Estado español/ Las debilidades de la izquierda en tiempos de cólera. [Manuel Gari]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jul 18 22:04:25 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

18 de julio  2023

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Estado español



Las debilidades de la izquierda en tiempos de cólera



El ruido preelectoral presente sofoca el debate político racional,
herramienta imprescindible e irrenunciable para la mayoría social, la clase
trabajadora y la izquierda política. Y lo hace por varias vías.



Manuel Garí  *

Poder Popular, 18-7-2023

https://poderpopular.info/



El justificado temor que inspira un triunfo de la derecha extrema y la
extrema derecha provoca un falso cierre de filas acrítico en buena parte de
las organizaciones sociales y sindicales que se traslada al conjunto de la
base electoral de izquierdas. Parar a la bestia e impedir que gobierne es
esencial, pero ello no debe implicar dejar de pensar con la cabeza. Al
contrario, es más necesario que nunca.



La cultura política imperante no es la de la autoorganización y el
empoderamiento de las y los de abajo, sino la búsqueda de nuevos liderazgos
personalistas -repitiendo una y otra vez el error cometido tras el 15 M y
que ha dado al traste con el ciclo político que abrió- y una reducción del
espacio de actuación al del juego en las instituciones, que en los últimos
años ha cristalizado en la permanencia a toda costa en un gobierno de
coalición con el PSOE -tragando sapos y aceptando cuestiones inaceptables-
como único horizonte. En las últimas semanas, gran parte de las pocas
energías de la izquierda a la izquierda de Sánchez ha sido empleada en una
magnificación de los resultados de la coalición y en una pelea despiadada
por las listas electorales.



1. El malestar social



Ni el cainismo en la izquierda ni la pérdida de poder adquisitivo de la
mayor parte de la población, ni la desmovilización social y la constante
apelación al acuerdo con las patronales favorecen las posiciones de la
mayoría social, bien al contrario, las debilitan por lo que ha aumentado un
difuso malestar incrementado por la incertidumbre climática y bélica.



CC.OO (que está sirviendo de soporte intelectual de Sumar) y la UGT han
rubricado el V Acuerdo para el empleo y la negociación colectiva con las
empresariales CEOE y CEPYME bajo el beneplácito del gobierno de coalición,
“tanto” que no para de apuntarse la candidata Yolanda Díaz. Pero la realidad
es tozuda y las gentes desesperan. Los salarios pactados en convenio han
crecido el 2,9%, frente a un alza en el IPC del 8,4%, lo que ha supuesto un
retroceso en las retribuciones reales del 5,3%.



Y la situación social es aún peor en la realidad de lo que se puede deducir
de las cifras anteriores. La evolución de la capacidad adquisitiva de las y
los trabajadores depende de la evolución del IPC en relación a los salarios
nominales, pero también de la cantidad de horas de trabajo que han tenido
que hacer (y la intensidad y condiciones en los que se ha desarrollado), lo
que determina un mayor descenso de los salarios reales al arriba expresado.



A su vez, y no es un secreto para nadie pues basta consultar Eurostat, la
inflación en Europa y en el caso del Estado español en concreto, golpea de
forma diferente a las clases sociales y a los diferentes estratos de las
mismas, pues la proporción de los ingresos empleada en la compra de
alimentos, en suministros básicos o en la vivienda es mayor y onerosa para
las y los de abajo.



La reivindicación fundamental del movimiento pensionista: percepción mínima
de 1.080 euros sigue sin concederse. El precio del dinero de las hipotecas
inmobiliarias no ceja de subir a la par que no avanzó la creación de un
parque público de viviendas de alquiler. Las reformas laborales de Zapatero
y Rajoy siguen en lo fundamental vigentes, al punto que hasta el candidato
del PP ha asegurado que no va a derogar la pseudo reforma Sánchez-Díaz, la
Ley Mordaza ahí está, y sin decisión parlamentaria alguna “estamos en
guerra”.



Y así podríamos seguir enumerando -pese a algunos avances innegables por
ejemplo en materia de defensa de las mujeres-, más y más viejos y nuevos
problemas. Por eso resulta incomprensible la falta de debate, de sincera
autocrítica y el autobombo. ¿Con este panorama a quién le puede extrañar el
avance de la fórmula trumpista de la derecha extrema y sus socios
abiertamente fachas? Evidentemente con un gobierno derechista las cosas
habrían sido peores, pero de ahí a no ver el roto en el propio zapato dista
un abismo. De esa actitud nadie aprende.



2 El programa río de Sumar



Incluso cuando se presenta por parte de Sumar un programa de 180 páginas,
fruto posiblemente de muchas aportaciones, pero cuya redacción definitiva
(al igual que la opaca elaboración de las listas) ha estado en manos de una
pequeña corte de colaboradores designados por la autoproclamada candidata a
la presidencia, Yolanda Díaz, se mezclan propuestas y loas. Dejemos de lado
estas últimas y analicemos alguna de las proposiciones estrella.



2.1 La “herencia universal” de 20.000 euros



Se presenta como redistributiva de la riqueza, novedosa amparándose en la
propuesta de Thomas Picketty y como propia de la izquierda. Algunos
economistas y académicos la han criticado, acertadamente, por insuficiencia
si se compara con otras propuestas similares, inmadurez, carestía para las
arcas públicas y falta de rigor fiscal. Pero no es ese, con serlo para
alguien que quiere gobernar, el aspecto más preocupante. En primer lugar,
denota una ignorancia incomprensible del equipo de expertos asesores porque
hace siglos que se formuló -en medios capitalistas también se conoce como
“capital básico”- por autores, en su mayoría, conservadores y de derechas.



En segundo lugar, sigue la perversa lógica de tomar dinero público y ponerlo
en manos privadas para que lo gestione (aunque se pongan ciertas reglas, por
cierto, imposibles de fiscalizar) en su propio beneficio individual. Y con
una finalidad ambigua (¿emprender negocios? ¿formación profesional y/o
académica?) y un resultado, en el primer caso, incierto dependiente de
factores exógenos como la inflación o el fracaso empresarial. Eso lleva a
concluir que es una mala inversión con dinero público. En el segundo caso es
una versión más del cheque escolar del economista liberal Milton
Friedman[1], hoy 68 años después defendido en el Estado español por el PP y
Vox, lo que supone desviar dinero público hacia el negocio escolar privado y
refuerza la idea de que el dinero está mejor en manos privadas que públicas.
¿No sería más lógico y rentable económica y socialmente asegurar la
enseñanza pública de calidad en todos los niveles formativos para el
conjunto de la población y eliminar toda ayuda a la enseñanza privada en
cualquiera de sus modalidades?



Se defiende por parte de Díaz haciendo equivaler este “capital básico” al
acceso universal a la sanidad o la enseñanza públicas[2], olvidando que
tanto una como otra son servicios comunes/comunitarios que la fiscalidad y
los presupuestos públicos aseguran y son orientados y gestionados bajo un
posible control democrático con criterios ajenos a su monetarización. Ni a
la sanidad ni a la enseñanza públicas se accede mediante bonos monetarios
que el individuo maneja a su antojo. Bien al contrario, la sanidad y
enseñanza públicas, suponen una inversión social de primer orden y no tienen
nada que ver con la lógica thatcheriana que puso en venta las casas de
protección oficial porque ello, según la ultraliberal, “distribuye riqueza y
empodera a las personas” en lo que denominó “política del capitalismo
popular”.



La “herencia universal” lejos de distribuir equitativamente dinero/recursos
es una medida contraria a la lógica de izquierdas de sacar del mercado una a
una todas las piezas estratégicas para el bienestar de la mayoría social,
defender la economía de lo común y desmercantilizar todos los servicios
esenciales.



2.2 Hacer más «líquida y circular la propiedad de los medios de producción»



En recientes declaraciones a Público[3] el economista y candidato de Sumar
Carlos Martín explica la propuesta. Cito textualmente del periódico: “Para
el candidato de Sumar, hay un «problema» cuando «el poder económico es más
permanente que el político». A los dirigentes en las democracias se les
cambia mediante las elecciones, pero los propietarios de las grandes
corporaciones son «perennes, duran generaciones, lo que acaba generando
clientelas y puertas giratorias». Efectivamente, el poder político ha
adoptado diversas formas bajo el capitalismo, pero podemos seguir el rastro
continuo de apellidos tan ilustres como Rato desde la época colonial
esclavista hasta nuestros días dirigiendo las grandes instituciones del
capital o grandes industriales financiadores de los nazis cuyos
descendientes han pasado por filántropos de la cultura. Pero ello no es
casual como abajo planteo. Ante esto, sigo citando “Martín hace una apuesta
de futuro: y que las grandes familias de empresarios devuelvan al común una
parte de lo generado cuando agoten su ciclo, al modo de lo que sucede en la
propiedad intelectual.” Más allá de la notable diferencia existente entre
una patente o una obra literaria y los medios de producción, la propuesta es
una boutade.



Este excelente analista de la coyuntura económica, sin embargo, en todo su
razonamiento olvida que la idea no tiene anclaje alguno en la realidad del
modo de producción capitalista. Desde sus orígenes el capitalismo comercial,
el colonial-esclavista y más aún el industrial, el financiero, el
monopolista, tiene como fundamentos básicos que le dan continuidad en el
tiempo: la propiedad privada y su correlato la herencia por una parte y por
otra la tendencia “irresistible” a la apropiación, expropiación y
acumulación de patrimonios y rentas, o sea a la concentración de capitales y
por tanto de la tierra y de los medios de producción como condición sine qua
non para su existencia misma.



Por eso mismo es una utopía reaccionaria intentar, respetando la existencia
del modo y relaciones de producción capitalistas, diluir y hacer circular la
propiedad de los medios de producción. En el mejor de los casos es una
versión naif del capitalismo popular y en el peor un callejón sin salida
para el movimiento obrero. Y en todo caso una peligrosa falacia. Sin
expropiación de los medios de producción de las manos privadas y sin la
creación de una economía ecosocialista basada en diversas fórmulas y ámbitos
de propiedad social y pública enmarcadas por la planificación democrática (a
diversos niveles) y la autogestión obrera, hablar de una, vamos a llamarle,
“democratización” de la propiedad de los medios de producción es un
oxímoron.



Toda la propuesta económica de Sumar está determinada por una visión
acrítica del modo de producción capitalista y es rehén de ese marco
conceptual. Por ejemplo, cuando olvida la tendencia al monopolio congénita
al capital y propone como solución reforzar la competencia. La misma fórmula
que emplea Joe Biden quien afirma que no hay capitalismo sin competencia,
ese trabajo de Sísifo que comienza y recomienza en Estados Unidos desde al
menos Franklin Delano Roosvelt en forma de leyes anti-monopolio y que por
más leyes que se aprueben al respecto la tendencia estructural de fondo
permanece. Hay una larga tradición liberal en defensa del “ideal” de la
competencia desde Misselden en 1600 que la veía imprescindible en su época
para impulsar el capitalismo comercial hasta autores más recientes y muy
reaccionarios como Frank Knight, George Stigler o de nuevo el mismo Milton
Friedman, ideas que luego nada tienen que ver con la realidad estructural.



En todo el texto programático no hay ni una sola alusión a la necesidad de
expropiar y nacionalizar las empresas y sectores estratégicos como son los
de la energía y electricidad o la banca. Todo lo más se propone regular su
actividad o crear algún organismo público que compita con las mismas para
“forzarles” a mejorar su oferta.



Otro ejemplo de esta idealización del capitalismo se rastrea en las
propuestas sobre política industrial referidas al “Estado emprendedor” para
impulsar la colaboración entre lo público y lo privado en vistas a la
implementación de la transición energética. Todo ello enmarcado por una
nueva versión buenista del capitalismo verde inspirado por el “New green
deal” que intenta conciliar capital, mercado y sostenibilidad ecológica. Si
bien Sumar propone interesantes medidas ecologistas en varios terrenos que
son imposibles de realizar en su mayoría bajo el capitalismo, sigue anclado
a un modelo económico crecentista. Y ese es su “talón de Aquiles” en cuanto
al cambio del modelo productivo y económico en clave ecosocial.



Por no hablar de la confusión que supone introducir conceptos como una
“distribución más equitativa de la productividad” (sic). La disputa no se da
en ese terreno de los incrementos de productividad, sino en las condiciones
materiales en las que se dan los cambios de productividad. Pero el conflicto
fundamental es el que se da en torno a la apropiación del valor,
concretamente del plusvalor entre detentadores de los medios de producción,
del capital y la tierra que no son trabajadores y la gente que trabaja que
es la creadora de valor, en palabras de Marx [4] “la masa que solo es
propietaria de la condición personal de la producción, la fuerza de
trabajo”.



Ello explica que buena parte de las propuestas sobre la reducción de la
jornada laboral, la política de rentas, el incremento salarial se someta no
al resultado del conflicto entre clases, sino bien al contrario, se
supediten al diálogo social, el pacto de rentas, etc. En la falaz utopía
sobre la empresa española existe un supuesto empresariado inteligente que
mejora las condiciones de trabajo porque ello hace aumentar la
productividad. Explicación absolutamente ajena a la casuística existente
precisamente en torno a los aumentos de la productividad del trabajo y de la
productividad general.



Mención aparte merece la propuesta del impulso desde la administración de
cooperativas de producción, tuteladas, ayudadas y bajo la protección del
estado. Nada más ajeno ni más lejos del cooperativismo obrero. Es una forma
más, junto a la cooptación y conversión en satélites de algunas
organizaciones sociales por parte del gobierno, de desactivar el potencial
transformador de la autorganización.



2.3 El Estado español tal cual es les vale



Decepcionante es la visión que Sumar destila de un Estado configurado por un
espacio neutral en la lucha de clases que se puede “ocupar” confundiendo
gobierno y poder. Todo el texto está impregnado de la idea de la existencia
de artefactos diferentes (el Estado, instituciones como la UE, el FMI etc.)
que no se cuestionan. En aras de la política de estado nada cabal se dice en
el programa sobre el incremento de los gastos militares y del militarismo,
se plantean medidas de mejora del funcionamiento del aparato estatal sin
tocar ni un ápice el fondo como es el caso de las mejoras que se proponen
sobre la judicatura cuya legitimidad y configuración de origen ni se
cuestionan. Muchas propuestas y todas para engrasar la maquinaria estatal,
ninguna para cuestionarla como instrumento del capital.



Como decepcionante es su renuncia explícita a posibilitar el derecho de
autodeterminación nacional para los pueblos que la reclamen, el abandono de
cualquier rastro ni siquiera de soberanismo en el caso catalán cuya solución
se remite al diálogo dentro del marco constitucional (o sea a la cárcel de
pueblos que consagró en la Constitución de 1978) lo que es equivalente a que
nada cambie, no se deja rastro ni un ápice de federalismo o confederación
para el conjunto y todo se reduce a vagas alusiones a “gobierno compartido
(…) gobernanza multinivel” y otras fórmulas del mismo calibre. Y de la
jefatura de estado no hay palabra, ni está ni se le espera: se renuncia a un
principio elemental de radicalidad democrática.



3. El día después



Tan importante como conjurar el triunfo de Feijóo y Abascal es prepararse
para el día siguiente al 23, tanto en el caso de qué las urnas no lo eviten
como si finalmente no “ganaran”. Son dos escenarios distintos y ambos
sumamente complejos para que pueda abrirse paso el embrión de una
alternativa capaz de hacer frente a los ataques patronales y a los
liberticidas. Pero esa y no otra, va a ser la tarea más importante para la
izquierda social y política.



En ambos casos estaremos en un contexto internacional de nuevas políticas
austeritarias y autoritarias mientras aumentan los gastos militares a costa
de los capítulos sociales, continúa la inacción ante el abismo climático y
se incrementa la tensión inter imperialista con nuevos riesgos de conflictos
bélicos a gran escala.



Pero ello requiere no sólo hacer un balance sin falsos triunfalismos del
corto cuatrienio “progresista”, también es urgente diseñar nuevas
estrategias, poner en pie fórmulas creativas e ilusionantes de frente único
y hacer propuestas programáticas que fortalezcan las posiciones de la clase
trabajadora, el feminismo, los derechos adquiridos por los diversos
colectivos y el avance de todas las causas democráticas pendientes. Desde su
actual situación muy minoritaria, la izquierda anticapitalista deberá
contribuir lealmente a esa labor y en el curso de ella fortalecerse como
polo de referencia y agrupamiento.



* Militante de Anticapitalistas.



Notas



[1] En 1955, Milton Friedman –premio Nobel de Economía– escribió un artículo
titulado «The Role of Government in Education» base de lo que luego el mismo
denominó educational voucher

[2] Los razonamientos en defensa de la propuesta de “herencia universal”
puede encontrase en declaraciones de Yolanda Díaz a El País (17/7/2023)

[3] Carlos Martín (Sumar): «Hay que hacer más líquida y circular la
propiedad de los medios de producción» |Público (publico.es)

[4] En la Crítica del programa de Gotha

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