Brasil/ La lucha contra el trabajo precario por aplicaciones. [Mario Osava]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Nov 4 00:18:29 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

4 de noviembre 2023

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Brasil

 

Lucha contra trabajo precario por aplicaciones 

 

Mario Osava, desde Río de Janeiro

Inter Press Service, 3-11-2023

https://ipsnoticias.net/

 

Daniel lleva 14 meses tratando de recuperar la pierna derecha que se le
fracturó en un accidente de trabajo, cuando laboraba como repartidor de
entregas de mercancías en una ciudad playera situada a algo más de 100
kilómetros de Río de Janeiro, en el sureste de Brasil.

 

La motocicleta, su medio de transporte e instrumento de trabajo, responde
por 36 % de las muertes en accidentes de tránsito en Brasil, que sumaron 32
174 en 2022, según datos preliminares del Ministerio de Salud que tienden a
aumentar cuando se  consolidan los datos.

 

La tibia rota, otras dos fracturas y sus complicaciones obligaron Daniel a
dos cirugías, un mes de hospitalización y a convivir con un aparato metálico
para sostener la pierna, durante la convalecencia. A los 49 años, vive
frugalmente, gracias a la ayuda de su novia y de amigos, ante la
imposibilidad de trabajar.

 

Fueron casi cinco años como repartidor, inicialmente en bicicleta, luego en
una moto prestada hasta que pudo comprarse una propia usada por poco más del
equivalente a 700 dólares.

 

Debido a la pandemia de covid-19, decidió mudarse en 2020 a Saquarema, una
ciudad balnearia de unos 90 000 habitantes, donde un automóvil lo golpeó en
una esquina en julio de 2022.

 

“Tuve miedo de perder la pierna. Gracias a Dios el servicio público de salud
funciona razonablemente en esta ciudad”, dijo a IPS por teléfono desde esa
localidad.

 

“La gasolina duplicó su precio y también el mantenimiento del auto. Los
costos se llevan 75 % de nuestros ingresos brutos. Además subieron los
impuestos y, en nuestro caso, es difícil evitar multas de tránsito. Pero la
plataforma solo aumentó lo que nos paga en 10 % desde la pandemia”: Miguel.

 

La empresa de transporte en que trabajaba, “sin contrato, pagaba una
nimiedad por cada entrega”, menos del equivalente a un dólar, pero la
prefirió en lugar de las grandes empresas de comercio electrónico y de
entregas por aplicaciones que lo emplearon antes.  Cuestiones de salud
alimentaron esa decisión.

 

“Obligan a uno hacer 50 u 60 entregas al día, incluso bajo lluvia y
tempestad, a trabajar en otra ciudad donde uno no vive y que no conoce”,
justificó. “Pagan mejor, yo ganaba cerca de 1800 reales (360 dólares) al
mes, pero también sin contrato y sin derechos”, acotó.

 

El seguro, al que una ley obliga a las empresas a ofrecer a sus
“colaboradores”, poco ayudó en su caso. De los 30 000 reales (6000 dólares)
del seguro, solo le pagaron 1200 (240 dólares), “luego de mucha
insistencia”, recordó. “Se convirtió en un negocio de la empresa que se
queda con el grueso del seguro”, denunció.

 

Es un drama adicional para los motociclistas, las víctimas más numerosas de
accidentes de tráfico. “Es lo que más se ve en el hospital donde estuve,
heridos en accidentes de moto”, apuntó Daniel, que decidió abandonar ese
tipo de vehículo e intentar un pequeño negocio de alimentación cuando se
recupere totalmente.

 

Estadísticas del Ministerio de Salud revelan que de marzo de 2020 a julio de
2021, en el auge de la pandemia de covid-19, hubo 308 000 hospitalizaciones
a causa de accidentes de tránsito y 54 % correspondía a motociclistas.

 

Desempleo multiplica conductores de aplicación

 

Daniel fue uno de los estimados 1,66 millones de repartidores y conductores
de vehículos para aplicaciones que trabajan en Brasil y constituyen el
ejemplo más sobresaliente de la precarización de las relaciones laborales,
fomentada por las tecnologías digitales.

 

De ese total, 76,7 % son conductores de automóviles inscritos en plataformas
como  Uber, y el resto de mensajeros que en general usan motocicletas, según
estudio de la Asociación Brasileña de Movilidad y Tecnología (Amobitec) y
del no gubernamental Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap).

 

Amobitec reúne las grandes empresas de aplicación, transnacionales como
Amazon, Uber e Ifood y algunas nacionales. Otra asociación, el Movimiento
Innovación Digital (Mid), representa más de 150 empresas de entregas y
comercio electrónico.

 

Las pésimas condiciones de trabajo llevaron los choferes de plataformas a
promover una huelga en mayo de 2023, para reclamar la casi duplicación del
pago mínimo de 10 reales (dos dólares) por cada entrega, es decir un aumento
de 80 %, mejor remuneración por cada kilómetro rodado y cámaras de video en
todos los vehículos, además de otros derechos.

 

El movimiento despertó la atención de los políticos sobre el sector. El
gobierno creó un grupo de trabajo para estudiar mecanismos para normarlo y
el legislativo Congreso Nacional pasó a discutir una ley para regular la
actividad de esas plataformas digitales en el transporte de personas y
bienes.

 

La reacción a la precariedad del trabajo en ese sector comprendió una
reunión entre los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de
Estados Unidos, Joe Biden, el 20 de septiembre en Nueva York, para discutir
una “coalición” para promover el trabajo digno en el sector de los conocidos
internacionalmente como riders, a fin de garantizar los derechos laborales
en el universo de mensajería y aplicaciones digitales.

 

Antonio confía en una medida parlamentaria. “Ya reconocieron nuestra
profesión y la necesidad de regularla. Si aprueban nuestras pautas, mejor
aún, para mejorar los ingresos, tener alguna seguridad y derechos
previsionales, por ejemplo”, comentó a IPS dentro de su automóvil, en Río de
Janeiro.

 

Los entrevistados para este artículo pidieron que se los citase con
seudónimos, por temer que sus declaraciones les acarrearan castigos de las
empresas de plataformas que suelen proscribir a los críticos, según
aseguraron.

 

“Trabajo con Uber hace más de seis años, puedo ser excluido por una simple
denuncia de un pasajero, aunque sea falsa, porque lo decide la empresa sin
oírme”, explicó Antonio, de 48 años y tres hijos, todos ya adultos e
independientes.

 

Esperanza en la regulación

 

“Si se aprueba una buena legislación tendremos contrato y un certificado que
compruebe nuestros ingresos, necesario para operaciones bancarias y una
jubilación adecuada, cosas que no tenemos ahora”, acotó.

 

“La paralización (él evita la palabra huelga) es nuestro gran argumento. En
mayo tuvo el seguimiento de 60 %, demuestra que unidos tenemos fuerza.
Imagínate un paro de dos o tres días, el caos en las ciudades y el dolor en
el bolsillo de los pasajeros y empresas”, razonó para explicar la presión
sobre el poder político.

 

Como chofer de camiones y microbuses en el pasado, Antonio conoce bien el
factor político en su profesión. Se sumó a Uber después que el gobierno
local prohibió el negocio de transporte de pasajeros en microbuses en gran
parte de Río de Janeiro.

 

Un escándalo de corrupción, que involucró a gobernantes y empresas de
transporte urbano en la década pasada, convenció a Antonio de que hubo
complicidad entre gobierno y empresarios de autobuses para eliminar la
competencia de los microbuses. La informalidad del transporte en esos
vehículos menores facilitó su exclusión.

 

Para Miguel, de 56 años, dos hijos y uno aún bajo su dependencia, el
principal problema es lo que le paga la empresa, casi lo mismo de hace
cuatro años, cuando se hizo “conductor de aplicación”.

 

“La gasolina duplicó su precio y también el mantenimiento del auto. Los
costos se llevan 75 % de nuestros ingresos brutos. Además subieron los
impuestos y, en nuestro caso, es difícil evitar multas de tránsito. Pero la
plataforma solo aumentó lo que nos paga en 10 % desde la pandemia”, se
quejó.

 

La parte que se queda la empresa sí aumentó mucho, era de cerca de 25 % de
lo pagado por el pasajero al inicio y ahora alcanza hasta 40 %.

 

“Sin un mejor pago, se deteriora el servicio. Hoy ya rechazamos algunos
viajes que ya no compensan. En situación peor quedan los que trabajan en
autos alquilados, por no disponer de recursos para comprarse uno”, lamentó
Miguel en entrevista presencial en una calle de Río de Janeiro, cerca de la
famosa bahía de Copacabana.

 

El conductor no se arrepiente de haber dejado el trabajo como enfermero por
la informalidad del transporte por plataforma, porque los sueldos en el
sector de salud también son muy bajos. Ahora, pese a las precariedades de su
trabajo, logra mantener un nivel de vida razonable, aunque teniendo que
trabajar más de 10 horas al día.

 

Además de las promesas del gobierno y del Congreso, los repartidores y
conductores de aplicaciones están obteniendo fallos favorables en la
Justicia Laboral, que los reconoce como empleados con derechos laborales, y
no “socios” informales como quieren las empresas de plataformas.

 

El 19 de septiembre, un juez de São Paulo condenó el Uber a contratar
formalmente todos sus conductores y le aplicó una multa de mil millones de
reales (200 millones de dólares) por daños morales colectivos. Pero es poco
probable que el fallo se mantenga en instancias superiores.

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