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<BODY bgColor=#ffffff background=""><FONT face=Arial size=2>
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<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></STRONG></EM></DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
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<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#000080 size=4>Año III - Nº 9255 -
Enero 18 - 2006 - Redacción: </FONT></STRONG></EM><A
href="mailto:germain@chasque.net"><EM><STRONG><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
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<DIV align=justify>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>México</FONT></STRONG></FONT></DIV><BR><FONT face=Arial><STRONG>El
sindicato, aliado del patrón</STRONG></FONT></DIV><FONT face=Arial size=2>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Maquiladoras sobrexplotan a
trabajadoras en Chiapas</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Las obligan a jornadas de trabajo de
10, 12 y hasta 26 horas seguidas</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Los fines de semana “cierran las
puertas para que no nos escapemos”</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Gaspar Morquecho</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Suplemento Triple Jornada Nº 89</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>México,</STRONG> <STRONG>enero 2006</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>En Chiapas, los “gobiernos del cambio” coincidieron en la
tarea de “crear empleos” y a principios de sus respectivas gestiones se
encontraron en San Cristóbal para inaugurar una fábrica de suéteres con la firma
de Trans Textil International, S. A. de C. V. del “zar de la mezclilla” Nasik
Kamel. Para tal efecto, el gobierno federal subsidió la “capacitación” de las/os
trabajadores y el gobierno de Chiapas dotó de la infraestructura necesaria a esa
empresa que pretendía contratar a mil 500 trabajadoras/es y que no tuvo más de
500. Al cuarto año de operaciones la fábrica se transformó en una “fábrica de
ropa” con la firma Spintex Company, S. A. de C. V. En el sexto año, al parecer,
se encuentra en una “etapa terminal” que coincide con la de los gobiernos
federal y estatal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En su corta vida esa maquiladora -en esta región indígena
y mestiza-, es un buen ejemplo de los “nuevos modos de producción globalizados”i
que se han impuesto en muchas regiones del país, donde lo que no cambia es “la
explotación salvaje de la fuerza de trabajo”. Con las “nuevas formas de
producción y de pago” a las/os trabajadores se les imponen “metas de
producción”, jornadas de trabajo extenuantes de hasta 26 horas seguidas y los
salarios llegan a ser más bajos que en China. Un modelo de producción que recrea
la vieja alianza “charro, gobierno y patrón” para la explotación de las/os
trabajadores en su mayoría mujeres. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Spintex Company ocupa un edificio que se construyó a
principios de la década de 1970 y que a partir de 1976, albergó a diversas
empresas textiles, en un proyecto de Luis Echeverría y Velasco Suárez para la
“industrialización de Chiapas”. Tales firmas no soportaron los cambios y la
competencia mundial. Sabino Cándido Pérez trabajó con esas firmas de 1976 a
1992, año en que: “La fábrica cerró pues la materia prima era muy cara,
aumentaba el precio de la tela y venía mucha de Japón. No podíamos hacer nada,
la empresa se declaró en quiebra y cerró”. Diez años después la historia se
repitió. En 2002, Vicente Fox y Pablo Salazar inauguraron la “fábrica de
suéteres” en San Cristóbal para “crear empleos y propiciar el despegue
industrial en la entidad”. El gobierno de Chiapas compró y acondicionó el
edificio y “hasta diciembre de 2004 la empresa no pagaba renta y adeudaba 60 mil
pesos por el servicio de agua; no recibe el apoyo para la capacitación y, al
parecer, está a punto de cerrar”, afirmó Enoc Hernández ex alcalde de esa
ciudad. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La fábrica y las cadenas de producción que
encadenan</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Es domingo, son las 10:30 de la mañana. Flor nos recibió
en su casa, sin embargo, al pedirle la entrevista con enfado dijo: “Acabo de
llegar. Nos quedamos [trabajando] toda la noche. Mejor nos vemos más tarde”. En
su rostro se notaba el cansancio. Esta obrera de la firma Spintex había
trabajado 26 horas seguidas. Ese sábado entró a laborar a las 7:30 de la mañana
y salió a las 9:30 horas del domingo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué pasó? Le preguntamos por la tarde a Flor: “No salió
la producción”. Ella contó que la cantidad de prendas a confeccionar depende del
grado de dificultad, así que varía de 800 a mil 200 prendas diarias por módulo
de producción, es decir, de 4 mil 800 a 7 mil 200 prendas por módulo a la
semana. Según Flor, en cada módulo laboran, más o menos, 10 trabajadoras/res que
perciben un salario de acuerdo con la antigüedad de cada uno de ellos y que va
de 664 a mil 200 pesos por quincena, más un “incentivo por productividad” de 600
a 700 pesos a la quincena, en teoría, pues por lo general, a las/os
trabajadoras/es solamente “les pagan la mitad del incentivo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A partir de los datos que nos dieron algunas trabajadoras
y ex trabajadoras resulta que la jornada promedio diaria de trabajo en esa
empresa es de 12.30 horas. Los fines de semanas -ya sea de viernes a sábado o de
sábado a domingo-, la jornada rebasa las 24 horas: “Los viernes o el sábado,
coincidieron las trabajadoras, cierran las puertas para que no nos escapemos.
Ahí nos amanecemos hasta acabar con la tarea. Hasta alcanzar la meta de
producción”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Trabajadoras mexicanas que ganan menos que las
chinas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Analizando el tiempo de trabajo y los salarios podemos
decir que, en esa empresa, a las trabajadoras con el salario e incentivo menores
les pagan 5.32 pesos por hora de trabajo (menos del salario mínimo) y con el
salario e incentivo mayores a 8.56 pesos por hora. Es decir, 51 y 83 centavos de
dólarii respectivamente que, frente a los 68 centavos de dólar que se paga en
China por mano de obra por hora -una de las mas bajas en el mundoiii-, significa
que las trabajadoras de esta empresa con menor salario ganan 17 centavos de
dólar menos que las obreras chinas, y que las de mayor percepción reciben apenas
15 centavos de dólar más por hora que en China. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Las trabajadoras son conscientes de que sus salarios y
jornadas de trabajo son injustas pero, como dicen ellas, “no queda de otra”,
sobreviven en la pobreza y “hay bocas que mantener”. Las mujeres con su salario
cubren o complementan el gasto familiar, situación que se torna más aguda para
las madres solteras. Para optimizar sus ingresos, algunas trabajadoras alquilan
en grupo una vivienda. Aun así, la renta les resta el 25 por ciento de su
salario. Las madres solteras se apoyan en sus madres, de otra forma tienen que
dejar solos a sus hijos todo el día en casa. Con la madre/padre “ausente”,
las/os menores aprenden a ocuparse de ellas/os mismos, hacen su comida y van a
la escuela. Sólo durante una parte del domingo o en vacaciones, la madre puede
estar con sus hijas/os: “Como trabajadoras no tenemos vida personal”, aseguró
Flor. <BR><BR><STRONG>Los “agentes directos” de la explotación: el ingeniero, la
médica y el del sindicato</STRONG><BR><BR>En Spintex -donde el personal de
confianza nos privó de su información-, no se registran casos de hostigamiento
sexual y los trabajadores se comportan con respeto hacia las trabajadoras,
afirmó Flor. Sin embargo, padecen otras hostilidades. Una es la de los
profesionistas que responden a los intereses de la empresa: el ingeniero jefe de
producción y la médica. La otra es “el del sindicato”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El “ingeniero” se encarga de echar andar las “cadenas de
producción”, de acicatear a las/os trabajadores para alcanzar las “metas de
producción” y así explotar al máximo la fuerza de trabajo. Dicho en el lenguaje
de la modernidad: que las trabajadoras/es alcancen los “niveles de productividad
en el marco de la competencia”, para lo cual, el ingeniero usa los arcaicos
recursos de la amenaza y el grito: “Nos grita y regaña muy fuerte si ve que no
se va alcanzando la meta”, afirmaron unas trabajadoras tzotziles. La médica, por
su parte, impide que las/os trabajadoras/es acudan directamente al IMSS y
consigan alguna “incapacidad”. Ellas tienen que pasar antes por su consultorio.
“El de la CROM”, además de ser beneficiario de las cuotas sindicales -el uno por
ciento sobre el salario-, amenaza a sus agremiadas/os con actas de “abandono del
trabajo” si las/os obreros no se presentan los fines de semana para el encierro
de “productividad” y hace caso omiso a las elementales demandas que levantan sus
agremiadas/os: “salario base y horario fijo”. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En cuanto a las condiciones de trabajo en la “fábrica de
ropa” las trabajadoras dicen que sus asientos son cómodos, que hay luz
suficiente, que beben agua de garrafón pero hay problemas en los sanitarios:
“están sucios, dicen, pues a veces no hay agua”. Denunciaron que a las
trabajadoras más hábiles las incorporan a los “módulos de producción”
independientemente de que estén en el proceso de capacitación que “paga el
gobierno”. Por su parte, José Antonio Ávila, delegado del Servicio Estatal de
Empleo en Las Casas, afirmó que ex trabajadoras le han comentado que dejaron de
trabajar ahí porque las habían despedido sin darles ninguna explicación y “que
las trataban mal”, dijo también que cuando “[La empresa] nos pidió difundir 200
vacantes, a la gente le llamaba la atención [la oferta de trabajo] pero cuando
se enteraban que se trataba de la fabrica de ropa nos decían ‘no muchas
gracias’, que ya la conocían y no querían saber nada [de ese empleo]”. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Más obreras que obreros</STRONG><BR><BR>El
capital, con una enorme de fuerza de trabajo sobrante en Chiapas y con un número
cada vez mayor de mujeres en esas filas, puede contar con ellas en todo momento
y lugar. Según Rosa, el 70 por ciento de la planta de trabajadoras/es son
mujeres. Las hay indígenas y mestizas que operan la maquinaria con habilidad y
destreza iguales: “trabajan bien rápido”. Las más de ellas son solteras, le
siguen las madres solteras, y las menos son casadas. La mayoría de las indígenas
son tzotziles y las hay tzeltales. Algunas radican en sus municipios de origen y
otras en la ciudad de Las Casas y, sin duda, son la primera generación de
trabajadoras fabriles indígenas en la región. Algunas acuden al trabajo con su
ropa tradicional. Esta realidad tiene que ver con la prolongada crisis en el
campo, con el permanente desplazamiento de la población rural a la ciudad y el
impacto de la pobreza en las mujeres. Es la generación de obreras y obreros del
tercer milenio. Una generación de trabajadoras/es sin memoria ni experiencia en
la “lucha proletaria o sindical” que surge en un contexto mundial donde la
explotación capitalista, al parecer, no tiene freno. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Capitalismo, ciudad, pobreza en el campo y
mujeres<BR></STRONG><BR>¿En qué época vivimos? Al menos en Chiapas cuesta
decirlo con certeza si vemos que en una empresa inaugurada en el siglo veintiuno
por el “gobernador del cambio”, o sea, Pablo Salazar, se trabajan 10, 12 y hasta
26 horas seguidas; donde las metas productivas impuestas son imposibles de
alcanzar en una jornada de trabajo de ocho horas, por salarios miserables abajo
del mínimo –tan bajos o más que en China- por jornadas de trabajo injustas,
ilegales y extenuantes. Si uno llega a alguna comunidad de las trabajadoras
indígenas, el asunto resulta más complicado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sujetas a la tradición y a la costumbre las trabajadoras
indígenas festejan al “santo patrón” del pueblo y hablan en su idioma materno.
Las mujeres adultas difícilmente entablan una charla en la castilla, los niños
se espantan frente al intruso caxlán (mestizo) y las jóvenes se esconden; sin
embargo, disfrutan de los servicios del “desarrollo”: agua entubada, luz; una
clínica rural, escuela y las calles están pavimentadas. Las hacinadas viviendas
son de tabla, adobe o block de concreto y se llega a ellas por angostas
callejuelas. Difícilmente se puede decir donde empieza o termina una propiedad.
Una delgada losa de concreto o un tronco pueden servir de lavadero; un rincón
para el gallinero o la conejera y pequeñas áreas cerca de la casa para plantar
un frutal y sembrar algunas matas de maíz para la temporada de elote. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Según María, una ex trabajadora tzotzil, las jóvenes
salen del ámbito rural y se hacen obreras porque “quieren dinero”. Necesitan
ingresos para mantenerse ellas o para complementar el ingreso familiar, sin
embargo, hay ocasiones que el salario de una trabajadora indígena es el ingreso
único y seguro para su familia ante la ausencia del padre. También puede ser un
recurso adicional para pagar labores agrícolas. Son las/os pobres del campo. Las
más pobres no cuentan con parcela, otros apenas con un cuarto de hectárea con la
cual es imposible dar de comer a una familia. Los menos poseen dos o tres
hectáreas y garantizan el maíz para todo el año. En estas condiciones, el
salario de la mujer es significativo en economías marginales como la de las
pobres del campo. </DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Sin embargo, las mujer</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>es indígenas tienen otras razones para “engancharse” en la
maquila. Ellas dicen que van a la fábrica porque “quieren trabajar”, porque “no
quieren estar en su casa”. No les gusta estar en su casa. Seguramente porque no
es muy atractivo para ellas vivir en un pequeño poblado y pasarse los días
produciendo algún textil para venderlo eventualmente en San Cristóbal, menos aún
si ellas tienen que mantenerse y sufragar los gastos que toda joven mujer tiene:
ropa, calzado, unos aretes, un prendedor, un reloj, una pulsera, un celular o
algo de maquillaje. Entonces les resulta atractivo dejar la casa y salir de la
comunidad para ir a la ciudad, trabajar en la fábrica y, así, garantizar un
ingreso seguro sin importar las condiciones: “Me hace daño cuando trabajo de
noche, siento que mi corazón me duele y mi ojo también. Cuando no sale el
trabajo me preocupo, estoy piense y piense en que faltan como 2 mil prendas que
son como dos días de trabajo”, afirmó Juana.</DIV>
<DIV align=justify><BR>- Entonces ¿ayuda o no la fábrica?</DIV>
<DIV align=justify><BR>“A veces, pues no pagan bien”, respondieron las
trabajadoras.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Estrategias para librarse de las
cadenas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>En las obreras no todo es resignación y pasividad. Buscan
alguna forma de evadir las jornadas injustas de trabajo y de cada en cuando
dejan de ir a la fábrica los fines de semana para evitar “amanecerse
trabajando”. A las trabajadoras indígenas les sale menos costoso que les
descuenten un día de trabajo y los “incentivos” que presentarse a trabajar los
fines de semana para “alcanzar la meta de producción”. Es muy sencillo que ellas
se den cuenta de lo que les espera el fin de semana: “Hoy no fui a trabajar,
faltaba mucho la meta de producción. Ahora me van a descontar el día y no van a
dar el incentivo. Ahí en la fábrica no tratan bien y si no sale la meta entras
el viernes en la mañana y sales a las doce o una de la mañana del sábado y
cuando entras del sábado no sales de trabajo hasta el domingo pues cierran las
puertas y no las abren hasta que se logra la meta. Además, entre semana tenemos
que trabajar desde la siete y media de la mañana a las seis, siete u ocho de la
noche. Por eso no dan ganas de ir a trabajar el fin de semana. Así, cuando no
sale el trabajo digo: mañana no vengo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A últimas fechas, los indicios de un probable cierre de
la “fabrica de ropa” son más evidentes: se ha retirado la manta que colgaba de
la fachada de la fábrica solicitando trabajadores, el ex alcalde de San
Cristóbal, Enoc Hernández, habló de que el “cierre de la fábrica puede ser
pronto” y a algunos trabajadores no se les permite ingresar a la planta con el
argumento de “no hay trabajo”. Estamos pues, frente a la inseguridad del empleo,
es decir, otra característica de las maquiladoras: cuando el capital y los
patrones lo deciden cierran y se van.
<HR>
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