<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2600.0" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></EM></STRONG></DIV>
<DIV align=center><STRONG><EM><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº 9235 - Enero 13 - 2006 -
Redacción: </FONT></FONT></EM></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><EM><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></EM></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Brasil</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Entrevista a Luis Fernando
Novoa</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Balance de tres años de gobierno de
Lula<BR><BR>Sin Permiso</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A href="http://www.sinpermiso.info"><STRONG><FONT
face=Arial>www.sinpermiso.info</FONT></STRONG></A><STRONG> </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Traducción de Amaranta
Süss</STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2> <BR><BR>El profesor Luis
Fernando Novoa es docente en la prestigiosa Universidad Campinas de Sao Paulo.
Colabora con ATTAC y REBRIP, una organización no-gubernamental brasileña que
lucha contra la zona de libre comercio que los EEUU pretenden implantar en
América, desde Alaska a Tierra de Fuego (ALCA). Actualmente, está desarrollando
en el estado amazónico de Rondônia, desde la sociedad civil, un plan de
vigilancia de IIRSA, un programa multilateral de telecomunicaciones,
tráfico y energía, aprobado en Brasilia en 2000. La entrevista corrió a cargo de
Stefan Fuchs. <BR><BR><STRONG>FREITAG: Cuando Ignacio Lula da Silva se convirtió
hace ahora exactamente tres años en nuevo Presidente del Brasil, se lo celebró
como portador de la esperanza en un cambio político. Entretanto, la decepción ha
sido grande, porque parece haberse limitado a seguir la política económica
neoliberal de su predecesor, Fernando Enrique Cardoso. ¿Por qué no se dio el
esperado cambio?</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR>LUIS FERNANDO NOVOA: La fascinación ejercida por el hecho
histórico de ver a un obrero en el palacio de Planalto en Brasilia nos obnubiló
un poco a todos. Hoy resulta claro que el triunfo electoral de Lula no se debió
fundamentalmente a la movilización de las bases de su partido (el PT). En aquel
momento, en efecto, se había hecho necesaria una consolidación del modelo
neoliberal. Los mercados financieros precisaban hasta cierto punto en América
Latina de elementos de democracia participativa y de la nueva izquierda
política, a fin de recuperar un mínimo de legitimidad para sus políticas tras
las catástrofes en Argentina, Bolivia, Ecuador y parcialmente también Brasil.
<BR><BR>Propiamente, una condición necesaria para el triunfo del PT fue la
"Carta a los brasileños" que escribió Lula antes de las elecciones y que,
propiamente, era también una "Carta a los bancos". Allí se decía literalmente
que no habría ruptura con el curso hasta entonces seguido por el anterior
gobierno. Por lo demás, las privatizaciones, la desregulación y la política de
altos tipos de interés del Presidente Fernando Enrique Cardoso habían hecho
prácticamente imposible un cambio político. Todos los instrumentos de
intervención político-económica habían sido ya suprimidos desde hacía tiempo; y
sin embargo, la crisis económica obligaba a buscar un mayor consenso social.
Esto último resultaba imposible con un gobierno dirigido por las derechas
brasileñas tradicionales. La revuelta y la ingobernabilidad estaban a la
vuelta de la esquina, como en Argentina o en Bolivia. Y héte aquí que estaba
disponible el capital de confianza acumulado durante décadas por el Partido de
los Trabajadores –y por su candidato— para reciclar las viejas recetas
neoliberales. <BR> <BR><STRONG>Y la cerrazón de las elites, ¿no se
debe precisamente a esas recetas?</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><BR>La elites tradicionales en Sudamérica se vieron
particularmente desacreditadas por la corrupción. Muchos políticos de los
ochenta y los noventa se vieron involucrados en ella. Piense usted en Raúl
Salinas en México, Carlos Menem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú, Fernando
Collor de Mello in Brasil. Hicieron patente para todos la relación de vecindad
del neoliberalismo con la criminalidad y la corrupción. Con ese personal, no
había forma de lograr un estado. <BR><BR><STRONG>Se necesitaban, pues, gobiernos
libres de esos lastres....</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>... y que prometieran más transparencia y, al menos
retóricamente, más participación. Desde el punto de vista de las elites de poder
eso no representaba un gran problema, porque los elementos decisivos que
conforman la soberanía político-económica hacía ya mucho que habían sido
transnacionalizados. Con la actual y manifiesta parálisis del gobierno de Lula y
con su evidente incapacidad para satisfacer las expectativas de los ciudadanos,
muy pronto se planteará de nuevo en Brasil la cuestión de la
gobernabilidad. <BR><BR><STRONG>Salvamento en el último minuto
</STRONG><BR><BR><STRONG>¿Cómo fue posible que el mismo Partido de los
Trabajadores se hundiera en este lodazal de corrupción? ¿No se había dibujado,
como partido de oposición, con un perfil muy diferente?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Para empezar, una parte de la histérica campaña mediática
contra los escándalos de corrupción del PT ha sido alimentada por políticos de
ultraderecha, que han visto en eso una oportunidad para desacreditar a la
izquierda y rebajarla a su mismo nivel de descrédito. Pero las causas objetivas
de los indiscutibles y gravísimos errores de dirigentes del PT hay que buscarlos
en la incipiente y sólo rudimentariamente desarrollada democracia de
partidos brasileña. Tenemos aquí el irresuelto problema de la financiación de
las campañas electorales, pues los medios de comunicación dominantes están
privatizados y son controlados por las elites establecidas. Por eso se vio
forzado el Presidente Lula a gastar cerca de 75 millones de euros para una
campaña profesionalmente dirigida, cuatro veces más que su contrincante. Ese
dinero resultaba muy difícil de conseguir para el Partido de los Trabajadores,
tanto más cuanto que se trata del único partido en Brasil que se permite una
costosa democracia interna. Las funciones y los cargos del partido son
sometidos al sufragio de sus 850.000 miembros. Los costes de ese procedimiento
no logran ser compensados con el impuesto de un 10% con que el partido grava los
ingresos de sus cargos. <BR><BR>Los demás partidos son más bien asociaciones
para el logro de fines, y su único fin es la participación en el poder. Lo que
lleva a los inevitables codazos en pos de cargos y canonjías. Si en esas
condiciones ha de formarse una coalición, la frontera de la corrupción es
fácilmente franqueable. Probablemente fue error del Presidente fiarlo todo a las
instituciones democráticas recibidas, y descuidar la movilización de sus bases
tras la victoria electoral del 2002.<BR><BR><STRONG>Dice usted que la política
del precursor Fernando Henrique hizo imposible el cambio político pretendido por
el PT aún antes de que Lula da Silva tomara posesión de su cargo. ¿por
qué?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El Presidente Fernando Henrique modernizó muy rápidamente
el Brasil, pero no desde dentro, sino desde fuera, y de un modo
completamente insostenible. Combatió con éxito la hiperinflación limitándose a
hacer depender la estabilidad de la moneda nacional, el real, del flujo exterior
de capitales especulativos. Con eso, Brasil se integró sin reservas ni cautelas
de ningún tipo, en el sistema de los mercados internacionales de capitales. El
Banco Central se hizo autónomo, sin que siquiera se le dieran, como ocurre con
el Banco Central en los EEUU, directrices generales en materia de
políticas de empleo. La deuda exterior se fragmentó en una miríada de pequeños
títulos a ser negociados libremente en los mercados de capitales. La
consecuencia fue que el endeudamiento se multiplicó por veinte. Al mismo tiempo,
las empresas públicas –provista de créditos del estado— se vendieron a precios
de dumping. El resultado de todo eso no fue precisamente la modernización
de nuestra economía, sino la pérdida de sectores industriales clave,
estratégicamente imprescindibles: el suministro de energía, la telecomunicación,
la extracción petrolífera fueron privatizados, y los circuitos industriales
productivos conexos, destruidos. Lo que quedó fueron los cluster industriales
sin esperanza de beneficios para los inversores extranjeros. <BR><BR>En
resolución: la herencia más diabólica de los precursores de Lula fue una
horriblemente crecido endeudamiento y una perspectiva de disminución de la
inflación. Cuando se dibujó en el horizonte la posibilidad de un triunfo
electoral del PT en los comicios de 2002, comenzó el terrorismo de los mercados
financieros. El capital emprendió masivamente la huida, y una inconcebible
histeria se apoderó del país. Como salvador de última hora apareció el FMI, con
un crédito cercano a los 30.000 millones de dólares, un crédito, claro está,
políticamente condicionado. Aun antes de tomar posesión, el nuevo gobierno tuvo
que dar garantías de que la política económica, financiera y de gestión de la
deuda del anterior gobierno sería proseguida. Todo, de acuerdo con la divisa: os
ayudamos, pero por favor dejad en nuestras manos la estructura de las decisiones
económicas.<BR><BR><STRONG>Blindaje frente al cambio</STRONG> <BR><BR><STRONG>O
sea, la crisis como palanca promotora de los intereses de los mercados
financieros.</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>O eso podría al menos inferirse del hecho de que el
gobierno de Lula se viera obligado por la presión del capital especulativo a
mantener en unos niveles astronómicos los tipos de interés. Lo que procuró a los
bancos beneficios récord y asfixió toda posibilidad de crecimiento económico. Se
blindaron prácticamente frente al cambio político: la democracia fue bloqueada
en toda regla. En ejemplo paradigmático de cómo la globalización puede cobrar
rasgos totalitarios y paralizar una democracia. La consecuencia última es la
destrucción de la política. <BR><BR><STRONG>En tales circunstancias, ¿cómo se
discute hoy en Brasil sobre el recetario neoliberal?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Nuestras elites de poder tienden a explicar los déficit
económicos por una supuesta desviación en la aplicación de la ortodoxia
neoliberal. Por ejemplo: el curso cambiario del real brasileño se mantuvo mucho
tiempo por motivos políticos anclado en el dólar, y sólo en 1999 se dejó flotar
libremente. Hoy hay grupos, muy presentes también en el actual gobierno y en el
Banco Central, que creen que para recuperar el éxito hasta ahora esquivo, es
necesario un seguimiento aún más estricto de las prescripciones neoliberales.
Una ulterior reducción de los gastos públicos y una promoción aún más unilateral
de las exportaciones serían para ellos la respuesta adecuada a los problemas del
país. Es lo que se halla bajo el rótulo del "Consenso de Washington II". Un
protagonista destacado de ese modo de pensar es el ministro finanzas, habilitado
para el cargo por el PT, Antonio Palocci, quien ahora mismo parece hallarse un
tanto debilitado por las acusaciones de corrupción. Brasil cumple un papel
importante en la estrategia del FMI y de los mercados globalizados de capitales
que se hallan tras él: su ejemplo tendría que servir para ayudar a rehabilitar
los instrumentos del Consenso de Washington. Y eso explica también los juicios
extremadamente positivos que sobre el gobierno de Lula dejan caer los expertos
financieros de JP Morgan o de Merill Lynch.<BR><BR><STRONG>¿Qué ocurre cuando
los intentos de los movimientos sociales, decepcionados por Lula, fracasan a la
hora de fraguar alternativas políticas? ¿Es el Presidente Venezolano Chávez un
primer indicio de un nuevo tipo de caudillismo en el
Subcontinente?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Seguro que esa posibilidad está abierta, con todos los
peligros que necesariamente acompañan a la personalización extrema de la
política, aun cuando, como ocurre con Hugo Chávez, eso vaya acompañado de las
mejores intenciones. Su mesianismo no es, a fin de cuentas, sino la proyección
de una mayoría de venezolanos que perdieron toda confianza en el sistema
político de su país. El caudillismo es un síntoma claro de que las instituciones
tradicionales de la democracia están paralizadas. Vive de la relación directa
entre una personalidad carismática y la masa de los orillados. De ahí surge un
poder político que permite poner en cuestión la legitimidad de los intereses de
las elites transnacionales. En ese aspecto, Chávez es el exacto contramodelo de
Lula, quien se apoya casi exclusivamente en las instituciones de la política
tradicional. <BR><BR><STRONG>¿Dónde radican, en las actuales circunstancias, los
peligros de este incipientemente reconocible caudillismo de un Hugo
Chávez?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La personalización de los conflictos conduce a una
permanente radicalización del discurso. En el caso de Chávez, es la intensidad
del conflicto con las viejas elites de poder y con los EEUU lo que le asegura el
apoyo de las masas. Por otro lado –y de eso Chávez es completamente consciente—,
el éxito depende casi en exclusiva de su propia persona. Su desaparición
desencadenaría efectos catastróficos en el movimiento democratizador que anda
por detrás de la Revolución bolivariana. Por eso tanto la sociedad civil
venezolana, como el mismo Chávez tratan de diluir el monopolio del poder
carismático y de crear nuevas instituciones políticas descentralizadas. Tal es
también el propósito de la nueva Constitución de Venezuela. <BR><BR><STRONG>Un
lobby agrario montaraz y resuelto</STRONG> <BR><BR><STRONG>Movilizada a partir
de la sociedad civil brasileña, hay una resistencia contra la zona continental
de libre comercio impulsada por los EEUU (ALCA) que amenaza con dividir a la
América Latina. Los estados del MERCOSUR (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay,
lo mismo que Venezuela, la rechazan, mientras que Chile, Perú, Colombia, América
Central y sobre todo México pretende llegar a la realización del ALCA. Desde una
perspectiva brasileña, ¿qué habla en contra de ese proyecto?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En nuestro país ha surgido una industria de bienes de
inversión sin par en los llamados países del tercer mundo. La dictadura militar
que gobernó hasta 1984785 quería convertir el Brasil en la potencia regional
dirigente del Atlántico Sur. A fin de formar la necesaria elite tecnocrática, se
reestructuraron las universidades con objeto de convertirlas en centros de
excelencia. Se generó un visible Kow-How en la construcción aeronáutica y
espacial que hoy permitiría sentar las bases de una economía independiente. La
zona de libre comercio debilitaría, si no destruiría esta infraestructura –sobre
todo en investigación y desarrollo—. Eso se ha visto sobradamente en el caso de
México con el NAFTA [Tratado de libre comercio en el área norte de América]. Hay
un amplio consenso entre nosotros al respecto: en vez del ALCA, queremos
aprovechar las formas regionales de integración como el MERCOSUR. Según se vio
hace poco en la cumbre americana celebrada en la Argentina, el gobierno de Lula
da Silva, a pesar de la notoria presión ejercida por la industria agrícola
brasileña, está prestando una tenaz resistencia, mientras que otros países del
Subcontinente parecen ya como abandonados a un destino. <BR><BR><STRONG>Dijo
usted que la presión a favor del continuar la política neoliberal no viene sólo
de fuera, de los mercados de capitales, sino también de dentro de la misma
sociedad brasileña. ¿De quién, exactamente?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Poderosas empresas transnacionales de nuestra industria
agrícola quieren la zona de libre comercio para desempeñarse allí como Global
Players, y así, quedar mejor emplazadas de cara a la conquista de los mercados
septentrionales. Gracias a los ingresos de esas empresas ha logrado Lula da
Silva unos superávit récord que le han permitido un brillante equilibrio de la
balanza del comercio exterior. La influencia de esas empresas explica también el
reciente comportamiento de Brasil en las negociaciones de la reunión de la OMC
en Hong Kong. En la lucha contra las subvenciones agrícolas
norteamericanas y europeas, Brasilia no está actuando como un abogado de los
países en el umbral del desarrollo; se limita a seguir los intereses de su lobby
agrícola, montarazmente resuelto a encaramarse al podio de los productores
mundiales de alimentos. Vale para ello cualquier medio, ya sea la plantación de
semillas genéticamente modificadas, la exposición a radioactividad de los
frutos, o la deforestación de la selva tropical para la plantación de
soja. Esas fuerzas incitan a una verdadera reforma agraria, porque, como es
natural, no están interesadas en negocios agrícolas familiares. Querrían seguir
abriendo el propio mercado interior, a sabiendas de que eso traería consigo el
estrangulamiento de la producción lechera nacional. Los productores aviares
brasileños, con sus exportaciones masivas, han puesto en verdaderos aprietos a
sus concurrentes del sudeste asiático. Incluso la compañía petrolífera
Petrobras, todavía en manos del estado, se niega a invertir en Bolivia,
aduciendo que los movimientos de masas a favor de la nacionalización de las
reservas de gas han generado allí un clima poco propicio para las inversiones.
En eso, el gobierno de Lula se comporta exactamente igual que los estados
industriales del Norte, que sirven a los intereses de las elites
transnacionalizadas.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
propias, sitios web, medios periodísticos, redes alternativas, movimientos
sociales y organizaciones políticas de izquierda. Los artículos firmados no
comprometen la posición editorial de Correspondencia de Prensa. Suscripciones,
Ernesto Herrera: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain@chasque.net"><STRONG><FONT
color=#000080>germain@chasque.net</FONT></STRONG></A>
<HR>
<BR><BR></FONT></DIV></BODY></HTML>