Brasil/ Una victoria política gigante. [Valerio Arcary]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 1 17:24:07 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

1° de noviembre 2022

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Brasil



Una gran victoria política



Valerio Arcary *

Brasil de Fato, 1-11-2022

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Traducción de Correspondencia de Prensa



1. Merecemos estar felices, aunque estemos preocupados. La elección de Lula
fue una gigantesca victoria política, aunque, electoralmente, fuera
estrecha, por dos razones fundamentales: (a) fue una disputa muy difícil si
tenemos en cuenta la desfavorable relación social de fuerzas establecida en
el país desde 2015/16 que garantizó, a partir de las movilizaciones
reaccionarias de algunos millones en las calles infladas por Lava Jato, el
golpe institucional contra Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula, la
victoria de Bolsonaro en las elecciones de 2018, y un proceso de acumulación
de derrotas que pasó por la reforma laboral, la Ley de Techo de Gastos y la
reforma de la Previsión Social, sin que el desgaste del gobierno en la
pandemia, que abrió una inflexión, sea suficiente para asegurar la
masificación de la campaña de impeachment (contra Bolsonaro: ndt)  en 2021;
(b) fue una disputa muy difícil, también, si consideramos la relación
política de fuerzas, ya que, en los últimos meses, hubo una reducción del
desempleo y de la presión inflacionaria, y el bolsonarismo abusó del poder
liberando dos docenas de billones de reales, estimuló el acoso patronal,
manipuló las redes sociales con campañas absurdas sobre la legalización del
aborto y las drogas, la implementación de baños unisex en las escuelas
públicas, envenenó a los evangélicos con una cruzada imaginaria sobre la
persecución de las iglesias pentecostales. La victoria de Lula, en este
contexto, fue inmensa y explica la movilización, a escala nacional, de
millones de personas que salieron a la calle para celebrarla y confirmarla.



2. Pero esta conclusión no quita que el bolsonarismo, aunque derrotado, siga
vivo. Fue un grave error subestimar el bolsonarismo antes de las elecciones.
Será obtuso e imperdonable subestimarlo ahora, y en lo que se avecina.
Obtuvo 58 millones de votos. El país está fracturado social y regionalmente.
Aumentó el número de votos en siete millones tras la primera vuelta. Ganó en
todas las regiones excepto en el noreste. Bolsonaro logró mantener el apoyo
de la "masa" de la burguesía y la mayoría de la clase media, dividió a la
clase trabajadora y arrastró a los sectores populares. Garantizó la elección
de un poste para el gobierno de São Paulo y, en los otros cuatro estados
clave, ganó con Castro en Río de Janeiro, aseguró el aliado Zema en Minas
Gerais, cerrando el triángulo estratégico, y sólo perdió con el PSDB en Río
Grande del Sur y el PT en Bahía. Consiguió fuertes aliados en Paraná y Santa
Catarina, en el Sur, en Goiás y Amazonas. Ganó, aunque por un estrecho
margen en las encuestas, en los estratos sociales entre dos y cinco salarios
mínimos, que representan el 30% de la población económicamente activa.
Aseguró que el PL tuviera más votos que el PT sumado al PSOL y al PCdoB.
Líderes nacionales del bolsonarismo fueron elegidos senadores, como Damares
Alves y Marcos Pontes.



3.  Los dos primeros días son la antesala de lo que está por venir. La
movilización de los camioneros con cientos de cortes de carretera, a escala
nacional, es un levantamiento organizado centralmente, con la expectativa de
inflar las concentraciones en las ciudades frente a los cuarteles, pidiendo
la intervención militar. Esto es un golpe de estado disfrazado de
"desobediencia civil". La complicidad de la Policía Federal de Carreteras es
un escándalo, y la decisión de Alexandre de Moraes (ministro del Supremo
Tribunal Federal: ndt), estableciendo una multa, anunciando la posibilidad
de arresto en caso de desacato merece el apoyo de la izquierda. El largo
silencio de Bolsonaro es un aviso de que nada será normal. Nos enfrentamos,
al mismo tiempo, a una crisis interna de la extrema derecha, dividida sobre
qué hacer, y a una provocación a la legitimidad de las elecciones. El no
reconocimiento inmediato es una señal de que el bolsonarismo se prepara para
un reposicionamiento. Bolsonaro está dudando porque sabe que está amenazado
por investigaciones que podrían resultar en una condena por parte de los
tribunales e incluso en prisión. Los disturbios de estos dos días revelan
que la oposición de la extrema derecha será feroz e implacable



4.  La clave de la evolución de la situación política será la lucha por la
consolidación de una nueva mayoría social. En términos marxistas, por la
inversión de la relación social de fuerzas que heredamos del último sexenio.
La voluntad de volver a tomar un papel políticamente activo ha crecido en
los sectores más avanzados de la clase trabajadora y del pueblo, como se vio
en las marchas callejeras de la segunda vuelta y en el domingo de
conmemoración. Este cambio en el estado de ánimo subjetivo de las masas
populares es lo más valioso, y hay que estimular la voluntad de lucha. Hoy
este anhelo pasa por la defensa de la victoria electoral frente a los
golpistas. Es previsible que el impacto de la victoria se exprese en la
desmoralización de las porciones menos extremas de las clases medias, en
divisiones burguesas más tensas debido a la necesidad de preservar los
intereses frente al nuevo gobierno, e incluso en divisiones en la extrema
derecha. El reto para la izquierda será la lucha por la hegemonía entre los
ingresos medios para construir la unidad de la clase trabajadora. No debería
buscar el apoyo de la fracción burguesa que salió en defensa de Lula tras el
naufragio de la Tercera Vía.



5. El reto político estratégico será la ruptura con el neoliberalismo y la
búsqueda de la gobernabilidad en la movilización obrera y popular. Este debe
ser el papel de la izquierda socialista y, para cumplirlo, debe preservar su
independencia, aunque al principio sea incomprendida. Nadie puede predecir
lo que será realmente el gobierno de Lula. Lo más probable será la búsqueda
de un consenso con las fracciones burguesas que chantajean,
ininterrumpidamente, aceptando una ampliación de los programas de lucha
contra la extrema pobreza, pero exigiendo responsabilidad social. Es decir,
control del gasto, aceptando un nuevo ancla fiscal, pero con contención de
la expansión de la deuda pública.



* Valerio Arcary, miembro de la coordinación nacional de Resistencia,
corriente del PSOL y columnista de Esquerda Online:
https://esquerdaonline.com.br/

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