Manipulaciones/ ¿Un mundo feliz? [Liliana David]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Oct 16 23:33:47 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

16 de octubre 2022

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Manipulaciones



Pre-textos para pensar



¿Un mundo feliz?



El mundo maravilloso se nos revela en la asunción simpática de esa
encantadora escuela que forma hoy a los influencers, líderes de opinión de
un ejército de idiotas necesarios para la producción de una conciencia
estandarizada



Liliana David *

CTXT, 16-10-2022

https://ctxt.es/es/



Cualquiera que intente desentrañar el secreto que se oculta detrás del
anhelo de felicidad y libertad que nos han vendido, tendría que comenzar por
cuestionarse cómo es que uno termina aceptando lo que tiene que hacer
cuando, creyéndose libre, en realidad lo que hace es amar su servidumbre. El
asunto radica, pues, en el sutil condicionamiento y en una invisible
coacción, dos aspectos imperceptibles, pero bajo los cuales se ha
enmascarado la gran manipulación, esa indecente y cínica protagonista que
escribe nuestra historia, en la que participamos como simples artefactos,
como piezas –si hace falta, intercambiables– que logran que la máquina de
aniquilación del llamado “mundo feliz” avance a pasos agigantados, sin
detenerse. A ese Brave New World que vaticinó en los años treinta Aldous
Huxley es al que, con resignación o conformismo, nos entregamos tras haber
extirpado toda posibilidad para pensar, abandonando la responsabilidad
necesaria y, con ella, el poder elegir otros escenarios factibles y mejores.
En ese sentido, no cabe duda de que el mundo maravilloso se nos revela
también en la asunción simpática de la carita feliz, en la reproducción
incesante de estereotipadas sonrisas que son producidas en serie por la
gracia de la charm school, esa encantadora escuela que está formando hoy a
los influencers, líderes de opinión de un ejército de idiotas que son
necesarios para la producción de una conciencia estandarizada.



La industria de la comunicación ha sido y es una de las armas más poderosas,
tanto para la difusión y expansión como para la invención de información que
influya en la manera de pensar de las personas. Y esta forma de proceder la
encontramos, aquí y ahora, bajo el rostro de noticias falsas, publicidad y
neuromarketing. Huxley no se equivocaba cuando advirtió que los progresos
científicos se habrían de acentuar, sobre todo por los resultados arrojados
con las investigaciones aplicadas a los seres humanos en biología y
psicología. Sin embargo, el asunto no es tanto el llamado progreso de la
ciencia y la técnica como el grado de aplicación premeditada y la
consecuente afectación que aquel ha alcanzado para conseguir en los
individuos una especie de autoalienación. Ya lo decía en Brave New World uno
de sus personajes, Bernard Marx, especialista en hipnopedia: “Cien
repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años. Sesenta y dos mil
cuatrocientas repeticiones crean una verdad”. Este modo de sujeción, es
decir, el que crea las condiciones para soñar despiertos –o, más bien,
dormidos, en el sentido irónico de la palabra–, se ha logrado con la tóxica
y dañina influencia de los medios masivos de reproducción, los cuales, a
través de las pantallas, han ayudado a que los súbditos de ese sistema se
reconcilien cada vez que sea necesario y se adapten alegremente con el
estado de servidumbre que han asumido como su pobre destino. Dicho de otro
modo, las nuevas dinámicas impuestas por un transparente totalitarismo han
logrado que los seres se adapten al funcionamiento que demanda un sistema,
un todo que vive en la opacidad. Entiéndase la paradoja: un poder que a
fuerza de su transparente estrategia termina por difuminarse en el cuerpo
social y, retroalimentándose, consigue instalarse perversamente en la mente
de muchos, pero sin que pueda reconocérsele ya como tal. De modo que los
individuos funcionan como unos autómatas, engranajes de una gran máquina en
la que se pasa de las labores rutinarias al ocio, a las infinitas
distracciones presas del consumismo, a un esclavismo que impide que la gente
dedique la atención necesaria a la situación social y política.



El problema, lejos de ser una cuestión privativa de la literatura y sus
mundos de ficción, resulta intensamente político y concierne de lleno al
tipo de libertad que nos jugamos en el mundo actual. Porque en medio de esa
transparente opacidad de confusión y caos, se va deslizando sobre nuestras
mentes una nueva forma de dominio que no es sino la manera en que se instala
algo como verdad: una estrategia que sencillamente persigue y pretende la
aceptación del estado de cosas que existe. Detrás de la aparente solidez de
ese “Nuevo Estado” de las cosas, una vez que los seres, ya reificados,
forman también parte de ellas, se agazapa una debilidad inconfesable, un
reblandecimiento tan radical que hace que todo, sin distinción, se integre a
la materia amorfa de una misma masa común, descomunal y monstruosa: la
administración total de nuestras propias vidas. Pero detrás de lo que aún
puede parecernos una manipulación de esa vida nuestra, se oculta algo peor y
descarnado: la gestión de la vida misma, convertida en mera mercancía. 



Es por ello que la sociedad que perfiló la imaginación de Aldous Huxley ya
anticipó lo que, varios decenios más tarde, el filósofo francés Michel
Foucault llamará la biopolítica y el biopoder. Pero tal poder requiere dos
condiciones para su realización: la primera, una capacidad para ejercerse
sobre grandes conjuntos vitales, tales como poblaciones o ecosistemas; y la
segunda, una tecnología acorde con el alarde prepotente de semejante
ejecución. El mundo del Brave New World permite que veamos con mayor
claridad la manipulación de mentes y cuerpos humanos, de aquellos que aman
servir a una fuerza que avanza ideológicamente bajo un lema muy preciso:
“Comunidad, Identidad y Estabilidad”. Comunidad, por todos esos átomos
incondicionalmente subordinados al funcionamiento de la totalidad.
Identidad, a causa de la unión de todos ellos con el fin de anular cualquier
diferencia individual. Y Estabilidad, ante la imposibilidad de que aparezca
un nuevo movimiento social que irrumpa y cuestione el “paraíso terrenal” en
el que funcionamos como si maravillosamente viviéramos. ¿Llegaremos, pues,
algún día a la inhumana realización de semejante distopía? Será necesaria
una gran discusión que, desde la reflexión, haga palpable la urgencia que
tenemos de alcanzar una práctica social que consiga reventar la infame
continuidad de este tiempo y reinventar nuestras vidas con pensamientos, no
con simplezas ideológicas de un mundo positivo ni con el negativo reverso de
una aniquilación nuclear que vuelve, otra vez, a amenazarnos.



* Liliana David, periodista Cultural y Doctora en Filosofía por la
Universidad Michoacana (UMSNH), en México. Su interés actual se centra en el
estudio de las relaciones entre la literatura y la filosofía, así como la
divulgación del pensamiento a través del periodismo.

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