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<DIV align=center><EM><STRONG><FONT color=#800000 size=4>Boletín informativo -
Red solidaria de la izquierda radical</FONT></STRONG></EM></DIV>
<DIV align=center><EM><STRONG><FONT size=4><IMG alt="" hspace=0
src="C:\Documents and Settings\EH\Mis documentos\germain 1.JPG" align=baseline
border=0><BR><FONT color=#000080>Año III - Nº 9333 - Febrero 9 - 2006 -
Redacción: </FONT></FONT></STRONG></EM><A
href="mailto:germain@chasque.net"><EM><STRONG><FONT color=#000080
size=4>germain@chasque.net</FONT></STRONG></EM></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Haití</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La transición democrática se volvió
ipso facto monetaria relegando a segundo plano las cuestiones éticas, para dar
paso a ententes, subterfugios de toda clase, luchas de influencia e incluso a
subastas</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG><FONT size=3>La comunidad
internacional en sus obras...</FONT></STRONG><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial size=2><STRONG>Gary
Olius</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>ALAI, 8-2-06</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><STRONG>Traducción de ALAI</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>En la gestión del proceso electoral haitiano la
comunidad internacional aplicó una divertida fórmula taylorista que salta a los
ojos. Más que una distribución de tareas en el sentido clásico del término, es
una fórmula que permite a cada fracción de esta comunidad tener su coto
reservado y su esfera de influencia. Al PNUD se le atribuyó el papel de
asignación de fondos o de gestión global del presupuesto, a la Misión de
Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) la ejecución del plan
operativo en su aspecto logístico, de educación cívica, seguridad y preparación
del escrutinio propiamente dicho y, finalmente, a la OEA le asignaron las
operaciones de registro en todos sus componentes (contratación de personal,
adjudicaciones de contratos, preparación de los padrones electorales, etc...).
Pero el Consejo Electoral Provisional, la entidad oficial que debería garantizar
la totalidad de la gobernanza del proceso, se vio obligado a confinarse en la
ejecución de simples tareas normativas como la publicación del calendario, la
firma de decisiones sobre el rechazo o aceptación de candidaturas y la
oficialización de los resultados de las elecciones. En suma, se trata de una
verdadera desnacionalización del proceso. ¿Y, la democracia deseada por los
haitianos en todo esto, se la reducirá a un simple objeto de regateo, por no
decir una mercancía? <BR><BR>Estas elecciones vieron desfilar en Haití un
rosario de especuladores de todo pelo. Representantes de empresas
internacionales, subcontratistas, falsos expertos venidos de EE.UU, Francia,
Canadá y América Latina, en búsqueda de contratos jugosos. La transición
democrática se volvió ipso facto monetaria relegando a segundo plano las
cuestiones éticas, para dar paso a ententes, subterfugios de toda clase, luchas
de influencia e incluso a subastas. Es por eso, por lo demás, que el proceso fue
tan largo, pues era preciso tomar el tiempo necesario para negociar ya que no
hay juego allí donde hay disputa financiera. El capitalismo es sobre todo eso...
<BR><BR>Los haitianos vivían con profunda amargura esta indignante realidad,
pero debieron retenerse y contener su hartazgo ya que no se engañan ante el
hecho que la comunidad internacional financió cerca del 95% de los gastos
relativos al proceso electoral. Aceptan la evidencia que es el país con sus
crisis políticas recurrentes que ofrece a los "expertos" internacionales un
terreno para que mercadeen. Hasta el momento, los gastos globales para las
elecciones presidenciales ascienden a 59 millones de dólares y algunos piensan
que Haití, debido a su gran pobreza, no estaba en condiciones de asumir el pago
de una factura tan alta. Se engañan, ya que no hace mucho tiempo el país pagó a
los proveedores de fondos internacionales más de 60 millones de dólares por
concepto del servicio de la deuda externa. La estrategia de la comunidad
internacional fue muy cínica a este respecto. Al principio de esta transición,
las instituciones financieras llamaron al orden a sus servidores recientemente
instalados (Latortue, Bazin et Co) para que liquiden todos los retrasos no
honrados por el gobierno de Aristide. El objetivo perseguido era secar la
reserva de divisas del Banco Central, reducir la capacidad de autofinanciación
del país en algunos ámbitos clave como las elecciones, acentuar su dependencia y
ponerlo al remolque de los extranjeros durante un muy largo período.
<BR><BR>Como la diplomacia obliga, quienes dirigen las misiones extranjeras
supieron camuflar todas sus intervenciones en materia electoral bajo el manto de
asistencia técnica, alegando que en Haití faltaba competencia en materia
electoral y que era necesario importar. Sobre este último punto, no cabe
precisar nada pues Louise Brunet, Gerardo Lechevallier (1) y consortes saben muy
bien que frente a los expertos haitianos ellos no dan la medida y que es la
relación de fuerzas o la magnitud de lo que está en juego que hizo que las cosas
sean como son hoy. Pasemos ahora a las actividades efectuadas por la misión de
la OEA en Haití, a lo largo del desarrollo de este
proceso.<BR><BR><STRONG>Contratación del personal de los centros de registro e
impresión de las tarjetas de identificación</STRONG> <BR><BR>En este aspecto
preciso, la transparencia no estuvo al orden del día. Un mínimo de preocupación
por el cumplimiento de las normas exigía que se haga una convocatoria a las
candidaturas previas y que un procedimiento adecuado se ponga en movimiento con
el fin de seleccionar a los mejores aspirantes que deseaban ofrecer sus
servicios en las operaciones de inscripción de los electores. Al contrario, se
prefirió preseleccionar gente sobre la base de su relación con empleados de la
misión de la OEA (entre los cuales, partidarios afanosos de Aristide) y se la
sometió a un simulacro de examen, como para tener un pretexto que podía servir
de justificación a posteriori del procedimiento opaco utilizado. Partidos
políticos y egresados de las escuelas de informática reclamaron por esta forma
proceder y el Consejo Electoral salió al paso diciendo que no tuvo ninguna
responsabilidad en este asunto. Este proceder clientelista es el principal
factor que ha causado tantos errores en el ingreso de los datos que servían para
la elaboración de las tarjetas de identificación. Según información
proporcionada por el CEP, se contabilizaron aproximadamente 20,000 tarjetas con
información errónea.<BR><BR>Por otra parte, la OEA -por razones que quedan por
aclarar- decidió hacer imprimir las tarjetas fuera del país. El negocio se
asignó a una empresa que opera en México. Esta medida generó enormes problemas
que complicaron terriblemente el proceso. Las entregas se realizaron con
tardanza y una porción no desdeñable de las tarjetas fue impresa con errores
inaceptables (como la fotografía del Sr. X sobre una tarjeta que lleva el nombre
de la Sra. Y), sin contar que alguna gente se vio obligada a votar por un
diputado o un magistrado que no correspondía a su municipio. Por ejemplo, un
amigo que habita en la ciudad de Jacmel debió votar en la Vallée (a más de 50
KM), según la indicación inscrita al reverso de su tarjeta. Son errores gruesos
que requirieron rectificaciones urgentes, pero éstas desgraciadamente no se
dieron. A la par, tuvieron todos los dolores del mundo para entregar las
tarjetas a los electores, tanto que más de 425,000 electores (por sobre el 12%)
decidieron renunciar a la voluntad de participar en las elecciones abandonando
sus tarjetas en los centros de inscripción. Es necesario destacar también que la
fórmula de distribución fue pésima y que la gente asignada a este trabajo
sencillamente fue ineficaz. Eso creó peleas enormes que costó la vida a una
persona y causaron heridas a varias otras.<BR><BR>Lo más importante para los
enviados de la OEA, parece que no era procurar que las operaciones relativas al
registro y a la producción de las tarjetas se realicen en condiciones óptimas
sino más bien de maximizar otra cosa. Siga el juego de mis dedos... Esta
organización creyó equivocadamente que todos los errores le eran permitidos por
el hecho de que la mayoría de los haitianos y periodistas del mundo entero no
sabía nada del nivel real de su implicación en el proceso. Todas las fallas
constatadas, pensó, iban a endosarse al organismo electoral oficial que,
hipotéticamente, tiene la gobernanza del sistema. Error de cálculo, ya que en el
momento en que el malestar de la opinión pública comenzaba a subir y que los
partidos políticos aumentaban la presión sobre los miembros del Consejo
Electoral, estos últimos pasaron a denunciar públicamente a los enviados de la
OEA señalando que faltaron a su deber y fallaron en su misión. Esto empujó a
Louise Brunet (número 1 de la OEA en Haití), a efectuar una salida catastrófica
en la prensa haitiana con el fin de dar explicaciones. Su informe oral no
convenció mucho. El organismo electoral debió cambiar en 4 oportunidades la
fecha del escrutinio y las razones que se basaban tuvieron que ver con los
múltiples errores acumulados por la OEA y la empresa contratada para producir
las tarjetas de identificación.<BR><BR><STRONG>Producción de los padrones
electorales y desarrollo del escrutinio</STRONG><BR><BR>Viendo que se venían
posibles dificultades que iba a generar el procedimiento aplicado, el Consejo
Electoral no quiso asumir la responsabilidad de la producción de los padrones
electorales que normalmente es un subproducto del proceso de registro. Intentó
basarse en una entidad de la República Dominicana y se envío un pedido oficial
para la producción de estas listas. Sin la menor vacilación, los dominicanos se
negaron. Era previsible esperar esto, ya que lógicamente la empresa que produjo
las tarjetas de identificación debía también producir el registro allí
contenido. Hecho inédito, la propia OEA debió encargarse de este
trabajo.<BR><BR>El 7 de febrero, el día de las elecciones, se pudo constatar la
magnitud de los errores. Todas las aglomeraciones, las manifestaciones, los
altercados entre supervisores electorales y electores, los chorros con gas
lacrimógeno, sólo tenían una sola causa: los padrones electorales. Gente que
recorrió a pie más de una veintena de kilómetros, hizo cola durante horas y en
el momento de votar se enteró de que sus nombres no figuraban en la lista
apropiada. Fue una sorpresa desagradable. Incluso los campeones de la no
violencia habrían tenido dificultades para contener su cólera en tales
circunstancias.<BR><BR>Desalentados, abusados y frustrados, muchos haitianos
debieron volver a su domicilio sin poder votar por sus candidatos preferidos. ¿A
quién beneficiará este estado de cosas y estos errores evitables? El mismo día
de las manifestaciones efectuadas en Puerto Príncipe, muchos electores hicieron
observaciones que hacían creer que hay una voluntad deliberada de manipulación
del proceso y de crear un déficit voluntario de participación de la población y
esto, desde el registro hasta la colocación de los puestos de votación, pasando
por la distribución de las tarjetas de identificación. Quizá uno no esté en
condiciones de probar que esto sea así, pero la historia registrará al menos que
las organizaciones internacionales no son inocentes en la desventura de esta
nación empobrecida que es Haití.<BR><BR>Habida cuenta del número de electores
que no pudieron expresarse, conviene también preguntarse, en último término,
hasta qué punto las elecciones del 7 de febrero del 2006 fueron justas y
equitativas. Dejemos a los expertos de la comunidad internacional la tarea de
proporcionarnos la respuesta.... (Traducción ALAI) <BR><BR>(1) Louise Brunet y
Gerardo Lechevallier son, respectivamente, responsables de la OEA en Haití y de
las cuestiones electorales en la MINUSTAH.
<HR>
<STRONG><FONT color=#000080>La información contenida en el boletín es de fuentes
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