Rusia/ El último vuelo de Prigozhin [Pablo Elorduy]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 1 11:33:58 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

1 de septiembre 2023

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Rusia



El último vuelo de Prigozhin



Las administraciones rusas dan por fallecido al jefe de la compañía militar
privada Wagner, señalada por ataques a civiles en Mali, República
Centroafricana y por su participación junto al ejército ruso en la guerra de
Ucrania. Representante de la Rusia del “Estado privado” Yevgeny Prigozhin se
convirtió en un traidor a los ojos del Kremlin después de la marcha de su
ejército a Moscú. Occidente y el Gobierno ucraniano señalan a Putin como
posible responsable del accidente que le ha costado la vida.



Pablo Elorduy

El Salto, 25-8-2023

https://www.elsaltodiario.com/



Todo parece indicar que Yevgeny Prigozhin, el líder del grupo mercenario más
conocido del mundo, Wagner, murió el miércoles 23 de agosto en un accidente
de aviación al que acompaña la sospecha. En el avión derribado, un Embraer
Legacy 600 privado, le acompañaban nueve personas, entre ellas Dmitriy
Utkin, jefe de operaciones de la compañía. Cayó, trazando una espiral, sobre
la región de Tver, hasta los años 90, nombrada Kalinin, situada al noroeste
de Moscú. Todo parece indicar que, como confirmó el organismo regulador de
la aviación rusa, Rosavation, Prigozhin no saldrá de esta, pero los medios
internacionales acompañan sus informaciones, casi un día después de la
noticia, con una serie de condicionales.



Newsweek, un semanario bien conectado con los servicios secretos y el
Pentágono estadounidenses, utiliza el condicional: “Si el líder paramilitar
y multimillonario financista de empresas militares privadas está realmente
muerto, habría ocurrido exactamente dos meses después de que el Grupo Wagner
llevara a cabo un breve golpe de Estado contra el Kremlin”.



A lo largo de su información, los analistas utilizan el mismo condicional.
El medio, incluso, ha publicado un artículo sobre las teorías de la
conspiración respecto al accidente. Una de las cuales asegura que Prigozhin
y Utkin habrían fingido su propia muerte para ponerse a las órdenes de Putin
a trabajar entre bambalinas. Posiblemente, indica Newsweek, nunca se
conocerá la verdad sobre lo ocurrido.



A medida que han pasado las horas, sin embargo, se extiende la certeza de
que, como suele suceder, quien a hierro mata a hierro termina. Prigozhin,
que había ordenado asesinatos extrajudiciales como responsable de la
compañía militar privada (CMP) Wagner, ha podido ser víctima de un final a
la altura de su biografía.



A casi mil kilómetros de los hechos, Vladimir Putin, presidente de Rusia,
celebraba el miércoles un acto en el que volvía a comparar la invasión rusa
de Ucrania con la II Guerra Mundial. El jueves, en un mensaje televisado,
Putin se refería Prigozhin como “un hombre de destino complicado, pero con
talento” y daba el pésame a “las familias de todas las víctimas” por el
accidente aéreo.



Exaliado y, en los últimos meses, el principal opositor militar del Kremlin,
Prigozhin, es uno más de los adversarios de Putin que fallecen en extrañas
circunstancias. Por derecho propio entrará en las especulaciones como uno de
los “asuntos húmedos” —posibles asesinatos extrajudiciales— en los que
aparece la sombra del GRU, el Departamento Central de Inteligencia ruso.



La comunidad internacional, con más intensidad Estados Unidos, apuntan a la
responsabilidad del presidente ruso que, por su parte, no ha viajado a la
cumbre de los BRICS de Sudáfrica por temor a una detención. Lo ha
representado el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov.



Inna Afinogenova, periodista de Canal Red ligada antes de la invasión rusa
de Ucrania al canal RT News, define a Prigozhin como un representante típico
de lo que es el Estado ruso en las últimas décadas, “un Estado feudal o un
mafia-state” y su final, en consecuencia es el de un mafioso que no
sobrevive a su Padrino. Es la historia de alguien que comienza haciendo
trabajos sucios para el Estado y, llegado un momento “se convierte en el
objeto de ese trabajo sucio”.



Del hot dog a las masacres



No fue hasta 2022 cuando el señor de la guerra Prigozhin reconoció ser el
cerebro detrás del músculo de Wagner. En septiembre de ese año, el Grupo
adoptó una “personalidad” pública, que se corresponde con la importancia de
sus acciones en Ucrania y en otros países como la República Centroafricana
(RCA) y Mali. En pocos meses, Prigozhin adquirió relevancia internacional, y
Wagner sustituyó a la estadounidense Blackwater —hoy rebautizada como
Academi— como la compañía militar privada más conocida del mundo.



El ejército privado que toma su nombre del compositor alemán del siglo XIX y
al que acompaña la parafernalia nazi, lleva casi una década en el candelero,
en concreto desde la intervención en Siria a favor del régimen de Bashar Al
Assad tras el eco en este país mediterráneo de la llamada primavera árabe.
Su bautismo de fuego, sin embargo, remite de nuevo a Ucrania y a la ofensiva
rusa en el Donbass de 2014.



De tal forma, en nueve años, Wagner fue una especie de Legión Extranjera que
defendía, de manera no oficial, los intereses rusos en África y Oriente
Medio —con ramificaciones en Latinoamérica— a cambio de concesiones de gas y
petróleo tomadas del Estado Islámico (Daesh). Al grupo se le ha vinculado
con el Departamento Central de Inteligencia ruso, al que perteneció su jefe
de operaciones, Dmitriy Utkin y son conocidas las vinculaciones de neonazis
con su estructura.



Pero ha sido en este 2023 cuando Prigozhin ha vivido su momento de gloria y
poder… y también una muerte a la altura de ese corto vuelo. Un informe de
The Armed Conflict Location & Event Data Project (Acled) publicado este
mismo de agosto establecía que en abril del presente año “los incidentes de
conflictos globales en los que se vio implicado el Grupo Wagner, así como
las víctimas mortales estimadas de estos sucesos, ya habían superado el
total registrado durante todo el año anterior”.



El mismo informe establecía un patrón difuso para las actividades de Wagner,
que varían en función de los acontecimientos: hay variedad en la capacidad
de reclutamiento, en el armamento usado y en la efectividad de los
dispositivos. Wagner ha llevado a cabo matanzas indiscriminadas con cruel
determinación y ha sufrido también derrotas sonoras. No es un “brazo
unificado del poderoso Estado ruso”, determina Acled, y en cambio es
expresión de una “mezcla de motivaciones económicas influidas por sus
conexiones políticas con el ejército ruso, con una capacidad de violencia
que varía con el tiempo y según el lugar”.



Este año ha crecido su presencia en las redes sociales. Abrió una sede
oficial en San Petersburgo —sede que desde ayer está iluminada con una cruz
en memoria de su patrón. La Guerra de Ucrania, el escaparate de su
crecimiento, dio también lugar a una decisión por parte del Gobierno de
Putin que incrementó la potencia de fuego de los mercenarios: el Kremlin
permitió la conmutación de penas a presidiarios que se enrolasen en la
estructura de Prigozhin. Wagner quedó asociado a las matanzas en torno al
asedio y toma de Bajmut en las que, según el grupo, perecieron más de 20.000
mercenarios.



En junio, envalentonado por el crecimiento de su fama y enfrentado al
Ministerio ruso de Defensa, el magnate Prigozhin tomó la decisión más
importante de su carrera. En un breve motín, sus mercenarios tomaron la
ciudad de Rostov, en el Don. Después, la marcha de un grupo de tropas a
Moscú, bautizada como “Marcha de la Justicia” puso en evidencia al sistema
generado en torno al Kremlin y supuso una humillación para el propio Putin.
Desde hace meses, los analistas occidentales alertaban de que la oposición
al presidente ruso procedería con mayor probabilidad de su (extrema) derecha
que de una izquierda perseguida, desarticulada o domesticada hace tiempo.



El oligarca se había hecho popular entre los partidarios del recrudecimiento
de la guerra en Ucrania acusando de incompetentes y corruptos a las
autoridades militares rusas, especialmente al ministro de Defensa y el jefe
del Estado Mayor. Para Afinogenova, los respectivos jefes, Sergei Shoigu y
Valery Gerasimov, son figuras clave para entender lo que ha acontecido en
las últimas horas. Públicamente, Prigozhin elogiaba a Putin pero criticaba a
su ministro y jefe del Estado mayor, al tiempo que pedía más esfuerzo
financiero y militar.



Prigozhin parecía el candidato adecuado para una subversión de la derecha
del régimen. El futuro fundador de Wagner fue un empresario hecho a sí
mismo, salido de la Rusia humillada, ofendida y corrompida de los años 90
que tras un breve paso por la cárcel —por un atraco a punta de navaja—
inició una carrera que ya se ha convertido en un lugar común para hablar de
él: vendedor de perritos calientes en un carrito “a la americana” y
posteriormente, miembro del equipo de seguridad del propio Putin, encargado
de controlar posibles envenenamientos de sus menús.



“Representaba a esa estructura feudal alternativa, que no se rige por leyes
e instituciones”, ilustra Inna Afinogenova, “sino más bien en un sistema de
entendimiento entre colegas”. Alguien con pocos escrúpulos, con muchos
recursos, aprendiz del personaje más importante de la Rusia del siglo XXI y,
quizá por una combinación de todo eso, dispuesto a deponerle y ocupar su
trono.



Desaparecida la oposición liberal, la principal oposición, explica
Afinogenova, es la de los “patriotas enfadados”, ultranacionalistas,
“molestos con el desempeño de Rusia en Ucrania”



En ese trance, su figura creció tanto que se atrevió a desafiar a las
estructuras de las que procedía. Esto, para la periodista es evidencia de
cierta debilidad del Estado: “Cuando se siente poderoso, Prigozhin lleva a
cabo ese acto de insubordinación que hace dos meses es calificado como
traición: y no hay nada peor que la traición para esas estructuras. Al
enemigo se le respeta, se le aplasta o no… pero al traidor se le elimina”.
Afinogenova se remite a otros casos como el del espía Serguéi Skripal,
envenenado junto a su hija en Londres en 2018, o Aleksandr Litvinenko,
envenenado también en 2006.



Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia, y el gran aliado regional
de Putin, medió en junio para que la Marcha de la Justicia se detuviese en
su camino. Prigozhin obtuvo una serie de garantías respecto a sus problemas
legales en Rusia, el Kremlin logró disipar la imagen de fragilidad que había
mostrado ante el avance de los Wagner. Pero la afrenta había sido consumada
y el mensaje de que era posible desafiar a Putin se había escuchado en todo
el país.



Desaparecida la oposición liberal —en el exilio, en la cárcel por las leyes
aprobadas en las primeras semanas de la guerra o también víctimas de
“accidentes”— la principal oposición, explica esta periodista, es la de los
“patriotas enfadados”, ultranacionalistas, “molestos con el desempeño de
Rusia en Ucrania” que estaban representados por el jefe de Wagner y por Igor
‘Strelkov’ Girkin, excomandante del ejército, que fue encarcelado a finales
de julio por sus críticas hacia el curso de la guerra por parte de Rusia.
“Dudo que muchos patriotas se sigan manifestando como hasta ahora sobre el
Ministerio de Defensa; los pacifistas ya tenían claro desde antes que no
podían manifestarse y ahora estos lo van a tener claro. Esta es una señal
que Putin manda a la famiglia, a su círculo”.



The Washington Post recordaba ayer las palabras del director de la CIA,
William J. Burns, que definen a Putin como el “apostol de la venganza”. Pero
la desaparición de Prigozhin no es un desquite, sino que consolida, dicen
los principales medios estadounidenses, las posiciones de Rusia en el campo
de batalla y, también importante, en la opinión pública rusa, a la que se
atribuye la convicción de que la caída del jefe de Wagner es de todo menos
casual. Solo Lukashenko se había mostrado antes de los hechos convencido de
que Putin no movería un dedo contra su exsocio: “Si creen que Putin es tan
malintencionado y vengativo como para acabar con él mañana... no, eso no
ocurrirá”, declaró el bielorruso después del acuerdo que puso fin a la
marcha de Wagner en junio.



Sangre por sangre



La reacción de las cuentas vinculadas a Wagner han tratado de evitar la
sensación de que con la muerte de Prigozhin, el grupo queda descabezado.
Ayer, 24 de agosto, algunos soldados destinados en Bielorrusia grabaron un
vídeo en el que decían seguir “preparados” para el combate mientras que en
redes sociales se llamaba a la “venganza” y se clamaba por la traición que
supone la desaparición de su líder. “Hay rumores sobre la muerte del jefe
del CMP Wagner, Yevgeny Prigozhin. ¡Decimos directamente que sospechamos que
los funcionarios del Kremlin encabezados por Putin intentaron matarlo!”, ha
emitido un canal de Telegram de simpatizantes de Wagner. También se habla de
una segunda “marcha de la justicia” hacia Moscú, pero la multiplicidad de
canales —muchos de ellos falsos— no permiten medir el impacto de la noticia
en el “entorno” de la compañía.



El canal Patria (once mil suscriptores en Telegram) de un oficial de reserva
e instructor del grupo Wagner, ha sido más sutil: “Probablemente quien lo
organizó piensa que ha ganado, pero no es así. Si lo hace un enemigo
exterior, lo que es improbable, sólo acerca y agrava su inminente derrota.
Si es un puñal por la espalda... entonces la Patria sobrevivirá, y ha habido
y habrá más.... pero su destino como cualquier “Judas” es poco envidiable y
mientras se escriba la Historia, el relato de la vergonzosa traición será un
estigma de su familia”.



Sin embargo, el ataque que ha acabado con la vida de Prigozhin tiene la
potencialidad de poner en peligro el negocio de este grupo que se ha
desplazado —después del motín de junio y previo acuerdo con Putin— al centro
de África, adonde se habían dirigido las miradas de su capo en las últimas
semanas, también, a raíz de la crisis militar en el Sahel y los combates en
Mali. Benin, Togo y Burkina Faso aparecen como otros de los objetivos de una
ampliación de las actividades de Wagner en el cinturón del continente
africano.



El 20 de agosto, 72 horas antes del derribo del Embraer Legacy, un
contingente de mercenarios llegaba a la capital maliense, Bamako, para
“profundizar su influencia” en el país de África Occidental, donde ya se han
registrado 298 casos de violencia política protagonizados por Wagner, que
tiene un número de soldados que oscila entre 1.200 y 1.700 miembros, desde
diciembre de 2021. La ONU ha señalado la posible presencia de este grupo en
las matanzas de Moura (marzo de 2022) y Hombori (abril de ese mismo año).
“El uso de explosivos y la violencia por control remoto por parte de Wagner
suelen dirigirse contra civiles con violencia indiscriminada, lo que provoca
el miedo entre los lugareños y el aumento de los desplazamientos de la
población”, señala el informe de Acled.



En Ucrania, el presidente Volodimir Zelensky y su equipo han culpado del
asesinato a Putin y hablan de que, a través del supuesto ataque, Putin manda
“un mensaje a las élites rusas” sobre los costes de la deslealtad. Solo
medio centímetro más cauto, Joseph Biden, presidente de Estados Unidos ha
manifestado que hay pocas cosas en Rusia que sucedan sin que Putin está
detrás, ”pero no sé lo suficiente para conocer la respuesta", admitió tras
el accidente.



En Rusia, explica Afinogenova, las reacciones no han sido de sorpresa como
sí lo fueron tras el perdón que puso fin al motín de 24 horas encabezado por
Prigozhin.



El papel de Wagner en Ucrania, gracias también al control de los medios
—desde la TV hasta canales de Telegram, una vía de penetración más
importante en Rusia que en el resto de Europa— por parte de su ejecutiva,
estaba quizá sobrevalorado, señala esta periodista. “No creo que vaya a
cambiar el curso de la guerra, lo que sí hay que ver —coincide— es qué va a
pasar con los intereses rusos en África; porque en este área la figura de
Prigozhin es importante: no es tan fácil encontrarle un sustituto pero no
tengo duda de que acabarán encontrándolo”. Esta periodista cree que el
interés del ejército regular pasa ahora por integrar en sus estructuras a
los mercenarios de Wagner que se han quedado desde junio en Bielorrusia,
“más carne para echar en esa picadora de carne que es la guerra”, concluye.



Acled, en su informe de comienzos de agosto ya especulaba con dos posibles
escenarios sin el jefe de Wagner, uno, a través de una figura “menos
rebelde”, otro, a través de otra compañía militar privada (CMP) que puede
ser, según el documento, Vega Strategic Services, fundada en 2011 por
militares ucranianos y rusos, cuyas operaciones han sido documentadas en la
propia Ucrania y en Venezuela.



Si hubiese algo de poesía o de épica en esta historia, un caso como el de
Prigozhin se equipararía con el de Ícaro, el héroe mitológico griego que
voló demasiado cerca del sol y se precipitó desde las alturas. Pero la vida
real es mucho más prosaica y siniestra. Su muerte, así como las que ordenó,
pasarán a ser una carpeta más en un largo archivo de informaciones que no
están al alcance de todos los públicos.

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