Chile/ La "misión" de salvar al capitalismo rescata a los extractivismos. [Eduardo Gudynas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jun 15 23:51:17 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

14 de junio 2023

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Chile



La misión de salvar al capitalismo en Chile rescata a los extractivismos



Eduardo Gudynas *

diarioUchile, 14-6-2023

https://radio.uchile.cl/



En Chile, como en otros países, es frecuente que políticos destacados,
incluso un presidente, un gobierno o un partido político, usen la figura de
un economista famoso del hemisferio norte como una referencia y una
presentación de sus planes.



En el actual gobierno Boric uno de los más visibles íconos académicos del
norte es la economista Mariana Mazzucato. Ella también es señalada como guía
de inspiración por el gobierno de Gustavo Petro en Colombia y todavía más
intensidad en Argentina. En este país integra el Consejo Económico y Social
y ha sido citada tanto por el presidente Alberto Fernández como por su
vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner.



El empleo de economistas extranjeros tampoco es nuevo, y Chile es un caso
citado en más de una ocasión debido al papel de los asesores, consultores y
mentores de la Universidad de Chicago que fueron los promotores o respaldos
ideológicos para varias reformas económicas durante la dictadura de
Pinochet.



A diferencia de los monetaristas de aquel tiempo, Mazzucato es una
economista heterodoxa que no escatima las críticas al neoliberalismo. Es una
académica que nació en Italia, y que además tiene nacionalidad
estadounidense y británica, y desde allí tiene una fuerte influencia en el
actual gobierno. Giorgio Jackson la presentó como un referente aún antes de
asumir Boric, la elogió mientras fue el Secretario General de la
Presidencia, y alentó la difusión de sus ideas; Javiera Petersen,
subsecretaria de economía es su alumna; Carlos Montes, ministro de vivienda,
y Claudia Sanhueza, subsecretaria antes en Hacienda y ahora en Relaciones
Económicas Internacionales, la han ponderado; y finalmente, el
vicepresidente de Corfo, J. M. Benavente, también es cercano. Mazzucato
visitó Chile en octubre de 2022, con el apoyo de instituciones donde
justamente trabajan algunas de esas personas (la subsecretaría de economía y
Corfo), se reunió con el presidente Boric y ofreció conferencias, e incluso
una de ella, auspiciada por la minera SQM, fue cancelada.



Una misión de salvataje



Mazzucato es docente en la University College de Londres, donde fundó y
dirige un instituto sobre innovación y políticas públicas. Le complace ser
descrita como una economista que tiene la “misión” de “salvar al capitalismo
de sí mismo”, lo que es revelador de sus ideas. Si se traduce ese propósito
a cada país, en este caso ofrecería una estrategia para “salvar al
capitalismo chileno de sí mismo”.



Presenta sus estrategias apelando a la imagen de una “misión” hacia la Luna,
invocando el papel desempeñado por la agencia espacial de Estados Unidos, la
conocida NASA, en organizar recursos humanos y financieros, a la par con
innovaciones científico tecnológicas, para llegar a nuestro satélite. Ese
imagen es el título de uno de sus más recientes libros: “Misión economía.
Una guía para cambiar el capitalismo” (1).



En ese y otros textos, Mazzucato critica las versiones del capitalismo
ensimismadas con la especulación, con enormes ganancias acaparadas por
billonarios que en realidad transfieren sus riesgos a la sociedad. Son
conocidas sus investigaciones sobre políticas industriales, incluyendo
estudios sobre cómo los gobiernos financian nuevas tecnologías pero que
después son apropiadas por empresas. Es una ardiente defensora del Estado,
pero lo quiere convertir en un Estado-empresario, un animador de la
innovación y un generador de nuevos productos y procesos. Rechaza tercerizar
algunas actividades y busca acotar el interés privado empresarial para
potenciar metas colectivas.



Los economistas ortodoxos y los políticos conservadores la describen como
radical y critican duramente sus ideas. Se le retruca utilizando conocidos
ejemplos de incapacidades e ineficiencias estatales en gestionar servicios o
empresas, e incluso se sostiene que de prosperar sus recetas se caería en
algo así como un control estatal de estilo soviético. Son, al fin de
cuentas, las conocidas reacciones mercantilizadas, casi siempre dogmáticas y
superficiales.



Si se comparan las ideas de Mazzucato con las recetas de esa economía o
política convencional, es evidente que son un avance. A los ojos del
conservadurismo, parapetado en mercados privatizados con un Estado minúsculo
que ni los regule ni intervenga, las ideas de “misiones” con participación
estatal resultan intolerables e impracticables. Eso lo dejó en claro Joaquín
Lavín, sosteniendo que el problema real es que el Estado chileno “en vez de
facilitar, dificulta” (2). Mazzucato rompe con ese neoliberalismo en tanto
propone estrategias de desarrollo que recuperan intereses colectivos, desea
regular los mercados y defiende el papel del Estado.



Pero sentirse satisfecho con ese balance tiene el riesgo de también caer en
el simplismo. Sería aceptar que sus modelos son la mejor alternativa posible
para los problemas que se enfrentan. Sin embargo, cuando se los examina en
detalle, y en especial cuando se consideran sus propuestas sobre
extractivismos, se vuelve imperiosa una mirada independiente y crítica.



Extractivismos para seguir creciendo



En efecto, Mazzucato defiende un desarrollo que sigue basado en los
extractivismos. Esto no puede sorprender porque la base de sus ideas se
sostienen en tres pilares que describe como: crecimiento inteligente
(asociado a la innovación), crecimiento sostenible (más verde) y crecimiento
inclusivo (con menos desigualdad) (3). En esto se revela un aspecto clave:
es una enérgica defensora del crecimiento – el mito fundamental del
desarrollo contemporáneo.



Esa adhesión al crecimiento inevitablemente requiere de una apropiación
sostenida y en aumento de recursos naturales, y es por ello que Mazzucato
defiende, pongamos por caso la minería de litio, tal como sostuvo en
Argentina y Chile. Pero no propone hacerlo siguiendo un estilo conservador
que descansan casi exclusivamente en empresas privadas, y mejor si son
transnacionales. Su opción de cambio son unos extractivismos con
coparticipación estatal, y que no queden confinados a la mera exportación de
materias primas. Esa intención no es muy diferente a la ensayada por los
progresismos sudamericanos o estudiada por el “nuevo desarrollismo” de los
economistas brasileños.



Al mismo tiempo, Mazzucato insiste en combatir la pobreza y la desigualdad,
y que el Estado participe en ello, todo lo cual también es bienvenido. Pero
en eso tampoco hay novedad, ya que esos mismos fines han sido defendidos
desde la ciudadanía, desde la academia independiente y desde muchos actores
en la izquierda y el progresismo. Sus citas a Johan Maynard Keynes, la
alejan de los neoliberales, pero a la vez tiene resonancias con los
keynesianismos sudamericanos.



Por otro lado, el tono de Mazzucato, más allá de sus llamados al diálogo y
participación entre actores sociales, es tecnocrático, e incluso ha
criticado a la izquierda ser perezosa por no centrarse en crear riqueza.



La misión con la minería y el litio



Mazzucato recientemente ofreció un listado de “misiones” enfocados en
América Latina en un manual elaborado para CEPAL bajo el ambicioso título de
“cambio transformacional”. Al examinar sus propuestas quedan en evidencia
varios límites desde un punto de vista latinoamericano.



Esa guía ofrece indicaciones muy generales intercaladas con alusiones a
emprendimientos que están en marcha (4). En el caso chileno describe como
“misión” un programa de Corfo en minería, que supuestamente debía para
promover la “innovación”, el valor agregado y las tecnologías “verdes”. Su
objetivo es aumentar la extracción minera a 8.5 millones de toneladas al
2035, mejorar la productividad (que significa reducir costos), sumar más
proveedores chilenos, y aumentar las exportaciones. Aunque se reconoce las
fallas en la implementación de esa iniciativa, lo que queda en claro es que
se pretende  multiplicar la apropiación minera y las exportaciones, o dicho
de otro modo, la alternativa de Mazzucato a los extractivismos son más
extractivismos con toques de investigación y Estado.



En el caso del litio, Mazzucato propone sumarle etapas dentro de cada país
para agregarle valor, y para ello se necesita un Estado que sea emprendedor
y empresario. De ese modo, el esquema que resulta es continuar con la
minería de litio pero sumándole fases, por ejemplo de industrialización de
baterías, y sumarle además, usos en economía digital. Sin embargo, seguiría
habiendo minería de litio (5).



No pasan desapercibidas las similitudes entre esas ideas con lo que se sabe
sobre la reciente Estrategia Nacional del Litio anunciada por el gobierno
Boric. El gobierno plantea una primera etapa con participación de las
mineras estatales (Codelco y Enami) y una segunda, con una futura empresa
específica para el litio, y algunos componentes en innovación. Se suman
propuestas de agregar etapas de procesamiento del litio; por ejemplo, el
Ministerio de Minería publicita sumar la producción de celdas de baterías,
el ensamble de éstas, y luego su integración a la producción de
automóviles). Todo esto recuerda a los llamados de Mazzucato a la
coparticipación estatal.



Sin embargo, la implementación que indica el gobierno alude a asociaciones
público-privadas, por las cuales las corporaciones privadas regresan a
escena. Ese tipo de vinculación ha sido empleado desde hace años en varios
sectores con magros o controvertidos resultados, y deja otra vez al Estado
en un papel subsidiario. Tampoco queda en claro cómo lograr una
industrialización local en tanto el gobierno está condicionado por los
acuerdos en comercio exterior que lo atan a seguir siendo un proveedor de
materias primas (un ejemplo reciente es acuerdo Acuerdo Marco Avanzado de
Chile con la Unión Europea firmado por el gobierno Boric).



No puede dejar de reconocerse que el plan del gobierno sobre el litio tiene
diferencias con las intenciones de las administraciones Piñera y otros
gobiernos anteriores. No es más de lo mismo. Pero del mismo modo no pasa
desapercibido que no se acompaña de cambios más profundos en el sector
minero. Las propuestas de Mazzucato no consideran tensiones y
contradicciones bien conocidas en América Latina, donde la coparticipación
estatal en algunos extractivismos no es una novedad (como en hidrocarburos),
y sus resultados no han sido buenos en las dimensiones sociales y
ambientales, y son discutibles en la económica. No parece posible un
postextractivismo bajo los planes de Mazzucato. Además, sus propuestas por
momentos también se asemejan en algunos aspectos a los esquemas de las
asociaciones público-privadas promovidas por años desde la ortodoxia en
América Latina.



Las urgencias latinoamericanas



Como puede verse en este breve recorrido, las alternativas de las “misiones”
de Mazzucato están contenidas dentro de las ideas convencionales de
desarrollo, y específicamente son una variedad de desarrollo capitalista.
Ella no lo niega, ni busca una alternativa distinta, sino que desea
mejorarlo, entiende que esa es la tarea más necesaria, y por ello proclama
que debe salvar al capitalismo. No hay una crítica al capitalismo, como a
veces se escucha por ejemplo desde algunos kirchnerismos en Argentina, o
desde el gobierno de Gustavo Petro en Colombia.



Esto ubica a Mazzucato en el mismo espacio que otros economistas que
exploran las reformulaciones del capitalismo. Es un ámbito donde se
encuentra, pongamos por caso, Joseph Stiglitz, quien cuestiona duramente la
financiarización pero no propone una alternativa más allá del desarrollo
capitalista. Son todos ejemplos de heterodoxias frente al dogmatismo del
libre mercado, son post-neoliberales, pero no cuestionan fundamentos
económicos como el crecimiento perpetuo, la propiedad, o el mercado, y por
eso que todos terminan siendo capitalistas. Coinciden que es posible
reformarlo y las diferencias entre ellos residen en cuales serían esos
ajustes. Como necesitan que las economías sigan creciendo, no tienen más
remedio que ser extractivistas, y con ello se repiten los impactos sociales
y ambientales que todos conocemos.



Los debates que disparan ideas económicas como las de Mazzucato tienen
aspectos positivos. Su rechazo al neoliberalismo permite poner en
consideración, por ejemplo, el papel del Estado en diseñar y sostener
estrategias de desarrollo, y en sus roles en regular, controlar y encauzar
el mercado, más aún en Chile después de los gobiernos Piñera. Pero eso no
resuelve el problema si una reforma de los extractivismos, o un cambio de un
capitalismo por otro, es la solución más adecuado para las circunstancias
actuales en nuestro continente.



Desde un punto de vista latinoamericano, propuestas como las que aparecen en
el manual de “misiones” de Mazzucato expresa que los problemas agudos que se
viven en la región no son contemplados adecuadamente, e incluso es dudoso si
son entendidos. Al lidiar con los extractivismos mineros y petroleros, uno
de los dramas más agudo en casi todos los países, en lugar de proponer vías
concretas y prácticas para superarlos, los mantiene. En su afán de salvar al
capitalismo de sí mismo, también termina en salvar a los extractivismos.



A pesar de todo eso, lo llamativo es que líderes políticos, como Boric o
Petro, e incluso la CEPAL, recurran a una economista del norte para guiar
reformas en América Latina, cuando ya  existen aportes conceptuales mucho
más completos y ajustados a nuestras circunstancias, y que incluso han sido
ensayados en varios países. Son además estudios y propuestas elaboradas por
los propios latinoamericanos, sin necesidad de caer otra vez en copiar
recetas del norte.



Recordemos que la anterior generación de gobiernos progresistas llevó
adelante varias reformas, regulaciones sobre los mercados y apuestas a
empresas estatales. Todo eso ocurrió, por ejemplo en Argentina, Brasil,
Ecuador, Bolivia, Venezuela y Uruguay. Se puede discutir sobre los
resultados logrados, pero eso no afecta a la esencia del argumento que aquí
se señala, ya que sea en su éxito o fracaso allí están las enseñanzas a
tomar en cuenta. Todos esos progresismos quedaron atrapados, por ejemplo, en
seguir siendo extractivistas, y esa condición persiste como una de las
urgencias a reformular. Pero justamente esas cuestiones no son abordadas por
los economistas heterodoxos reformistas del norte, y ello es comprensible,
porque sus realidades son distintas.



Tampoco puede dejarse pasar que en las posturas de esta economista como en
otros del norte, aparecen problemáticas y opciones que ya fueron planteadas
en los debates sobre el desarrollo en América Latina. Algunos fueron muy
discutidos entre 1950 y los años 70, sobre todo por los dependentistas, y
luego por otras reflexiones posteriores.



Sin embargo, aquí en el sur, de una u otra manera, muchos intelectuales,
buena parte de los políticos, y por supuesto el mundo empresarial, siempre
prefieren mirar al norte.  No son pocas las organizaciones sociales que
padecen la misma dificultad buscando en las guías en inglés, alemán o
francés, las alternativas a nuestros problemas.



Reforma o alternativa



Dando un paso más, si se consideran los desafíos sociales y ambientales,
está claro que las soluciones de fondo no pueden estar en mantener los
extractivismos en particular, ni la ilusión del crecimiento perpetuo de las
economías. El país, el continente y el planeta ya no resisten esos tipos de
desarrollo. Las urgencias de las circunstancias actuales requieren otro tipo
de respuestas.



Superar los problemas actuales será imposible bajo las recetas conservadoras
o las economías neoliberalizadas. Pero el reformismo también se vuelve
insuficiente. Las opciones de cambio no están en cambiar entre una variedad
de desarrollo por otra, entre un extractivismo corporativo por uno estatal,
entre un auto a combustión y otro eléctrico, y así sucesivamente. La
“misión” que plantea Mazzucato puede salvar al capitalismo, como ella
propone, pero no salvará al país ni al planeta. Las transformaciones
necesarias y urgentes están más allá del desarrollo.



* Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología
Social (CLAES) y es investigador asociado en el Observatorio Latinoamericano
de Conflictos Ambientales (OLCA). Versiones iniciales de estas ideas
enfocadas en Colombia se publicaron en el periódico Desde Abajo (Bogotá), y
en Argentina en la agencia Tierra Viva (Buenos Aires).



Notas



1) Las referencias a la obra de Mazzucato se basan, entre otras fuentes, en:
Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo, Taurus, 2021; The
value of everything. Making and taking in the global economy, Allen Lane,
2018; Rethinking capitalism: economic and policy for sustainable and
inclusive growth, con M. Jacobs, Willey Blackwell, 2016; El Estado
emprendedor. Mitos del sector público frente al privado, RBA, 2014.

2) Mazzucato vs. Boric: ¿Economía de las “Misiones” o el “Perro del
Hortelano”?, J Lavín, Ex.-Ante, 27 octrubre 2022,
https://www.ex-ante.cl/mazzucato-vs-boric-economia-de-las-misiones-o-el-perr
o-del-hortelano-por-joaquin-lavin/

3) Conferencia R. Prebisch en la CEPAL brindada por M. Mazzucato, Santiago
de Chile, 2016.

4) Transformational change in Latin America and the Caribbean. A
mission-oriented approach, CEPAL, Santiago de Chile, 2022.

5) Mariana Mazzucato, economista: De la ‘minería sexy’ del litio al ‘bla bla
bla’ del Estado, A. Rebossio, El Diario.Ar, 24 octubre 2022,
https://www.eldiarioar.com/economia/mariana-mazzucato-economista-mineria-sex
y-litio-bla-bla-bla_1_9651482.html

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