Haití/ Donde el fuego arde. [Henry Boisrolin - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 16 12:41:59 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

16 de septiembre 2022

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Haití



Con Henry Boisrolin



Donde el fuego arde



La descomposición sociopolítica del país es tan fuerte que no puede ser sino
producto de un plan, entre otras cosas para promover la vuelta de la
Minustah, dijo a Brecha Henry Boisrolin, coordinador del Comité Haití
Democrático, poco antes de que estallara una revuelta generalizada.



Daniel Gatti

Brecha, 16-9-2022

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La descomposición sociopolítica del país es tan fuerte que no puede ser sino
producto de un plan, entre otras cosas para promover la vuelta de la
Minustah, dijo a Brecha Henry Boisrolin, coordinador del Comité Haití
Democrático, poco antes de que estallara una revuelta generalizada.



El 8 de agosto pasado, Luis Almagro, el secretario general de la
Organización de Estados Americanos (OEA), difundía un documento que, leído a
vuelo de pájaro, parecía sorprendente: «Los últimos 20 años de presencia de
la comunidad internacional en Haití –decía el texto– significan uno de los
fracasos más fuertes y manifiestos que se hayan implementado y ejecutado en
ningún marco de cooperación internacional». Allí daba cuenta de un estado de
cosas que bien podría ser parte del diagnóstico que desde hace años y años
hacen las organizaciones sociales y la izquierda haitiana: pobreza brutal,
corrupción generalizada, violencia social extrema, extensión del control
territorial por los narcotraficantes, represión descontrolada,
institucionalidad inexistente. Pero había gato encerrado.



«No tiene límites el cinismo del señor Almagro», dice a Brecha Henry
Boisrolin, coordinador del Comité Haití Democrático, que la semana pasada
regresó a Montevideo desde Córdoba, donde está instalado desde los ochenta,
para volver a tomar contacto con organizaciones uruguayas. Lo invitó la
Fundación Mario Benedetti y en los tres días aquí se reunió con
representantes del PIT-CNT, sectores del Frente Amplio, la Unidad Popular y
Fucvam; participó en un homenaje a Eduardo Galeano, y visitó barrios
populares. «Queremos avanzar hacia la creación de una masa crítica en
América Latina que se oponga al regreso de la Misión de las Naciones Unidas
para la Estabilización de Haití [Minustah] o a una intervención militar
externa “humanitaria”, y promueva una salida anticolonialista. Aspiramos, en
definitiva, a que haya muchos Guillermo Chifflet, capaces de decir no a una
ocupación neocolonial y sí a un Haití verdaderamente independiente. Se sigue
sabiendo muy poco sobre mi país en el Cono Sur y tenemos que insistir en
rebatir preconceptos. Almagro es, además de cínico, un vehículo de esos
prejuicios», afirma.



—A ver…



Es cierto que en Haití la descomposición política y social está llegando a
niveles extremos. Pero esa degradación surge del riñón mismo del poder
político y económico, y es producto de las políticas concretas que se han
realizado desde que Estados Unidos, con complicidad de la propia OEA,
derrocó en 1990 al único gobierno surgido de elecciones libres en la
historia reciente de Haití, el de Jean-Bertrand Aristide. Desgraciadamente
para esta gente, las clases dominantes haitianas no tienen posibilidad de
ganar limpiamente. Aristide les hizo frente y lo destituyeron con un golpe
militar que se saldó con miles de muertos. La OEA, antes y durante la
gestión de Almagro, ha sido parte del problema y no de la solución en Haití.
Como lo ha sido el conjunto de la llamada comunidad internacional, que nos
envió un ejército de ocupación, la Minustah; promovió y protegió gobiernos
surgidos de elecciones fraudulentas, incluido el de Jovenel Moïse, el
presidente asesinado en 2021 en condiciones aún no aclaradas; fue cómplice
de los grupos económicos que siguen saqueando al país; nos trajo la epidemia
de cólera y sus 30 mil muertos; los cascos azules violaron mujeres y todavía
los cubre la impunidad…



Almagro hace una doble maniobra: por un lado, denuncia un estado de cosas
del que se lava las manos y, por otro, dice que no se hubiera llegado a él
si, por ejemplo, la Minustah hubiera permanecido más tiempo [estuvo
presente, con miles de soldados, entre 2004 y 2017]. Dice también en su
documento que Haití es un «Estado fallido» y sostiene que la sociedad
haitiana es incapaz de manejarse sola, que necesita una tutela exterior.



—Lo vienen diciendo desde siempre…



Sí, con distintas modalidades y énfasis: sugieren algo así como que los
haitianos tendríamos en nuestro ADN un gen que nos llevaría a matarnos entre
nosotros, a no poder salir de la pobreza o el atraso. No sería consecuencia
de políticas concretas, de estructuras sociales, de un modelo de desarrollo,
sino de una debilidad de la sociedad que vendría de no se sabe dónde.



Tengamos en cuenta que nada se hace en Haití en el plano político e
institucional sin el aval del llamado Core Group, que reúne a las embajadas
de Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Brasil y Alemania, y a
representantes de la Unión Europea, la OEA y la ONU. Quien tiene la voz
cantante en ese grupo es naturalmente la embajada estadounidense. Y es
estadounidense también la jefa de la Oficina Integrada de la ONU en Haití,
Helen Meagher La Lime. Cuando Moïse fue asesinado, asumió en un principio el
primer ministro Claude Joseph. Pero, tras diez días, Joseph fue reemplazado
por Ariel Henry. Quien anunció que el presidente debía ser Henry y no Joseph
fue La Lime, a través de un tuit.



Desde el golpe contra Aristide, la «comunidad internacional» fue la que
manejó los tiempos políticos. A través de la Minustah, del Core Group, de la
Oficina Integrada de Naciones Unidas. Y es la que ha promovido la
inestabilidad política, a la que ha usado al mismo tiempo como argumento
para justificar la permanencia de los cascos azules y ahora, en el caso de
Almagro, para defender su retorno. La descomposición social agudizada les
sirve.



—Decís que las propias bandas armadas son funcionales al poder.



Por supuesto. De ahí vienen. Cuentan con protección de la Policía y no se
las combate. Desde hace un mes han tomado el propio Palacio de Justicia. Y
secuestran y matan gente con total impunidad, afectando a toda la sociedad
haitiana. Las bandas son una creación del propio Estado neocolonial para
amedrentar a la población y romper la espina dorsal del movimiento popular.
Una cosa que no se sabe fuera del país es que hay un alto nivel de
resistencia: cada vez hay manifestaciones populares más grandes que
desafían, por un lado, a la Policía y, por otro, a estas bandas que
socializan el terror e impiden a la gente salir de sus casas.



Esa sociedad haitiana que Almagro tanto desprecia y a la que menciona de
manera tan peyorativa protagonizó revueltas gigantescas en 2019 que pusieron
contra las cuerdas al gobierno de Moïse, presionado por el FMI (Fondo
Monetario Internacional) para que aumentara el precio de los combustibles.
Cuando lo mataron, el hombre estaba tan desprestigiado que a los dueños del
poder les servía más muerto que vivo. Lo asesinaron tan fácilmente… Moïse
pertenecía a un partido de derecha que se ha sucedido en el poder desde 2011
con apoyo de Estados Unidos. Le dieron la misión de reformar la Constitución
y de organizar nuevas elecciones, supuestamente más justas. No lo hizo y, de
hecho, gobernó por decreto hasta que lo asesinaron. Luego se dijo que iba a
haber elecciones en 2021. No las ha habido, y el Parlamento sigue sin
funcionar.



—Hace un año, casi 1.000 organizaciones de oposición firmaron un acuerdo
conjunto.



Sí, fue en agosto de 2021, y se lo llamó acuerdo de Montana. La idea es
marchar hacia una salida haitiana, autónoma, del sistema neocolonial, una
salida que en su documento Almagro describe como imposible.



La fuerza de Montana es también su debilidad: su amplitud. En setiembre del
año pasado, algunos partidos de oposición firmaron otro acuerdo con Henry,
para una apertura moderada. En la izquierda buscamos una transición de
ruptura, que fue el espíritu inicial de Montana.



Llevará tiempo deshacernos de todo el peso del neocolonialismo, pero tenemos
que empezar por algo. Y se preparan acciones de envergadura para octubre,
para noviembre. Una rebelión está en ciernes.

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