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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><EM><STRONG><FONT color=#000080 size=4>Año III - Nº 9222 -
Enero 8 - 2006 - Redacción: </FONT></STRONG></EM><A
href="mailto:germain@chasque.net"><EM><STRONG><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT><BR><BR><FONT
face=Arial><STRONG>Movimientos campesinos</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial
size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Tierra, trabajo y
justicia</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Desde la década pasada, en provincias del centro
y el norte argentinos, organizaciones campesinas intentan hacer frente a la
amenaza de desalojo de sus tierras y a las dificultades para continuar con su
producción. Identificados con los movimientos campesinos del resto de
Latinoamérica, comienzan a plantear también una reforma agraria integral y un
modelo agrícola alternativo.</STRONG><BR><BR><STRONG>María Soledad Segura, desde
Córdoba</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Semanario Brecha, Montevideo,
5-1-06</STRONG><BR><BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Hasta hace dos décadas, las tierras en las que viven y
trabajan los pequeños productores agrarios de Argentina –que producen para
autoconsumo y para el mercado interno local– eran consideradas marginales. Sin
embargo, con los cambios climáticos de los últimos años, particularmente en el
régimen de lluvias, estas tierras de bajo valor productivo se revalorizaron.
Además, en la década del 90, el gobierno de Carlos Menem implementó una serie de
políticas que cambiaron el modelo agrario imperante y convirtieron esas tierras
en apetecibles. “A partir de 1991, por un decreto de necesidad y urgencia, se
cambian todos los arreglos institucionales que habían permitido, durante el
siglo XX, esta coexistencia entre la pequeña unidad agraria con la gran
explotación ganadera y agraria”, sostiene la investigadora de la Universidad
Nacional de Buenos Aires Norma Giarraca en una entrevista publicada por la
revista Desafíos Urbanos. Los arreglos institucionales que permitían esta
coexistencia eran la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carnes. A
partir de la desregulación de 1991, los pequeños productores quedaron
enfrentados a los grandes productores y a las grandes empresas
agroindustriales.<BR><BR><STRONG>Modelo sojero</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Por otra parte, en 1996 Argentina autorizó la experimentación
y cultivo masivo de organismos genéticamente modificados, con lo que empresas
como Cargill o Monsanto expandieron la producción y la comercialización de
semillas transgénicas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>De este modo, se inició el avance de la frontera
agropecuaria y la agricultura a gran escala llegó más allá de la pampa húmeda.
El predominio del monocultivo de soja transgénica a gran escala otorgó al modelo
el nombre de “sojero”. La soja ocupa hoy el 55 por ciento del área sembrada, y
su exportación, junto con los derivados, genera casi el 30 por ciento de las
divisas del país por ventas al exterior. A causa de la “fiebre de la soja” en
esos campos en los que el valor de la hectárea no superaba los 100 pesos, ahora
se cotiza hasta a 4 mil. “La frontera agropecuaria se abre y corre hacia el
norte de la provincia, no sólo topando ilegalmente montes y bosques nativos,
sino también desalojando y aplastando a campesinos. La llegada de la soja al
noreste provincial ha puesto en jaque a las familias campesinas, ya que el
encierre de los campos, la matanza de animales, la fragmentación de comunidades,
las fumigaciones y demás fenómenos desconocidos años atrás impiden el desarrollo
normal de un estilo de vida genuino que se ha quedado con pocas alternativas de
subsistencia”, denuncia la Unión Campesina del Noreste de Córdoba (Ucan). </DIV>
<DIV align=justify><BR>La expansión de este modelo agroexportador está
destruyendo el patrimonio ambiental e incrementando la pobreza. El avance del
monocultivo es precedido por el desmonte de bosque nativo. Los cultivos
transgénicos implican también el uso indiscriminado de herbicidas, tóxicos para
otras plantaciones, animales y seres humanos. Los problemas de abastecimiento de
agua en las zonas rurales incluyen desde la inequidad en la distribución del
agua de riego que favorece a los grandes productores hasta la contaminación y la
falta de agua porque no se realizan las obras de infraestructura necesarias para
obtenerla. Esta situación se agrava con el avance de la frontera agrícola con
concentración de tierras (y agua), desmontes y perforaciones. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El boom sojero es fuente de nuevas y grandes riquezas
para algunos, y causa de pobreza y desarraigo para muchos. Los empresarios
agroganaderos –en muchos casos, con el apoyo de policías, jueces de paz,
fiscales y funcionarios– entran a los campos y presionan a los campesinos para
que los abandonen, mostrando títulos a veces obtenidos en remates de dudosa
legalidad. La mayoría de los pequeños productores agrarios tienen una tenencia
precaria de la tierra: pocos son propietarios, algunos son arrendatarios y
muchos, la gran mayoría, poseedores.<BR><BR><STRONG>Concentración de la
tierra</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Según el Código Civil argentino, quien puede demostrar la
tenencia pública, pacífica e ininterrumpida por más de 20 años es considerado
propietario de la tierra. Sin embargo, este derecho es prácticamente
inalcanzable para la mayoría de la población por los altos costos del juicio de
usucapión, de los honorarios de los abogados y del plano de mensura del terreno.
“La única forma de obtener escritura ha sido siempre la usurpación, pero eso
tiene un costo de 10 mil pesos. Por eso, desde que se corre la frontera
agrícola, hay muchísimos empresarios que están yendo incluso con boletos de
compraventa y algunos papeles a desalojar campesinos”, señala Rubén Santillán,
de la Asociación de Pequeños Productores del Norte Cordobés (Apenoc). </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los que se resisten al desalojo suelen ser procesados
judicialmente como usurpadores. Pablo Toranzo, de la Unión Campesina de
Traslasierra (Ucatras), relata: “Tenemos varios casos judicializados de
resistencia al desalojo, pero también hay muchos desalojos silenciosos que se
están produciendo desde hace tiempo: viene gente de afuera esgrimiendo títulos y
la gente, que desconoce sus derechos, termina desalojando el campo sin
violencia”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Muchos de los campesinos forzados a abandonar sus campos,
sin posibilidades de producción para asegurar su subsistencia, se emplean como
peones rurales o bien emigran a las ciudades. “Al no poder vivir sin agua deben
exiliarse a las ciudades a vivir en villas. Es un ciclo que se repite cada vez
más impune”, dice Marcelo Besana, de Ucatras. El problema no sólo es que se
termina con la cultura agrícola de las familias de la zona y se cercena su
autonomía, sino que además el sistema laboral rural es altamente injusto. Los
grandes emprendimientos agrarios tienen un alto nivel de tecnificación, por lo
que requieren escasa mano de obra. Además, el trabajo rural se realiza en
condiciones precarias, sin seguros sociales, de accidentes de trabajo, de vida
ni de salud, en extensas jornadas de diez horas, en climas adversos y con bajos
salarios. Santillán asegura que en las parcelas “hay un sistema de esclavitud
terrible. Un jornal se paga entre diez y 12 pesos el día, se los lleva a los
cosecheros a las 6 de la mañana y se los trae a las 8 de la noche. No se puede
salir y no hay un árbol siquiera para que uno pueda guarecerse en la sombra”.
<BR><BR><STRONG>Un nuevo sujeto político</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Tras el retorno a la democracia, y con los fondos
provenientes de préstamos de organismos internacionales de crédito destinados a
programas para sectores rurales en América Latina, los pequeños productores
comenzaron a organizarse. En la década pasada, frente a la imposición del modelo
neoliberal en el campo, se consolidaron las actuales organizaciones argentinas.
Su principal demanda es el respeto a la posesión de la tierra. Besana sintetiza:
“Tierra y agua para producir y poder vivir son los dos ejes de reclamo básicos
del Movimiento Campesino de Córdoba porque son las bases de la vida campesina.
‘La tierra de la que vivimos, de la que comemos, la que comió a nuestros
ancestros y nos comerá a nosotros cuando seamos tierra, para poder darle de
comer a nuestros hijos’, dijo algún viejo sabio del monte de acá atrás de la
sierra”. También buscan alternativas para garantizar la provisión de agua
potable. Belén Agnelli, de Apenoc, relata: “En una zona donde estás preparado
culturalmente para producir agricultura, al sacarte uno de los recursos
importantes como es el agua, te inhabilitan para hacer lo que siempre supiste
hacer. Distinto es en la zona de secano donde nunca llegó el riego, hay cultura
de ganadería, hay otra forma de producir y otra relación con el agua a partir de
eso. Pero en las zonas que siempre han basado su producción en el doble recurso,
la tierra y el agua, sacándoles ese recurso los obligaron prácticamente a dejar
de ser productores, a dejar de ser campesinos”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las organizaciones campesinas prevén que estos conflictos
se incrementarán al tiempo que se reducirán las posibilidades de subsistencia de
los pequeños productores si se llega a imponer el Acuerdo de Libre Comercio de
las Américas (alca). Aseguran que este acuerdo implicaría una continuación y
profundización de las políticas neoliberales implementadas en Argentina durante
la década pasada. “En los noventa el alca estuvo presente, aunque faltó que se
legitimara en papel. La privatización del sector agropecuario y la entrada de la
soja transgénica sin discusión, fueron las puntadas iniciales. Con el alca, las
zonas que ya están deterioradas, como el noroeste provincial, se terminarían de
destruir. Creemos que el alca va a seguir atentando contra la vida como se ha
hecho en estas últimas décadas: usurpando tierras, produciendo semillas
transgénicas, destruyendo el monte nativo. Además, con el alca se fortalecerá la
producción exportable, y menos el consumo interno”, sostiene Juan Herrero, de
Apenoc. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Además de las reivindicaciones ante las consecuencias del
modelo agroexportador y de las acciones para mejorar las condiciones de vida de
los campesinos, los movimientos campesinos de Argentina comienzan a plantear una
reforma agraria integral y un modelo alternativo para el agro. “Mientras no haya
una política agraria, el mercado va a ser el que siga decidiendo por dónde
seguir, y la tensión entre el avance empresario y la defensa campesina se va a
agravar. El Estado es el principal culpable por omisión o por ceder a los
lobbies de las grandes corporaciones”, sostiene Besana. “Hoy el Estado no tiene
políticas sociales para el campo con las que pueda garantizar desde la
distribución del agua hasta el crédito o subsidio a los pequeños productores
para que puedan seguir existiendo, produciendo y manteniendo a sus familias en
el campo. Se sigue adelante con este modelo: los desmontes, la concentración de
la tierra y la expulsión de poseedores”, dice a su vez Santillán. Y agrega:
“Hasta que no haya una conciencia de Estado que tenga en cuenta a los pequeños
productores se va a seguir luchando. Esa es la consigna que tienen todos los
cumpas en el campo hoy por hoy”. <BR><BR>* En 1990, ante los intentos de
desplazar de sus tierras a los productores, se creó el Movimiento Campesino de
Santiago del Estero, la provincia con mayor cantidad de población rural del país
y donde primero se organizó el sector. En Córdoba, en 1999 se creó la Apenoc,
mientras que dos años después surgieron la Unión de Campesinos de Traslasierra y
la Organización de Campesinos Unidos del Norte de Córdoba, la Ucan y la
Organización de Campesinos y Artesanos de Pampa de Achala, que conforman el
Movimiento Campesino de Córdoba. En la Mesa Nacional de Productores Familiares
de la Argentina participan también la Red Puna de Jujuy, la Unión de
Trabajadores Rurales Sin Tierra de Mendoza, el Movimiento Campesino de Formosa,
Federación de Asociaciones y Cooperativas de Productores Familiares de
Corrientes y el Movimiento Agrario de Misiones, entre otros.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
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Ernesto Herrera: </FONT></STRONG><A
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color=#000080>germain@chasque.net</FONT></STRONG></A>
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