México/ El Herodes moderno. [Román Munguía Huato]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Mayo 2 11:46:36 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

2 de mayo 2022

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México



El Herodes moderno



Román Munguía Huato *

Sin Permiso, 29-4-2022

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A Kyara, Giuliana María y Miquel Román, y a todos los niños con la esperanza

de que vivan alegremente en un mundo lúdico, mejor, bueno y justo, donde
puedan jugar en paz.



Cuenta la leyenda bíblica –Evangelio de Mateo (Mateo 2:1-23)– que en tiempos
de la región de Palestina dominada por los romanos aconteció una matanza de
niños ordenada por Herodes I El Grande, rey de los judíos vasallo de Roma.
Herodes mandó a ejecutar a los niños nacidos en Belén con el propósito de
matar a Jesús, “un recién nacido a quien los magos de oriente designaron
como el rey de los judíos”.



Dos milenios han pasado de tan lejano crimen, pero tenemos desde hace buen
tiempo nuevos genocidios y un Herodes moderno. “Si el dinero, según Augier,
‘nace con manchas naturales de sangre en la mejilla’, el capital viene al
mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la
cabeza”, escribe Marx en su magna obra El Capital. En las primeras fábricas
inglesas y en las minas de carbón de los siglos XVIII y XIX trabajaban niños
menores de siete años, obligados a laborar entre doce y quince horas todos
los días de la semana. No se alimentaban correctamente, estaban en un
ambiente lleno de peligro y suciedad, no podían ir a la escuela ni jugar
porque pasaban largas horas trabajando. La explotación del proletariado
moderno también empezó con la explotación infantil y miles y miles de
muertes. Eso fue parte de la historia infame de la Revolución Industrial.



Cual Herodes moderno el capital aniquila a millones de niños con la pobreza,
la miseria y sus hambrunas, explotación y sus guerras. En la jornada de
trabajo diaria el capital aparece como vampiro. “El capital es trabajo
muerto que, como un vampiro, vive sólo de chupar trabajo vivo, y cuanto más
vive, más trabajo chupa”, dice Marx, que ese vampiro no se saciará hasta que
“quede por explotar un solo músculo, tendón o gota de sangre”. Es una
metáfora muy clara. El capitalismo se encarga de explotar al proletariado.
Su trabajo es chupar la sangre productiva de los obreros mientras ellos, los
burgueses, tratan de obtener la ganancia máxima. El capital es una máquina
trituradora de vidas humanas, incluidas la vida desde temprana edad. Todo
ello es parte de la barbarie social y signo de los tiempos apocalípticos
actuales. La verdadera evidencia del bienestar y progreso social debe
reflejarse en el trato digno y la buena condición de sus condiciones
materiales y espirituales de los infantes.



***



Uno de los mejores libros jamás escrito sobre la condición miserable de la
niñez explotada y oprimida por el capital es el de Otto Rühle, muy vigente:
El alma del niño proletario, escrito en 1933 y publicado en México en 1987
por Ediciones Hispánicas. El Prefacio fue escrito por Alejandro Gálvez
Cancino, quien dice que Rühle por “su compromiso con las clases proletarias,
y en particular con la niñez, lo destacan como el pionero en el estudio
científico de los hijos de los trabajadores urbanos.” Otto Rühle escribe en
su libro que “El niño proletario llega a adquirir el mismo sentimiento
clasista y, por tanto, la misma mentalidad, la misma psique de clase, por
motivos análogos y camino semejante que el proletariado adulto. Hay un
instante en que, por obra de una vivencia adecuada, el niño adquiere
conciencia del hondo abismo que se abre ante él y el niño de clase
burguesa”. El niño proletario nace en una familia cuyo nivel de vida se
mantiene constantemente próximo al mínimo necesario para la subsistencia,
casi siempre más bajo. Esta familia no puede sortear los golpes del destino
y las adversidades económicas, “que alcanzan rudamente de rechazo a sus
hijos, sin perder nada de su fuerza”.



Cualquiera que haya leído el magistral cuento infantil Paco Yunque (1931),
del gran poeta Cesar Vallejo, conocerá del profundo abismo existencial entre
la niñez proletaria y la niñez burguesa. Vallejo quiso hacer una denuncia
social del abuso de los ricos sobre los pobres; es como si hubiese descrito
el profundo y conmovedor pesar de su excelso poema Los heraldos negros
(1918). Y si hablamos de cinematografía, podemos recordar inmediatamente la
genial película Los olvidados (1950), de Luis Buñuel, en la cual cuenta una
historia trágica y realista y surrealista sobre la vida miserable y violenta
de unos niños pobres en un barrio marginal de la Ciudad de México. Sí se
hubiera propuesto Jorge Luis Borges escribir un capítulo más de su gran
Historia Universal de la Infamia (1935), sería uno grueso sobre la condición
infantil impuesta por la mezquindad humana.



Nos dice Eduardo Galeano que: “Día tras día, se niega a los niños el derecho
de ser niños. Los hechos que se burlan de ese derecho, imparten sus
enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si
fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El
mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan
en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los
tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten,
como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los
niños que consiguen ser niños.”



***



Un porcentaje significativo de la población infantil mundial padece todos
los horrores de la sociedad actual. Se estima una población mundial de siete
mil 943 millones de personas (México ocupa el décimo lugar con casi 132
millones), de ese total dos mil millones 200 mil son niños y niñas; es
decir, personas de 0 a 14 años de edad, cuya mayoría vive en países
subdesarrollados, con toda su penuria inherente. La degradación social va en
aumento. El sistema económico y político no distingue edades ni género para
llevar a cabo sus propósitos de acumulación capitalista salvaje y este
sistema, además, pone de inmediato al abismo de la extinción a la humanidad
entera con el calentamiento planetario. Ese sería el futuro para las
próximas generaciones sin futuro…



En México, cada 30 de abril se conmemora el Día del Niño. En un mundo tan
hostil hacia muchos de ellos, debe celebrarse con festejos y juegos. Pero
eso no nos debe impedir ver la cruda realidad de miles de niños pobres
campesinos e indígenas del México Profundo, donde una alternativa de
sobrevivencia es incorporarse a la fuerza o por voluntad propia a las filas
del Narcopoder, manejando armas de gran calibre, como existen muchos niños
en los ejércitos en el mundo como carne de cañón. En las calles de las
grandes ciudades, a muchos niños los vemos vendiendo golosinas o haciendo
malabares para sortear la vida infame que les ofrece la sociedad
“civilizada”. Es la condición inhumana del infante pobre urbano o rural
donde se refleja fielmente la ruindad de la sociedad burguesa.



En México, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef),
la medición de la pobreza estudia cuántas personas viven con ingresos
menores a los que necesitan para garantizar su bienestar y considera además
cuáles de sus derechos sociales no están siendo cumplidos, como el acceso a
servicios de salud, a una nutrición adecuada o a una educación de calidad.
El 51 por ciento de los niños, niños y adolescentes viven en situación de
pobreza, de ellos, 4 millones viven en pobreza extrema. Uno de cada dos
niños, niñas y adolescentes en México vive en pobreza; de estos, el 20 por
ciento están en pobreza extrema. Los niños, niñas y adolescentes corren
mayor riesgo de vivir en pobreza si pertenecen a hogares indígenas, habitan
en localidades rurales, algún miembro de su familia tiene alguna
discapacidad o el jefe o jefa de familia tiene un nivel bajo de escolaridad.
Una de las principales carencias que afectan a la población de 0 a 17 años
es el acceso a seguridad social. Ello se debe en parte a la alta tasa de
empleo informal en el país y a que muchas familias no tienen acceso a
programas de protección social. En México, a los niños en primera infancia
sólo se les destina 0.8 por ciento del PIB.



En México, en el 2020 cada día asesinaron a 3 niños y otros 7
desaparecieron. Ese mismo año, el incremento de la violencia ha golpeado a
los niños, niñas y adolescentes: desde 2018 fueron asesinados 3 mil 108
menores, de los que 1 mil 161 fueron víctimas directas del crimen
organizado, explicó el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas.
A su vez, Susana Sosenski: “En México estamos en una etapa terrorífica de
desapariciones de niños”. La historiadora, dedicada al estudio de las
infancias, denuncia la falta de libertad que tienen los menores por las
graves violencias que enfrentan en el país. Cada día, 14 niñas, niños y
adolescentes desaparecieron en México durante 2021. Desde que empezó el
sexenio de Andrés Manuel López Obrador, 19,445 niñas, niños y adolescentes
han sido reportados como desaparecidos, de los cuales 5,102 siguen sin ser
localizados, de acuerdo con datos preliminares de la Red por los Derechos de
la Infancia en México (REDIM). Dicha organización alertó que desde que se
tienen registro, 82 mil 328 personas de entre 0 y 17 años de edad, han sido
reportadas como desaparecidas; actualmente 1 de cada 5 continúan sin ser
localizadas.



En Jalisco hubo 208 niños desaparecidos en el año 2021. El analista Mario
Patrón dice que “es muy cierto que la actual administración heredó un
problema estructural difícil de enfrentar; sin embargo, la cifra acumulada
de desaparecidos y no localizados en México asciende a 99 mil 110; de los
cuales 30 mil 721 desaparecidos corresponden al actual sexenio; esta cifra
es ya 95.8 por ciento superior al mismo periodo del sexenio de Peña.”



En resumen, muchos niños, especialmente los pobres, por su condición de
fragilidad o vulnerabilidad social, sufren los graves problemas de una
población adulta enferma. Problemas de violaciones, de clérigos pederastas,
crímenes, secuestros, robos, agresiones familiares, etcétera. Por supuesto,
los problemas derivados de la condición social de millones de menores
indefensos sin protección de salud pública, de carencia educativa,
alimentación deficiente, falta de seguridad pública –responsabilidad de
todos los niveles de gobierno–, prostitución, alto déficit de espacios
recreativos infantiles, hacen un martirologio a causa de una sociedad
capitalista enferma, decadente y corrompida.



Requerimos de una profunda transformación social que aniquile estas taras
propiciadas por la vorágine de barbarie social y empiece a cambiarla para
verdadera vida digna. Necesitamos reivindicar y luchar por derechos humanos
para toda la niñez. El futuro de la infancia libre de contradicciones y
conflictos sociales es el futuro digno de la humanidad entera. Necesitamos
luchar por “Nuestra común empresa: Cohumanidad”, decía con convicción
revolucionaria Otto Rühle.



* Román Munguía Huato  Es académico de la Universidad de Guadalajara
(México) y militante de la Liga de Unidad Socialista.

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