Argentina/ Más allá de la sorpresa. Efectos del "terremoto" peronista. [Dossier]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Oct 27 15:33:04 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

27 de octubre 2023

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Argentina

 

Con Pablo Stefanoni, sobre la primera vuelta 

 

Más allá de la sorpresa

 

La elección del domingo pasado reordenó el panorama político en Argentina de
una manera que pocos preveían. De lo que sucedió y de lo que puede pasar
Brecha conversó con el historiador y periodista argentino Pablo Stefanoni.

 

Daniel Gatti

Brecha, 27-10-2023 

https://brecha.com.uy/

 

La remontada del peronismo fue el punto fundamental de la elección del
domingo. El peronismo recuperó terreno en varias zonas, sobre todo en sus
bastiones del conurbano bonaerense, algo muy asociado a los excelentes
resultados de Axel Kicillof, el gobernador reelecto de la provincia. Pero
también lo consiguió en regiones del norte y el sur en las que en las
elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto
Javier Milei lo había sorprendido.

 

Para Stefanoni, doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires,
periodista y autor del libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? (Siglo XXI,
Buenos Aires, 2021; véase «Cartografía de la derecha “antisistema”», Brecha,
28-V-21: https://brecha.com.uy/cartografia-de-la-derecha-antisistema/), «lo
que incidió para que se invirtieran los resultados de las primarias fue que,
por un lado, a Milei, como dijeron algunos analistas, le empezaron a “entrar
las balas” y que, por otro, el peronismo movilizó a todo su aparato
territorial».

 

Desde 1955, al peronismo se lo ha matado enormidad de veces. La diferencia
con otras ocasiones, dice el autor y periodista, «es que en esta también no
pocos peronistas pensaban que estaban acabados, pero el aparato se despertó.
A Milei, a su vez, le afectaron sus propias declaraciones y las de gente de
su entorno más directo. No solo las de ahora, las de después de agosto, sino
las anteriores: le empezaron a sacar el archivo, le reflotaron dichos como
que entre el Estado y la mafia él prefería la mafia, todo lo que había
declarado a favor de la liberalización de la venta de órganos y de armas,
sus insultos al papa Francisco. Sobre todo, él no supo trasladar su doctrina
“libertaria”, anarcocapitalista, a un proyecto de gobierno más o menos
definido». En el último tramo de campaña, piensa Stefanoni, Milei fue muy
caótico y pareció sumamente enredado en la explicación de cómo haría para
plasmar su medida estrella, la de la dolarización. «Generó temor a un salto
al vacío.»

 

Visto desde fuera de Argentina, puede parecer paradójico que el ministro de
Economía de un país que está enfrentando una crisis tan profunda haya
aparecido como el candidato que daba más previsibilidad, pero así fue lo que
pasó con Sergio Massa. «Desde agosto Massa se calzó el traje de presidente,
y ocupar el Ministerio de Economía le permitió en paralelo ordenar medidas
que aliviaron la situación de mucha gente, como la reducción de impuestos a
los salarios y otro tipo de repartos. De manera despectiva, los medios
dijeron que se estaba ante un nuevo “plan platita”, (1) pero esas medidas
fueron efectivas.»

 

Hay otra explicación un poco más micro de lo que pasó el domingo: «En las
primarias, el peronismo ayudó localmente a algunos candidatos de La Libertad
Avanza (LLA) para debilitar a los de Juntos por el Cambio (JxC), con la idea
de que en segunda vuelta le sería más fácil polarizar con Milei. En la
primera vuelta del 22 de octubre, lejos de ayudarlo, el peronismo lanzó una
campaña más fuerte sobre los efectos de un gobierno de Milei, que quiere
pasarle la motosierra al Estado».

 

De «traidor» a candidato 

 

«Massa es un tipo muy hábil, muy astuto, y un político que tiene una
voluntad de poder infinita. A diferencia del kirchnerismo, tiene llegada a
muy distintos sectores, incluidos el núcleo del establishment y la embajada
de Estados Unidos. Su llamado a la “unión nacional” conecta con las
aspiraciones del establishment», piensa Stefanoni.

 

«Hasta no hace mucho tiempo Massa estaba enfrentadísimo al kirchnerismo, y
el kirchnerismo lo odiaba. Después de haber pasado por el gobierno de
Cristina Fernández, él rompe con el kirchnerismo, crea el Frente Renovador,
en las elecciones de 2015 promete que en caso de llegar al gobierno pondría
presos a “los ñoquis de La Cámpora” (la agrupación creada por Máximo
Kirchner, hijo mayor de Cristina Fernández y Néstor Kirchner) y acusa a
Cristina de corrupta. Los muchachos de La Cámpora cantaban por entonces una
canción que decía “todos los traidores se van con Massa”.» Pero en 2019,
tras haber jurado muchas veces que jamás regresaría al kirchnerismo, Massa
se sumó al Frente de Todos. Como presidente de la Cámara de Diputados,
comenzó entonces a tejer lazos con Máximo Kirchner, y en medio de las
disputas entre Cristina y Alberto Fernández, y luego de que tanto la
vicepresidenta como Kicillof hubieran descartado, por distintas razones,
presentarse como candidatos a la presidencia, logró aparecer como una figura
de consenso. «La audacia de asumir un ministerio como el de Economía, en
plena crisis también le pagó.»

 

¿Un aluvión sin futuro?

 

Stefanoni cree que el de Milei es un fenómeno «muy aluvional». «Carece de
estructura y grupos orgánicos o sociales que lo sostengan. No tiene un voto
fiel, al menos por ahora, y eso lo hace depender mucho de las coyunturas, a
diferencia de un Donald Trump, que cuenta con el Partido Republicano, o un
Jair Bolsonaro, que tiene detrás a grupos evangélicos y a sectores militares
y paramilitares, y agroindustriales y una base sociogeográfica. La candidata
de las élites era, además, Patricia Bullrich, no Milei. No quiere decir que
no puedan acercarse a él, sobre todo si gana, pero el anarcocapitalismo de
LLA no convence a empresarios que viven de la obra pública de un Estado con
el que quieren pactar, beneficiarse, comerciar. Milei no dispone tampoco de
equipos sólidos y la gente que se le acercó recientemente tiene escasos
vínculos entre sí, sus propuestas suenan como muy utópicas, y esa idea de
aplicar la motosierra al Estado es generadora de una inestabilidad social a
la que las élites temen. No le ven a Milei la espalda suficiente para
contener la resistencia social que provocaría en un país con una fuerte
tradición de movilización como Argentina.»

 

Una de las imágenes más curiosas y representativas de la campaña, recuerda
Stefanoni, fue la del patrón de una empresa mediana que detectó que gran
cantidad de sus obreros jóvenes habían votado por Milei en las PASO e
intentó convencerlos de que no lo hicieran el domingo, diciéndoles que sus
fuentes de trabajo peligrarían: (2) «Imaginate: un empresario intentando que
sus trabajadores no votaran al candidato más promercado…».

 

«Creo que el fenómeno Milei debe mucho a que tanto el kirchnerismo como el
macrismo no han dado respuesta a una crisis que se volvió crónica. Él supo
canalizar el descontento y a los jóvenes les llegó también con su figura, su
estilo roquero, su prédica contra “la casta”, su peso en los medios. Captó
la forma en que hoy circulan los discursos (a través del troleo, de las
redes sociales) y supo combinarla con una presencia en las calles, haciendo
política como antes hacía la izquierda, con épica.» «Pero una cosa es la
rebeldía y otra, gobernar», opina el entrevistado. «Y allí las cosas se le
hicieron más difíciles. Milei intentó replicar una tradición totalmente
ajena a la cultura política argentina, como el libertarismo de derecha
norteamericano. Su defensa explícita del capitalismo salvaje no es algo que
en Argentina tantos asuman. No hay, ni siquiera en la derecha liberal,
quienes digan abiertamente cosas como que la justicia social es una
monstruosidad, como lo hace Milei. También chocó con sus ataques al papa
Francisco como “representante del maligno”. Cuando saltó de la economía a la
política, de la batalla cultural a la batalla electoral, en 2021, se vio
obligado a echar mano a un discurso más amplio y fue ahí que incorporó
cantidad de elementos de las derechas alternativas globales sin digerirlos
demasiado bien. Alió su anarcocapitalismo con las ideas de una derecha
nacionalista dura y la mezcla dio cosas bastante contradictorias.» Para
Stefanoni, «la sociedad argentina se ha derechizado electoralmente, sí, pero
no tanto como para bancar todo lo que Milei plantea; movimientos como el
feminismo son muy fuertes. Mientras era un candidato antisistema lejano a la
Casa Rosada se podía jugar un poco a votarlo, pero cuando se acercó a la
presidencia ya fue distinto, y hasta se empezó a plantear cuán cuerdo está.
El peronismo fue logrando, a su vez, inculcar en los sectores populares que
Milei venía a quitar derechos, convocando a una parte del electorado que no
había ido a votar en las PASO».

 

La hora política 

 

«En los próximos días se irán configurando los espacios. El domingo LLA
logró 37 diputados [tenía tres] y ocho senadores [no tenía ninguno]. Habrá
que ver si Milei logra cohesionarlos y si muestra capacidad de liderazgo.
Tendrá que hacer política como no había hecho hasta ahora: por un lado,
negociar con el macrismo, con parte de esa “casta” a la que aborreció, y,
por otro, moderar su discurso. Pero moderarlo con cuidado. Lo que no puede
de ninguna manera es perder su identidad, que fue lo que le pasó a Bullrich
durante la campaña. Cuando Milei le gana en las PASO por derecha, Bullrich
no supo bien por dónde ir: si moderarse, si radicalizarse. Era ella la
populista de derecha, la que aspiraba a captar el descontento social, y
Milei la desplazó de ese sitio.»

 

«Massa deberá, a su vez, maniobrar para garantizarse una victoria en
noviembre que para nada está asegurada. El domingo contuvo todo lo que
estaba a su izquierda, con excepción del trotskismo [representado por el
Frente de Izquierda, con Myriam Bregman a la cabeza]. No presentó fugas por
ese lado, aunque lo hayan votado tapándose la nariz. Ahora va a tener que
captar entre la derecha moderada no peronista. Tiene la complicación de que
la tercera fuerza en disputa, JxC, es muy antiperonista. Pero buscará votos
ahí, fundamentalmente en la Unión Cívica Radical, y apuntará a que otra
parte del electorado de Bullrich se abstenga o vote en blanco. El reciente
apoyo de Macri y Bullrich a la fórmula de la LLA fortalece a Milei, pero lo
hace dependiente del expresidente. Ya no habla de la “casta” política, sino
de unir al antikirchnerismo. Mientras tanto, JxC corre el riesgo de
estallar.»

 

El espacio kirchnerista 

 

El kirchnerismo conserva tras estas elecciones un peso político
considerable, con un bloque parlamentario fuerte y un relativamente amplio
poder territorial, sobre todo en las intendencias. Pero, opina Stefanoni,
tiene un problema: su relato no ofrece la épica entusiasmante que ofrecía
años atrás: «La propia Cristina está haciendo política operando por detrás
del tinglado, y sus bases muchas veces le demandan más fuerza por el lado
del relato».

 

Esta es la tercera elección en la que el kirchnerismo no presenta candidatos
propios: no lo fue Daniel Scioli, no lo fue Alberto Fernández, no lo es
Massa. «Del gobierno de Alberto se sintieron ajenos muy rápidamente, aunque
Cristina fuera la vice y tuvieran ministros, y hasta hace poco a votar por
Massa lo veían como una humillación ideológica. El cerebro termina, es
cierto, racionalizando todo, y el resto lo hace el verticalismo peronista.
Lo que compensa este panorama –no del todo, pero sí un poco– es la muy buena
elección de Kicillof en la provincia de Buenos Aires, que puede proyectarlo
a futuro como presidenciable. Si así sucede, podría llegar a nacer una
tensión con Massa, si a Massa le va bien en noviembre y después, pero eso ya
es otra historia.»

 

Para Stefanoni está por verse qué sucederá globalmente en el peronismo, «un
movimiento muy gelatinoso que, cuando encuentra un líder, lo sigue». «El
kirchnerismo ha sido en ese sentido una anomalía: ha pervivido como
fracción. El menemismo no sobrevivió cuando Carlos Menem dejó la
presidencia, y no hubo un duhaldismo sin Eduardo Duhalde en el poder. ¿Hasta
dónde Massa conseguirá, si gana, reordenarlo durablemente y en una dirección
que sería de centro, si no de centroderecha? Es la gran pregunta. Y si en
noviembre pierde Massa, ¿qué tipo de reorganización se operaría en el
peronismo en un momento que sería sin duda muy crítico?»

 

La crisis del kirchnerismo, por otra parte, dice el entrevistado, es también
la del populismo de izquierda en América Latina: la de Evo Morales en
Bolivia, la de Rafael Correa en Ecuador: «Siguen siendo sectores fuertes,
minorías grandes, pero ya no tienen la capacidad de irradiar un discurso
potente, de construir mayorías».

 

A la izquierda

 

«Hay otro dato fuerte: nunca como hoy el peronismo contuvo en su seno a
tantas izquierdas distintas, incluidos grupos maoístas y el Partido
Comunista. El Frente de Todos logró englobarlas. El buen resultado relativo
que ha obtenido el trotskismo en los últimos años se explica por qué es la
única expresión dela izquierda política que ha permanecido fuera del
peronismo. Pero el trotskismo no sabe bien qué hacer cuando consigue un
capital electoral. Es una izquierda que ha quedado en el reivindicativismo,
que no proyecta mucho horizonte de futuro. Combate muy honestamente en el
terreno social, sindical, y está muy bien que lo haga, porque a menudo es la
única que lo hace, pero como no tiene formas de interactuar con el sistema
de una manera reformista y no se avizora ninguna situación revolucionaria…
El trotskismo es hoy mucho más que lo que era (tiene cuatro diputados
nacionales, durante décadas no tuvo ninguno), pero no parece que vaya a
crecer considerablemente más de lo que ya ha conseguido.»

 

Un «uf» de alivio y poco más 

 

«Entre mucha gente de izquierda que votó resignada por Massa y entre gran
cantidad de kirchneristas, el resultado del domingo fue visto simplemente
como un alivio. Massa no los ilusiona en lo más mínimo.»

 

«El hecho de que la rebelión hoy es de derechas no ha cambiado. Globalmente,
las derechas alternativas siguen conectando con el descontento social mucho
más que unas izquierdas que no consiguen salir del susto ni de una actitud
conservadora. Y más allá de si Milei se consolida o no, eso también se
verifica en Argentina.»

 

Notas

 

1. Medios de derecha llamaron «plan platita» a medidas de relanzamiento del
consumo que el gobierno peronista tomó por primera vez en 2021.

2. La escena tuvo lugar en una fábrica de la localidad bonaerense de
Berazategui. Hubo crónicas al respecto, por ejemplo, en el diario Página 12
(24-IX-23).

 

***

 

Tras el triunfo de Massa en la primera vuelta 

 

Terremoto peronista

 

A pocos días de la sorpresiva victoria de Sergio Massa, los efectos se hacen
sentir con fuerza entre las formaciones de derecha que se oponen al
gobierno. Varios dirigentes apuestan a reorganizar las ruinas de lo que
fuera la coalición macrista.

 

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires 

Brecha, 27-10-2023

 

Más de 9 millones de votos alzaron inesperadamente al oficialista Sergio
Massa como el candidato más votado de la primera vuelta. El ultraliberal
Javier Milei logró 7,8 millones de sufragios y quedó segundo. Con el 36,68
por ciento de los votos para Massa y el 29,98 por ciento para Milei, poco
menos de 7 puntos separan a ambos candidatos, dato impensado en la previa,
en la que se esperaba un resultado inverso. Fuera de competencia quedó
Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio (JxC), con un escaso
23 por ciento de votos.

 

La explicación estadística para semejante resultado hay que buscarla en la
provincia de Buenos Aires, en la que el gobernador Axel Kicillof fue
reelecto con 44,88 por ciento de votos frente a su rival de JxC, Néstor
Grindetti, que obtuvo 26,62. En este territorio la figura de Kicillof
traccionó votos para intendentes, concejos deliberantes (juntas
departamentales) y también para la fórmula presidencial, dato determinante
si se tiene en cuenta que el gobernador creció 8 puntos porcentuales
respecto de las primarias del 13 de agosto.

 

En la noche del domingo, apenas confirmada la tendencia firme en el recuento
de votos por parte de la Cámara Nacional Electoral, Massa subió en soledad
al escenario de su centro de cómputos en la capital. Agradeció con seriedad
los votos, pidió mesura y más militancia de cara a la segunda vuelta del
domingo 19 de noviembre, y prometió «terminar con la grieta entre
argentinos». Por eso no mencionó a ningún funcionario del actual gobierno,
ni a Juan Perón, ni achacó responsabilidades, ni descargó agresiones contra
sus rivales. Volvió a mencionar a la familia como núcleo central de la
gestión de gobierno y, recién entonces, recibió en el escenario a su familia
y a la de su compañero de fórmula, Agustín Rossi, con las cámaras de
televisión enfocándolos en primer plano. Para cerrar el guion de la
ceremonia, salió al balcón del edificio para dirigirse a la militancia que
esperaba sobre la avenida Corrientes y repitió un discurso según el cual el
trabajo, la educación y la salud pública serían prioridades de su gestión.

 

Para Jaime Durán Barba (1), «Massa es el que mejor entendió el sentir y la
idiosincrasia argentina en este momento, y por eso ganó y se encamina a ser
el próximo presidente», según señaló el exasesor de imagen de Mauricio Macri
en declaraciones al diario Perfil. En una mesa de debate de la señal Net.tv
en la noche del mismo domingo, Gustavo Marangoni, analista económico y
político, calificó la mesura de Massa como su «principal capital político
frente a dos candidatos como Bullrich y Milei, que siguen peleando contra un
muerto, el kirchnerismo».

 

En junio, Massa fue ungido como el candidato presidencial por Cristina
Fernández, como último recurso, tras una reunión a puertas cerradas entre
ambos. Las bases del oficialista Frente de Todos (hoy rebautizado Unión por
la Patria) resistieron al candidato y opusieron como alternativa a Juan
Grabois para la interna. Tanto los movimientos sociales como La Cámpora y
las 16 agrupaciones políticas que conformaban el Frente de Todos plantearon
en comunicados oficiales su disconformidad con un candidato al que
consideran de derecha. Massa no se amilanó y dobló la apuesta, aceptando el
reto de organizar su campaña en soledad. Apostó fuerte y ganó. Ahora espera
cobrar en la interna y organizar sin ataduras su próximo gobierno si gana la
segunda vuelta. Ya mostró un gesto de poder hacia sus opositores y hacia su
tropa: el lunes sugirió a Leandro Santoro, el candidato de Unión por la
Patria a la jefatura de gobierno porteña, que se bajara de la segunda vuelta
en la capital. Jorge Macri –primo de Mauricio– obtuvo, el domingo, el 49,6
por ciento de votos en ese distrito y solo lo separó del triunfo final un
minúsculo 0,4 por ciento. Santoro ha aceptado ahora la derrota y ha dejado
el camino allanado para un acuerdo con la Unión Cívica Radical (UCR)
porteña, en un gesto de deferencia a Massa.

 

Oposición quebrada 

 

El resultado de las primarias de agosto para su partido, La Libertad Avanza
(el 30 por ciento de los votos), provocó una euforia tal que Milei llegó a
especular con ganar la presidencia en primera vuelta. El lunes 23 empezaron
las recriminaciones entre su equipo y sus candidatos. Los principales dardos
los recibió la influencer y diputada electa Lilia Lemoine por anunciar, en
los días previos a la votación, un proyecto de ley para que los hombres
puedan renunciar a la paternidad no deseada y por salir del cuarto oscuro,
durante la jornada electoral, con las boletas de su jefe en mano. También
fue duramente criticado por sus correligionarios el gurú liberal argentino
Alberto Benegas Lynch por asegurar que, si accedía al gobierno, Milei
cortaría los lazos diplomáticos argentinos con el Vaticano. En el escenario
del hotel Libertador, el propio candidato presidencial se encargó de
levantar la moral. «Hace dos años no existíamos y ahora estamos disputando
la presidencia», sentenció para alejar los fantasmas de la derrota. No solo
es cierto ese dato: en las urnas los ultraliberales lograron pasar de dos
diputados a 39, más ocho senadores y una docena de legisladores al Parlasur.

 

Apenas conocidos los resultados, Bullrich reconoció la derrota lagrimeando
sobre el hombro de Mauricio Macri en el escenario de JxC. En la mañana del
lunes, la UCR porteña, parte de esa coalición, anunció que no apoyaría a
Milei en segunda vuelta. Pero el martes, el ultraliberal selló un acuerdo
para recibir el apoyo de Bullrich y Mauricio Macri durante una cena en el
departamento del expresidente. El miércoles, la plana mayor del radicalismo
consideró la coalición opositora disuelta por gracia de ese pacto.
Acompañaron esta decisión los diez gobernadores radicales y los intendentes
de esa extracción en un comunicado conjunto, en el que no se expresan
explícitamente sobre a quién darán su apoyo en la segunda vuelta, pero
aseguran que «Milei no es el camino para el país». El senador porteño Martín
Lousteau, la diputada Carla Carrizo y el exgobernador correntino Ricardo
Colombi afirmaron que votarán por Massa. Lousteau agradeció de esa forma la
renuncia de Santoro al balotaje porteño.

 

Por si fuera poco, Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires y líder del ala «moderada» del macrismo –además de
ser el dirigente más insultado durante la campaña por el candidato
ultraliberal–, aseguró en sus redes que los valores de Milei no lo
representan y «no dieron resultado en ningún lugar del mundo». Larreta llevó
como compañero de fórmula al radical Gerardo Morales y fueron derrotados por
Bullrich en las primarias de agosto. La histórica dirigente opositora Elisa
Carrió también acusó a Mauricio Macri de conspirar contra JxC con su apoyo a
Milei y aseguró que su partido, la Coalición Cívica, votará en blanco el 19
de noviembre. Carrió, Morales y Larreta dan por terminada la alianza
opositora bajo el liderazgo de Macri y se aprestan a reorganizar el polo
opositor. 

 

Nota   

 

1) Consultor ecuatoriano en “estrategias y marketing político”. Fue asesor
de Mauricio Macri para las elecciones donde ganó la presidencia de la
República. (Redacción Correspondencia de Prensa) 

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