar en la construcción de la paz y el
fortalecimiento de la democracia y una sociedad incluyente”.
Estas recomendaciones, al no ser vinculantes jurídicamente, requieren de una
instancia que propenda porque se cumplan. Es por ello que tras finalizar su
mandato, la CEV instaló el Comité de Seguimiento y Monitoreo, que operará
por siete años y está conformado por la siguientes personas.
De acuerdo con la CEV, “la operación de esta instancia está garantizada con
recursos que provienen del Presupuesto General de la Nación, para lo cual se
estableció que será la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) la entidad
que recibirá la asignación anual para entregársela a la Secretaría Técnica
del Comité, que será la encargada de administrar el dinero. No obstante, el
Comité tendrá total autonomía de la JEP en sus decisiones y funciones”.
En VerdadAbierta.com analizamos las 101 propuestas y destacamos aquellas que
considermos más trascentales y darán de qué hablar en los próximos meses.
1. Para avanzar en la construcción de paz
.La CEV destaca avances y falencias en la implementación del Acuerdo de Paz
alcanzado con las extintas Farc, al que cual considera el pilar de la agenda
política nacional. Este apartado está compuesto por 11 recomendaciones: ocho
de ellas deben ser implementadas en corto plazo y las tres restantes en
mediano. (Leer más en: El tortuoso camino de la implementación)
Por esa razón, hace “un llamado al Estado a honrar los compromisos asumidos
en el Acuerdo Final de Paz, a poner un fin definitivo a la confrontación
armada dada la persistencia y expansión de la violencia en ciertos
territorios del país y, por tanto, a priorizar la vida y la construcción de
paz”.
La Comisión asevera que la implementación de lo pactado en La Habana nunca
ha cumplido sus metas de financiación, “lo que resulta especialmente
sensible en algunos de los puntos que requieren mayores inversiones, como
los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, el Programa Nacional
Integral de Sustitución de Cultivos (PNIS) y la Atención y Reparación
Integral a las Víctimas”.
Por lo anterior, hace un llamado para que se implemente de manera integral
el Acuerdo de Paz y con el fin de subsanar los obstáculos que se han
presentado a lo largo cinco años y medio de aplicación, propone la creación
de un Ministerio que lidere los asuntos de paz, reconciliación, atención a
víctimas y reintegración. Al respecto, indica que “deberá contar con
presupuesto y capacidades para coordinar, financiar y escalar las
intervenciones en todo el territorio nacional y con otros entes del gobierno
y del Estado”.
Justamente, esa recomendación es similar a la que consigna la denominada Paz
Total, la política pública que está construyendo el presidente electo,
Gustavo Petro, en la que perfila la creación del Ministerio de la Paz y la
Reconciliación, una dependencia del Ejecutivo que sería la encargada de esos
temas. (Leer más en: Paz Total: el reto del gobierno de Gustavo Petro y
Francia Márquez)
Otro llamado importante que la CEV le hace al gobierno nacional se centra en
la protección de los hombres y las mujeres de las Farc que dejaron las
armas. De manera directa lo insta a “garantizar la seguridad de las y los
excombatientes de las FARC-EP, así como su reincorporación económica, social
y política, dentro de una estrategia integral de protección de territorios
inspirada en el concepto de seguridad humana”. (Leer más en: No hay
estrategia institucional para proteger a firmantes del Acuerdo de Paz)
Para detener los otros motores de violencia que siguen activos en el país,
la CEV recomienda que se reanuden las negociaciones de paz con la guerrilla
del Eln; y al gobierno nacional y al Congreso de la República que, de la
mano de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, diseñen una política
pública para el sometimiento a la justicia del resto de grupos armados.
Ambas peticiones ya también estáb contempladas en el proyecto Paz Total.
2. Para garantizar la reparación integral
Este aparado está dedicado a las 9,2 millones de víctimas del conflicto
armado, que equivalen casi al 20 por ciento de la población de colombiana.
Cuenta con diez recomendaciones, de las cuales, siete deben ser atendidas en
corto plazo y las restantes a mediano plazo.
Tiene dos sentidos. El primero gira alrededor del reconocimiento de la
dignidad de las víctimas y sus procesos de resistencia, y del deber de los
victimarios de reconocer ante ellas las afectaciones que les causaron; el
segundo, en medidas para garantizar el derecho de las víctimas a ser
reparadas de manera integral y a acceder de manera plena y preferencial a la
oferta social del Estado.
Para tal fin, plantea ajustes normativos e institucionales, con enfoque
transformador. A juicio de la CEV, el cambio de dicha normatividad es uno de
los grandes pendientes del Punto 5 del Acuerdo de Paz: “Lo anterior, entre
otras cosas, implica pensar en fuentes de recursos adicionales; fortalecer
la reparación colectiva y la reparación de víctimas de la fuerza pública;
reconocer como víctimas a excombatientes en proceso de reincorporación que
hayan sufrido de graves violaciones de DDHH e infracciones al DIH; y
reconocer el exilio como una grave violación a los derechos humanos”.
Sobre ese último punto, la Comisión señala que la Ley de Víctimas (Ley 1448
de 2012) y sus decretos étnicos no reconocen el exilio y el refugio
transfronterizo como hechos victimizantes y que tampoco se ha avanzado en un
programa de retorno de exiliados, como se acordó en uno de los puntos del
Acuerdo de Paz. Al respecto, indica que ese “reconocimiento debe darse
conforme a las guías y protocolos establecidos por el derecho internacional
y, sobre todo, ser consultado con las víctimas en cuanto a su metodología,
aspectos sustanciales y de fondo”.
Otra deuda con las víctimas que se propone en las recomendaciones es el
acceso a atención integral en salud física y psicosocial, que debe responder
a las particularidades propias de los diferentes hechos victimizantes, así
como de los enfoques diferenciales.
Al respecto, la CEV plantea que este punto “está muy relacionado con la
implementación del Plan Nacional de Rehabilitación que se propuso en el
Acuerdo Final de Paz y cuyo borrador aún no ha sido aprobado por el Gobierno
Nacional. El año pasado este plan estaba en una nueva revisión por parte de
la Dirección Jurídica del Ministerio de Salud, y, a la fecha, el Decreto que
debe acoger el Plan no se ha publicado”.
La memoria de lo acontecido en el conflicto armado es otro eje importante de
estas recomendaciones, las cuales indican que se debe “garantizar el derecho
a una memoria plural que reconozca las atrocidades del pasado, que
contribuya a superar el dolor y el trauma y que haga frente a dinámicas de
estigmatización, deshumanización y negacionismo que se estructuran como
factores de persistencia”. Y apuntan a la elaboración de una política de
memoria para la no repetición, que garantice la preservación, financiación y
construcción de lugares de memoria.
Para este eje se recomienda la creación y reglamentación del Museo de
Memoria de Colombia para que, como una entidad independiente, se
“configurarse como un espacio para una memoria viva que permita las
discusiones y preguntas difíciles sobre el pasado; que asuma la
implementación de la política de archivos de derechos humanos; y cuente con
un programa propio, robusto, de investigación en memoria e historia del
conflicto armado y sus víctimas, de pedagogía, reparación simbólica y de
divulgación”.
Los últimos llamados de la CEV en este apartado están relacionados con la
promoción de procesos de búsqueda de personas dadas por desaparecidas y
apoyo a la Unidad para la Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas
(UBPD), organizaciones y buscadoras en todo el país. (Leer más en: Unidad de
Búsqueda aún no llena el vacío de la desaparición)
3. Para consolidar una democracia incluyente
Este apartado tiene 20 recomendaciones: diez son de corto plazo, nueve de
mediano plazo y una de largo plazo. En este apartado, la CEV “proponen
acciones enfocadas en lograr un régimen político incluyente de los
territorios que responda y represente las demandas ciudadanas, que
reivindique y garantice la participación ciudadana como un mecanismo
fundamental para la garantía de derechos, que respete el pluralismo y la
diversidad, y en el que haya cero agresiones contra quienes piensan
diferente y defienden sus derechos”.
Estas recomendaciones surgen tras analizar los “pobres” resultados de
aplicación del Punto 2 del Acuerdo de Paz, relacionados con la participación
política y el fin del uso de las armas en esa actividad. La Comisión celebra
que el Congreso de la República tramitara el Estatuto de la Oposición, pero
lamenta los pocos avances en “la reforma política y electoral, la Política
Pública de Convivencia, Reconciliación, Tolerancia y no Estigmatización, así
como el conjunto de medidas contempladas para la garantizar y fortalecer la
participación ciudadana, incluidas aquellas sobre la movilización y la
protesta”.
En cuanto a reformas al régimen político y electoral, la CEV pone la lupa en
fortalecer la democracia, los partidos y su veeduría como un proceso de
democratización territorial al interior de las regiones. Y en este apartado
destacan propuestas para promover “una democratización nacional que revierta
la subrepresentación de los territorios que han estado históricamente en la
periferia y que tienen los indicadores más altos de pobreza
multidimensional”.
Y en esa línea de cerrar brechas, recomienda medidas para “fortalecer la
participación y el diálogo deliberativo de la ciudadanía con las
autoridades, partiendo del cumplimiento de los compromisos adquiridos por el
Estado en espacios con distintos grupos y sectores y con garantías para
mujeres, personas LGBTIQ+ y comunidades”.
Para garantizar la protesta y la movilización social, la CEV recomendó siete
ajustes, que van desde aspectos institucionales hasta culturales. Entre
ellos están el respeto y no estigmatización por parte de representantes del
Estado; no usar el sistema penal ni acciones policivas como mecanismo de
represión; y la reducción de homicidios y lesiones por uso desproporcionado
o innecesario de la fuerza por parte de miembros de la Policía Nacional.
Lo anterior tiene vigencia y toma relevancia por la manera como fueron
reprimidas las protestas del año pasado que se extendieron durante tres
meses por motivo de la reforma tributaria que el presidente Iván Duque
radicó en el Congreso de la República, la cual fue reprimida con exceso de
violencia policial, causando la muerte de 75 protestantes, 82 lesiones
oculares, 23 casos de violencia sexual y 1.832 detenciones arbitrarias, de
acuerdo con registros de la organización Temblores y de Indepaz. (Leer más
en: Piquetes de la Policía: como perros de caza en la protesta social)
Ante ese panorama, la CEV también recomienda prohibir la intervención
militar en operativos de control y contención de los disturbios surgidos en
situaciones de protesta y la movilización social; a la par de la reforma o
eliminación del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía
Nacional. (Leer más en: En Cali está naufragando el Estado Social de
Derecho)
4. Para enfrentar los impactos del narcotráfico
Este bloque tiene dos recomendaciones: una de corto y otra de mediano plazo.
La CEV estima que ese negocio ilegal es uno de los obstáculos más grandes
para avanzar en la construcción de paz: “La política de lucha contra las
drogas y el narcotráfico ha sido un factor de persistencia del conflicto y
de la violencia en Colombia que ha tenido impactos negativos a nivel
político, económico, social y ambiental, así como en los derechos de
personas, comunidades y territorios”.
La Comisión reconoce que el Acuerdo de Paz dio unos primeros pasos para
superar esa situación, al cambiar la lucha contra las drogas por un enfoque
de derechos humanos, salud pública y territorial, con un tratamiento
distinto y diferenciado al consumo, los cultivos de uso ilícito, la
criminalidad organizada y el lavado de activos.
No obstante, considera que “es necesario avanzar hacia la superación
definitiva del prohibicionismo, para lo cual el Acuerdo Final de Paz
estableció el compromiso de promover espacios de diálogo regionales y una
gran conferencia internacional para hacer una evaluación objetiva de la
lucha contra las drogas y avanzar en la construcción de consensos en torno a
los ajustes que sea necesario emprender”.
Mientras sucede un cambio de paradigma a nivel mundial, la CEV advierte que
el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS),
“ha tenido pocos avances, errores en su diseño y planeación, problemas de
seguridad y falta de articulación con la reforma Rural Integral, así como
demoras e incumplimientos en su implementación”.
A ello se suma “la política de erradicación forzosa implementada de manera
paralela por el Gobierno y los intentos de reactivar la aspersión aérea, en
contravía de la evidencia científica y sin cumplir con lo requerido por la
Corte Constitucional, han opacado los pocos avances logrados y dejan claro
que persiste la necesidad de un nuevo enfoque frente a los cultivos, que
debe estar basado en los derechos humanos y el desarrollo sostenible para
superar problemas históricos de exclusión, marginalidad y pobreza”.
Por esa razón, su primer recomendación consiste en transitar hacia la
regulación legal estricta, para “dar una respuesta más democrática al
problema de las drogas, y liderar el debate internacional contra el
prohibicionismo a la vez que, conscientes de que se trata de un proceso, se
sugieren ajustes inmediatos a la política actual, que, para la Comisión, son
indispensables para adoptar una política de drogas que contribuya a la
protección de los derechos humanos y a la no repetición que no es otra cosa
que buscar una respuesta democrática al problema en el marco del
prohibicionismo”.
En su segunda recomendación, los comisionados le solicitan al gobierno
nacional que, por medio del Ministerio de Relaciones Exteriores, reformule
“su política internacional frente a las drogas, en particular con el
Gobierno de los Estados Unidos, para ajustarla a una nueva visión que
permita avanzar hacia la regulación legal y hacer más transparente el campo
de acción de las agencias extranjeras en Colombia”.
5. Para superar la impunidad
Para este fin se realizaron nueve recomendaciones: dos deben implementarse
en el corto plazo y siete a mediano plazo. De acuerdo con la CEV, se
requiere “mejorar la respuesta del Estado ante las violaciones de los
derechos humanos, la criminalidad organizada y las necesidades de la
ciudadanía de resolver sus conflictos es una deuda inaplazable”.
Si bien se reconocen los esfuerzos que ha hecho tanto el gobierno nacional
como la Rama Judicial para “superar la impunidad y fortalecer la oferta y el
acceso a la justicia”, a juicio de la Comisión, “no se ha logrado la
judicialización efectiva de graves crímenes y tampoco ha sido posible
consolidar una oferta efectiva de justicia en todo el territorio nacional”.
Es por ello que con el ánimo de “mejorar la respuesta del Estado para
combatir la impunidad, contribuir al desmantelamiento de organizaciones
criminales, los entramados que las soportan y garantizar el acceso a
mecanismos para la resolución de conflictos”, presentó sus recomendaciones,
agrupadas en cinco tópicos, relacionados con la justicia y la impunidad:
independencia y transparencia; investigación penal; investigación de la
criminalidad organizada y sus redes de apoyo; Reconocimiento de la violencia
contra el sistema judicial y sus funcionarios; y acceso a la justicia local.
Una de las recomendaciones más destacadas en relación con el eje de
independencia y transparencia le fue planteada al Congreso de la República y
es la de modificar la forma en cómo se elige al Fiscal General de la Nación,
con el fin de “garantizar su independencia, sobre la base de criterios de
merito y reconocimiento de trayectoria profesional, publicidad y
transparencia”.
De acuerdo con el artículo 249 de la Constitución Política, este alto
funcionario es nombrado por la Corte Suprema de Justicia de una terna que
remite el Presidente de la República. Lo que sugiere la CEV es una “reforma
del proceso de postulación” y en la selección “se incluya la participación
de la academia y mecanismos para el control ciudadano”.
Con respecto a la investigación penal, la Comisión recomienda “impulsar y
realizar los ajustes normativos e institucionales que sean necesarios para
poner en marcha una comisión transitoria de esclarecimiento e investigación
independiente e internacional o mixta (nacional e internacional) para
impulsar la investigación y esclarecer la verdad de los hechos del
narcotráfico y de la criminalidad organizada asociada a este y sus redes de
apoyo”.
Ese modelo de investigación ya fue probado en Guatemala, donde se creó la
Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que estuvo
a cargo de Iván Velásquez, exmagistrado auxiliar de la Corte Suprema de
Justicia de Colombia, un mecanismo de justicia pactado entre el Estado
guatemalteco y la ONU el 19 de noviembre de 2006 en cumplimiento del Acuerdo
Global de Derechos Humanos, firmado el 22 de marzo de 1994 como parte del
proceso de negociación con las guerrillas de ese país y con la cual se
pretendía atacar la creciente corrupción en el país.
Esta recomendación también coincide con una de las propuestas del presidente
electo Gustavo Petro, quien en el cierre de su campaña para la primera
vuela, el pasado 22 de mayo en Bogotá, y a través de su cuenta en la red
social Twitter, anunció que “como Presidente solicitaré la conformación de
una comisión judicial independiente a Naciones Unidas para investigar los
principales crímenes de corrupción en el país y acabar la impunidad, como la
que dirigió Iván Velásquez en Guatemala”.
De acuerdo con la recomendación entregada por la CEV, ese órgano
independiente investigaría “todos los hechos de violencia sistemática que
sean graves violaciones a derechos humanos o infracciones al DIH o
corrupción pública y privada a mediana y gran escala, y todos los delitos
que contribuyan o estén asociados a la comisión de estos hechos, incluidos
aquellos relacionados con finanzas criminales y economías ilegales”.
Este órgano judicial, plantea la Comisión, “deberá estar orientado a
judicializar a los máximos responsables y contribuir al desmantelamiento de
las organizaciones criminales” y trabajar bajo el concepto de macrocasos
priorizados “con el objetivo de fortalecer la labor de investigación y
coadyuvar la acusación de la Unidad Especial de Investigación (UEI) de la
Fiscalía General de la Nación, creada por el Acuerdo Final de Paz”.
6. Seguridad para la Paz
La situación de líderes, lideresas, autoridades étnicas defensores de
derechos humanos y de firmantes del Acuerdo de Paz es grave en términos de
seguridad. Foto: Juan Diego Restrepo E.
Este bloque tiene 19 recomendaciones en total: once son para implementar en
corto plazo y ocho a mediano. Con ellas se pretende que el país piense más
en la paz y, según la CEV, deje “atrás definitivamente el ‘modo guerra’ en
el que hemos vivido”, con el propósito de “reconstruir la confianza entre
los ciudadanos y las instituciones, en particular la Fuerza Pública, como un
elemento fundamental para la paz territorial y el fortalecimiento
institucional”.
Esas recomendaciones están agrupadas en seis grandes temas: nueva visión de
seguridad; transformación del sector con base en la nueva visión de
seguridad; archivos de inteligencia; empresas de seguridad privada y control
de armas; seguridad para la ruralidad y zonas de frontera; y cooperación
militar.
Con respecto al primer tema, la CEV le pide al gobierno nacional y al
Congreso de la República adoptar una nueva visión de seguridad para la
construcción de paz, enmarcada en el enfoque de seguridad humana, “que se
centre en la protección de la vida de las personas y las comunidades sobre
la base del respeto del principio de pluralismo democrático y del principio
de la dignidad humana”.
Bajo ese enfoque, “esta nueva visión debe concebir la seguridad como un bien
público que debe ser garantizado exclusivamente por el Estado a todas las
personas sin discriminación; tener en cuenta y atender las realidades
territoriales y de las poblaciones con enfoque étnico, etario, de género y
de derechos de las mujeres, reconocer a las autoridades étnicas y sus
instituciones; y superar el paradigma de la guerra y el enemigo, y el modelo
de la guerra contra las drogas”.
Con respecto a la transformación de sector de seguridad y defensa, la CEV
sugiere “realizar los ajustes institucionales, normativos y de política
necesarios y promover las transformaciones culturales que se requieran para
consolidar la nueva visión de seguridad”.
Y justo uno de esos ajustes, es “separar a la Policía Nacional del
Ministerio de Defensa y ubicarla en otro o en un nuevo ministerio, como una
medida necesaria, mas no suficiente, para avanzar en el fortalecimiento de
su carácter civil y de la gobernanza en materia de seguridad ciudadana,
rural y urbana”.
Esa recomendación recoge un viejo debate nacional sobre el papel de la
Policía Nacional, afectado, dicen algunos analistas, por la prolongación de
la guerra, quitándole el sentido civilista a institución y llevándola a
ejercer funciones militares en diversas regiones del país. El tema fue
agitado durante las protestas sociales de los últimos años en el país.
A esa discusión se sumó el Presidente electo a través de sus redes sociales
en un mensaje difundido el 8 de julio de 2021: “La Policía Nacional debe
salir del Ministerio de Defensa, todos y todas sus integrantes deben tener
garantía del estado para cursar estudios de educación superior y la carrera
policial permitirá a quienes ingresen de llegar al máximo nivel como
generales”.
La CEV también propone un debate público amplio sobre “la necesidad y
conveniencia de mantener el Fuero Penal Militar” y planteó la posibilidad de
“adoptar los ajustes normativos y político institucionales necesarios para
que la Fiscalía General de la Nación asuma la competencia de investigación
de las conductas punibles cometidas por los miembros de las Fuerzas
Militares y de la Policía Nacional, con excepción de las típicamente
militares, y para que el juzgamiento de estas conductas corresponda a la
Jurisdicción Ordinaria”.
Adicional a ello, recomienda revisar y ajustar la estructura y doctrina de
las Fuerzas Militares, y de la Policía con base en los preceptos de la nueva
visión de seguridad, y realizar “ajustes normativos e institucionales
necesarios para eliminar gradualmente la obligatoriedad del servicio militar
y transitar hacia un servicio social en instituciones civiles”.
En este apartado, la CEV hace especial énfasis en garantizar de manera
inmediata el acceso a los archivos de inteligencia que hayan cumplido el
término de la reserva legal a partir de la fecha de recolección, que es de
30 años, según la normatividad existente, “y adelantar un proceso gradual de
levantamiento de la reserva de archivos de seguridad, inteligencia y
contrainteligencia en garantía del derecho a la información”.
7. Contribuir a la paz territorial
Este es el eje temático con más recomendaciones. En total son 25 y se
desglosan de la siguiente manera: once deben ser implementadas en corto
plazo, doce en mediano plazo y dos a largo plazo.
“Las grandes desigualdades del campo, y aquellas que existen entre las zonas
urbanas y las rurales, han incidido directamente en el surgimiento y la
prolongación del conflicto armado interno”, dice la CEV en este apartado y
agrega que esa confrontación se “desató y libró predominantemente en esta
ruralidad desigual”, lo que condujo a su agravamiento y a la pérdida de
calidad de vida de millones de campesinos, indígenas y negros.
Los desplazamientos forzados masivos ocasionados por varías décadas de
guerra, que afectaron a por lo menos 8 millones de personas, generó no sólo
despoblamiento de amplias regiones del país y el consecuente abandono de
predios rurales, lo que fue aprovechado por inversionistas y terratenientes
para acumular grandes extensiones de tierra, desarrollar proyectos
agroindustriales y acaparar, en algunos casos, el agua.
Este crítico problema fue abordado en las negociaciones con la extinta
guerrilla de las Farc en La Habana, Cuba, y como resultado de los pactos
alcanzados se planteó un conjunto de soluciones en el Punto 1 del Acuerdo de
Paz, bajo el título de Reforma Rural Integral. No obstante, y como lo
advierten varios centros de investigación, “la implementación de este punto,
a cargo principalmente del Gobierno Nacional, ha sido lenta e insuficiente
para avanzar en la construcción de la paz territorial”.
Es por ello que la CEV agrupa las recomendaciones en seis temas: estrategia
de desarrollo territorial sostenible para la equidad y la paz territorial;
descentralización, autonomía territorial y organización
político-administrativa; acceso equitativo, democrático y ambientalmente
sostenible a la tierra y los territorios; uso sostenible de tierras y
territorios, y prevención y gestión de conflictos socioambientales;
desarrollo con enfoque territorial y provisión de bienes y servicios
públicos para la ruralidad; prevención y reversión del despojo de tierras y
territorios, y la reparación efectiva de sus víctimas.
A partir de esos temas, la Comisión espera que distintas esferas estatales,
con la participación de amplios sectores sociales, retomen la discusión
sobre el proceso de descentralización, autonomía territorial y organización
político administrativa del país; garanticen un acceso equitativo a tierras
y territorios; logren un uso sostenible de tierras y territorios, y la
prevención y gestión de conflictos socioambientales; promuevan un desarrollo
con enfoque territorial con énfasis en la provisión de bienes y servicios
públicos para la ruralidad; prevengan y reviertan el despojo de tierras y
territorios, y reparen de manera efectiva a las víctimas.
Dos de las recomendaciones centrales están dirigidas al gobierno nacional:
de un lado, acelerar la implementación de la Reforma Agraria Integral y, de
la mano de ello, redistribuir como mínimo los tres millones de hectáreas que
contempla el Acuerdo de Paz y sugiere que “los predios asignados se sitúen
necesariamente dentro de la frontera agraria y tengan acceso a bienes y
servicios”. Se trata, con esta medida, de reducir la alta concentración de
la tierra.
Según cifras de la Comisión, “el 2,27 % de los propietarios tendría en su
poder el 52,62 % de las hectáreas de propiedad privada (o 15.38 millones)
ubicadas dentro de la frontera agraria, mientras que el 62,22 % de los
propietarios tendría apenas el 4,53 % de ese mismo territorio (o 1.3
millones de hectáreas)”.
Igualmente, recomienda resolver las deficiencias en la administración de la
política de restitución de tierras, establecida en la Ley 1448 de 2011, y
prorrogada hasta el 2031: “Dos de los problemas más graves son el número
cada vez más elevado de solicitudes de restitución que rechaza el gobierno
nacional y el incumplimiento generalizado de las sentencias de restitución”.
La Comisión también incluye recomendaciones dirigidas al gobierno nacional y
al Congreso de la República para que impulsen la creación de políticas y
realicen “los ajustes normativos necesarios para prevenir, mitigar y reparar
las violaciones de derechos humanos, ambientales y territoriales
relacionadas con las actividades empresariales y de negocios, especialmente
en contextos de violencia generalizada y de conflicto armado interno”.
Este conjunto de recomendaciones tiene como “propósito alertar y contribuir
a la prevención de nuevos ciclos de violencia relacionados con conflictos
por recursos vitales como el agua, la tierra y los alimentos; y promover un
desarrollo rural sostenible que garantice la inclusión social y productiva
de las poblaciones rurales, que permita repensar el modelo de desarrollo
basado en el extractivismo y que logre la protección de los derechos de las
generaciones presentes y futuras”.
8. Por una cultura para vivir en paz
Este apartado está compuesto de cinco recomendaciones, de las cuales, cuatro
deben ser implementadas en corto plazo y la restante a mediano plazo. La CEV
le dio especial importancia a la transformación cultural como uno de los
compromisos fundamentales para “vivir en paz y no repetir las violaciones de
los derechos humanos”. Y para avanzar en ese propósito considera necesario
“desarmar no solo las manos y los cuerpos, sino el lenguaje, la mente y el
corazón, consolidar una nueva ética ciudadana, pública y formas de vivir en
sociedad, para lo cual es fundamental la divulgación y la apropiación de
otras narrativas, valores y elementos simbólicos”.
Es por ello que las recomendaciones planteadas en este bloque se inscriben
en tres ejes temáticos: educación para la formación de sujetos que vivan en
paz; estrategia y promoción de la gestión cultural que permita consolidar la
cultura para la paz; y contribuciones a la cultura para la paz desde medios
de comunicación y comunidades de fe.
Los planteamientos de la CEV hacen referencia al sector educativo, la
gestión cultural, los medios de comunicación, la iglesia y comunidades
religiosas, “pues son dispositivos fundamentales desde los que se crea y
recrea la cultura como matriz de sentidos, y que tienen una enorme y
cotidiana incidencia en la formación de los sujetos y las comunidades”.
Este énfasis, plantea la Comisión, “no implica pasar por alto el rol que
también deben asumir otras instituciones y sectores, como los líderes
políticos y de opinión y las organizaciones defensoras de derechos humanos”.
Por último, sugiere que las 101 recomendaciones presentadas ante la opinión
pública nacional e internacional se lean “como un aporte a la transformación
cultural pues, de fondo, buscan aumentar la legitimidad de las instituciones
estatales mediante acciones concretas que permitan avanzar hacia la garantía
plena de los derechos y establecer nuevas formas de relacionarse con los
territorios y las personas en su diversidad y autonomía”.
A su juicio, esa lectura “es fundamental pues genera efectos positivos en
los vínculos sociales, fortalece la confianza en los mecanismos
institucionales y vigoriza las actitudes de corresponsabilidad y
cumplimiento de las normas”.
Esta es la hoja de ruta que la Comisión de la Verdad trazó para que Colombia
supere la página del conflicto armado, porque como dijo el padre Francisco
de Roux en la presentación del Informe Final: en 2017 el país conoció lo que
es la paz y no va a renunciar a ella, luego de que la violencia se avivara
en los años posteriores.
****
Cuando los pájaros no cantaban: historias del conflicto armado en Colombia
La Comisión de la Verdad recorrió el país para escuchar a quienes vivieron
la guerra de manera directa. Sus testimonios hablan del exilio, de la
crueldad de las FARC, de los secuestros, del horror de los crímenes de
Estado, del Ejército, de la violencia paramilitar
Sally Palomino, desde Bogotá
El País, 29-6-2022
https://elpais.com/
“Si las víctimas nos hubiéramos quedado calladas, seguramente no estaríamos
hablando de paz”. El informe final de la Comisión de la Verdad no habría
sido posible sin la voz de las víctimas que han sufrido directamente el
conflicto en Colombia. “El problema no es que la gente no tenga una voz; el
problema, más bien, es que esta sociedad no ha aprendido a escuchar en
profundidad”, señala la introducción de El volumen testimonial,(
https://ep00.epimg.net/descargables/2022/06/29/45ac36f931acc3b3847e0945ed107
077.pdf) más de 500 páginas de historias contadas en primera persona.
“‘Cuando los pájaros no cantaban’ nos remite a un pasado que solo es
entendible si se compara con un presente en el que los pájaros ya cantan,
pero hubo otra época, otro momento en el que no lo hacían. Entonces había un
instante de silencio, un ‘vacío del sonido’ luego de un bombazo, una
explosión o un grito”, explican en el informe.
(https://elpais.com/america-colombia/2022-06-27/la-comision-de-la-verdad-el-
largo-camino-hacia-la-reconciliacion-en-colombia.html) La frase “Cuando los
pájaros no cantaban” fue presentada por José, en Sucre, y es el relato del
dolor, de las ausencias, de las cicatrices de la guerra. Pero también de la
vida y la posibilidad de un futuro diferente.
La Comisión de la Verdad fue, sobre todo, un espacio diseñado para escuchar
a quienes vivieron directamente el conflicto armado y su método principal
fue justamente ese: escuchar. El informe final es la voz de miles de
colombianos.
El volumen testimonial se divide en tres textos: El libro de las
anticipaciones, El libro de las devastaciones y la vida y El libro del
porvenir. Aquí los puede leer.
(https://ep00.epimg.net/descargables/2022/06/29/45ac36f931acc3b3847e0945ed10
7077.pdf) Los relatos están publicados sin edición y lo que puede parecer
un error de escritura “es una decisión editorial en la apuesta por respetar
la oralidad, en su diversidad y riqueza lingüística, de las personas que
dieron su testimonio”, cuenta la Comisión de la Verdad.
Las voces de madres, de hijos, de viudas, de esposas, de soldados y
guerrilleros aparecen en estas páginas, que relatan el exilio, la crueldad
de las FARC, los secuestros, el horror de los crímenes de Estado, del
Ejército, de la violencia paramilitar, de los jóvenes reclutados, del
momento en que alguien decide armarse. También aparece el silencio. “Hay
cuestiones indecibles, que son imposibles de nombrar o que se quedan cortas
en su enunciación. Esto tiene que ver con la integridad de la persona y con
su dolor íntimo. Quizás el silencio sea su forma de testimoniar”.
Eso a uno no lo dejaba dormir
Allá comenzó así, todo era tranquilo, todo era tranquilo. Vivíamos en
armonía, vivíamos felices en nuestro pueblo. Hasta un día que llegaron los
guerrilleros, que nos dijeron: “Comenzó la gente a hablar; se mira harto
Ejército por ahí, hay Ejército”.
En la noche atacaban las puertas. Que uno tenía que salir a reunión, que era
la guerrilla. Eso sería por ahí el 88. De cada casa tiene que salir uno, por
las buenas o como sea. A uno le da muchísimo miedo salir. La guerrilla decía
que ellos iban a andar por ahí rondando, que todos ellos iban a estar.
Que los que robaban cosas, mejor dicho, que se compusieran o los componían.
Pero el miedo era también con el Ejército. Cada nada caía el Ejército al
pueblo y preguntaba que si habíamos mirado a la guerrilla por aquí, y a uno
le tocaba decir que no porque si decía que sí, eso era peligroso, lo
mataban. Y el Ejército se enojaba. “Ni que no supiéramos que han salido a
reuniones. Tal vez matando unos dos, tal vez así avisan”. Decían “uno cómo
va a creer que ustedes no iban a mirar guerrilla”.
Mejor no hablar nada ni con guerrilla ni con el Ejército. Esa zozobra, esa
zozobra. Mi esposo tenía un carrito. Por la noche llegaba la guerrilla y le
decía «tiene que hacernos un viaje». Y eso sí era obligado, ¡obligado! Eso
nos azaraba, nos azaraba. Un día mi esposo se enojó, dijo que no, que él ya
no se iba a dejar de coger de madre. Que si era de él, que lo mataran. Me
llené de susto. Me tocaba acompañarlo porque me daba cosa que se fuera solo.
De pronto le pasaba algo por allá. Como mis hijos entraron a la escuela,
comenzaron a jugar con los otros niños, que a los guerrilleros. Con el palo
de metralleta ¡ta, ta, ta, ta! Se hacían grupos: unos el Ejército y otros la
guerrilla, y se echaban así jugando. Era de juegos. De juego en juego eso
les termina gustando. Por eso pensamos que teníamos que salir del pueblo
porque cuando crecieran uno no sabía, ¿qué tal que les diera por no
estudiar, por meterse a los grupos armados? Uno no recuerda el nombre de los
comandantes porque una vez iba uno, otra vez iba otro, otra vez otro. Era
mejor no saber. “Entre menos se sepa, más vive uno”, decía mi esposo. Yo
optaba por eso, por lo menos. Mejor no saber. Así era allá. Nosotros
vivíamos donde pasa la gente pa arriba y pa abajo. Y cada que oía pasos eso
era una palpitación, eso era una angustia. Por ahí andaban, y a uno eso no
lo dejaba dormir.
Tomar la delantera
Ya hacía tres años que había construido mi rancho allá. Cultivábamos la
tierra, teníamos bastantes gallinas y ganado. Vivía con mi esposo y mi hija
de dos años.
El día menos esperado nos dimos cuenta de que había unos enfrentamientos, y
lo más duro es que era entre ellos mismos. Se suponía que estaban juntos,
FARC y ELN. En cada loma se hizo un grupo. Nosotros en el centro.
Eso pasaban los días. Los caminos estaban minados, nadie podía salir. La
comida escaseaba porque ya no podíamos salir ni a cortar un plátano o una
yuca.
A la niña se me le acabaron los pañales y uno como mujer no tenía toallas
higiénicas. El Estado se enteró y mandó al Ejército y eso complicó más las
cosas. El Ejército empezó a bombardear desde el aire. Eso era muy duro, muy
difícil.
Una cosa es contar y otra cosa es vivirla. Nosotros teníamos ganado por allá
arriba en la loma. Cuando nosotros nos dimos cuenta era que habían pasado,
que se habían ido. Se saltaron los alambrados y nunca más las volvimos a
ver. No supimos hasta dónde llegaron. Mi miedo era que le fueran a dar a la
casa, que nos fueran a dar a nosotros. Saqué la sábana de la cama y la
coloqué en un palo, como queriéndoles demostrar que nosotros no éramos
culpables de nada. Una noche pasaron ellos. Yo les dije que por favor me
regalaran un minutico para hablar con él. Le dije al comandante de no sé de
cuál guerrilla que por favor, que nosotros no teníamos nada que ver con la
guerra, que por favor desminaran el camino para poder salir. Nos dieron un
día para salir. Nos dijeron «desde mañana a las tres de la mañana, pueden
salir. Vamos a desminar un día y si no les alcanza, pues qué pena». Yo
escogí lo más necesario. Madrugué a hacer un poquito de desayuno para la
niña, para darle en el camino. Nos vinimos, y con la linterna podíamos
observar los huecos en donde había minas.
«¿Qué tal que no las haigan sacado todas?».
Y bueno, nos tocaba subir unas lomas. Y en la orilla del camino habían
banderitas, habían señalizaciones. Decía «campo minado, no pisar»: por ahí
no íbamos a pisar.
Ahí iba con mi niña, mi marido y mi hermano. Y algunos trabajadores, pero
ellos iban más atrás. La idea era que nadie quería salir de primeros, porque
decían que los primeros eran los que iban a morir. Porque no creo que haigan
sacado todas esas minas, ¿no?
Con la bendición de Dios, nosotros decidimos tomar la delantera. Había unos
caballos en el camino. Le dije a mi marido «echémoslos adelante para que
ellos activen».
En el camino se me pegó un perrito. Un perro de esos labradores. Se me pegó,
iba contento con nosotros. Iba ahí adelante, adelante. Me senté, me puse a
descansar y él se fue a dar una vuelta por allá. Y vino, se sentó ahí al
lado mío, y chillaba y chillaba. Me lambía, como que me invitaba a que lo
siguiera. Pero nunca le entendí. Yo siempre tenía en mente que no me podía
sentar en una mina. A uno le tocaba descansar parado, no se podía recostar.
Y ese perrito, cuando me miró que yo me levanté... o sea, yo me levanté,
cargué a mi niña. Ese perrito echó a la carrera y cuando sentimos fue que
explotó por allá. El perrito me estaba avisando que había una mina y yo no
le entendí. Eso me hacía doler el alma. Me dolía el alma, el corazón. Digo,
y ¿si yo le hubiera entendido al perrito? Y así le hubiera entendido, ¿qué
podía hacer?
Como que él me estaba avisando que fuera a ver lo que había allá. Él se
fatigaba, me chillaba, me raspaba con la mano. Por llegar más rápido, yo
siempre me iba por un camino de atajo que dicen; y ahí estaba la bomba.
Cuando nosotros llegamos ahí no había ni el perro, solo polvo.
Y ya, no nos siguió más el perrito.
Alonso
Soy objetor de conciencia. Mi historia narra cómo la militarización
instrumentaliza a los niños, niñas y adolescentes. Desde mi historia se
puede mostrar la doble moral de la sociedad colombiana, que valida los
valores militaristas. Desde mi experiencia, la existencia de los colegios
con orientación militar permite que niños, niñas y adolescentes de trece y
dieciocho años aprendan las pedagogías de la militarización y de la guerra
bajo la bandera de la disciplina, el orden y los valores militares que
perpetúan el estereotipo de que el niño se vuelve un hombre cuando pasa por
el Ejército.
Lamentablemente, esta situación es tolerada porque se realiza en el marco de
la institucionalidad. Sin embargo, si esta práctica es realizada por agentes
no institucionales, es perseguida. Quiero recordar una noticia que fue viral
en el mes de octubre del año pasado, con relación a un batallón de Manizales
que realizaba cánticos militares que incitaban a la violencia contra las
mujeres. Esta clase de cánticos en la institución educativa donde cursé mi
bachillerato, durante el tiempo que realicé mi instrucción militar, eran
totalmente tolerados por parte de los funcionarios de la institución
educativa durante los años 2008 y 2011.
Doña Constanza
Mi hijo se fue pa la montaña y no lo miré más. Hasta ahí llegó la vida de mi
hijo.
La mamá de los muertos
Es mucho lo que avanza un cuerpo mientras flota. Es que siempre son 24 horas
las que necesita para flotar, para empezar a flotar. A veces iba con mi
esposo en la canoa y él me decía: “Está flotando un cuerpo, se alcanza a ver
una pierna”. “Arrímese”, le decía yo. “Arrímeme o échele mano”. “¿Yoooo?, ¿y
por qué?, ¿yo con qué? Mire, no, no, no». Y entonces yo le decía: “Vaya
volteando y yo le echo mano”. Así no llevara guantes ni nada, venga pa acá.
Íbamos jalando para la orilla, lo acababa de arrimar. Le decía a mi esposo:
“Búsqueme si tiene cabuya, una fibra. Yo lo aseguro”. Y si él no tenía, se
bajaba e iba a la carrera adonde un vecino. Iba a buscar algo con qué
amarrar. Yo le hacía un nudo, se lo ponía en el tobillo al cuerpo. Lo
aseguraba con algo para que no se me lo llevara el río. Lo hacía con todos
los cuerpos que veía. Los veía, los perseguía y los aseguraba pa que no se
los llevara el río. Y pues me parece como bonito que me hayan llamado “la
Mamá de los Muertos”. Por lo menos significa que a pesar de los cuerpos
estar botados por ahí, en un río, a la hora de la verdad no están tan
desamparados. El río significa esperanza de vida. Lastimosamente, muchos lo
tienen al río como muerte, aunque sea la esperanza para los que viven en sus
orillas. Al comienzo, cuando empezaron a aparecer estos cadáveres, cuando la
masacre de Trujillo, mucha gente dejó de comprar pescado. La gente de
Beltrán y La Mirada, por ejemplo, pescaba y casi no les compraban ese
pescado porque supuestamente se alimentaban de los muertos. Los que hacen
eso no deberían tener el río como si fuera un medio de desaparición, de
tumba. El río es esperanza de vida, es la esperanza de todos los que están
viviendo en esas orillas. Nosotros necesitamos del agua. Para mí el río es
eso: esperanza de vida.
Verdades del monte
Yo vi que la guerra se llevó amigos al monte, que nunca regresaron, que no
sabemos dónde están. Los caminos de mi pueblo se llevaron ilusiones y sueños
de sacar adelante a la familia. Y los que se los llevaron vinieron al pueblo
a decirnos: “No sé, ellos se fueron conmigo, pero no estuvieron conmigo”.
Ese es uno de los lamentos que tenemos.
El monte tiene secretos de dolor. El bosque, el territorio, también conoce
una verdad. ¿Y cómo cuenta esa verdad? Su vegetación no es la misma cuando
nos cuenta el dolor. ¿Cómo le explico? Con el color, con la forma del
bosque, un cazador sabe que pasó algo anormal, que hay algo que no... que no
encaja. Ese es el mensaje que nos da el monte. El monte nos dice muchas
cosas, igual que el manglar nos está diciendo: «Mis orillas, mis quebradas».
El monte y el manglar no nos han contado qué pasó con nuestros amigos, pero
sí nos han mostrado que por ahí quedó la huella de unos sueños que nunca
llegaron a realizarse.
Nunca he hecho esto que acabo de hacer, de estar llorando. Pero me conecté
mucho con lo que puede ver el monte, con lo que puede ver el manglar. Con
ese dolor. Ojalá el monte pudiera hablar y decirnos dónde están mis amigos
de infancia, de colegio, que se fueron con la ilusión de sacar adelante a
sus familiares. Si el estero San Antonio, si el manglar hablara... Y yo
siento que nos han hablado, que cambiaron su forma y no solamente por la
coca, por la mina. La huella de la violencia le afecta tanto al territorio,
que se mutó. No sé si es la palabra, pero hoy las plantas no son las mismas.
Ni siquiera las medicinales. Aunque son las mismas que nosotros conocemos,
su color no es el mismo. Cuando las amasamos, no es lo mismo.
Sus árboles son distintos. La naturaleza manifiesta su tristeza en sus
formas y en sus colores. Hoy difícilmente uno dice ese es chachajo o ese es
caimito. Los mayores nuestros o nosotros mismos de aquí, en cambio, podíamos
saber en medio de toda la multitud de árboles quién era quién. Ahora se
confunden. Ahora casi todos los colores son homogéneos, verde como rucio. No
es ni verde, sino verde rucio. Es un mensaje. Y ustedes dirán: “Diego, pero
eso es el cambio climático”. Quienes hemos aportado al mundo, somos los
negros, los indígenas. Esto es un pulmón que hemos cuidado, nuestro legado.
Nosotros sabemos cómo es la cosa, cómo funciona ese legado. O sea, el
territorio está adolorido y lo está manifestando. Esto es como un
mutualismo. Nosotros le dábamos al territorio y él nos daba. Cuando llega la
violencia al territorio, se extraña nuestra presencia. No tenemos el mismo
olor ni la misma intención desde que ella llegó.
Dentro de los mecanismos de contar la verdad, es necesario un espacio para
sanar al territorio. Y sanar al territorio no es solamente reforestar. Sanar
el territorio es irme a lo profundo del monte y tocar un bombo. Que los
árboles, que las plantas, que los pájaros, escuchen otro sonido: su sonido.
La ropa como hielo
En Boyacá también fue muy difícil la vida por allá. Mucho frío, muy difícil;
era con una cobija y un saco. Eso fue coger la ropa, la maleta, el equipo y
hágale otra vez por esas lomas, por el puro páramo. Caminamos y llegamos de
noche a un potrero. Dormimos ahí, en pleno hielo. Iba a coger la ropa y era
hielo. Era difícil todo. El sueño lo vence a uno. En la tarde no se pudo
comer nada, pues así fueron varios días. Muchos nervios. Yo miraba las casas
y me provocaba tocar para que me dejaran cambiar. Quedarme en una casa. Me
eché fue una panela y una bolsa de pasta, y no me acuerdo qué más. Solo
llevaba tres cosas en los bolsillos y el fusil. No me acuerdo qué más. Como
unos frijoles, me parece.
La ropa se me quedó allá arriba por lo que estaba disparando el helicóptero.
Eso era un pedazo de panela con agua, cuando había agua del río. Cogía la
puñada de agua y comía panela como para no desmayarme. Llegué a la casa y me
escondí en una mata de plátano. Me daba miedo salir. Cerca de la finca cayó
una bomba, o sea, muchas bombas cayeron. Escuché que la vaca bramó. Las
otras salieron corriendo. Golpeé en la casa de la finca como pude. Una
señora medio se asomó y dijo “no, no, váyase de acá que yo no quiero
problemas”. Me escondí de nuevo. En eso ya venía la tropa. Bajé de la casa y
me senté en unas piedras que había ahí. Había harto jardín. Ahí me senté y
ellos me dijeron: “¡Quieta ahí!”. Arranqué a correr y me dispararon.
Secretos divinos
Timbiquí era un ambiente muy tranquilo, muy tranquilo, pa qué le digo.
Miren, yo en la edá que me levanté, mi juventú... a los diecisiete años salí
de mi casa, y le digo que en ese entonces habían dos bailaderos en Timbiquí:
Tiotón y Con Fu. Y le digo que nosotro los fines de semana nos metíamo a
esos bailadero. La gallada de jóvene y joven mujere salíamo a las dos, tres
de la mañana de ese bailadero, y nos caminábamo el pueblo y nos sentíamo
tranquilo.
Eso empezó y me lo recuerdo como el pan del desayuno, cuando empezó a
publicase la coca. Saquémole fecha: para mí, la violencia de la coca es de
hace por ahí uno dieciocho años. Por ahí, por ahí se empezó la violencia.
Antes de la coca llegaron los para, los paramilitares. Sí, ellos. O sea,
ello vinieron como abriendo pueblo pa dejá entrá a los que venían a cultivar
la coca, porque ello eran unos del semillero de la coca.
Todo esto para mal, porque entonces con la creencia o la superación de la
plata de la coca tratan de modificar lo tradicional. O sea, la gente coge
sus enfermos y si es posible lo llevan lejos a la ciudad, que allá es que se
alientan, que allá es que se va y vuelve.
Vea, yo sobreviví, yo resistí por el amor a mi patria, a mi Timbiquí, a mis
secretos divinos. No son secretos malinos. Los malinos son cosas humanas.
Cosas que no son espirituales, ¿ya? Los míos son divinos. Los secretos
malinos sirven pa... Aquí en Timbiquí algunos los utilizan pa defender el
cuerpo, pa peliar. También pa meterles espíritus malinos a la persona, ¿ya
entendió? Los secretos divinos son pa traer vida.
En Buenaventura jue el primer parto que atendí sola. Nació una niña. Ahí ya
la gente empezaron a llamarme, pue, a buscarme. Iban donde la señora
Plácida, la que me partió a mí. Ella me enseñó. “Ay, doña Plácida, un parto,
y cómo hace pa tenerlo”. “Vayan donde mi comadre que ella ya sabe la cosas
de cómo se atiende un parto, poque ella ya tiene noción”. Y ahí jue, empecé
a atender a la una, atendía a la otra. Los muchachos saben que yo los ayudé
a llegar a la vida y me dicen “madrina”, me respetan. Hoy en día pertenezco
a la Asociación de Parteras. Para yo sostener esto prácticamente tengo una
azotea, y lo que no me cabe en la azotea lo tengo en ollas. Tengo mis
plantas en la casa, yo casi no salgo a buscar plantas a otra parte. Todo lo
consigo en mi azotea. Antes yo le doy a mis compañeras para que hagan la
cría de la planta.
El miedo no puede ser tan verraco
Las explosiones fueron muy duras, casi nos vuelan hasta el techo a nosotros.
Mi hijo tenía más o menos cuatro años. Él oye una petaca y pa la casa,
hermano, no hay más. Mi mamá, por ejemplo, lo que te decía, ella oye
cualquier ruido y dice «¡Dios mío!, ¿otra vez?». Uno mismo sale a la calle y
siempre sale a ver qué está pasando, con mucho miedo. Eso no se borra fácil,
eso queda en el subconsciente. Uno ve una pelea y más bien se quita.
Para ese momento era peor, mi mamá no salía ni a la esquina. Le digo yo un
día a un amigo “mira, mi mamá se va a enloquecer si no vuelve a salir de esa
casa”; y él estaba en algo igual, le estaba pasando lo mismo. No salíamos,
no hablábamos de eso, todos como escondidos. Hacía mucha falta un ratico de
parque. Me dijo un día un vecino “no, hombre, es que el miedo no puede ser
tan verraco de metérsenos al parque. Nos pueden controlar lo que quieran,
pero déjennos el parque para las mamás, para los viejos”. Las FARC venían y
daban vueltas. Un día dijimos “ya no les tengamos más miedo, pues, ¿qué más
nos pueden hacer?”. Ya nos lo habían hecho todo. Armamos un grupo que se
encargaba de decirle a la gente: “Salgan al parque, hagamos una retreta,
tratemos de olvidar un poquito ese momento tan amargo”. A alguna de esas
retretas llegaron los de las FARC en unos furgones, nos rodearon, y que
teníamos que irnos. Como comunidad les dijimos “¡no nos vamos, se van
ustedes, nosotros de aquí del parque no nos movemos!”, y nos mantuvimos en
nuestra posición con música, quemando pólvora. Esa retreta tuvo como
resultado que no volvieron a molestarnos por estar con música, compartiendo.
Tú que me escuchas dirás “eso no es mucho”, pero mira, nadie se imagina lo
que significa poder salir a un parque, a compartir.
El estallido
Empezamos a escuchar gritos dentro del Portal. Nos empiezan a contactar
amigos y amigas del barrio. “Estamos escuchando gritos dentro del Portal,
están metiendo a la gente, a los chicos. Los están cogiendo y gaseando
adentro”. Una vecina nos convocó a hacer una olla comunitaria para denunciar
lo que había pasado. Se hizo la olla y el primer día llegaron cinco
personas; el segundo día, diez personas. En un momento esto se agrandó,
llegó mucha gente. Acá hay personas que tienen, máximo, una comida al día.
Tú les dices “vengan que estamos haciendo severa sopa”, y caen.
Teníamos que poner la olla. Nos dimos cuenta de que cuando estaba no había
tropel. Por eso nos montamos en la idea de hacer un espacio humanitario.
Nuestro propósito era sacar al Esmad del Portal, que lo estaba cogiendo como
un centro de operaciones. Era impresionante, una fuerza desmedida para el
barrio. Queríamos desescalar la violencia.
La olla se volvió un punto muy importante. Esa fuerza que produce una
calderita, un pedazo de lata y unos alimentos que congregan a la gente. Un
montón de cultura, un montón de carencias también. Acá algo que nos junta es
el alimento y las ganas de cambiar esta vaina. De ahí surge la
estigmatización hacia la olla comunitaria. Nadie quiere que los “don nadie”
nos organicemos para cambiar esto.
Para nosotras se estaba gestando algo que iba a cambiar la historia de la
localidad y del mundo. Lo que nos mantiene ahí mucho tiempo, días enteros,
es todo ese caminar en comunidad, en colectividad, que viene desde hace unos
años andando. No tan organizado, es más como un ejercicio de red. Encuentros
de parches que se han organizado en torno al pre-U, a ejercicios de huelga
que confluyen aquí. Son eminentemente mujeres, son las parceras de los
barrios.
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