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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=3><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
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<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#000080 size=4>Año III - Nº 9231 -
Enero 12 - 2006 - Redacción: </FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>ONU</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Historia de la corrupción
</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El prostíbulo de las Naciones
Unidas</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Juan Ramón Rallo
*</FONT></STRONG></DIV>
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size=3>LibrosDigital/Suplementos</FONT></STRONG></DIV>
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href="http://libros.libertaddigital.com/"><STRONG>http://libros.libertaddigital.com/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify>Mucha gente cree que existe un natural instinto del ser
humano a delinquir. El hombre es malo y corruptible, por tanto hay que crear un
Estado que le obligue a ser bueno. Esta fundamentación contractualista del
Estado tiene un problema fundamental que ya pusiera de manifiesto Anthony de
Jasay: el Estado no dejan de ser hombres –y por tanto, seres malos y
corruptibles– ungidos con un gran poder.<BR><BR>En tal caso, si el Estado se ha
instituido para protegernos de los ciudadanos malos, ¿quién nos protegerá del
Estado? Los contractualistas no son muy originales en su respuesta: será
necesario un Estado superior que proteja a los individuos de sus estados. Así
pues, para defenderme de mi vecino necesito al Estado español y para defenderme
del Estado español necesito un Estado europeo; y para defenderme del Estado
europeo necesitaré, cómo no, un Estado mundial.<BR><BR>No es casual, pues, que
los socialistas sean unos enérgicos defensores del Estado mundial. Según su
estrecha visión, siempre será necesaria una instancia superior que nos proteja
de los poderosos. La situación, sin embargo, resulta inquietante: ¿conviene
dotar de tan grandes poderes a seres humanos malos y corruptibles?<BR><BR>Por
una suerte de mística, la izquierda cree que los políticos siempre son sabios e
ilustrados que persiguen abnegadamente el bienestar general. Los liberales, por
el contrario, siempre tenemos presente la cabal advertencia de Lord Acton: "El
poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente". Si el ser humano es
corruptible, tanto más lo será cuanto más poder tenga.<BR><BR>No es de extrañar,
por tanto, que el nido de mayor degradación del mundo se encuentre en las
Naciones Unidas. La ONU es un embrión de Estado mundial que, en teoría, debe
encargarse de proteger a los ciudadanos de las guerras y los ataques que
perpetran los estados nacionales. Como escalafón más elevado, se trata de una de
las burocracias más corruptas.<BR><BR>El último libro de <STRONG>Eric Frattini,
"ONU. Historia de la corrupción"</STRONG> (1), está dedicado a relatarnos
algunas de las atrocidades que el "guardián de los guardianes" ha cometido a lo
largo de su historia.<BR><BR>Los orígenes de la criatura se encuentran,
irónicamente, en el prostíbulo neoyorkino Billy Rose's Diamond Horseshoe, "sexo
y alcohol durante toda la noche para los padres fundadores de la ONU". Por lo
visto, los diplomáticos consideraron que necesitaban un poco de relax para
rebajar la tensión de las negociaciones. Nada mejor que un lupanar
estadounidense donde poder proseguir con el diseño de las Naciones Unidas.
<BR><BR>Marcada por este "pecado original", la prostitución se ha convertido en
compañera inseparable de la ONU durante toda su vida. De hecho, su primer
secretario general, Trygve Lie, fue descubierto en un prostíbulo de Ginebra por
otro funcionario de la ONU durante un viaje oficial.<BR><BR>Mucho más grave
fueron los sucesos de las UN call-girls. Estas muchachas eran supuestamente
espías de EEUU cuyo cometido era seducir a los diplomáticos: "En el segundo piso
del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, con sus grandes ventanales
sobre East River, las cortesanas (…) proporcionaban un complemento animado a las
reuniones diplomáticas". De hecho, estas geishas se infiltraron de tal manera en
la estructura de las Naciones Unidas que se volvieron incontrolables; todos los
diplomáticos, a todas horas, estaban haciendo uso de sus servicios sexuales.
Durante las pausas de las reuniones, los embajadores acudían en manada al baño
acompañados por estas chicas.<BR><BR>La buena vida de los embajadores continuaba
sin demasiadas dificultades, hasta que, un día, una joven de menos de 20 años
apareció "brutalmente golpeada, violada, sodomizada y estrangulada" en una
delegación de un país árabe. Por lo visto, después de drogarla, los
diplomáticos, haciendo uso de su inmunidad diplomática, se dedicaron a violarla,
hasta que, finalmente, falleció. El entonces secretario general, U Thant, se
negó a denunciar los hechos, entre otras cosas porque el país árabe en cuestión
estaba a punto de entregar una cuantiosa donación de petrodólares a la ONU.
<BR><BR>La burocracia también se convirtió en un instrumento de acoso sexual
interno: "Una de cada cuatro mujeres trabajadoras de las Naciones Unidas dijo
haber sido acosada sexualmente, mediante proposiciones para realizar favores
sexuales a cambio de una promoción u otros beneficios en el trabajo". El caso
más famoso, por su repercusión mediática, fue el de Catherine Claxton, que se
vio acosada por un alto cargo, protegido y amigo del poderoso Butros-Gali.
<BR><BR>El acoso sexual era frecuentísimo, incluso entre hombres. El asistente
para Asuntos de Protocolo de Pérez de Cuéllar, un diplomático egipcio llamado
Aly Teymour, se vio envuelto en un caso de acoso sexual a un joven funcionario
que terminó con la rescisión del contrato del acosado.<BR><BR>Pero, sin duda,
los casos más graves de prostitución han sido los protagonizados por los "cascos
azules", ese proyecto de ejército mundial que tiene que velar por la paz
universal. Allí donde han sido enviados en "misión humanitaria", las redes de
prostitución se han multiplicado. En Mozambique se produjeron violaciones de
niños y niñas de hasta ocho años de edad. En Liberia, varias niñas que se
negaron a prostituirse fueron degolladas. En Kosovo hubo cascos azules que
contribuyeron a expandir el tráfico de mujeres y niñas. En el Congo se
practicaba la violación sistemática de las mujeres de las tribus, que, al haber
sido "mancilladas", estaban condenadas a quedarse sin marido. Las prácticas eran
tan habituales que, bajo el secretariado general de Kofi Annan, uno de los
primeros aprovisionamientos que recibían los cascos azules al desembarcar en un
país era una caja de preservativos.<BR><BR>Dos crímenes me parecen especialmente
repugnantes. El primero tuvo lugar en Bosnia-Herzegovina y afectó a cascos
azules canadienses: "En julio de 1996, el ejército canadiense reconocía que
había pruebas suficientes que demostraban que hasta treinta y dos casos azules
de Canadá habrían golpeado, torturado y violado a pacientes y enfermeras de un
hospital psiquiátrico de Bosnia". Hay que tener presente que las barbaries de
los cascos azules han sido perpetradas por soldados de todas las nacionalidades;
no se trata de gente especialmente incivilizada, sino de una estructura política
y estatalista que lleva el mal inserto en su constitución.<BR><BR>El segundo
caso acaeció en Angola: varios casos azules violaron a una niña de once años que
había perdido la pierna izquierda al ser alcanzada por una mina antipersona. En
otras palabras, la cría, ingresada en el hospital, ni siquiera tuvo la opción de
salir corriendo. <BR><BR>Los crímenes de los casos azules y de sus altos mandos
van mucho más allá. En Somalia, las dos actividades preferidas de los casos
azules eran "el disparo turco" y "el submarino". El primero consistía en
disparar desde lejos a un grupo de somalíes para ver cuántos caían muertos; el
segundo, en lanzar al río Juba a niños que no sabían nadar para ver cuántos eran
rescatados por sus familias antes de que se ahogaran. Los salvajismos
pacificadores fueron más allá: Frattini nos ofrece imágenes de cascos azules
quemando en una fogata a un niño somalí, u obligando a otro a beberse sus
vómitos. <BR><BR>Corruptos existen en todas partes; por ello, la cuestión que
debemos plantearnos es por qué la ONU no ha hecho nada para arrancar de raíz
estos males. La política frecuente de la organización ha pasado por ocultar los
datos, no investigarlos o, como mucho, lanzar una reprimenda a los soldados.
Pocos expedientes –y no por iniciativa de la ONU, sino de las autoridades
nacionales– se han llegado a abrir.<BR><BR>Conocida es, así mismo, la
responsabilidad de Kofi Annan en el genocidio ruandés. Mientras que el general
Romeo Dallaire, un casco azul honrado, insistía en la necesidad de eliminar los
depósitos de armas de los hutus, tras haber interceptado información relativa a
sus intenciones asesinas, Annan se limitó a ordenarle que "no debía llevar a
cabo ninguna de las acciones que él proponía", pues el cometido de la ONU no era
el de tomar parte por ninguna de las partes en conflicto. El resultado fueron
800.000 tutsis y hutus moderados asesinados, torturados y
masacrados.<BR><BR>Ahora bien, tampoco pensemos que todos los casos azules
destinados en Ruanda eran hermanitas de la caridad. Algún alto mando como el
general Dallaire tenían la intención de detener el genocidio, pero otros se
dedicaron a divertirse. Veamos qué escribe Frattini acerca de la tragedia del
magistrado Joseph Kovaruganda, un hutu moderado opuesto al conflicto: "Mientras
los hutus mutilaban al juez y violaban a su esposa y a sus dos hijas, de once y
nueve años, los casos azules de Ghana reían y bebían con los verdugos fuera de
la casa".<BR><BR>Frattini nos habla también de espionaje masivo, de pelotazos
inmobiliarios, de corruptelas con las ayudas a los refugiados, de dislates
militares... Como no podía ser de otra forma, el poder absoluto corrompe
absolutamente. <BR><BR>Por ello mismo, la conclusión del autor no podía ser más
desafortunada: "Una reforma es necesaria para evitar que la rapiña y el robo
llevado a cabo por parte de unos pocos funcionarios empañe la gran labor de una
organización como las Naciones Unidas, tan necesaria para los tiempos que
corren".<BR><BR>¿Para qué necesitamos a la ONU? ¿Para que expolie, viole y
masacre poblaciones enteras? No, no necesitamos un Estado mundial: este libro es
un perfecto reflejo de su comportamiento. Sería un error pensar que todos estos
crímenes han sido fruto de la casualidad o de los malos controles. Es evidente
que hay algo estructural –la enorme acumulación de poder– que hace que la ONU
sólo pueda ser como ha sido: un cenagal de muerte y destrucción.<BR><BR>Además,
una última reflexión es imprescindible. Todos estos crímenes execrables, que
tanto nos repugnan, los hemos financiado con nuestro dinero. Sin nuestros
impuestos, la ONU no hubiera existido ni hubiera emprendido sus torpes y
delictivas acciones "humanitarias". Pero lo peor de todo es que, por ministerio
de la ley y de los impuestos, no podemos hacer nada para dejar de financiarlas
de inmediato. Ya lo saben: esto es el "bienestar general" que promueve el
Estado.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Catedrático de la Universidad del País
Vasco.<BR><BR><STRONG><U>Nota</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>1) Eric Frattini: ONU. Historia de la corrupción. Espasa,
2005. 340 páginas.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
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Ernesto Herrera: </FONT></STRONG><A
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color=#000080>germain@chasque.net</FONT></STRONG></A>
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