Estado español/ Del 28M al 23J. Marea derechista versus progresismo en declive. [Jaime Pastor]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mayo 31 22:54:57 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

31 de mayo 2023

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Estado español



Del 28M al 23J. Marea derechista versus progresismo en declive



Jaime Pastor *

Viento Sur, 31-5-2023

https://vientosur.info/



Como un primer apunte de la reciente jornada electoral municipal y
autonómica, se pueden extraer fácilmente dos conclusiones: ha habido una
clara victoria del bloque neoconservador y reaccionario y una derrota
política del PSOE. Por tanto, no podía hacerse esperar mucho la respuesta de
Pedro Sánchez frente a la euforia de sus adversarios y ésta ha llegado al
día siguiente anticipando al 23 de julio las elecciones generales que
estaban previstas para diciembre de este año



De esta forma, una vez más, el líder socialista, tras reconocer su error por
haberse adaptado al marco de ámbito estatal que el bloque de las derechas
consiguió imponer durante la reciente campaña electoral, recurre a su
conocida habilidad táctica para mover ficha y abrir un nuevo escenario, no
previsto por nadie, confiando una vez más en la diosa Fortuna. Entramos así
en una nueva fase en la que lo que está en juego es si definitivamente va a
producirse un cambio de ciclo o, por el contrario, la resiliencia mostrada
hasta ahora por Sánchez consigue salir adelante ante esta nueva prueba, sin
duda mucho más difícil que las anteriores, teniendo en cuenta, además, que
se va a dar en un contexto de marea neoconservadora en Europa.



Parece evidente ya que de cara al 23J el propósito tanto de Feijóo como de
Sánchez será reducir la confrontación electoral a una polarización
bipartidista, lo que sin duda no va a favorecer al ya legalizado Movimiento
Sumar que, pese a no haberse presentado, no sale indemne del 28M;sobre todo,
debido a la derrota de la principal aliada de Yolanda Díaz, Ada Colau, en
las elecciones al ayuntamiento de Barcelona. Tampoco sumará mucho un Podemos
mucho más debilitado todavía, como comentaremos más adelante.



En efecto, Sánchez va a apelar a fondo al voto útil frente a PP-Vox en
detrimento de una confluencia de formaciones políticas (entre ellas,
Izquierda Unida, En Comú, Más Madrid y Compromís) que difícilmente va a
poder contrarrestar esa presión con un perfil unitario. Un nuevo intento de
partido-movimiento que,además, parece dispuesto a seguir apostando por
reproducir el modelo de un gobierno de coalición progresista que ni siquiera
ha cumplido con promesas que eran fundamentales en su programa de gobierno
(como, entre otras, la derogación de las reformas laborales de Rajoy y
Zapatero y de la ley mordaza, o una reforma fiscal progresiva) y que, de
llevarse a cabo, se daría en una correlación de fuerzas que se anuncia peor
incluso que en la pasada legislatura.



Una marea que se beneficia de la descomposición de Ciudadanos



En realidad, lo que ha ocurrido este 28M ha venido a confirmar la tendencia
ascendente del PP que anunciaban las encuestas (salvo la del Centro de
Investigaciones Sociológicas) gracias, sobre todo, a que ha podido ganar una
parte importante del voto que recogía Ciudadanos (CS), formación ya
prácticamente desaparecida, y a su capacidad de atraer a una parte del voto
de Vox, especialmente en la Comunidad de Madrid, donde ha obtenido la
mayoría absoluta.



Aun así, la diferencia de votos entre PP y PSOE en las elecciones
municipales a escala estatal, con una participación del 63,92%, no ha sido
tanta como para garantizar una victoria del PP en las generales: 31,51%
frente a 28,11%. Con todo, sí supone para el primer partido de la derecha
conquistar el gobierno de un buen número de ciudades importantes (entre
ellas, las emblemáticas de València frente a Compromís, Sevilla frente al
PSOE y Cádiz frente a Adelante Andalucía) y, sobre todo, de  Comunidades
Autónomas que ha arrebatado al PSOE, como País Valencià, Aragón, Baleares,
Extremadura, La Rioja y Cantabria. Si bien en algunas de ellas tendrá que
pagar un alto precio para conseguir el apoyo de Vox, una formación que,
aunque ha ganado peso municipal con un 7,19% de votos, ha quedado lejos de
los 3 millones y medio de votos que obtuvo en las elecciones generales de
2019. Aun así, condicionará la gobernabilidad de seis CC AA y 30 capitales
de provincia.



La gran excepción a la victoria cosechada por el PP, como señala Petxo
Idoiaga, ha estado en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra, en donde EH
Bildu, único beneficiado de la campaña contra ETA desplegada, sobre todo
por, Ayuso, ha conocido un notable ascenso que amenaza la hegemonía del PNV.
En cambio, Unidas Podemos ha desaparecido de los parlamentos autonómicos de
Madrid, País Valencià y Canarias y de muchos ayuntamientos, entre ellos el
de Madrid capital, sale de cinco gobiernos autonómicos y sólo sigue presente
en 17 capitales de provincia. Una debacle que, a partir de ahora, le obliga
a resignarse a ser actor secundario en el proyecto de Yolanda Díaz. Habrá
que ver si esta confluencia llega a buen fin y, en ese caso, hasta qué punto
compartirán discurso común durante una campaña que va a obligarles a una
mayor diferenciación respecto al PSOE.



Caso aparte es el de Catalunya, en donde la dimensión estatal ha beneficiado
al PSC mientras que ha perjudicado a ERC frente a Junts per Catalunya. Esta
formación se ha apoyado esta vez en la imagen nostálgica de la vieja
Convergència que ha encarnado con éxito el candidato a alcalde de Barcelona,
Xavier Trías. La CUP, por su parte, pese a no haber logrado entrar en el
ayuntamiento de Barcelona, ha conquistado en coalición el segundo puesto en
Girona y se mantiene como cuarta fuerza política en número de concejalías en
toda Catalunya.



¿Retorno a la centralidad de los dos grandes partidos?



Poniendo en el centro del debate cuestiones ajenas (como la denuncia de las
alianzas del sanchismo con “comunistas, separatistas y terroristas” y
agitando el fantasma de ETA doce años después de su disolución, junto con
clásicos como su punitivismo penal) a los problemas locales y autonómicos
(como la crisis de la sanidad, de la educación o de la vivienda, o la lucha
contra la inflación), el PP ha conseguido instalar la imagen de un régimen y
una España en peligro y de una inseguridad ciudadana que le ha permitido
salir ganador de ese envite.



Su alegría por el triunfo alcanzado en esa primera vuelta, como ya hemos
apuntado arriba, ha durado poco. Dirigentes y referentes del PP (con el
expresidente Aznar a la cabeza) no han podido ocultar su contrariedad ante
la decisión tomada por Sánchez, ya que éste les obliga a afrontar la segunda
vuelta en un plazo mucho más corto que el que pensaban aprovechar para
profundizar, con el poderoso apoyo mediático con que cuentan, el desgaste
del gobierno de coalición progresista, ahora más ilegítimo si cabe. Sin
embargo, tampoco han tardado mucho en escoger el eslogan que va a encabezar
su campaña: “O Sánchez o España”. Así que veremos de nuevo a Feijóo, con
Ayuso por delante, recurrir al fantasma de una ruptura de la unidad de
España –que no está ni se la espera en la agenda del PSOE–como aglutinante
de su programa neoliberal, autoritario y reaccionario al servicio de la
trama de poder oligárquico que representa.



Frente a ese objetivo, Sánchez no parece temer el riesgo de convertir el 23J
en un plebiscito en torno a su figura, dispuesto a conseguir una victoria
que le permita evitar el recurso a alianzas incómodas a su izquierda. Así,
buscará calmar el malestar de los barones del partido derrotados, tratando
de reforzar su imagen de partido de Estado y de competir sin complejos con
las derechas. Algo que ya ha hecho en muchas de sus políticas, pero que
ahora extenderá a nuevas rebajasen cuestiones como la lucha contra el cambio
climático, la política fiscal, el derecho a la vivienda o la mal llamada
inseguridad ciudadana; y, por supuesto, manifestando su disposición a
aplicar los recortes que vengan dictados desde la Comisión Europea o a
obedecer a una OTAN bajo el liderazgo estadounidense. Incluso no habría que
descartar que su aspiración, común con el PP, a recuperar si no el
bipartidismo sí la centralidad de ambos partidos en el ámbito estatal, les
lleve después del 23J a buscar un acuerdo para una reforma electoral
siguiendo modelos como el griego, para tratar de imponer un turnismo que fue
enterrado en 2015. Todo ello en nombre de garantizar la estabilidad de un
régimen que, pese al fin de los ciclos abiertos por el 15M y por el
soberanismo catalán, continúa lleno de grietas y ha de hacer frente a
mayores turbulencias globales; sobre todo, a una acumulación de malestar
social que podría generar en el futuro revueltas como las que se están
produciendo en países como Francia o Gran Bretaña.



Frenar la amenaza derechista cambiando de rumbo



No será, desde luego, con un nuevo desplazamiento a la derecha del PSOE como
se podrá frenar a la marea derechista. La experiencia reciente de estos tres
últimos años, como la vivida en otros países, ya lo ha demostrado: como
hemos sostenido en el último número de la revista Viento Sur  [1], los
nuevos progresismos pueden ser, citando a Modonesi, un “dique temporal”, un
mal menor frente al bloque reaccionario, pero no son capaces de “clausurar
las contradicciones de fondo” que explican su ascenso.



Ante este panorama, la situación de “paz social” que las direcciones de CCOO
y UGT han mantenido a lo largo de esta legislatura y que han renovado con su
reciente pacto con la patronal (ver artículo Mikel de la Fuente y Josu
Egireun) no parece que vaya a ayudar a una re-movilización desde la
izquierda. Difícilmente, por tanto, se van a crear condiciones favorables
para desbordar el marco bipartidista de la campaña electoral y, sobre todo,
para hacer aparecer en la misma un proyecto autónomo y alternativo que ponga
en el centro cuestiones tan fundamentales como la lucha contra el cambio
climático, la precarización de nuestras vidas, el avance en el
reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado, o el rechazo de un
racismo estructural que, como hemos visto recientemente, ha llegado a tener
sus peores expresiones no sólo en nuestra frontera sur, sino también en los
campos de fútbol.



Ante este panorama, la izquierda anticapitalista también debe asumir su
parte de responsabilidad en la situación de derrota colectiva en la que nos
encontramos y que le lleva a estar prácticamente ausente como alternativa
política en la próxima confrontación electoral. No por ello debería
desentenderse de la necesidad de contribuir a impedir la victoria del bloque
de derechas, ya que no podemos subestimar la amenaza que supondría su acceso
al gobierno del Estado con el consiguiente ataque a derechos civiles y
sociales fundamentales (en primer lugar, contra las personas procedentes del
Sur y las mujeres) y el refuerzo de una mal llamada democracia militante,
dispuesta incluso a ilegalizar a una parte del actual espectro
parlamentario. Ahora bien, tendría que hacerle frente desde una posición
autónoma y crítica que, a su vez, busque confluir con  los movimientos
sociales y las fuerzas políticas a la izquierda del PSOE en un proceso de
re-movilización social contra las políticas neoliberales y neoconservadoras,
vengan de donde vengan y gobierne quien gobierne.



En todo caso, sean cuales sean los resultados del 23J, llegan tiempos
todavía más duros: toca resistir a la amenaza del autoritarismo
reaccionario, pero también a un bipartidismo sistémico que se refuerza, y
buscar frente a ambos nuevas vías de confluencia y anclaje entre las capas
populares que ayuden a ofrecer un horizonte de esperanza de cambio real.
Para ello habrá que apoyarse en el trabajo imprescindible y paciente de las
redes solidarias desde los barrios y centros de trabajo que permitan un
mayor anclaje social en torno a una cultura de la movilización y solidaridad
que vuelva a poner el conflicto social y la defensa de una vida digna en un
planeta habitable frente al capital en el centro.



* Jaime Pastor, politólogo y editor de Viento Sur.



Nota



[1] Viento Sur, edición impresa, abril 2023:
https://vientosur.info/nuevos-progresismos-en-america-latina-y-en-europa/

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