Brasil/ La trampa del agronegocio que amenaza al nuevo gobierno. [Jean Marc von der Weid]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Abr 3 23:23:29 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

3 de abril 2023

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Brasil



Enfrentarse al agronegocio



Jean Marc von der Weid *

Revista IHU, 1-4-2023

https://www.ihu.unisinos.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



Ya he mencionado en artículos anteriores de esta serie algunas de las
contradicciones entre el agronegocio y el nuevo gobierno del presidente
Lula. Aquí explicaré las causas de este enfrentamiento, que viene de lejos,
pero que tiene todo para intensificarse durante esta administración.



La agenda del agronegocio ha pasado y pasa por los siguientes puntos:



En primer lugar, este sector exige el mantenimiento e incluso la ampliación
de generosos beneficios fiscales, como la amnistía de deudas con FUNRURAL
(Fondo de Asistencia al Trabajador Rural), el mantenimiento de las bajísimas
tasas del ITR (Impuesto Territorial Rural), de hecho evadido de forma
generalizada por empresas y propietarios rurales, la exención de impuestos
en la importación de insumos agrícolas y los intereses subsidiados en los
créditos. La reforma tributaria tendrá que discutir todos estos privilegios
y esto no ocurrirá sin conflictos.



En segundo lugar, el agronegocio exige la represión de los movimientos sin
tierra en los casos de ocupación de tierras baldías, de las empresas que
violan las leyes ambientales y de las que utilizan mano de obra esclava. Con
Bolsonaro, el agronegocio se ha armado para enfrentar estas ocupaciones a
balazos, y no ha dejado de utilizar a sus pistoleros, no sólo para expulsar
invasores, sino también para asesinar o intentar asesinar a líderes
campesinos, indígenas y defensores de los derechos de los trabajadores
rurales. Desarmar al agronegocio y hacer cumplir la ley en los casos de
deforestación irregular y uso de mano de obra esclava no sucederá sin
conflictos con el agronegocio.



En tercer lugar, el agronegocio quiere facilitar aún más la liberación de
nuevos agrotóxicos y transgénicos, retirando a ANVISA (Agencia Nacional de
Vigilancia Sanitaria) de la evaluación de los riesgos de estos productos y
entregándosela al MAPA (Ministerio de Agricultura y Pecuaria). Esto a pesar
de que las normas de evaluación de ANVISA ya han sido más que flexibilizadas
en el pasado. Por supuesto, la defensa del medio ambiente y de la salud
pública no sentará nada bien a la agroindustria, es claro.



En cuarto lugar, y este es un punto crucial en este análisis, el agronegocio
quiere acabar con las reservas naturales, las comunidades indígenas y
quilombolas (1), defendiendo su expansión territorial. De más está decir que
esta agenda choca directamente con los derechos de los indígenas y
quilombolas y con la agenda ambiental del gobierno, apoyada por los
gobiernos de los países importadores de nuestros productos.



¿Qué importancia tiene el hambre de tierras del agronegocio para su éxito
económico? Después de todo, toda la propaganda de la CNA (Confederación de
la Agricultura y Pecuaria, la mayor representante de los propietarios
rurales brasileños: ndt), y de otras organizaciones del agronegocio, señala
el gran avance de la productividad de sus sistemas productivos en la
expansión de la agricultura y la ganadería brasileñas, frente a una
expansión mucho menor del área de cultivos y pasturas. Si analizamos los
datos comparativos de los cultivos y la ganadería brasileños con los de sus
competidores internacionales, en particular con los Estados Unidos, vemos
que los competidores tienen una mayor productividad en el uso de la tierra,
con menores costos en el uso de la tecnología y también tienen menores
costos en el manejo y transporte de los productos. ¿Cuál es nuestra ventaja
comparativa para estar entre los mayores exportadores del mundo? Nuestras
ventajas radican en los límites de Estados Unidos (y otros exportadores)
para ampliar su oferta, frente a una expansión de la demanda mundial, en
particular de China. Por otro lado, la legislación medioambiental
estadounidense, pese a ser bastante laxa, es más estricta que la nuestra, o
al menos se aplica con mayor rigor. También pesa en la balanza el menor
valor del real frente al dólar. Este factor tiene su contrapartida en el
mayor coste de los insumos agrícolas (fertilizantes y pesticidas), en su
mayoría importados por Brasil. Pero en el balance de ganancias y pérdidas,
nuestra soja tiene ventaja en las exportaciones. Pero las grandes
diferencias entre nuestros costes de producción y los de los estadounidenses
están en el precio de la tierra y de la mano de obra, mucho más bajos aquí.



El bajo precio de la tierra en Brasil tiene que ver con la existencia de
grandes áreas no ocupadas para uso agrícola. Es cierto que estamos llegando
a un límite en esta expansión del uso de la tierra para este fin. Los
ecosistemas en los que esta expansión sigue teniendo lugar son, sobre todo,
el Cerrado y la Amazonia. Es bien sabido que la productividad natural de los
suelos en estos biomas es baja y que la respuesta en términos de producción
caerá en pocos años. Esto significa que, para mantener niveles razonables de
productividad del suelo, la agroindustria tiene que ocupar continuamente
nuevas tierras. Este proceso ha evolucionado en los últimos 20 años,
llevando al desplazamiento de la producción ganadera cada vez más hacia el
norte, mientras que los antiguos pastizales del sur y sureste han sido
sustituidos por cultivos de soja y caña de azúcar.



En las regiones, más aptas para la agricultura, del sur y sureste, el
agronegocio está más tecnificado e incluso tiene áreas de excelencia de alta
productividad, pero el conjunto depende de este movimiento de ocupación de
nuevas áreas. En la ocupación de la Amazonia por el agronegocio, el proceso
comienza con la deforestación selectiva para explotar la madera dura,
seguida de la tala rasa para eliminar toda la vegetación nativa para
cultivar soja. Cuando los índices de productividad empiezan a caer, la
tierra se destina a la ganadería extensiva hasta que, finalmente, se
abandonan las empresas y aparecen las llamadas áreas degradadas. Este
proceso también ocurre en el Cerrado y el Pantanal, con variaciones según
los ecosistemas. Hoy tenemos áreas degradadas cuyo tamaño oscila, según la
evaluación, entre 80 y 120 millones de hectáreas. Nada de esto existe en
Estados Unidos y otros países exportadores. Nuestra ventaja económica
comparativa se mide en términos de destrucción medioambiental.



Este cuadro apunta a un conflicto estructural entre la agenda del
agronegocio y la agenda ambiental y convierte a este sector en enemigo
acérrimo de un gobierno que se declara dispuesto a la deforestación cero en
todos los biomas, cortando el proceso de expansión del uso de la tierra por
el agronegocio.



El gobierno Lula busca alianzas con sectores "más racionales" o "más
modernos" del agronegocio, pero parece ignorar la fuerte unidad del sector y
su expresión parlamentaria, la poderosa bancada ruralista. Se apela a la
amenaza que para nuestras exportaciones representa la restrictiva
legislación de la Unión Europea (UE), dirigida a frenar las importaciones de
cualquier producto agrícola y ganadero procedente directa o indirectamente
de zonas deforestadas. Es ignorar que nuestras exportaciones en este sector
se dirigen cada vez más al mercado chino, cuya demanda no deja de crecer, a
pesar de una relativa desaceleración. Los chinos no tienen restricciones
medioambientales como las de la UE, que también crecen amenazadoramente para
excluir los productos transgénicos. Todas estas amenazas, sin embargo, no
están provocando cambios en los procedimientos nacionales de la
agroindustria. Al contrario, lo que el sector pide al gobierno es que
presione a los importadores para que no se apliquen en los acuerdos
comerciales que se negocian desde hace años. ¿Cómo se comportará la
diplomacia brasileña? ¿Asumirá la defensa del agronegocio?



Hay otro factor de conflicto en perspectiva. ¿Dónde quedará la defensa del
derecho de los campesinos a la tierra? ¿Utilizará el gobierno la legislación
para expropiar fincas donde haya trabajo esclavo o donde se haya llevado a
cabo deforestación ilegal? Esto está previsto en la legislación, pero nunca
se ha aplicado. Y ya hay proyectos de ley para cambiar la legislación y
evitar la expropiación.



El MST (Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra) y otras
organizaciones campesinas perdieron el poder de acción que tenían, sobre
todo durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, pero no
desaparecieron, como tampoco desapareció la demanda de los campesinos de más
tierras. ¿Dónde hacer la reforma agraria? El gobierno dio una pista en una
frase de Lula, mencionando la posibilidad de promover una amplia
reforestación en las áreas degradadas con asentamientos de reforma agraria.
Es una propuesta compleja y difícil. Reforestar no es lo mismo que implantar
asentamientos de productores campesinos para cultivar maíz, frijoles,
mandioca o lo que sea. El costo de esta operación no será pequeño. Las áreas
degradadas se encuentran en regiones aisladas y con poca infraestructura
social y económica.



Por otro lado, ¿qué ingresos puede generar un asentamiento de reforestación?
Aunque las propiedades se destinen en parte a la producción agrícola junto
con la inversión en reforestación, los colonos tendrán la responsabilidad de
plantar y mantener las zonas reforestadas. Y no piense que basta con dejar
trabajar a la naturaleza para que los bosques autóctonos se recuperen de
forma natural. Si así fuera, estas tierras, abandonadas durante años para el
cultivo o el pastoreo, ya estarían recuperadas. La degradación puede haber
llegado a tal punto que sólo la intervención humana durante algún tiempo
podría conducir a cierto nivel de recuperación. En otras palabras, los
agricultores que acaben instalándose en estas zonas de recuperación tendrán
que ser remunerados por sus servicios de reforestación. Serán lo que en
Francia se llaman "jardineros de la naturaleza". La idea me parece
excelente, pero a menos que haya una inversión externa masiva para este fin,
no me parece una empresa al alcance del Estado brasileño en su estado
actual.



Y hay más. Los campesinos sin tierra prefieren obtener tierras en sus
regiones de origen, no sólo por razones culturales, afectivas y familiares,
sino también porque es allí donde tienen experiencia en conocimientos
agrícolas. Todos los que estudian los procesos de migración forzada o
inducida durante la dictadura militar (en la reubicación de los afectados
por las represas o en la migración inducida de los gauchos para ocupar la
Amazonia) conocen la enorme cantidad de desastres individuales y colectivos
que ocurrieron en esas empresas. Los gauchos no sabían qué ni cómo plantar
en ese ecosistema tan diferente de la pampa, no estaban acostumbrados al
clima, quebraron y murieron en gran número.



La gran presión para la reforma agraria vendrá de los hijos de los pequeños
propietarios que prefieren no emigrar a las ciudades, o de los casi dos
millones de pequeños propietarios con superficies inferiores a cinco
hectáreas, localizados principalmente en el nordeste y en las bolsas de
pobreza rural del sudeste, especialmente en Minas Gerais, y del sur y centro
oeste. La reforma agraria no es lo mismo que la colonización de la Amazonia
o del Cerrado, la "solución" de los militares en los años setenta.



La decisión, si se toma, de promover una verdadera reforma agraria exigirá
la aplicación de la Constitución, que definió el concepto de uso social de
la tierra. Esto significa evaluar si los latifundistas hacen que sus tierras
sean productivas dentro de parámetros técnicos, según índices de
productividad que se definieron en 1988 y que están totalmente desfasados.
La ley complementaria indicaba la necesidad de un reajuste permanente de
estos índices y el objetivo era suprimir los grandes latifundios
infrautilizados, pero nunca se han revisado en estos 35 años. Si el gobierno
sigue por este camino, puede esperar un enfrentamiento brutal con el
agronegocio.



Para concluir este análisis de los problemas del gobierno con el agronegocio
tenemos que ver la imperiosa necesidad de hacer frente a la demanda de
alimentos del mercado interno. Ya he escrito en otros artículos que el
discurso que señala a la agricultura familiar como la capaz de responder a
esta demanda no tiene base en la realidad. La agroindustria ya es
responsable de la mayor parte de la producción de alimentos para el mercado
interior, aunque se dirija principalmente a la exportación. Además, este
énfasis en las exportaciones se está acelerando entre los productores del
agronegocio y los propios agricultores familiares, especialmente los más
capitalizados, reduciendo progresivamente la oferta para el mercado interno.



Para hacer más atractiva la producción de alimentos será necesario gravar
las exportaciones para hacer más competitivo el mercado interior. No es una
operación fácil porque la concentración de las exportaciones en unos pocos
productos, principalmente para alimentación animal, no permitirá aumentar la
oferta de alimentos sólo gravándolos.



No estamos en Vietnam, donde la mayor producción es de arroz, un producto de
alto consumo nacional y también el mayor producto de exportación. Cuando se
produjo la crisis alimentaria de 2008/2009, el gobierno vietnamita frenó las
exportaciones para garantizar el suministro en el mercado nacional. Contener
las exportaciones de soja en Brasil no mejoraría el abastecimiento interno
de alimentos básicos, a menos que aumentara mucho el consumo de tofu, pero
al menos los precios del aceite de soja no serían tan faraónicos.



El consumo de carne podría ampliarse en Brasil, limitando en parte las
exportaciones. Esto está ocurriendo ahora debido a la retención de las
exportaciones de carne de vacuno a China por problemas sanitarios. El precio
de la carne de vacuno ha bajado mucho y los mataderos están lejos de estar
en crisis. No hay muchas otras alternativas de productos imponibles que no
sean eventualmente el arroz y el maíz.

La conversión masiva de la producción del agronegocio al mercado interno
exigirá políticas más amplias de precios mínimos garantizados por el Estado
y sus resultados no serán inmediatos. Y, ciertamente, la rebelión del
agronegocio será brutal.



Sin embargo, es bueno observar las políticas de abastecimiento del mercado
interno adoptadas por los países de la Unión Europea y de América del Norte.
En todos ellos la primacía del mercado interior es la regla de oro y las
exportaciones son complementarias.



Este conjunto de problemas planteados por el papel asumido por el
agronegocio en Brasil, al reconducir a nuestro país al ciclo de los
monocultivos de exportación y dolarizar nuestra producción de alimentos,
hace que los precios del mercado interno se alineen con los de las bolsas de
materias primas. El modelo productivo adoptado, con un alto nivel de
impactos negativos sobre el medio ambiente, la salud pública y la
distribución de la renta, implica un gran conflicto a corregir.



Esta es la mayor trampa que amenaza al nuevo gobierno y no parece ser
consciente del conflicto que enfrenta, no sólo por las razones objetivas
señaladas anteriormente, sino también por las raíces ideológicas y políticas
ya consolidadas, con el agronegocio implicado tanto en el apoyo político a
Bolsonaro como en el apoyo a los intentos de desestabilización de la
democracia en Brasil.



* Jean Marc von der Weid, expresidente de la Unión Nacional de
Estudiantes-UNE (1969-71) y fundador de la organización no gubernamental
Agricultura Familiar y Agroecología (ASTA).



Notas



1) Población de las comunidades rurales más pobres. Originarios del
quilombo, un territorio construido por esclavos que huían de la explotación
y la opresión, un lugar diseñado por negros fugitivos, sus hijos y otros
libertos. Los quilombos se configuraron como espacios de autogobierno y,
durante cientos de años, fueron las principales experiencias de negación
radical del orden colonial.



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Brasil – Un desafío espinoso para Marina Silva. La “cuestión ambiental” y el
agronegocio. [Jean Marc von der Weid]:
https://correspondenciadeprensa.com/?p=33552

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